lunes, 30 de diciembre de 2019

Metas y promesas en el caminar de Cronos

Metas y promesas en el caminar de Cronos
Por Giovanny Cruz Durán




En una fecha como esta, 31 de diciembre, solemos trazarnos metas. Es bueno eso.

Las primeras celebraciones de Año Nuevo son atribuidas al pueblo de Babilonia hace más de cuatro mil años. El asunto tenía que ver con el inicio de la nueva cosecha. Bien.

Algunos piensan que todo se trata hoy de, apenas, cambio en la micra de un segundo en nuestro singular tiempo. ¡Cronos suspirando! ¡Cronos en el cosmos haciendo travesuras a sus hijos al andar!

En realidad es mucho más que eso. Al menos en los aspectos sociales, culturales y sicológicos.

Cada inicio de año presupone una renovación interior entre nosotros. Igual es el planteamiento de nuevos proyectos o, acaso, el reciclamiento de los existentes.

No pocos se trazan metan que no son prácticas o factibles. En ese tenor, lo recomendable es reflexionar detenidamente sobre el “hacia dónde queremos y podemos ir” y trazarnos objetivos que sí estamos en capacidad de realizar. Cultivar la imaginación sin el concurso de la fantasía.

Esto, porque la realidad nos golpeará en un cercano porvenir y podría causarnos frustraciones insalvables si no somos sabiamente prudentes.

Por supuesto que en mi caso tengo asuntos particulares pendientes: terminar dos novelas que todavía giran en el cerebro de mi ordenador personal, tres obras de teatro a las cuales falta perfeccionar los llamados hechos importantes, un libro de poemas docenas de veces interrumpido, esperar tres amigos que ya se han anunciado, desear que la amada de rigor por fin se atreva a decir su nombre verdadero, seguir disfrutando de la dicha que proporcionan mis magníficos hijos y poder aún deleitarme de los misterios que llegan en las miradas persistentes y siempre inquietantes de los nietos.

En el plano internacional, al parecer, se vislumbran acciones dramáticas. Si que ocurra es inevitable, ojalá que lo civilizado que ocupa laberintos interiores se imponga sobre la bestia que, aún rezagada, comparte espacios dentro de nuestro subconsciente.

En nuestro país tendremos diferentes tipos de elecciones. Hay clamores generalizados de cambios. Luce que estos van a ocurrir. Si es así, uno espera que todo transcurra en la normalidad y que la derrota tampoco haga aflojar lo irracional que hay entre tantos de nuestros muchísimos políticos. ¡Demasiado!

Efectivamente, el año que comenzará dentro de unas horas compromete muchos nuevos asuntos. A algunos lo podemos vislumbrar partiendo de nuestras realidades económicas, sociales y culturales. Otros, posiblemente, nos llegarán entre asombros… si finalmente lo hacen.

Mientras soñamos con la esperanzadora llegada del porvenir, que ocurre cuando la utopía logra vencer al presente, permítanme acercarme a mi árbol de Ilán-ilán (flor de cananga), recolectar varios de los manojos de sus florecillas amarillas y pretendiendo una manipulación mística macerarlos en un tazón de cristal con agua virgen. Dejaré allí, también, 21 clavos dulce por mas de tres horas para bañarme en la madrugada con esa agua aromatizada. Agua que procuraré recoger y verter en la mañana en cualquier cruce de caminos. ¡Gracias a la Misericordia!

Regaré con mi incensario dorado, en los primeros minutos del año que está a punto de asomarse a mis puertas y ventanas, el humo que produce la resina extraída del milagroso y mítico árbol de Mirra, luego que esa princesa provocara la ira de su seducido padre Ciniras. Sin mediar pausa alguna, arrojaré puñados de ajonjolí en tres esquinas de mi casa, para que por la cuarta salgan todos los espíritus malignos que algunos celosos me han dejado.

Un poco antes, aunque en el tiempo de la noche, sin poder evadirme de la poesía escucharé esas promesas que susurra la guitarra con su boca siempre abierta, como el sexo que prometen las hetairas, y brindaré por todos con un buen espumante catalán.

¡Dicha… salud… vida… telón!

martes, 26 de noviembre de 2019

Cena en el Día de Acción de Gracias

Cena en el Día de Acción de Gracias
Por Giovanny Cruz Durán.


Las celebraciones del Día de Acción de Gracias son comunes entre casi todas las culturas después de las cosechas. La historia de la Acción de Gracias en América del Norte tiene sus raíces en las tradiciones inglesas que datan de la Reforma protestante. Tiene una categoría como de festival colectivo de cosechas.

Este tipo de ceremonia también se hace en la actualidad en Alemania, Japón, islas del Caribe y otras muchas naciones.

No hay un día específico para celebrar este ritual festivo. Ocurre el último jueves de noviembre. En este año sería el 28 de este mes.

Muchos en la América Hispánica satanizan dichas celebraciones, alegando que no corresponden a nuestras tradiciones cristianas ibéricas. No obstante, las celebraciones para dar gracias por las cosechas y la prosperidad que esto conlleva son, en realidad, tradiciones paganas que se remontan a los primitivos hombres inteligentes. Hay indicios muy precisos que también las organizaban los fenicios dos mil años antes de Cristo. 

Unos 430 años antes antes de nuestra Era, historiadores y sabios griegos se quejaban de que en Grecia había más días de celebraciones que fechas de cosechas. Una de ellas, la celebración por la recolección de la uva, se hacía en honor a Dionisios, un enigmático dios de origen popular que se convirtió en el referendo divino de las artes escénicas.

Ocurre que los nativos norteamericanos, los indígenas de resto de América y los taínos del Caribe también hacían fiestas de celebración y gracias por las cosechas.

Mitra o Sol Invictus
Cabe señalar, en el tema que nos ocupa, a aquellos que defienden el respeto a las tradiciones cristianas españolas en contra de lo que se indica ahora como “penetración social norteamericana o inglesa”, que las fiestas que hacemos conmemorando el nacimiento de Cristo, corresponden realmente a las tradiciones romanas. Jesús habría nacido, hasta donde puede suponerse, en el mes de marzo. Quien habría nacido el 25 de diciembre fue el dios único romano Mitra (Sol Invictus). Para complicar todavía un poco más el asunto, ocurre que Mitra tampoco era romano. Ellos lo conocieron y adoptaron en Persia y la India. Luego del solsticio de invierno se celebraba el festival por el renacimiento del sol, hecho que ocurría entre el 22 y 25 de diciembre.

¡Hasta el domingo es pagano! Según un edicto, el 3 de noviembre del 383 fue declarado día de descanso, el “dies solis” (Día del Sol), renombrado como “dies dominicus” (Día Domingo). En inglés es más claro aún: SUNDAY=Domingo, 
SUN=Sol, DAY= Día. O sea: Día del Sol... o Día de Mitra.

¡Definitivamente el mundo es un pañuelo en el cual habitan todos los abuelos!

Visto así, los adversarios gringos pueden quitar el sello maculante a la actividad del Día de Acción de Gracias y brindar con la familia y amigos, si gustan hacerlo. Dar gracias por la cosecha, la esperanza, la salud y la prosperidad siempre es bueno. Encontrar motivos o excusas para reunir a familiares y amigos y celebrar la vida es muy bueno.

Confieso que, por pruritos ideológicos, me había resistido a conmemorar el Día de Acción de Gracias durante años. Pero ahora si lo hago. 

El pavo es el protagonista de esta celebración, que se hace el cuarto jueves de noviembre.


Admito, en secreto, que ya tengo al pavo marinando con romero, perejil, ajo, cebolla, tomillo, naranja agria y mantequilla. Lo serviré con una salsa verde y mi especial salsa de moras. Lo haré acompañar de papas a las hierbas, crema de calabaza, champiñones al ajillo, arroz al limón, pan campesino, ensalada, buen pan, batatas caramelizadas, uvas, fresas y moras; vino tinto y blanco, cava catalán y sidra.

Sin embargo, para que los demás no descubran mi secreto, voy a correr ahora mismo frente a mi casa un tupido…

¡Telón!

domingo, 10 de noviembre de 2019

Décima, y última, premisa inmutable para el actor

El siempre peligroso día 2
La intensidad verdadera del día 3
por Giovanny Cruz Durán


El siempre peligroso día 2:

Muchas son las supersticiones de la gente de teatro: terror al color amarillo, a que le deseen “Buena Suerte", coser en el camerino, que el escenario quede totalmente apagado cuando los actores no estén, silbar en escenario, pronunciar el nombre de la obra “Macbeth”, hablar en el camerino con alguien que no pagó su entrada sin haber dejado allí, al menos, una moneda y mencionar ofidios. Nunca decir la última línea de la obra antes de estrenarla. Igual guardar escobas en escenarios y camerinos, recibir claveles; etcétera.

Pero, la superstición más popular es el miedo garrafal al Segundo Día (Second Day). Para muchos la segunda representación de cualquier producción teatral es sinónimo de maleficio o inesperados problemas. Tanto, que algunos teatreros no hacen función el Segundo Día.

Citan, como comprobación de lo maléfico que es ese día, caídas de barras de luces y partes escenográficas, rotura del vestuario, olvido de textos, malas actuaciones, desconcentración de la atención, incendios en teatros y hasta fallecimiento en escena o fuera de ella de actores que acababan de trabajar un Segundo Día.

¿Existe realmente el maleficio del Second Day?


Giovanny Cruz, Karoline Becker y Exmin Carvajal en "El Vestidor".
No pocos me conjurarían si dijese lo contrario y me sacarían un rosario de hechos desagradables ocurridos, precisamente, ese terrible día. Así las cosas, no voy a negar el asunto.

No obstante, aterrizando en la siempre vulgar realidad, trataré de explicarte qué en verdad ocurre con el Segundo Día de presentación.

Te mencioné en una premisa anterior que desde el primer ensayo los actores inician una especie de programación o codificación actoral. La Palabra, es una manifestación de energía. Igual que todos los sentimientos. Para un artista teatral es vital saber a tiempo qué día específico se estrena la obra que se ensaya. El proceso de estudio, memorización, ensayos de mesa y piso, ritmo escénico, invocación de las emociones y comprobaciones técnicas; constituyen una adecuación progresiva del actor.

En la medida que se ensaya, las intensidades van subiendo. Internamente irás enfocando todos tus recursos artísticos hacia el día del estreno. Finalmente, éste constituye un "big bang" actoral o emocional.

Toda esa energía concentrada durante meses es dirigida especialmente hacia el tenso día del estreno. En él hay, efectivamente, una carga de energía poderosa. Durante el tiempo de ensayos, quizás sin darte cuenta, te estuviste programado para ese día. Al llegar a él, reitero, ocurre una gran explosión emocional.

Por eso suelo decir, que el ritmo de la pieza teatral no es el real el día de estreno. ¡Demasiadas pasiones y tensiones involucradas para serlo!

Entonces, luego de la descarga que dejamos en el estreno sobre el escenario, nos llega una especie de... liberación. 

Yanela Hernández y Giovanny Cruz
en "El Vestidor".
¡Hemos dejado escapar toda la carga! ¿Y qué ocurre entonces? Que al Segundo Día llegamos al escenario relajados, liberados de esa energía acumulada, bajamos la guardia y… nos descuidamos. Perdemos la concentración de la atención... y solemos meter la pata.

Generalmente, los directores y actores buscamos la manera de contrarrestar los efectos del Second Day; pero lo más que lograremos será amainar algunos. Esto, porque va más allá de la voluntad. Sin embargo, ciertamente, deben tomarse medidas a través de comprometer propósitos. Tener conciencia del día en cuestión ayuda con todo esto. Las palabras motivantes del director contribuirán a mantenerte más alerta.

Aún así, frecuentemente escucho en ese día…

—¡Hoy he hecho una actuación de porquería!
—¡Creo que esta será la última vez que subo a un escenario!
—¿Por qué habré decidido ser actor o actriz?
—¡Maldito personaje este!

Algo que comienza a resolverse en...
La intensidad verdadera del día 3:


Ese día ya no llegarás con toda esa carga de energía acumulada. Ya el descuido que produce la relajación en un Segundo Día ha pasado. En ese Tercer Día, habiendo ya ocurrido la comprobación definitiva, dejarás fluir mejor las verdades del personaje. Como estarás mucho menos temeroso, el ritmo real de la pieza comenzará a acercarse, cada día más, al real. El texto saldrá de tus labios con mayor seguridad y tendrás mayor confianza para acudir al Monólogo Interior y a la planificación de movimientos.

En fin, el Tercer Día comenzarás a interpretar el personaje en su justa realidad.

En los días subsiguientes, dale de vez en cuando una ojeada al libreto. Siempre habrá algo nuevo que descubrir del personaje. Además, evitarás que en la confianza equivoque parlamentos.

Giovanny Cruz y Luvil González en
"El Vestidor"
Un detalle:
Te informo que todos los actores, alguna que otra vez, volaremos alguna línea. Ojalá nunca pasara, pero ocurre porque no somos máquinas programadas. Es este caso, la actitud correcta es no traducir al espectador los errores. Como director, recuerdo siempre a mis actores que el espectador no se sabe el libreto; por lo tanto, una palabra o una línea olvidada, lo más probable es que pase desapercibida. ¡Cruza los dedos de que yo tenga razón!

Bueno, artista, ya montado en la carreta de Tespis, siga presentando su obra. Para evitar mecanizar su actuación, es conveniente que (acordado con el director y demás actores del elenco) cada cierto tiempo introduzca pequeñas nuevas verdades al personaje.

Ah, una recomendación general: procura que la técnica teatral no devore a la emoción. Si pasara, estarás siempre correcto, pero no convencerás ni emocionarás gran cosa al espectador. ¡Y él es el destino final de todos tus esfuerzos! 

La Mona Lisa sola en su salón del Louvre, no es más que una lienzo pintado y enmarcado. Es obra de arte cuando por menos una persona se para frente a ella. El arte teatral, a su vez, ocurre cuando entre tú y el espectador, mediante el rito, convierten emoción y texto en una verdad estética. El arte es, pues, una comunión entre partes.

¡Telón!