domingo, 22 de abril de 2018

Para la puesta en circulacion de los Premios Anuales de Literatura

Por Giovanny Cruz.


Ante la presencia de la escritora y gestora cultural Ruth Herrera (Directora General de la Feria Internacional del Libro), estas fueron mis palabras para el acto de puesta en circulación de los libros ganadores de los Premios Anuales de Literatura-2017.


Toda creación literaria profesional —escribir— es un viaje entre antípodas. En el proceso escritural se procura que las historias hagan el viaje del día hacia la noche. Las mismas palabras transitan por abismos insondables buscando, como las luciérnagas, la vida-muerte en la luz. Nuestros personajes, como determinaron los grandes trágicos griegos, avanzan desde la felicidad neutra hasta una angustia radical. Octavio Paz proclamó que en las grandes obras los personajes jamás se muestran reconciliados consigo mismos. Lo hacen con el alma hecha jirones.

Si, los escritores somos viajeros entre singulares universos paralelos. Nuestras realidades empiezan en el plano terrenal, pero concluyen siempre en el enigma que nos dispensan los finales. Y de ese viaje en el tiempo, ciertamente que no salimos incólumes. En las angustias de nuestras historias pendulamos peligrosamente. En la dialéctica obligada de nuestros héroes, estamos involucrados. No pocas veces ha ocurrido la identificación del escritor con sus protagonistas o antagonistas. 

Suelo contar, para avalar el concepto con ejemplo, lo ocurrido con mi obra “La virgen de los narcisos”. El personaje de Aurora, en las primeras acciones de la pieza teatral, decide marcharse de este mundo vestida de novia, acostada entre los narcisos del patio de su casa y dejando que el veneno procurado (Verdecito de París) concluya el objetivo. La pieza, entonces, es la historia que lleva a Aurora al destino inexorable. En el proceso, lo confieso, me identifiqué con la muchacha. Hasta creía amarla. Tanto, que decidí perdonarle la vida y levantarla, al final, de sus narcisos. Sin embargo, Aurora se apareció en mi casa una madruga y me dijo, que si bien era cierto yo la había creado, ella tenía derecho al libre albedrío. Entonces yo, dios-creador, ya no podía intervenir en sus acciones fundamentales.

Les aseguro que, ciertamente, los escritores, de nuestras creaciones, jamás salimos incólumes. Aun así, como Sísifos inagotables, al día siguiente volvemos a intentar subir la piedra hasta la cima.

Estoy obligado a agradecer a los Premios Nacionales de Literatura por la distinción recibida con mi libro de cuentos. Y no lo hago por la cortesía formal acostumbrada. Lo hago, porque estoy absolutamente convencido de que el nuevo formato de los Premios ha tenido mucho que ver con las distintas premiaciones de esta entrega. Indudablemente, la condición secreta del autor dota a los premios de bastante imparcialidad y aleja los prejuicios. La preselección realizada evita que el jurado se agote leyendo obras a las cuales falta rigor. En mi criterio, los Premios Anuales de Literatura se han profesionalizado.

También debo celebrar lo que está ocurriendo en la Editora Nacional. Como saben, he obtenido varios premios de Literatura. Han publicado mis obras premiadas y otras más. Los escritores deseábamos una edición profesional de nuestras publicaciones. En ese tenor, la correcta lectura editorial y la buena composición de las obras era esperada con ansias por nosotros. Soy testigo de excepción que, en esta versión de los referidos premios, se trabajó con los autores de forma muy meticulosa.

Definitivamente, los Premios de Literatura y sus puestas en libros, han dado un salto espectacular. Han viajado… desde lo soñado hasta lo realizado. Igual que en algunas tragedias griegas (“Edipo en Colono”), ha ocurrido un feliz desenlace. Definitivamente, el viaje nos persigue.

Permítanme, también resaltar este mismo acto. Permítanme resaltar que, al menos durante dos semanas, el libro será el protagonista nacional. Algo que siempre resulta ser un formidable acontecimiento en cualquier país del mundo.

Por todo esto, satisfecho y alegre, he estado escribiendo y diciendo por ahí… ¡Corran a darse la Feria!

Telón.

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