sábado, 11 de septiembre de 2010

¿Profundidad en el actual Teatro Dominicano?


Dos sencillos acontecimientos motivan la entrega de hoy. 

El primero: Ayer, dos horas antes de iniciar los ensayos de "Obsesión en el 507", me reuní en la Sala de Orquesta del Teatro Nacional con el mexicano Raúl Cid. Este escritor e investigador anda por aquí con un proyecto que se me antoja vital en el momento cultural que vivimos: realizando un estudio bastante ambicioso sobre el Teatro Dominicano.

El segundo: Manuel Herrera, segundo al mando de aquel grupo teatral (T.A.E.) del que les hablé en una cuantas entregas anteriores, acaba de colocar en Facebook más documentos que consignan labores teatrales del grupo en cuestión.

En la reunión con Raúl Cid pasamos revista a nuestro teatro actual, luego de hacer una breve panorámica del fenómeno del teatro dominicano en la historia social, política y cultural del país.

En un momento, después de ponderar las virtudes de nuestro teatro, conversamos de sus carencias. Entre estas,  como señalé en un artículo recién publicado que enojó a ciertas personas, se encuentra la discutida profesionalidad de la mayoría de los artistas teatrales criollos.

Reflexionando sobre el tema planteé un vicio que ya he enfocado varias veces en este blog: la falta de profundidad de la actual generación teatral. Deficiencia que se expresa directamente sobre los escenarios dominicanos. 

La escacez de cultura de una mayoría escandalosa que hace teatro aquí es evidente e innegable. La inmediata consecuencia de esto es lo que estamos viendo en la escena: actuaciones y actitudes pueriles, banales y superficiales. En fin, actuaciones "pantalla", poco comprometidas, amaneramiento de estrella sin los méritos suficientes y construcciones de personajes sin base técnica.

Desde hace unos diez años, sin nadie pedírmelo, decidí convertirme en un especie de consejero y sensor de unos cuantos actores y actrices jóvenes de indudable talento; pero de escasa formación. Cada vez que he podido aconsejo formal o indirectamente (esa es la razón de ser de este blog) a artistas teatrales, que en algunos aspectos han progresado; empero, no han podido superar sus preocupantes lagunas culturales. 

He llegado al extremo hasta de elaborar a algunos un programa de lectura y estudio. Sin embargo, siento que en este punto he fracasado, porque no he logrado cumplir mis objetivos.

Sabemos que la ignorancia es atrevida y la estupidez osada. Ambas insisten, con arrogancia, en seguir en sus trece. Hacen teatro de pantalla y rinden culto al cuerpo material, hacen teatro de estereotipo y sueñan con aumentar el tamaño de algunos atributos, hacen teatro sin sentido y embadurnan las caras con sustancias para inutilmente alucinar con el divato

¿Recuerdan aquel artículo de hace meses titulado The generation body? Lo traigo a colación para que quede claro que he sido persistente en el tema y para que a nadie se le ocurra buscar oscuros arrebatos.

Es cierto que los griegos y los romanos se preocupaban y ocupaban de aspectos físicos, pero nunca descuidaban el alma y el intelecto. El cuidado del cuerpo se hacía, solamente, por conciencia clara de que su continente era el receptáculo del alma. El Arte y la Literatura eran el gran plan de vida de aquellos incomparables sabios de la Antigüedad

El de muchos jóvenes artistas de hoy parece ser continuar con la insipidez que cada día es más frecuente en el Facebook, en el Twitter y en otras pendejadas parecidas. Herramientas que bien usadas podrían convertirse en la expresión cultural de estos tiempos y dejar de ser la más grosera agresión contra el idioma o el lugar donde encontramos payasos... que me hacen reír.

Cuando vemos en escena a Iván García, Delta Soto, Rafael Villalona, Ángel Haché, Manuel Chapuseaux, Nives Santana, Augusto Feria, Carlota Carretero, Mario Lebrón, María Castillo, Carlos Espinal, Karina Noble, Claudio Rivera, Víctor Checo, Yanela Hernández, Manuel Herrera, Niurka Mota, Lidia Ariza; entre otros, se nota inmediatamente el nivel de entrega y sus calidades. Desde luego que eso es posible por sus indubitables talentos y cultura. Ambos son imprescindibles  para lograr la deseada maestría  actoral.

He citado consagrados y no a algunos jóvenes (existen, aunque escasos) cuyo formación nos luce promisoria, porque dejar fuera de la lista a ciertas personas resultará más irritante de lo que ya he previsto será esta entrega. Y temo que exageren la andanada de malquerencias que vendrá. He escrito hoy sabiendo las reacciones que se producirán. Pero  hay asuntos que deben en ser dichos, aunque moleste la soberbia y el ego de unos cuantos. 

Ojalá, y es lo deseado, la ira que en ciertos casos producirá esta entrega, se convierta en un desafío y salgan a buscar informaciones para demostrarme que pueden hacerlo. Ojalá.
Aunque admitimos que ningún tiempo pasado, en términos generales, puede ser mejor; los documentos publicados por Manuel Herrera en Internet, hablan de una actividad teatral meritoria, sabia, culta y buena hace apenas unos años.

Agrupaciones como el T.A.E. pululaban por ahí como la verdolaga. Gayumba, Gratey, la Compañía de Iván García, Nuevo Teatro, etcétera; lograron un momento estelar en la escena dominicana. Por suerte aún esos grupos, y/o sus integrantes, forman parte de la actualidad teatral... para honrarla.

Después de este "jalón" de oreja reproduzco algunos de los documentos que previamente publicara Manuel Herrera, al mismo tiempo que solicito a las agrupaciones y artistas que he citado, enviarme fotos y documentos de su gran labor teatral para publicarlos en la lapasioncultural.blogspot.com, con la finalidad de ejemplarizar con esos datos.

¡Ya! ¡Suelten el truño! ¡Y tú, sécate las lágrimas! Todo esto es por un bien mayor.

(Para ver mejor las fotos pinchen con el mause)