domingo, 29 de diciembre de 2013

Testimonio gráfico

Versión española de "El diablo ya no vive aquí" (Giovanny Cruz)

El nunca suficientemente citado Albert Camus, escribió que... "el corazón también tiene su memoria". Precisamente por allí guardo los recuerdos de, prácticamente, todas mis experiencias teatrales. Paulatinamente he ido contando algunas, según el  corazón las ha ido depositando en la zona del cerebro en la cual ocurre la Memoria.

Cada cierto tiempo mi hija Fiora se aparece una mañana en mi casa y, durante varios días, redecora todos mis espacios. Eso me agrada, porque de tanto ver adornos y muebles me aburro olímpicamente. Pues el caso es que a ella se le ha ocurrido ahora llenar una de mis paredes con fotos de las obras que he dirigido. En algunos casos ("La gaviota" y "Marat-Sade") aunque no conduje las obras, actué en ellas y las incluiré por la importancia que tuvieron, en su momento, esas realizaciones teatrales criollas. La presentación en España de "El diablo ya no vive aquí", tampoco fue producción o dirección del suscrito; pero como se trata de una pieza mía, la incluyo en este recopilación, que no sigue un orden cronológico de presentaciones.

Adelantándome un poco, al mismo tiempo que prometo completar el testimonio gráfico de obras cuyas fotos no tengo en estos instantes ("La maestra Pasambú", "Los justos", "El malentendido", "Los hijos del fénix", mis primeras versiones de "Calígula", "Un héroe más para la mitología", mi versión preferida de "La fábula de los cinco caminantes", mi versión escénica de "Interioridades", "El mendigo o el perro muerto", "El Bebé furioso", "El siguiente", "Las heroínas, "Demonia"; entre otras), les dejo unas cuantas fotos que hasta ahora he obtenido... para que no se olvide...

El Sucesor (Giovanny Cruz)

El Sucesor (Giovanny Cruz)

El Sucesor (Giovanny Cruz)

La pasión según Antígona Pérez (Luis Rafael Sánchez)

El gato negro (Giovanny Cruz)

Duendes y locos de las dunas (Giovanny Cruz)

Duendes y locos de las dunas (Giovanny Cruz)

Amanda (Giovanny Cruz)

Presentación de "Amanda" en París (Giovanny Cruz)

Quíntuples (Luis Rafael Sánchez)

Andrómaca (Iván García)

La virgen de los narcisos (Giovanny Cruz)

Un café frío en la calle El Conde (Giovanny Cruz)

Barrio 7 tumbas (Giovanny Cruz)

Dos viejos pánicos (Virgilio Piñeira)

Orquideas a la luz de la luna (Carlos Fuentes)

Marat-Sade (Peter Weiss)

El perfume del incesto (Giovanny Cruz)

La conferencia (Giovanny Cruz)

Obsesión en el 507 (Giovanny Cruz)

Obsesión en el 507 (Giovanny Cruz)

Los tiranos (Iván García)

Duendes y locos de las dunas (Giovanny Cruz)

Ahora o nunca (versión libre)

Calígula (Albert Camus)

La casa de Bernarda Alba (Federico García Lorca)

Drácula en el Caribe (Giovanny Cruz)

Virginia-Sombra (Giovanny Cruz)

La Gaviota (Anton Chejov)

Versión española de "El diablo ya no vive aquí" (Giovanny Cruz)

Agradezco sobremanera a todos los actores y actrices con quienes he compartido jornadas teatrales.

Esta publicación se irá nutriendo de más gráfricos durante toda mi vida. Por eso no creo justo que alguien me diga que ya es el momento de tirar el... ¡Telón!

martes, 10 de diciembre de 2013

Grima en el ojo gris de Giovanny

Grima en el ojo gris de Giovanny

Por Tony Raful


Listín Diario: http://www.listin.com.do/puntos-de-vista/2013/12/10/302886/Grima-en-el-ojo-gris-de-Giovanny

Al Momento: http://almomento.net/articulo/151686/Grima-en-el-ojo-gris-de-Giovanny

¿Qué puede impulsar a un escritor a desandar en las neblinas, a rasgar con palabras el muro oscuro de los sueños?
¿Qué mueve a  un narrador a desnudar el alma de sus personajes e imbricar su tejido de angustias en la noche infinita del trance, del acabamiento vital? ¿De qué se  abastece su imaginación para insuflar monstruos y corifeos que suplantan el mundo  de los vivos bajo un manto de  augurios  e íconos del sortilegio? ¿De dónde sale esta grima absoluta en el ojo gris de Giovanny, que cubre ritos y memorias hundidas en el mar lastrado de la parca?  Pienso que  hay una línea borrosa, imperceptible que deslinda lo vivido y lo  no vivido, que lo no vivido se puede dar por vivido sin alterar la noción de la realidad con la cual asumimos el rol consciente de la existencia. Y que lo imaginado es una constelación paralela de espejismos que se intercambia con lo sufrido, una prolongación de vigores que sostiene el texto del escribiente, como formulación y alegato. Que lo ocurrido en la mente tiene el mismo valor de lo vivido externamente, porque al vivirlo  internamente y reproducirlo, contiene las mismas vibraciones de todo testimonio, y se adjunta en el inexorable vacío donde el olvido devora lo vivido y lo imaginado. Su parentesco es intrínseco, ninguno de los dos planos subsiste sin la complicidad de la memoria y sin la coordinación, sin la ilación que demanda la imaginación.


Giovanny Cruz nos trae  en su obra “La Parca que espera en el camino” una colección de cuentos impresionantes,

donde revela un dominio profesional de la escritura y una identificación verbal y emocional con sus personajes, que le imprime a cada narración un dramático desenlace. Todos sus cuentos movilizan segmentos morbosos de la cultura de la muerte, pero encarnados en diferentes momentos y experiencias de la vida misma. En todos ellos se nutre de la leyenda, del rumor espaciado en las penumbras, de los muertos que aparecen, del interés inusitado que suscita, de la urdimbre pesarosa del recuerdo de los muertos que oprime la retentiva de los seres vivos.

El cuento “Último relato” es una formidable escritura elaborada a partir del propio
autor, de su amor inconmensurable por su oficio de escritor, con su listado selecto de autores preferidos, llevado a tiempo final, al golpe sigiloso de  la pérdida de facultades, la virtual extinción de la memoria, el fastidio de lo vivido que se agota en el calendario, la búsqueda afanosa de un veneno que no sea vulgar, que esté a la altura de sus trascendentales decisiones, el texto final y su propia definición sugerida para el sepulcro, para que Platón confirme el principio inmortal que se retira de la podredumbre de la muerte  y se aleja sano y salvo en el  último instante de la vida. Ese golpe maestro, el jaque mate, que anuncia el movimiento audaz de su victoria moral en la claudicación de sus fuerzas físicas. El escritor asediado asume su destino con voluntad crítica, al tanto de la muerte y frente a la muerte.

En el cuentoLa aparecida que espera en el camino”, el autor hace acopio de a versión socorrida durante décadas de la

aparición continua de una muerta, que solía estar en la carretera y pedir ayuda a los conductores, para luego desaparecer espectacularmente. La nombrada Alicia Quirico, se hizo familiar y quienes no la vieron nunca la recrearon, la hicieron visible a través de incontables relatos.  Giovanny recoge la leyenda, el personaje, Rodolfo Beltrán,  queda hechizado por el embrujo, igual que otros que afirmaron haber tenido esa experiencia, Beltrán narra  lo vivido por otros y vivido en el tiempo cautivo del texto. Su final trágico es misterio indescifrable que el autor asocia a la Quirico, aquella doncella mulata, llena de vida, que marcharía a España contratada para exhibirse en pasarelas, y que no logró al parecer entender la jugada del azar, del destino absurdo y sus trampas melodiosas de  placer y de sangre. ¿Cuándo dejó de aparecer en la autopista esta muerta que durante tantos años fue un fantasma recurrente en la fantasía de los  conductores?  ¿Se agotó el depósito de energías que desataba su etérea y sutil  soflama de vida? Lo único cierto es que el ojo grimoso del narrador captó de nuevo su imagen, y la hizo perpetua en los anales del cuento, y en la memoria actualizada de nuestro tiempo.
 

En este libro de cuentos de Giovanny Cruz, los muertos se vuelven familiares, lejos de tejer el terror, se aproximan a
nosotros con singularidad y perfiles de vida, invierte el reloj de la muerte, porque vuelven a vivir en sus mitos y veleidades ancestrales, burlan el sentido estricto de lo real y nos conducen a escenarios plurales, a ricas vetas imaginativas, donde el manejo del lenguaje, conciso, especifico, puntual, sin rebuscamientos, hace de la lectura una travesía intensa de placeres, intensa y fugaz.

Magnos cuentos que ilustran el  camino ascendente de  la buena literatura que se escribe, cuando quien escribe es un maestro diestro y plural, en toda su aquiescencia de valores escriturales y en sus vivencias de hombre de nuestro tiempo, sin miedo, libre para escribir y crear, desde el espectro de la muerte, las más increíbles historias de erotismo, venganza, alucinación y hasta de agencias secretas de inteligencia, donde su propio nombre cifrado e invertido, en una revelación decantada de misterio y nostalgia.




martes, 3 de diciembre de 2013

¿Por qué un actor llega a "creerse" el personaje?

¿Por qué un actor llega a "creerse" un personaje?

Ahí concurren dos fenómenos. Uno lo determinan los espectadores y otro el proceso psicológico de la construcción del personaje, propiamente dicho.

Fenómeno espectadores:
 
Si midiésemos en grados (antojadizamente) el poder comunicativo de un actor profesional, podríamos suponer que la perfección sería 10. Como esta no existe, asignemos a una actuación proteica... 8. 

Los espectadores no son excelentes comunicando, porque ese no es su rol en una presentación teatral. No obstante, comunican. Entonces, de los grados de emociones recibidas desde el escenario, ellos devolverían, digamos, unos 2. Pero en la platea hay, supongamos, unas 200 personas. Entonces el grado de comunicación que el actor recibe será de 400. Si un actor no tiene suficiente “concentración de la atención” (recuerden que no se dice “actor concentrado”. Este sería, en ese caso, un paquetico de apenas ocho pulgadas. Ja), las emociones transmitidas por los espectadores lo influenciarán y determinarán un comportamiento especial.

Les recuerdo que no debemos confundir exageración actoral con sobreactuación. Son cosas diferentes.

Fenómeno construcción del personaje: 

 
El actor de rigor lleva su personaje (lo haga conscientemente o no) hasta el “umbral del subconsciente”, porque si lo deja (como hacen las llamadas “estrellas”) en el lindero del consciente, su actuación será fría y mecánica.) Así las cosas, el personaje debe ser colocado en ese espacio delicadísimo que hay entre el consciente y el subconsciente ("umbral"). Este proceso se inicia con un planteamiento de… “no convertirnos en el personaje” sino actuar solamente “como si lo fuésemos”.

                —No odio a fulano, no voy a matar a fulana, sólo voy a actuar “como si” lo estuviese haciendo.

¿Entienden?

Ahora, cuando el actor permite, por descuido o por falta de "concentración de la atención", que su personaje entre en los dominios del subconsciente, desplazando al consciente (especie de “Yo” controlador), el personaje formará (con el subconsciente) un nuevo individuo. En ese caso, el actor habrá desaparecido y el personaje se convierte en una entidad real. Es ahí cuando decimos que el actor ha comenzado a “creerse” el personaje.

Una máxima teatral indica que… “cuando un actor comienza a creerse el personaje debe ser despedido”.

Quizás no sea tan simple el asunto, porque casi a todos los actores nos ha pasado que en algún momento (al menos unos segundos) hemos sentido los personajes que interpretamos más allá del “umbral”, sin haber llegado al desborde psicológico.

El proceso de “invocar” las emociones es complejo, pero encantador.

¿Y el Cine qué?:

 

Bueno… en Cine (dado que por el plan de rodaje nunca se sigue un proceso "lógico y coherente con las acciones externas e internas" y que el actor no tiene contacto directo con los espectadores) es muy difícil que esto ocurra. Sin embargo, alguna que otra vez ha sucedido. Se sabe de muy famosos actores que han tenido que dejar ciertos personajes porque estos comenzaron a afectarles. ¿Qué el caso James Bond… qué?

Por todo esto, entre cientos de otras características, es que existe en todas partes del mundo tanto respeto por un verdadero actor teatral.

Luis Rafael Sánchez, proclama en la querida “Quíntuples”: el teatro es, por más que lo embelequen, una maroma audaz, un feroz riesgo.

Como por hoy he concluido, lo justo es que ya dejen caer el... ¡Telón!