martes, 14 de junio de 2016

Oración al Señor del Orden de las cosas

Oración al Señor del Orden de las cosas


Tengo una idea diferente a los creyentes tradicionales sobre el Ser que llaman Dios (en realidad no conocemos su nombre verdadero). Igual que la inmensa mayoría de las mentes más brillantes del planeta (jamás osaría incluirme en ese grupo), pienso que el Ser Supremo no es exactamente un ser. No. No lo es. Es una energía que se manifiesta desde la inmensidad del Cosmos hasta los sencillos y tiernos pétalos de las rosas. Desgraciadamente estoy convencido de que Él, que sólo se manifiesta, no puede escucharnos; por lo tanto, rezarle es fútil. 

Pero, por si acaso los que, como yo, así piensan están equivocados, voy a invocar al Inicio (Lugar y "Ser" donde todo comenzó):

¡Señor del Orden de las cosas, como la palabra es una energía manifestada, te hablo procurando que las mías adquieran categoría de mantra!
¡Señor del Orden de las cosas, estamos perdiendo el equilibrio. Por lo tanto es el momento preciso para que desde el Centro del Inicio, allí mismo de donde salieron tus partículas de energía que crearon el Gran Universo; salgan rayos cósmicos que pulvericen a los que odian, a los que asesinan, a los que fomentan la discriminación y el rencor en medio de la Criatura, a los que no saben leerte correctamente en todas tus infinitas manifestaciones, a los que realmente usan tu imagen para engañar a incautos, a los que fabrican las armas que destruyen la Creación, a los creadores de monstruos, a millones de demonios que se han erigido como líderes en el planeta, a los que se han olvidado de amar y a los intolerantes fundamentalistas! 
¡Señor del Orden de las cosas, ponlos "como polvo en remolino; como hojarascas delante del viento, como fuego que consume el bosque, como llama que abrasa las breñas y aterrorízalos con tu tormenta!"
¡Es el momento justo, Señor del Orden de las cosas, para que desde un nuevo Caos surja un mundo mejor organizado y equilibrado! 
¡Antes Isaías y ahora yo, te lo pedimos de corazón, Señor del Orden de las cosas!

¡Telón!