miércoles, 31 de marzo de 2010

El Mito de Sísifo


Nota: Nunca he escondido que tengo autores preferidos: Sófocles, Heráclito Tolstoi, Cortázar, Borges y Albert Camus. He aprendido de muchos otros. Pero el más aprehendido por mi indudablemente es Camus. Quizás porque de diferentes formas nuestros particulares génesis están en Nietzschet, en las calles y en el dolor.

En "El Viejo Jack" de Jarabacoa (el destino obra siempre con sapiencia), bar que hace un tiempo descubrió para mi Luis González Fabra, me conecté a Internet con la Gata (Mi ordenador) y jugando a naver por el cibert espacio me he reencontrado con el ensayo de Camus "El Mito de Sísifo"; magnífica reflexión sobre el suicidio y, desde luego, sobre lo absurdo de la existencia humana. Todo los hombres y mujeres de teatro sabemos que Sísifo nos representa y nos explica. Su mito es el nuestro.

Leer el trabajo de Alrbert Camus me trajo nostalgia. Cuando lo hice por primera vez, hace más de treinta años, pensé que nadie escribiría sobre el tópico algo tan certero. Han pasado los años y sigo creyendo que las reflexiones camusianas son, sencillamente, insuperables. En el mundo actual donde la superficialidad señorea con cinismo, el pesamiento del fisósofo argelino es un oasis y un deliete. Me voy a permitir reproducirlo desde "El Viejo Jack". Trataré de imaginar que estoy en un bar del Barrio Latino en Paris tomando el fuerte vino de Córsega con Giamilka, específicamente en el bar "Barón Rojo",  en algún momento de mi vida fui hasta él para respirar la misma admósfera literaria de los maestros que partieron.
El Mito de Sísifo

                                                                                Por Albert Camus



Los dioses habían condenado a Sísifo a rodar sin cesar una roca hasta la cima de una montaña desde donde la piedra volvería a caer por su propio peso. Habían pensado con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza. Si se ha de creer a Homero, Sísifo era el más sabio y prudente de los mortales. No obstante,según otra tradición, se inclinaba al oficio de bandido. No veo en ello contradicción. Difieren las opiniones sobre los motivos que le convirtieron en un trabajador inútil en los infiernos. Se le reprocha, ante todo, alguna ligereza con los dioses. Reveló sus secretos. Egina, hija de Asopo, fue raptada por Júpiter. Al padre le asombró esa desaparición y se quejó a Sísifo. Éste, que conocía el rapto, se ofreció a informar sobre él a Asopo con la condición de que diese agua a la ciudadela de Corinto. Prefirió la bendición del agua a los rayos celestes. Por ello le castigaron enviándole al infierno. Homero nos cuenta también que Sísifo había encadenado a la Muerte. Plutón no pudo soportar el espectáculo de su imperio desierto y silencioso. Envió al dios de la guerra, quien liberó a la Muerte de manos de su vencedor. Se dice también que Sísifo, cuando estaba a punto de morir, quiso imprudentemente poner a prueba el amor de su esposa. le ordenó que arrojara su cuerpo sin sepultura en medio de la plaza pública. Sísifo se encontró en los infiernos y allí irritado por una obediencia tan contraria al amor humano, obtuvo de Plutón el permiso para volver a la tierra con objeto de castigar a su esposa. Pero cuando volvió a ver este mundo, a gustar del agua y el sol, de las piedras cálidas y el mar, ya no quiso volver a la sombra infernal. Los llamamientos, las iras y las advertencias no sirvieron para nada. Vivió muchos años más ante la curva del golfo, la mar brillante y las sonrisas de la tierra. Fue necesario un decreto de los dioses. Mercurio bajó a la tierra a coger al audaz por la fuerza, le apartó de sus goces y le llevó por la fuerza a los infiernos, donde estaba ya preparada su roca. Se ha comprendido ya que Sísifo es el héroe absurdo. Lo es en tanto por sus pasiones como por su tormento. Su desprecio de los dioses, su odio a la muerte y su apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio indecible en el que todo el ser dedica a no acabar nada. Es el precio que hay que pagar por las pasiones de esta tierra. no se nos dice nada sobre Sísifo en los infiernos. los mitos están hechos para que la imaginación los anime. Con respecto a éste, lo único que se ve es todo el esfuerzo de un cuerpo tenso para levantar la enorme piedra, hacerla rodar y ayudarla a subir una pendiente cien veces recorrida; se ve el rostro crispado, la mejilla pegada a la piedra, la ayuda de un hombro que recibe la masa cubierta de arcilla, de un pie que la calza, la tensión de los brazos, la seguridad enteramente humana de dos manos llenas de tierra. Al final de ese largo esfuerzo, medido por el espacio sin cielo y el tiempo sin profundidad, se alcanza la meta. Sísifo ve entonces como la piedra desciende en algunos instantes hacia ese mundo inferior desde el que habrá de volverla a subir hacia las cimas, y baja de nuevo a la llanura. Sísifo me interesa durante ese regreso, esa pausa. Un rostro que sufre tan cerca de las piedras es ya él mismo piedra. Veo a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá. Esta hora que es como una respiración y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la conciencia. En cada uno de los instantes en que abandona las cimas y se hunde poco a poco en las guaridas de los dioses, es superior a su destino. Es más fuerte que su roca. Si este mito es trágico lo es porque su protagonista tiene conciencia. ¿ En qué consistiría, en efecto, su castigo si a cada paso le sostuviera la esperanza de conseguir su propósito?. El obrero actual trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas y ese destino no es menos absurdo. Pero no es trágico sino en los raros momentos en se hace consciente. Sísifo, proletario de los dioses, impotente y rebelde conoce toda la magnitud de su condición miserable: en ella piensa durante su descenso. La clarividencia que debía constituir su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. No hay destino que no venza con el desprecio. Por lo tanto, si el descenso se hace algunos días con dolor, puede hacerse también con alegría. Esta palabra no está de mas. Sigo imaginándome a Sísifo volviendo hacia su roca, y el dolor estaba al comienzo. Cuando las imágenes de la tierra se aferran demasiado fuertemente al recuerdo, cuando el llamamiento de la dicha se hace demasiado apremiante, sucede que la tristeza surge en el corazón del hombre: es la victoria de la roca, la roca misma. La inmensa angustia es demasiado pesada para poderla sobrellevar. Son nuestras noches de Getsemaní. Pero las verdades aplastantes perecen al ser reconocidas. Así, Edipo obedece primeramente al destino sin saberlo, pero su tragedia comienza en el momento en que sabe. Pero en el mismo instante, ciego y desesperado, reconoce que el único vínculo que le une al mundo es la mano fresca de una muchacha. Entonces resuena una frase desesperada: "A pesar de tantas pruebas, mi edad avanzada y la grandeza de mi alma me hacen juzgar que todo está bien". El Edipo de Sófocles, como el Kirilov de Dostoievsky, da así la fórmula de la victoria absurda. La sabiduría antigua coincide con el heroismo moderno. No se descubre lo absurdo sin sentirse tentado a escribir algún manual de la dicha. " Eh, cómo!. ¿ Por caminos tan estrechos...?". Pero no hay más que un mundo. La dicha y lo absurdo son dos hijos de la misma tierra. Son inseparables. Sería un error decir que la dicha nace forzosamente del descubrimiento absurdo. Sucede también que la sensación de lo absurdo nace de la dicha. " Juzgo que todo está bien", dice Edipo, y esta palabra es sagrada. Resuena en el universo y limitado del hombre. Enseña que todo no es ni ha sido agotado. Expulsa de este mundo a un dios que había entrado en él con la insatisfacción y afición a los dolores inútiles. Hace del destino un asunto humano, que debe ser arreglado entre los hombres. Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa. Del mismo modo el hombre absurdo, cuando contempla su tormento, hace callar a todos los ídolos. En el universo vuelto de pronto a su silencio se alzan las mil vocecitas maravillosas de la tierra. Lamamientos inconscientes y secretos, invitaciones de todos los rostros constituyen el reverso necesario y el premio de la victoria. No hay sol sin sombra y es necesario conocer la noche. El hombre absurdo dice que sí y su esfuerzo no terminará nunca. Si hay un destino personal, no hay un destino superior, o, por lo menos no hay más que uno al que juzga fatal y despreciable. Por lo demás, sabe que es dueño de sus días. En ese instante sutil en que el hombre vuelve sobre su vida, como Sísifo vuelve hacia su roca, en ese ligero giro, contempla esa serie de actos desvinculados que se convierten en su destino, creado por el, unido bajo la mirada de su memoria y pronto sellado por su muerte. Así, persuadido del origen enteramente humano de todo lo que es humano, ciego que desea ver y que sabe que la noche no tiene fin, está siempre en marcha. La roca sigue rodando. Dejo a Sísifo al pie de la montaña. Se vuelve a encontrar siempre su carga. Pero Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. El también juzga que todo está bien. Este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada trozo mineral de esta montaña llena de oscuridad forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.


El Universo de Carlos



Nota: Sigo en una montaña de Jarabacoa con mi querida, inteligente y querida esposa Giamilka Román. Acabo de leer una reseña terrible en el Listín Digital que afirma que continuará el intenso calor hoy miércoles. Una pena que la mayoría de los Pasionarios de la Capital no puedan disfrutar, como yo lo hago, de este paraíso terrenal que es Jarabacoa. ¡Suden!
Por otro lado; mi dilecto amigo y colega Carlos Castro me ha enviado un  link de una página genial que han publicado un grupo de científicos sobre una explicación visual de la formación del Universo. Creo que es buen momento parta ver este breve y apasionante vídeo. Para disfrutar de este trabajo brillante solamente deben pinchar la dirección que Carlos Castro coloca más abajo de su nota. ¡Es justo que tengan, al menos, esta compensación visual!

Giovanny Cruz Durán


La nota de Carlos Castro Medina:

Es un documento cientifico que dura 6 minutos y medio.  Hace apenas unas semanas, el Museo Americano de Historia Natural colgó en la red este espectacular vídeo, una reconstrucción informática que muestra un "viaje" desde la superficie de la Tierra hasta los límites del universo conocido.

Lo que hace que este vídeo sea único y diferente a la mayoría de los que se han hecho hasta ahora es que todo lo que en él aparece está basado en DATOS REALES SEGUN LO QUE LOS CIENTIFICOS TIENEN. Es decir, que no se trata de un vídeo "artístico" realizado según simples criterios estéticos, sino de una auténtica reconstrucción, pieza a pieza, de todo lo que saben sobre el universo en el que vivimos.

Todo, desde las trayectorias de los satélites que orbitan la Tierra hasta la posición de todas las estrellas, galaxias o lejanos quasares, está basado  exactamente en los DATOS QUE TIENEN sobre cada uno de esos objetos. O para ser más precisos, en los datos del Sloan Digital Sky Survey, que componen la que quizá sea la visión más completa del universo hasta el momento (ESO ES LO QUE DICEN ELLOS).

sábado, 27 de marzo de 2010

Día Internacional de Teatro


Nota: El Ministerio Dominicano de Cultura me ha honrado con la invitación para que escribiera la proclama del Día Internacional de Teatro. Lo hice. Será leída en un acto a celebrarse en el Palacio de Bellas Artes hoy 27 de marzo, a las siete de la noche. La publicamos ahora en Pasión Cultural como homenaje sentido a los hacedores de Teatro dominicanos, a los diletantes teatrales y al público en general. ¡Qué vivan nuestros actores! ¡Qué vivan nuestras actrices!
 ¡Qué viva el Teatro dominicano!
 

En el Día Internacional del Teatro cabe la reflexión que determina la pregunta esencial que nos formulamos siempre los verdaderos artistas de la escena: ¿Por qué hacemos teatro?

Se comenzó a representar en el planeta cuando el proyecto humano que existió antes del pitecantropus erectus descubre en la planicie algo que trae, luego, con un rito a la caverna; con el rito de la Vida y la Muerte: perennes tema y debate de la escena. La escena efímera de un Arte que el esteta francés Jean Doat bien define como “Síntesis de artes que exige un Arte de la síntesis”. Y en conclusión eso resultamos ser: una conjunción de las verdades de todas las artes convocadas.

Mientras, Edgar Alan Poe lo conceptualiza como “Organización del caos”, tratando de explicar su cercanía genética con las divinidades. Divinidades que tomaron prestado, se me antoja, nuestro principio de Acción para desde allí construir el Verbo.

Este arte que se organiza cuando se hace cómplice del Mito, cuando crece en la noche hacia lo apolíneo y lo dionisíaco; es decir... hacia el sueño y embriaguez de que nos habla Nitsche.

¡Si... de ahí venimos! Del precepto figurativo de uno y la transformación obligada del otro. Dionisio y Apolo, Apolo y Dionisio equilibrando el nacimiento, el porvenir y la permanencia eterna de nosotros. Porque si de algo está el terrenal Universo convencido es que el teatro jamás perecerá... persecula seculorum.

Esto sabe y acepta el severo Jehová que lo rescata del lugar donde habitaba: justo en el centro de su energía sin principio ni fin. Lo supo el Yucahú Bagua Maórocoti de los taínos cuando creó los areítos, esos magníficos y comprometidos cantos teatrales entre la tierra y el cielo. Lo supo el nórdico Odín cuando un día se auto asignó como características la vida, la muerte, la magia y la poesía. ¿No eligió sus postulados, en aquel día, pensando en el arte que con tanta pasión hoy practicamos? Todo dios, se me ocurre, es fundamentalmente un hombre de teatro. Y viceversa. Por eso rituales y creación nos son afines.

¡Si... esos somos esencialmente! Transformaciones del rito, continente para el grito, mito que se agiganta en la poesía, la palabra lúdica hecha carne, el movimiento que nos legó la metafísica del Cosmos, la luz conformada por las llamas, el primer asombro del hombre en la caverna, la reflexión inicial ante la muerte; una idea articulada y que, mediante juegos, palabras, gestos y maquillaje; trataba de encontrar la magia que aseguraba la vida primitiva y daba oportunidad de trascender a las aspiraciones que llegaron con lo Humano.

La gente de teatro nacemos de esa soñada redención que bautizamos como catarsis. Nacemos en las fiestas de la carne y del espíritu; con su música, flores, frutas, vino, caracoles y guirnaldas. La transformación lograda entonces resultó tan proteica que requerimos de mascaras, túnicas y coturnos para que esta fuera aún más absoluta.

Cuando el Ser comenzó a hacer la Historia no encontró otra mejor manera de narrarla que con el Teatro. Pero cuando la Historia se tornó un gran campo de batalla la revolución se convirtió en el Drama.

Eso lo entendió perfectamente el local Juan Pablo Duarte cuando empezó la fundamental revolución dominicana desde escenarios y libretos. Nunca nuestros artistas de la escena han rehuido de los compromisos demandados por la Historia, dentro y fuera de nuestros escenarios. En las protestas anticoloniales, con Llerena sacando la cabeza, dijimos... ¡Presente! En las luchas contra de la tiranía dijimos... ¡Presente! Cuando se defendió el honor mancillado en Ciudad Nueva dijimos... ¡Presente! Cuando se quiso retroceder en las conquistas también dijimos.... ¡Presente! Y lo seguiremos diciendo cuántas veces la Patria lo reclame.

Hoy estamos comprometidos a construir el nuevo Lenguaje, una expresión fundamental que nos caracterice, ser parte del proceso cultural de estos tiempos. Únicas formas de asegurar la pervivencia, a la cual nos comprometieron los ancestros desde el génesis particular; no obstante Plantón nos expulsara después de su República.

Sin embargo, aún no contesto la pregunta. Y  lo he hecho adrede, porque la respuesta entraña dolor y sacrificio peligrosos. Aunque dolor y sacrificio son parte de la materia que nos formó, desde la que partimos. ¿No es Sísifo, acaso, quien mejor nos ha explicado? Su condena a transportar constantemente la pesada piedra ha signado de por vida a todos los hacedores universales de teatro.

¡Pero la pregunta! ¡No puedo seguir evadiendo su respuesta! ¿Por qué hacemos teatro?... Simplemente para expresarnos. Y si no lo hacemos... ¡nos morimos! 
  G.C.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Los fuñidos quince



Hemos escrito en este blog que no pocosdefinen la comedia como una casi tragedia. Algo así como aquello deque los arquitectos son honorables individuos a quienes les faltarontestículos para ser ingenieros y plumas para ser decoradores.

Entendiendo que la narración de hoypuede ayudar a comprender estas aseveraciones, recomiendo leerla concuidado y prestar atención a los detalles. En ellos están lasformúlas necesarias para la lectura comprensiva. No olviden lo quesiempre nos han recomendado: mirar las oraciones y leer los espaciosen blanco.

Hace unos días una amiga me contó unahistoria que, lo juro por madres lejos de la mía, es verdadera. Mi amiga es, presento disculpa poresconder su nombre (¡Si, yo que he proclamado no ser baúl de nadie!),una conocido organizadora, participadora, animadora, presentadora yamenizadora de fiestas. 

Dicen que en esos asuntos es de las mejores.Una de sus grandes estrategias, para su dionisíaco oficio, es ablandara los invitados con un fino trago introductorio, para luego seguircon los tragos menos agraciados (a los que sirve en recipientes debacará, o sus semejantes colombianos). Otro truco que utiliza en losbanquetes, es poner las ensaladas, el pan y el puré al inicio de la mesa para que los siempre apresurados en comer, seharten con esos entretenedores estomacales.

Mi amiga habilidosa acostumbra procurarque haya siempre un alma de fiesta. Cuando no encuentra elapropiado ella misma se disfraza para la ocasión. Pero su estrategiacumbre, aquella que engalana la noche, es invitar la contradicción.Es decir, una persona que generalmente lleve la contraria para queasegure ritmo en la conversación. Desde luego que esa persona debecomenzar a hacer su labor un poco pasado de las once.

Dado todo esto es natural que tambiénla inviten a actividades cónsonas con las que hace. Casi nunca seextraña, desde luego, que la inviten a fiestas, aún con disímiles formas uobjetivos. En verdad poco disfruta de estas,porque resulta que entre bomberos no se pisan la manguera. Siendoella el truco en persona no pueden hacerle truco a ella. Pero almejor cazador se le va... un elefante.

Me contó esta mañana que en díaspasados la invitaron a unos quince, que se celebrarían... anoche.
     —¿A unos quince? ¿A mi? ¿Estáusted seguro?— Preguntó al mensajero que llevó la invitación.
     —Si— Respondió con enterezaespartana el mensajero.
     —¿Si a qué?—Preguntó mi amiga.
     —Si... son unos quince, sí... es austed y sí... estoy seguro. Adiós—. El mensajero subió a sumotor y arrancó dejando a mi amiga bastante perturbada.
    —¿Asistir a unos quince siendo ella unaprofesional de las fiestas?— Ella que ni bebía en diciembre porque es un espacio para los aficionados. Ella que era convocadaa las fiestas de los dioses. 
    —¡Invitada a unos quince! Vamos a ver.

Lo primero que hizo fue investigarlugar, hora, fecha y condiciones.

El lugar parecía impresionante. Ahíno tenía importantes objeciones. Suponíase el glamour.

Había que comenzar a llegar a lassiete de la noche. Demasiado temprano; pero ni modo... como es unafiesta de carajitos.

Sería el tercer martes de marzo. 
    —¿Unmartes? ¡Pero al día siguiente hay trabajo! Este bonche tá raro.

Las condiciones estaban claras: Debíairse con traje formal. Como era una fiesta a todo dar seaconsejaba, para asegurar buen trato, preparar un sobrecito conpropinas, por si acaso.

Desde luego que mi amiga no pensóasistir. Hasta los amigos recomendaron no ir a aquella fiesta muyalejada de su liga profesional. Le dijeron que era sospechoso que la invitaran a ese evento singular. Pero los organizadores de losquince, contratados por los dueños de la fiesta, lallamaron y convencieron aún no se sabe con cuáles aborreciblesargumentos.

Decidió hacerse un traje nuevo. Ellugar de la fiesta parecía demandarlo. Compró una tela sin igualencargada en Venecia a una fábrica que la hacían casi a mano. Sebuscó un diseñador afeminado y una modista blanca y gorda para quediseñaran y confeccionaran, respectivamente, el vestido de rigor. 

Pero descubrió que sus prendas estaban ya quemadas (Es decir: vistasen otra fiestas). Por ello contrató otro diseñador que hizo suagosto (Sin Figueroa) con lo que ella le pagó. 

Le ofrecieronprestarle unos zapatos. Dijo que no. Obligó a una prima azafata acomprarle unos en Francia que había visto en una revistaespecializada. 

Pasó semanas en Internet bajando fotografías conpeinados y maquillajes de grandes divas cuando asisten a fiestas delJet Set. Y contrató un maquillista en Miami que solía vestirse demujer. 

Con los panties no habría problemas… nunca se ven.
—¿Qué no? Nunca se sabe—. Compró entonces uno de un diseñadorarchiconocido.

Luego que le hicieron el vestido loencontró muy simple y ordenó incrustarle finas pedrerías. El resto estaba bien. Excepto elmaquillista que al llegar al país le comunicó que una semana antesse había enamorado... de una mujer; por lo que ahora no era gay.Algo terrible en un maquillista que se respete.
     —Bueno... el palo está dado.

Ciertamente el pájaro arrepentido hizobuen maquillaje. La peluquera, como era del patio, elaboró un moñomuy estrambótico que no obstante podría pasar. Mi amiga se vistió y salió al finpara la fiesta, puntual como un inglés. Ahí mismo comenzó su grandecepción.

Prácticamente fue la primera enllegar. Cuando lo hicieron los demás convidados llegaron malvestidos. Algunas mujeres hasta con cretonas (¡Qué parigüayas!).Las había también con moaré barato, algodón playero, ropasprestadas o alquiladas (Con desagradable olor a naftalina), baratijascolgando en cuellos y muñecas, hombres con tenis imitación de Puma,pelo engomado y mascando chicle, maquillaje hecho a la carrera ycometiendo horrores gramaticales al hablar.
    —¡Terrible el panorama!

Cuando comenzó la dilatadafiesta descubrió que no era la fiesta de una quinceañera. —¡No!— Erala fiesta de un montón de quinceañeras que pasaban de los 18. Hastaa una muerta le celebraron la fecha natalicia.

La bebida era ron del malo, güisquicriollo, cidra de setenta pesos, cerveza caliente y mabí abombado. La comida, en cambio, no estaba tanmala. Sólo que los dueños, un poco más de cien, las tomaban consus manos esmaltadas, hacían chistes asqueantes, escupían, erutabany entre ellos se lanzaban trapisondas.
    —¡Qué fracaso tan grande!

Desde luego que decidió marcharse deallí. Pero, como experta en eventos similares, había decidido ir entaxi para evitar el entaponamiento. Tendría, pues, que pedir uno porteléfono. Llamó de su móvil. Prometieron que en cinco minutosestarían en la puerta del lugar de la dichosa fiesta. Sin embargo,media hora después el taxista la llamó para decirle que no ledejaban entrar unos gorilas uniformados que cuidaban los jardines. Miamiga se vio forzada a caminar unas cinco cuadras con aquel vestidoque pesaba más que un matrimonio y sus zapatos franceses y de tacos altos. 
    —¡Qué castigo! 

Para colmo tuvo que orinar paradadetrás de unos arbusto. Finalmente se montó en el taxi, que notenía aire acondicionado por supuesto, y arrancó muy disgustada poresas calles de Dios. 

Pero tenía hambre y decidió ir a cenar. Dio enese sentido instrucciones al taxista sin recordar que era martes yFranklin Almeida la vida nocturna, luego de las doce, ha conseguidofastidiar. No encontró un lugar para llevar a cenar a su costosovestido. Tuvo que conformarse y pedir discretamente un emparedado enla Payán.

Cuando se desmontó vestida en la formaen que se encontraba, un moreno con la boca llena a punto de rajar, levoceó:
—¡Cuánto trapo, nalgüa!¿Te lo mandaron de Nueva York?— Ni lo miró, aunque se prometióoperar dentro de un mes las nalgas de langosta que tenía. 

Le pasaron el emparedado. Pagó. Volvióa su taxi, que la dejó frente a la casa luego de abusar con latarifa. 
 —¡Qué noche aquella!

Abrió la puerta y la bolsa delemparedado esperando que ocurriera lo peor. No fue así. Comió todosu emparedo y tomó agua. Entonces descubrió que a su largo vestido alguien, seguramente por maldad, le había hecho un orifico conun cigarrillo. Ahora, desconsolada, si lloró.

¿Tengo o no razón? ¿No es la semi tragedialo más parecido a una comedia?

Nota: Sabiendo yo lo chismosos que sonalgunos de los Pasionarios, supongo que ya se empezó a sacarle punta allápiz y afilar lenguas. 
Por eso me adelanto en solicitar(dada la coincidencia en hora, fecha y el mal gusto de unos premiosque algunos “reparten” por ahí.) que nadie diga que estos quincetienen zurrapa y mucha relación con los dichosos premios que me cuido mucho enmencionar. —¡No!  La semejanza, si es que existe, es puramente coincidencial.

martes, 16 de marzo de 2010

Género y sexo


 
Nota: Un renombrado Pasionario Descubierto fue contratado hace ya varios meses como colaborador independiente y bien pagado (con aplausos) de  Pasión Cultural. Sospechosamente tenía un tiempo que no envíaba ningún trabajo. Sin embargo, ayer lo hizo al mismo tiempo que nos comentó sobre otro publicado ("El idioma de Cervantes") remitido a nostros por el poeta, catedrático y abogado exclusivo de este blog, Héctor Dotel Matos.
 
El Pasionario Descubierto a que nos referimos no es otro que el archifamoso teatrero dominicano Manuel Chapuseux. Nos ha remitido un artículo aparecido en el periódico independiente de Asturia La Nueva España titulado "Género y sexo en castellano"; que a nuestro juicio no tiene desperdicio. Al mismo tiempo que agradecemos al amigo y colega Chapuseaux su colaboracio pagada con aplausos, recomendamos a los Pasionarios leerlo detenidamente y, si lo desean, comentarlo.


Género y sexo en castellano

Por Avelino Alonso, La Nueva España



Ya hace años que dejé la escuela. Por aquellos tiempos, la gramática me interesaba más bien poco; aún así, estaba en clase el día que explicaron la definición de género. Y presté atención. La gramática se dedica al estudio de las reglas y normas, que rigen la construcción de nuestro lenguaje.

El género es un elemento gramatical, que podríamos definir como «un sistema de clasificación que afecta a los elementos nominales de las lenguas, los cuales son ordenados dentro de un número finito de clases en función de reglas de concordancia». Como lengua indoeuropea, el español hereda del latín una estructura en tres géneros: masculino, femenino y neutro. El número de géneros es variable en función de las características del idioma (por ejemplo el batú dispone de doce géneros).

Los idiomas indoeuropeos utilizan el género neutro para indicar aquellas cuestiones en las que el sexo es indiferente. Por ejemplo el término latino bona (plural neutro) no significaba «los buenos y las buenas», sino «las cosas buenas». En general, el neutro se aplica a conceptos genéricos y abstractos («lo profundo», «lo humano», «lo externo»), aunque hay excepciones («las especies animales»). Pero no hay que confundir entre género gramatical (el varón y la mujer) y género natural (machos y hembras).

Los géneros masculino y femenino, no mantienen una relación estrecha con el sexo, hay muchos ejemplos de ello. El mar puede también expresarse en género femenino (la mar); el banco, la mesa, la silla, el sombrero y un largo etcétera, constituyen ejemplos de sustantivos que carecen de sexo y sin embargo poseen género femenino o masculino. Hay ejemplos en los que a un mismo sustantivo se le aplican dos géneros: «Pedro supuso una visita inesperada», en el que la palabra «visita» tiene género gramatical femenino y se refiere a un individuo masculino.

También hay sustantivos que precisan del artículo para definirse por un género u otro (el ciclista o la ciclista). Además de ello, el español tiene la característica de dotar al género masculino de carácter inclusivo, esto es: se utilizan sustantivos de género masculinos para referirse al conjunto de una categoría, actuando como pertenecientes al género neutro. Cuando decimos «los alumnos de una clase», nos referimos tanto a los alumnos, como a las alumnas. Es redundante utilizar expresiones como «los alumnos y las alumnas», o «los vascos y las vascas», porque el segundo concepto está contenido en el primero.

La ministra española de Igualdad ha hecho un uso incorrecto del lenguaje al utilizar el término «la miembra», que simplemente no existe en la lengua española. La moda actual de utilizar un lenguaje «políticamente correcto», inspirado por los principios de un feminismo integrista de raíz anglosajona, esta llenando nuestro lenguaje cotidiano de auténticas perversiones, algunas realmente pintorescas. Recientemente asistí a una asamblea en la que el orador utilizaba el término «nosotras» para referirse a la totalidad del auditorio, yo miraba para un lado y para otro, y comprobaba que había una proporción igual de hombres y mujeres. Atónito ante esta circunstancia, pregunté las razones de esa forma de hablar. La respuesta fue más sorprendente: el orador se refería a las personas, por lo que, como es femenino, debía decir «nosotras las personas».

En este punto está la clave de la controversia: en confundir género natural con género gramatical. No son lo mismo. En todo caso, el orador debería de decir «nosotros las personas humanas», porque tanto «nosotros», como «personas», pertenecen al género neutro, son conceptos genéricos, no categorías sexuales.

Toda esta confusión, teñida de progresismo barato, proviene de la penetración de la lengua inglesa en nuestra vida cotidiana. El idioma de la cultura dominante (el inglés) carece de género gramatical. La traducción mimética de sus expresiones conduce a las aberraciones a las que asistimos. Por ejemplo, la expresión «violencia de género» es la traducción literal de «gender violence». Pero el término «gender» no se puede traducir por género, si no en todo caso por sexo (el término correcto sería «violencia doméstica» o «violencia sexual»).

Es el sibilino avance del imperio, que se aprovecha de la ignorancia.

sábado, 13 de marzo de 2010

En el idioma de Cervantes...


Nota: El poeta, abogado y catedrático de vieja data Hector Dotel Matos nos ha enviado unos apuntes sobre aspectos interesantes y curiosos de nuestro idioma, los cuales remitimos a todos los Pasionarios y Pasionarias.

Pasión Cultural ha estado silenciado en los últimos días porque trabajamos mañana, tarde y noche en un libro de cuentos, con prólogo de Tony Raful, que pensamos pronto publicar. (Cuando consigamos el dinero para hacerlo.) Cualquier día de estos publicaremos en el blog uno de ellos. No os desespereis. Un detalle: no comiencen a inventar pretextos para no comprar el libro,

En Español existen los participios activos como derivados verbales.

El participio activo del verbo atacar, es atacante,
el de sufrir, es sufriente,
el de cantar, es cantante,
el de existir, existente.
¿Cuál es el participio activo del verbo ser?
El participio activo del verbo ser, es 'ente'.
El que es, el ente. Tiene entidad.
Por ese motivo, cuando queremos nombrar a la persona que denota
capacidad para ejercer la acción que expresa un verbo, se agrega al
final de su raíz la terminación 'ente'.
Por lo tanto, a la persona que preside, se le dice presidente,
NO presidenta, independientemente del sexo que tenga.

Se dice capilla ardiente, no ardienta.
Se dice estudiante, no estudianta.
Se dice adolescente, no adolescenta.
Se dice paciente, no pacienta.

Pasa el mensaje a todas las inocentes personas que la
llaman "Presidenta" porque todavía creen que tiene la capacidad para
realizar la acción que denota el verbo.

Un buen ejemplo de lo mismo:

"La presidenta era una estudianta adolescenta,
sufrienta y poco pacienta,
que quería ser eleganta,
para que la nombraran representanta
y además llegar a ser integranta independienta
de la asamblea constituyenta.
Ahora es la presidenta existenta en la Argentina.
Pero un día llegará en que la veremos sonrienta
en una capilla ardienta por ahora inexistenta. ¡Qué mal suena, Presidenta, política dirigenta,
que se ponga tan violenta con el pobre castellano, para quedarse contenta!"

PD; LA PROXIMA VEZ QUE SE LE QUEMEN LOS FUSIBLES DE SU CASA LLAME A UN
ELECTRICISTO.....