lunes, 28 de septiembre de 2009

Supersticiones en el Teatro


Las supersticiones en el Teatro están por doquier. No es preciso origen de las “normas” que al ser ignoradas pueden determinar catástrofes escénicas. Lo concreto es que son muy antiguas. Cito, para entrar en materia, tres de ellas: no tejer en el camerino antes de la representación o en su transcurso, no mencionar a los ofidios y mucho menos usar el color amarillo.

Se recuerda que para el estreno de "Salomé", de Oscar Wilde, los bocetos de la escenografía proponían el amarillo como dominante (con el telón de fondo violeta, para la noche); y les fue muy mal al autor y a la misma obra, cuya exhibición pública fue prohibida en Gran Bretaña hasta 1958. No pudo estrenarse sino en privado, hasta años después de haber sido escrita, y no por Sarah Bernhardt, a quien le fuese dedicada.

La repulsión contra el amarillo viene de un trágico suceso ocurrido en febrero del 1673 a Moriere. El dramaturgo, actor y director francés estaba interpretando un personaje de su obra "El Enfermo Imaginario" vestido de amarillo. En medio de la presentación comenzó a toser y murió unas horas más tarde de tuberculosis en su residencia.
¿Acaso los sangrientos accidentes de mi obra "Amanda" estaban conectados con el prolífico uso de ese color en el espectáculo teatral? No estoy seguro. Pero, por si acaso, la diosa Anaísa y yo hicimos un pacto liberador.

El color púrpura o morado es tabú para muchos artistas italianos. Resulta que en la era medieval durante el periodo de la cuaresma (en el cual los sacerdotes se vestían con capas o túnicas moradas), estaban prohibidos los espectáculos teatrales y, por lo tanto, actores y saltimbanquis estaban obligados a cesar sus actividades. A pesar de que dichas motivación y prohibiciones han pasado, muchos artistas aún hoy se niegan a llevar este color. Se sabe que en el Teatro Regio de Turín grandes artistas (Pavaroti fue uno de estos) han cancelado sus actuaciones debido a que el techo de dicho teatro es de color morado.

La escoba: No se le ocurra a nadie dejar una en el escenario. Ella barrería con la buena fortuna de cualquier espectáculo.

Las herraduras: Ellas si son de muy buen agüero. La creencia empezó con los griegos. Como estaban hechas de hierro, que es bueno para espantar malos espíritus, y tenían la forma de la luna, símbolo de la fertilidad y la fortuna, se pensaba que eran determinantes para la suerte del evento escénico. El uso de este elemento fue muy difundido entre los griegos, romanos y luego los cristianos; que a través de San Dunstan otorgaron poderes mágicos a las herraduras colgadas. Yo tengo la mía... por si las moscas.

¡Obras malditas!
Hay obras de teatro que muchos de nosotros no haríamos ni locos, so pena de que se produzcan grandes desgracias si son representadas. Entre ellas están "El Señor de Pigmalión", "Robin Hood" y muy especialmente "Macbeth". Esta última no sólo es un desafío interpretarla. Con sólo nombrarla en las inmediaciones de un teatro se invoca la mala fortuna Por eso hasta los técnicos (sobre todo los anglosajones.) le dicen “la obra escocesa” o “la obra del Bardo”, por su autor William Shakespeare.
Las leyendas urbanas con respecto a "Macbeth" son innumerables: se dice que ya en su primera representación Shakespeare se vio obligado a hacer el papel principal femenino porque el muchacho elegido para ese rol se enfermó súbitamente y murió. La historia enumera teatros incendiados, actores pasados a mejor vida en medio del escenario y todo tipo de calamidades alrededor de "Macbeth"; algunas comprobadas.
Uno de los pocos que se atrevió a realizarla en estos tiempos fue Peter O´Toole. Ese año todo a él le salió mal. Su participación en la pieza teatral constituyó el más grande fracaso de su exitosa carrera.

En España también tienen propias obras malditas: la zarzuela "La Tempestad", escrita por Ruperto Chapí con libreto de Miguel Ramos Carrión, por ejemplo. Esta obra fue todo un éxito en 1882, a pesar de las malas críticas. A raíz de entonces en los teatros y lugares donde se ha expuesto esta obra la desgracia se ha cebado con ellos: representantes arruinados y directores sin obras.

"Leyenda del Beso" (de Reveriano Soutullo) es otra zarzuela catalogada de maldita entre los españoles. Al parecer la mala suerte se inicia en una parte llamada la Romanza de la amapola. En esta escena se ve como una gitana, llamada Amapola, lee la mano al protagonista. Se dice que desde ese momento la mala suerte que se apodera del actor puede llegar a causarle un sin fin de desgracias y en ocasiones hasta la muerte. Esta parte, en diversas ocasiones, ha sido omitida por miedo a las consecuencias.

¿Buena suerte? ¡Noooooooooooo! A los hacedores de teatro es de muy mal gusto desearles ¡Buena suerte! Pasaría entonces exactamente lo contrario. Si alguien nos dijera esas dos terribles palabras, muchos haríamos que el desdichado que las pronunciara se desdiga, si no el conjuro maléfico arruinaría la actuación y quizás toda la representación. El origen de esto está en que los primeros actores a quienes les desearon ¡Buena suerte! se molestaron sobre manera porque entendían que su calidad no requería de suerte para triunfar.

¿Mucha mierda? ¡Siiiiiiiiiiiiiiiiii! Desear esto es muy positivo en el teatro. La práctica se origina en Francia en tiempos remotos. Solamente los acaudalados podían antes ir al teatro allí. Iban en coches tirados por caballos. Cuando en los alrededores de los teatros se acumulaba mucho excremento de caballos significaba que la concurrencia había sido buena. 
 
¿Qué te rompas una pata? ¡Siiiiiiiiiiiiiiiii! Con ello se procura el efecto inverso. Se busca que los actores y actrices lo entreguen todo en el escenario. La tradición empieza en el siglo XIX cuando los artistas de la escena no eran muy bien pagados. Los espectadores acostumbraban a tirar monedas en el escenario y para recogerlas los actores tenían que “doblar la rodilla” buscándolas. Entonces para lograr la fortuna había prácticamente que “romperse una pata”.

En boca del lobo (In bocca al lupo). Tradición italiana que se le desea a los actores y que presupone un desafio. Equivale a “que te coma el lobo” y se persigue que sean los artistas que se coman a aquel. Desde el escenario la platea se ve como una oscura boca de un lobo y las cabezas de los espectadores lucen como sus dientes. ¡Qué miedo!

¿Claveles? ¡Nunca los regale a una actriz! La superstición que le atribuye mala fortuna a esas flores viene, también, del siglo XIX cuando los teatros contrataban en forma directa los actores por toda la temporada. Si el director de la sala quería decirle a la actriz que su contrato sería renovado, le enviaba rosas. En cambio, si eran claveles los que mandaba, significaba que la artista pasaba a partir de ese momento a integrar la nómina de desocupados.

¡Una monedita, por favor! Si usted entra a una obra, invitado o no, sin pagar, (como siempre hace una deslenguada directora dominicana.) la tradición ordena dejar una moneda en los camerinos para que esta atraiga, al día siguiente, muchas otras.

Mal por bien. Los directores, actores, actrices y técnicos de la escena piensan siempre que si un ensayo general sale mal es augurio de que habrá un exitoso estreno.

Envidia y celos en el teatro. Siempre nos han endilgado “injustamente” (Ja) esas actitudes. Al parecer esto también nos llega de Grecia (no sólo nos dejaron las grandes obras, también sus chismes.)

No hace mucho tiempo se encontró un tableta de cobre, de mediados del siglo II A.C, enterrada bajo el Anfiteatro de Efaestos de Atenas, con una terrible invocación que explica muy bien sus claras intenciones:
 
Dios infernal ,quien quiera que seas y me escuches,
recibe esta sangre a partir de este día y de esta hora,
de este instante, hagas desaparecer a Naupas la del Coro,
y a Tespis el deuteragonista, los hagas sufrir
como tú sabes, los hagas desaparecer como tú sabes,
y Primus y a Clarus. ¡A esos idiotas!
¡Aplástalos! ¡Que mueran!
¡Que desaparezcan! ¡Que sean eliminados!”

Otra invocación envidiosa. Al igual que la anterior se trata de una tableta, esta vez de plomo y probablemente del siglo I de nuestra era. Fue descubierta en Alejandría enterrada bajo el Teatro del Apolo Pancreator:

Matad ,eliminad , herid a Gallicus el padre de Prima
Lo antes posible, dentro del anfiteatro.
Atadle los pies, los miembros , los sentidos, la médula
Atad a Gallicus para que no pueda matar ni al oso ni al toro
ni con un golpe ni con dos golpes, ni con tres golpes.
¡Que no baile, que no cante!¡
En nombre del dios vivo omnipotente cumplid mi deseo,
ya, ya rápido, rápido!
¡Que el oso lo hiera y lo mate!”
 
¡Nada fácil era la competencia griega!

En algunas de mis puestas en escena he encontrado en el escenario ofrendas y conjuros a favor y en contra. Una conocida actriz nuestra dejó una invocación para que una de mis primeras obras fracasara. Los dioses invocados no concurrieron a la cita y el mal se le devolvió para siempre. ¿De quién hablo? Diré su nombre en una próxima entrega. Por ahora me limito a informarles que desde entonces el suscrito (igual que muchos directores en el mundo.) siempre -¡siempre!- viste de negro en sus estrenos y re- estreno... ¡Gracias a la Misericordia! 

Los embajadores Calventi, Carlota y yo luego de presentar "Quíntuples" en Argentina

lunes, 21 de septiembre de 2009

La importancia del periódico

Mi dilecto amigo Luis González Fabra me envía unas profundas reflexiones sobre importancia y uso del periódico en esta vida moderna. ¡Léanlas!

Luego reserven sus boletos para ver este fin de semana Barrio 7 Rumbas. Ayer estábamos a casa llena y creo que para hoy solamente quedaban 15 taquillas. ¡Qué éxito! ¿Verdad?




Al periódico nunca lo reemplazará el Internet. ¡¡¡No señor!!!


No importa que el Internet sea súper rápido, muy útil y lo más vanguardista en tecnología informativa, ni que la televisión nos ofrezca muchos canales con noticieros que al instante nos informan lo que está sucediendo al otro lado del mundo, ni que el radio, en cuestión de minutos nos lance sus noticias en una avalancha repetitiva recién ocurridos los hechos.

Los periódicos constituyen la herramienta más valiosa, indispensable y de mayor utilidad para el ser humano. Por ejemplo, ¿acaso ha intentado usted matar una mosca con un teclado, o pegarle al perro en el hocico con la pantalla de la computadora?

Por eso, no importa que no lo lea, el periódico siempre será el mejor aliado de la gente en todos los momentos importantes de la vida.
A continuación algunos de los más importantes usos del periódico.

USOS DOMESTICOS:
* Madurar aguacates
* Recoger la basura.
* Limpiar los vidrios.
* Envolver el nacimiento.
* Alinear las patas de la mesa coja.
* Empacar la vajilla en la mudanza.
* Tapizar el piso de la jaula del pájaro.
* Recoger la mierda del perro.
* Cubrir los muebles y el piso antes de pintar.
* Evitar que se meta el agua debajo de la puerta.
* De protector en el piso de la cochera si el carro gotea aceite.
* Matar moscas, cucarachas y demás insectos rastreros.
* En época de crisis Económica: Como papel de baño, aunque algo duro, da el mismo servicio.

USOS EDUCATIVOS:
* Pegarle al perro en el hocico cuando se orina en la casa.
* Recortar letras y fotos para las tareas de los niños.
* Elaborar títeres o piñatas.
* Hacer barcos de papel.
* Arrancarle el pedacito en blanco de arriba para anotar números de teléfono.

USOS COMERCIALES:
* Ensanchar zapatos.
* Rellenar los bolsos para que conserven su forma.
* Envolver el marisco.
* Empacar clavos en la ferretería.
* Hacer un sombrero de pintor ó albañil.
* Dar trabajo a voceadores y periodistas.
* Envolver flores.
* Cortar moldes para modistas y sastres.
* Envolver cuadros.

USOS FESTIVOS:
* Para prender el carbón del asador.
* Para cubrir el six de cerveza o la pinche caguama.
* Rellenar las cajas de los regalos sorpresa.
* Fabricar el embudo de mago que desaparece el agua.

OTROS USOS:
* Para que los secuestradores usen sus letras en las cartas.
* Como cojín en el parque.
* Hacer bolitas y pegarles a los compañeros de clase.
* Como paraguas para que la lluvia finita no dañe el peinado.
* Para que 'los malos', en las películas, escondan el revólver..
* Como funda para guardar el machete.
* Para esconderse detrás de él cuando no quieres que te vean.

Ah!!!!... y por último…

¡Para enterarse de las noticias- también!

¿Todo esto lo podrías hacer con una computadora?

lunes, 14 de septiembre de 2009

Barrio 7 Tumbas, en Guloya

¡VUELVE “BARRIO 7 TUMBAS”

Con Giamilka Román y Giovanny Cruz

La controversial, novedosa y divertida obra teatral de Giovanny Cruz vuelve a escena los días 24, 25, 26 y 27 de este mismo mes; en la sala del Teatro Guloya y en lo que han llamado “Festival de Bolsillo”.

¡VUELVE “BARRIO 7 TUMBAS”

En sus primeras presentaciones la obra, actuada por Giamilka Román y el propio Giovanny Cruz, contó con variadas reseñas y entusiastas críticas de la prensa nacional:

“Giovanny Cruz acaba de presentarnos su obra “Barrio 7 tumbas” en dos actos, con una actuación portentosa de Giamilka Román y de él mismo, que impresiona al verla y también al recordarla. En un riesgo altamente temerario por las complejidades de los personajes, Cruz navega airoso en caracterizaciones sorprendentes.” (Tony Raful, Listín Diario)

¡VUELVE “BARRIO 7 TUMBAS”!

”Giovanny Cruz y Giamilka no son actores. Lo de ellos no es teatro. Quien afirme eso no sabe de esto ni un tomate. Realmente son dos embaucadores, dos locos del destino, dos herejes. Dos magníficos camaleones. Lo de ellos es prestidigitación, magia, lo de ellos es arte en alto sentido.” (Alfonso Quiñones; Diario Libre)

¡VUELVE “BARRIO 7 TUMBAS”!

Excelente en su fragmentación. “Barrio 7 tumbas” debe tener más presentaciones, si es posible hasta en otros escenarios, para que un mayor número de personas pueda tener la oportunidad de ver buen teatro. (Carmen Heredia; Periódico Hoy).


¡VUELVE “BARRIO 7 TUMBAS”!

El escenario es sórdido, oscuro, casi tenebroso. Los personajes son tan mutantes como las mismas realidades que nos agobian en el diario vivir y sus propias actuaciones son tan exactas y diáfanas, que se asemejan mucho a la perfección." (Fausto Polanco; El Día)

¡VUELVE “BARRIO 7 TUMBAS”!

Una semana antes más de la mitad de las taquillas ya se había vendido, lo que pronostica un éxito de público para esta nueva obra teatral de Giovanny Cruz.” (Diario Digital)


¡VUELVE “BARRIO 7 TUMBAS”!

”Giamilka Román y el propio Giovanny Cruz tendrán a su cargo el peso de los personajes de la obra. Román, quien interpretará a Hermelinda, a Guillermina, a la Gringa y a Madame Brigitte, aseguró que en la vida de una actriz una oportunidad como ésta llega una sola vez.” (El Nacional)

¡VUELVE “BARRIO 7 TUMBAS”!

El barrio y 7 tumbas para Giovanny Cruz. Cuando se decide por subir a los escenario, al polifacético actor Giovanny Cruz hay que aprovecharlo.” (El Caribe)


¡VUELVE “BARRIO 7 TUMBAS”!

“Se trata de una obra teatral novedosa y atrevida: siete personajes se encuentran frente a las ruinas de Palavé para dirimir viejas rencillas personales, confesarse, anunciarse y denunciarse entre sí.” (Panorama Diario)


¡VUELVE “BARRIO 7 TUMBAS”

Sinopsis: Siete personajes se encuentran frente a las ruinas de Palavé para dirimir viejas rencillas personales, confesarse, anunciarse y denunciarse entre si. Seis de ellos (Sote, Hermelinda , Sixto, Guillermina, La Gringa y el Tipo-Tipa); por una jugarreta del destino se han reencontrado en el bar “Cotorro” de la vecindad. Ya allí, de divertidísima manera en un principio, el pasado se vuelve realidad, determina un dramático presente, para finalmente producir el desenlace de la historia frente a las citadas ruinas. Empero, quien rige, ordena y desordena en las ruinas de Palavé es, nada más y nada menos, que la exótica Madame Brigitte (dice tener 156 años aunque aparenta 32).

¡VUELVE “BARRIO 7 TUMBAS”

domingo, 13 de septiembre de 2009

5 dificultades para decir la verdad

Nota: Hace muchos años leí este texto fundamental de Bertolt Brecht. Hace poco lo encontré en internet y me apresuro a compartirlo con ustedes por el valor social, litarerio e ideólogico que tiene o simplemente por ¿un poco de nostalgia revolucionaria?
G. C.

El que quiera luchar hoy contra la mentira y la ignorancia y escribir la verdad tendrá que vencer por lo menos cinco dificultades. Tendrá que tener el valor de escribir la verdad aunque se la desfigure por doquier; la inteligencia necesaria para descubrirla; el arte de hacerla manejable como un arma; el discernimiento indispensable para difundirla.

Tales dificultades son enormes para los que escriben bajo el fascismo, pero también para los exiliados y los expulsados, y para los que viven en las democracias burguesas.

I. El valor de escribir la verdad

Para mucha gente es evidente que el escritor debe escribir la verdad; es decir, no debe rechazarla ni ocultarla, ni deformarla. No debe doblegarse ante los poderosos; no debe engañar a los débiles. Pero es difícil resistir a los poderosos y muy provechoso engañar a los débiles. Incurrir en la desgracia ante los poderosos equivale a la renuncia, y renunciar al trabajo es renunciar al salario. Renunciar a la gloria de los poderosos significa frecuentemente renunciar a la gloria en general. Para todo ello se necesita mucho valor.

Cuando impera la represión más feroz gusta hablar de cosas grandes y nobles. Es entonces cuando se necesita valor para hablar de las cosas pequeñas y vulgares, como la alimentación y la vivienda de los obreros. Por doquier aparece la consigna: «No hay pasión más noble que el amor al sacrificio».

En lugar de entonar ditirambos sobre el campesino hay que hablar de máquinas y de abonos que facilitarían el trabajo que se ensalza. Cuando se clama por todas las antenas que el hombre inculto e ignorante es mejor que el hombre cultivado e instruido, hay que tener valor para plantearse el interrogante: ¿Mejor para quién? Cuando se habla de razas perfectas y razas imperfectas, el valor está en decir: ¿Es que el hambre, la ignorancia y la guerra no crean taras?

También se necesita valor para decir la verdad sobre sí mismo cuando se es un vencido. Muchos perseguidos pierden la facultad de reconocer sus errores, la persecución les parece la injusticia suprema; los verdugos persiguen, luego son malos; las víctimas se consideran perseguidas por su bondad. En realidad esa bondad ha sido vencida. Por consiguiente, era una bondad débil e impropia, una bondad incierta, pues no es justo pensar que la bondad implica la debilidad, como la lluvia la humedad. Decir que los buenos fueron vencidos no porque eran buenos sino porque eran débiles requiere cierto valor.

Escribir la verdad es luchar contra la mentira, pero la verdad no debe ser algo general, elevado y ambiguo, pues son estas las brechas por donde se desliza la mentira. El mentiroso se reconoce por su afición a las generalidades, como el hombre verídico por su vocación a las cosas prácticas, reales, tangibles. No se necesita un gran valor para deplorar en general la maldad del mundo y el triunfo de la brutalidad, ni para anunciar con estruendo el triunfo del espíritu en países donde éste es todavía concebible. Muchos se creen apuntados por cañones cuando solamente gemelos de teatro se orientan hacia ellos. Formulan reclamaciones generales en un mundo de amigos inofensivos y reclaman una justicia general por la que no han combatido nunca. También reclaman una libertad general: la de seguir percibiendo su parte habitual del botín. En síntesis sólo admiten una verdad: la que les suena bien.

Pero si la verdad se presenta bajo una forma seca, en cifras y en hechos, y exige ser confirmada, ya no sabrán qué hacer. Tal verdad no les exalta. Del hombre veraz sólo tienen la apariencia. Su gran desgracia es que no conocen la verdad.

II. La inteligencia necesaria para descubrir la verdad

Tampoco es fácil descubrir la verdad. Por lo menos la que es fecunda. Así, según opinión general, los grandes Estados caen uno tras otro en la barbarie extrema. Y una guerra intestina que se desarrolla implacablemente puede degenerar en cualquier momento en un conflicto generalizado que convertiría nuestro continente en un montón de ruinas. Evidentemente, se trata de verdades. No se puede negar que llueve hacia abajo: numerosos poetas escriben verdades de este género. Son como el pintor que cubría de frescos las paredes de un barco que se estaba hundiendo. El haber resuelto nuestra primera dificultad les procura una cierta dificultad de conciencia. Es cierto que no se dejan engañar por los poderosos, pero ¿escuchan los gritos de los torturados? No; pintan imágenes. Esta actitud absurda les sume en un profundo desconcierto, del que no dejan de sacar provecho; en su lugar otros buscarían las causas. No creáis que sea cosa fácil distinguir sus verdades de las vulgaridades referentes a la lluvia; al principio parecen importantes, pues la operación artística consiste precisamente en dar importancia a algo. Pero mirad la cosa de cerca: os daréis cuenta que no dejan de decir: no se puede impedir que llueva hacia abajo.

También están los que por falta de conocimientos no llegan a la verdad. Y, sin embargo, distinguen las tareas urgentes y no temen a los poderosos ni a la miseria. Pero viven de antiguas supersticiones, de axiomas célebres a veces muy bellos. Para ellos el mundo es demasiado complicado: se contentan con conocer los hechos e ignorar las relaciones que existen entre ellos.

Me permito decir a todos los escritores de esta época confusa y rica en transformaciones que hay que conocer el materialismo dialéctico, la economía y la historia. Tales conocimientos se adquieren en los libros y en la práctica si no falta la necesaria aplicación. Es muy sencillo descubrir fragmentos de verdad, e incluso verdades enteras. El que busca necesita un método, pero se puede encontrar sin método, e incluso sin objeto que buscar. Sin embargo, ciertos procedimientos pueden dificultar la explicación de la verdad: los que la lean serán incapaces de transformar esa verdad en acción. Los escritores que se contentan con acumular pequeños hechos no sirven para hacer manejables las cosas de este mundo. Pues bien, la verdad no tiene otra ambición. Por consiguiente esos escritores no están a la altura de su misión.

III. El arte de hacer la verdad manejable como arma

La verdad debe decirse pensando en sus consecuencias sobre la conducta de los que la reciben.

Hay verdades sin consecuencias prácticas. Por ejemplo, esa opinión tan extendida sobre la barbarie: el fascismo sería debido a una oleada de barbarie que se ha abatido sobre varios países, como una plaga natural. Así, al lado y por encima del capitalismo y del socialismo habría nacido una tercera fuerza: el fascismo. Para mi, el fascismo es una fase histérica del capitalismo, y, por consiguiente, algo muy nuevo y muy viejo. En un país fascista el capitalismo existe solamente como fascismo. Combatirlo es combatir el capitalismo, y bajo su forma más cruda, más insolente, más opresiva, más engañosa.

Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica.

Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo.

Los demócratas burgueses condenan con énfasis los métodos bárbaros de sus vecinos, y sus acusaciones impresionan tanto a sus auditorios que éstos olvidan que tales métodos se practican también en sus propios países.

Ciertos países logran todavía conservar sus formas de propiedad gracias a medios menos violentos que otros. Sin embargo, los monopolios capitalistas originan por doquier condiciones bárbaras en las fábricas, en las minas y en los campos. Pero mientras que las democracias burguesas garantizan a los capitalistas, sin recurso a la violencia, la posesión de los medios de producción, la barbarie se reconoce en que los monopolios sólo pueden ser defendidos por la violencia declarada.

Ciertos países no tienen necesidad, para mantener sus monopolios bárbaros, de destruir la legalidad instituida, ni su confort cultural (filosofía, arte, literatura); de ahí que acepten perfectamente oir a los exiliados alemanes estigmatizar su propio régimen por haber destruido esas comodidades. A sus ojos es un argumento suplementario en favor de la guerra.

¿Puede decirse que respetan la verdad los que gritan: «Guerra sin cuartel a Alemania, que es hoy la verdadera patria del «mal», la oficina del infierno, el trono del anticristo»? No. Los que así gritan son tontos, impotentes gentes peligrosas. Sus discursos tienden a la destrucción de un país, de un país entero con todos sus habitantes, pues los gases asfixiantes no perdonan a los inocentes.

Los que ignoran la verdad se expresan de un modo superficial, general e impreciso. Peroran sobre el «alemán», estigmatizan el «mal», y sus auditorios se interrogan: ¿Debemos dejar de ser alemanes? ¿Bastará con que seamos buenos para que el infierno desaparezca? Cuando manejan sus tópicos sobre la barbarie salida de la barbarie resultan impotentes para suscitar la acción. En realidad no se dirigen a nadie. Para terminar con la barbarie se contentan con predicar la mejora de las costumbres mediante el desarrollo de la cultura. Eso equivale a limitarse a aislar algunos eslabones en la cadena de las causas y a considerar como potencias irremediables ciertas fuerzas determinantes, mientras que se dejan en la oscuridad las fuerzas que preparan las catástrofes. Un poco de luz y los verdaderos responsables de las catástrofes aparecen claramente: los hombres. Vivimos una época en que el destino del hombre es el hombre.

El fascismo no es una plaga que tendría su origen en la «naturaleza» del hombre. Por lo demás, es un modo de presentar las catástrofes naturales que restituyen al hombre su dignidad porque se dirigen a su fuerza combativa.

El que quiera describir el fascismo y la guerra grandes desgracias, pero no calamidades «naturales» debe hablar un lenguaje práctico: mostrar que esas desgracias son un efecto de la lucha de clases; poseedores de medios de producción contra masas obreras. Para presentar verídicamente un estado de cosas nefasto, mostrad que tiene causas remediables. Cuando se sabe que la desgracia tiene un remedio, es posible combatirla.

IV. Cómo saber a quién confiar la verdad

Un hábito secular, propio del comercio de la cosa escrita, hace que el escritor no se ocupe de la difusión de sus obras. Se figura que su editor, u otro intermediario, las distribuye a todo el mundo. Y se dice: yo hablo, y los que quieren entenderme, me entienden. En la realidad, el escritor habla, y los que pueden pagar, le entienden. Sus palabras jamás llegan a todos, y los que las escuchan no quieren entenderlo todo.

Sobre esto se ha dicho ya muchas cosas, pero no las suficientes. Transformar la «acción de escribir a alguien» en «acto de escribir» es algo que me parece grave y nocivo. La verdad no puede ser simplemente escrita; hay que escribirla a alguien. A alguien que sepa utilizarla. Los escritores y los lectores descubren la verdad juntos.

Para ser revelado, el bien sólo necesita ser bien escuchado, pero la verdad debe ser dicha con astucia y comprendida del mismo modo. Para nosotros, escritores, es importante saber a quién la decimos y quién nos la dice; a los que viven en condiciones intolerables debemos decirles la verdad sobre esas condiciones, y esa verdad debe venirnos de ellos. No nos dirijamos solamente a las gentes de un solo sector: hay otros que evolucionan y se hacen susceptibles de entendernos. Hasta los verdugos son accesibles, con tal que comiencen a temer por sus vidas. Los campesinos de Baviera, que se oponían a todo cambio de régimen, se hicieron permeables a las ideas revolucionarias cuando vieron que sus hijos, al volver de una larga guerra, quedaban reducidos al paro forzoso.

La verdad tiene un tono. Nuestro deber es encontrarlo. Ordinariamente se adopta un tono suave y dolorido: «yo soy incapaz de hacer daño a una mosca». Esto tiene la virtud de hundir en la miseria a quien lo escucha. No trataremos como enemigos a quienes emplean este tono, pero no podrán ser nuestros compañeros de lucha. La verdad es de naturaleza guerrera, y no sólo es enemiga de la mentira, sino de los embusteros.

V. Proceder con astucia para difundir la verdad

Orgullosos de su valor para escribir la verdad, contentos de haberla descubierto, cansados sin duda de los esfuerzos que supone el hacerla operante, algunos esperan impacientes que sus lectores la disciernan. De ahí que les parezca vano proceder con astucia para difundir la verdad.

Confucio alteró el texto de un viejo almanaque popular cambiando algunas palabras: en lugar de escribir «el maestro Kun hizo matar al filósofo Wan», escribió: «el maestro Kun hizo asesinar al filósofo Wan». En el pasaje donde se hablaba de la muerte del tirano Sundso, «muerto en un atentado», reemplazó la palabra «muerto» por «ejecutado», abriendo la vía a una nueva concepción de la historia.

El que en la actualidad reemplaza «pueblo» por «población», y «tierra» por «propiedad rural», se niega ya a acreditar algunas mentiras, privando a algunas palabras de su magia. La palabra «pueblo» implica una unidad fundada en intereses comunes; sólo habría que emplearla en plural, puesto que únicamente existen «intereses comunes» entre varios pueblos. La «población» de una misma región tiene intereses diversos e incluso antagónicos. Esta verdad no debe ser olvidada. Del mismo modo, el que dice «la tierra», personificando sus encantos, extasiándose ante su perfume y su colorido, favorece las mentiras de la clase dominante. Al fin y al cabo, ¡qué importa la fecundidad de la tierra, el amor del hombre por ella y su infatigable ardor al trabajarla!: lo que importa es el precio del trigo y el precio del trabajo. El que saca provecho de la tierra no es nunca el que recoge el trigo, y «el gesto augusto del sembrador» no se cotiza en Bolsa. El término justo es «propiedad rural».

Cuando reina la opresión, no hablemos de «disciplina», sino de «sumisión» pues la disciplina excluye la existencia de una clase dominante. Del mismo modo, el vocablo «dignidad» vale más que la palabra «honor», pues tiene más en cuenta al hombre. Todos sabemos qué clase de gente se precipita para tener la ventaja de defender el «honor» de un pueblo, y con qué liberalidad los ricos distribuyen el «honor» a los que trabajan para enriquecerlos.

La astucia de Confucio es utilizable también en nuestros días. También la de Tomás Moro. Este último describió un país utópico idéntico a la Inglaterra de aquella época, pero en el que las injusticias se presentaban como costumbres admitidas por todo el mundo.

Cuando Lenin, perseguido por la policía del Zar, quiso dar una idea de la explotación de Sajalín por la burguesía rusa, sustituyó Rusia por el Japón y Sajalín por Corea. La identidad de las dos burguesías era evidente, pero como Rusia estaba en guerra con el Japón la censura dejó pasar el trabajo de Lenin.

Hay una infinidad de astucias posibles para engañar a un Estado receloso. Voltaire luchó contra las supersticiones religiosas de su tiempo escribiendo la historia galante de «La Doncella de Orleans»: describiendo en un bello estilo aventuras galantes sacadas de la vida de los grandes. Voltaire llevó a éstos a abandonar la religión (que hasta entonces tenían por caución de su vida disoluta). De repente se hicieron los propagadores celosos de las obras de Voltaire y ridiculizaron a la policía que defendía sus privilegios. La actitud de los grandes permitió la difusión ilícita de las ideas del escritor entre el público burgués, hacia el que precisamente apuntaba Voltaire.

Decía Lucrecio que contaba con la belleza de sus versos para la propagación de su ateísmo epicúreo. Las virtudes literarias de una obra pueden favorecer su difusión clandestina. Pero hay que reconocer que a veces suscitan múltiples sospechas. De ahí la necesidad de descuidarlas deliberadamente en ciertas ocasiones. Tal sería el caso, por ejemplo, si se introdujera en una novela policíaca -género literario desacreditado- la descripción de condiciones sociales intolerables. A mi modo de ver, esto justificaría completamente la novela policíaca.

En la obra de Shakespeare se puede encontrar un modelo de verdad propagada por la astucia: el discurso de Antonio ante el cadáver de César. Afirmando constantemente la respetabilidad de Bruto, cuenta su crimen, y la pintura que hace de él es mucho más aleccionadora que la del criminal. Dejándose dominar por los hechos, Antonio saca de ellos su fuerza de convicción mucho más que de su propio juicio.

Jonathan Swift propuso en un panfleto que los niños de los pobres fueran puestos a la venta en las carnicerías para que reinara la abundancia en el país. Después de efectuar cálculos minuciosos, el célebre escritor probó que se podrían realizar economías importantes llevando la lógica hasta el fin. Swift jugaba al monstruo. Defendía con pasión absolutista algo que odiaba. Era una manera de denunciar la ignominia. Cualquiera podía encontrar una solución más sensata que la suya, o al menos más humana; sobre todo, aquellos que no habían comprendido a dónde conducía este tipo de razonamiento.

Militar a favor del pensamiento, sea cual fuere la forma que éste adopte, sirve la causa de los oprimidos. En efecto, los gobernantes al servicio de los explotadores consideran el pensamiento como algo despreciable. Para ellos lo que es útil para los pobres es pobre. La obsesión que estos últimos tienen por comer, por satisfacer su hambre, es baja. Es bajo menospreciar los honores militares cuando se goza de este favor inestimable: batirse por un país cuando se muere de hambre. Es bajo dudar de un jefe que os conduce a la desgracia. El horror al trabajo que no alimenta al que lo efectúa es asimismo una cosa baja, y baja también la protesta contra la locura que se impone y la indiferencia por una familia que no aporta nada. Se suele tratar a los hambrientos como gentes voraces y sin ideal, de cobardes a los que no tienen confianza en sus opresores, de derrotistas a los que no creen en la fuerza, de vagos a los que pretenden ser pagados por trabajar, etc. Bajo semejante régimen, pensar es una actividad sospechosa y desacreditada. ¿Dónde ir para aprender a pensar? A todos los lugares donde impera la represión.

Sin embargo, el pensamiento triunfa todavía en ciertos dominios en que resulta indispensable para la dictadura. En el arte de la guerra, por ejemplo, y en la utilización de las técnicas. Resulta indispensable pensar para remediar, mediante la invención de tejidos «ersatz», la penuria de lana. Para explicar la mala calidad de los productos alimenticios o la militarización de la juventud no es posible renunciar al pensamiento. Pero recurriendo a la astucia se puede evitar el elogio de la guerra, al que nos incitan los nuevos maestros del pensamiento. Así, la cuestión ¿cómo orientar la guerra? lleva a la pregunta: ¿vale la pena hacer la guerra? Lo que equivale a preguntar: ¿cómo evitar la guerra inútil? Evidentemente, no es fácil plantear esta cuestión en público hoy. Pero ¿quiere decir esto que haya que renunciar a dar eficacia a la verdad? Evidentemente no.

Si en nuestra época es posible que un sistema de opresión permita a una minoría explotar a la mayoría, la razón reside en una cierta complicidad de la población, complicidad que se extiende a todos los dominios. Una complicidad análoga, pero orientada en sentido contrario, puede arruinar el sistema. Por ejemplo, los descubrimientos biológicos de Darwin eran susceptibles de poner en peligro todo el sistema, pero solamente la Iglesia se inquietó. La policía no veía en ello nada nocivo. Los últimos descubrimientos físicos implican consecuencias de orden filosófico que podrían poner en tela de juicio los dogmas irracionales que utiliza la opresión. Las investigaciones de Hegel en el dominio de la lógica facilitaron a los clásicos de la revolución proletaria, Marx y Lenin, métodos de un valor inestimable. Las ciencias son solidarias entre sí, pero su desarrollo es desigual según los dominios; el Estado es incapaz de controlarlos todos. Así, los pioneros de la verdad pueden encontrar terrenos de investigación relativamente poco vigilados. Lo importante es enseñar el buen método, que exige que se interrogue a toda cosa a propósito de sus caracteres transitorios y variables. Los dirigentes odian las transformaciones: desearían que todo permaneciese inmóvil, a ser posible durante un milenio: que la Luna se detuviese y el Sol interrumpiese su carrera. Entonces nadie tendría hambre ni reclamaría alimentos. Nadie respondería cuando ellos abriesen fuego; su salva sería necesariamente la última.

Subrayar el carácter transitorio de las cosas equivale a ayudar a los oprimidos. No olvidemos jamás recordar al vencedor que toda situación contiene una contradicción susceptible de tomar vastas proporciones. Semejante método -la dialéctica, ciencia del movimiento de las cosas- puede ser aplicado al examen de materias como la biología y la química, que escapan al control de los poderosos, pero nada impide que se aplique al estudio de la familia; no se corre el riesgo de suscitar la atención. Cada cosa depende de una infinidad de otras que cambian sin cesar; esta verdad es peligrosa para las dictaduras.

Pues bien, hay mil maneras de utilizarla en las mismas narices de la policía. Los gobernantes que conducen a los hombres a la miseria quieren evitar a todo precio que, en la miseria, se piense en el Gobierno. De ahí que hablen de destino. Es al destino, y no al Gobierno, al que atribuyen la responsabilidad de las deficiencias del régimen. Y si alguien pretende llegar a las causas de estas insuficiencias, se le detiene antes de que llegue al Gobierno.

Pero en general es posible reclinar los lugares comunes sobre el destino y demostrar que el hombre se forja su propio destino. Ahí tenéis el ejemplo de esa granja islandesa sobre la que pesaba una maldición. La mujer se había arrojado al agua, el hombre se había ahorcado. Un día, el hijo se casó con una joven que aportaba como dote algunas hectáreas de tierra. De golpe, se acabó la maldición. En la aldea se interpretó el acontecimiento de diversos modos. Unos lo atribuyeron al natural alegre de la joven; otros a la dote, que permitía, al fin, a los propietarios de la granja comenzar sobre nuevas bases. Incluso un poeta que describe un paisaje puede servir a la causa de los oprimidos si incluye en la descripción algún detalle relacionado con el trabajo de los hombres. En resumen: importa emplear la astucia para difundir la verdad.

Conclusión

La gran verdad de nuestra época -conocerla no es todo, pero ignorarla equivale a impedir el descubrimiento de cualquier otra verdad importante- es ésta: nuestro continente se hunde en la barbarie porque la propiedad privada de los medios de producción se mantiene por la violencia. ¿De qué sirve escribir valientemente que nos hundimos en la barbarie si no se dice claramente por qué? Los que torturan lo hacen por conservar la propiedad privada de los medios de producción.

Ciertamente, esta afirmación nos hará perder muchos amigos: todos los que, estigmatizando la tortura, creen que no es indispensable para el mantenimiento de las formas actuales de propiedad.

Digamos la verdad sobre las condiciones bárbaras que reinan en nuestro país; así será posible suprimirlas, es decir, cambiar las actuales relaciones de producción. Digámoslo a los que sufren del statu quo y que, por consiguiente, tienen más interés en que se modifique: a los trabajadores, a los aliados posibles de la clase obrera, a los que colaboran en este estado de cosas sin poseer los medios de producción.

sábado, 12 de septiembre de 2009

La Sinfónica y el Teatro de B.A.

Nuestra Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) es un lujo artístico y cultural que se da nuestro país. Por ello debemos los dominicanos estar muy orgullosos.

Indudablemente ha habido logros transcendentes alcanzados por nuestra primera institución musical ha través de su historia, que comienza en noviembre del 1904.

También ha habido sinsabores, cuestionamientos, retrocesos, de repente avances espectaculares, conflictos, protestas, huelgas, reclamos, disgustos, espionajes a músicos y muchos truños.

Sin embargo, con altas y bajas, la OSN se ha mantenido con el brillo que le conocemos, aunque mermada, con el tiempo, en cuando la cantidad de integrantes.

Pues hace unos días que las autoridades del Ministerio de Cultura lograron nombrar frente a la OSN al experimentado y laureado maestro José Antonio Molina (Chicho); quien se había resistido durante dos años a ocupar el cargo por múltiples razones, que ahora no vienen al caso mencionar.

Para aceptar, según informaciones fidedignas, el amigo José Antonio, puso varias condiciones, las cuales parece estar ya poniendo en práctica: Carta blanca para disciplinar la Orquesta, dignificar el salario de los músicos (que ya era el mejor de los artistas que laboran en Bellas Artes), retirar a aquellos músicos que ya no pueden rendir lo demandado, re-audicionar a aquellos que se supone pueden hacerlo, aumentar el número de integrantes, “masificar” la orquesta a través de conciertos populares (¿Igual que los injustificadamente abandonados conciertos en “Mangas de Camisas”?) y seguramente otras conquistas y exigencias que son de estilo en este tipo de institución artística.

¡Bien por José Antonio! Ya era hora. ¡Y él es de aquí! No fue necesario importar soluciones y/o solucionadores.

Le deseamos éxitos a tan prestigioso y querido amigo. Conociendo su capacidad, su temperamento y tenacidad sabemos que llegará a sus metas con la OSN. Además, el ministro Lantigua está decidido a dotar la Orquesta del esplendor de rigor.

Pero ¿qué hacemos con la Compañía Nacional de Teatro (CNT)?

Dicha institución teatral ha tenido pocos momentos de verdadera gloria en su historia, honesto es reconocerlo. Nunca se ha logrado allí una mínima parte del prestigio y calidad que ha alcanzado nuestra Sinfónica.

Por diferentes motivos la capacidad de trabajo de dicha Compañía teatral no ha sido ejemplarizadora. Hasta la llegada de María Castillo como directora la visión que se tenía en los últimos tiempos de sus integrantes (quizás un poco exagerada.), es de que eran unos perfectos vagos.

Injustificado o no, lo cierto es que la mayoría de los actores y actrices nombrados en esa institución, salvo honrosos momentos, pasaban años cobrando sin trabajar.

En la presente administración, justo es decirlo, por lo menos se ha mejorado el sueldo de los actores y actrices de la Compañía y se han hecho serios esfuerzos para aumentar, o por lo menos mantener, el ritmo de trabajo que le imprimió la Castillo a nuestro Teatro oficial. No han sido precisamente felices todos los resultados.

Se han nombrado nuevos artistas en la CNT. Pero no todos los nombrados tienen el nivel para estar allí. Por más que me esfuerzo no logro precisar bien el criterio conque se nombran los actores de Bellas Artes. Debería ser, solamente, por méritos y talento acumulados; sin que importen simpatías, empatías o antipatías.

Además, y en otro sentido, al suscrito le resulta un contrasentido que existiendo una Escuela Nacional de Teatro (O Arte Escénico), frecuentemente se nombren en Bellas Artes (Ni María pudo librarse de esta detestable práctica.) a personas que no se han graduado en esa escuela o una similar. Esto sólo se podría justificar con la ausencia de taltentos o el surgimiento de una figura que sea un fenómeno teatral. ¿Ha sido el caso?

Lo correcto y coherente sería que los mejores egresados de la Escuela Nacional de Teatro, después de una pasantía de algunos años en el Teatro Rodante de Bellas Artes (que sí está funcionando muy bien, como se propusieron el ministro Lantigua y la actriz Carlota Carretero), sean quienes pasen a integrar el elenco de la Compañía Nacional de Teatro.

Después de la mala y vergonzosa experiencia que resultó la participación del llamado Teatro de Bellas Artes con su "Yo, Bertolt Brecht" en el último Festival Internacional de Teatro, lo mejor que puede hacerse allí es cerrar por un tiempo la CNT, revaluar el personal artístico, contratar la creme de la creme del teatro criollo que aún no labore en la CNT, dignificar los salarios para que sus actores puedan trabajar dentro del grupo a tiempo completo, planificar producciones dentro del Presupuesto Nacional del Ministerio de Cultura, obligar a los actores y actrices a trabajar exclusivamente para la Compañía (por lo menos nueve meses del año), exigir a quien sea su director titular que se exima de realizar nuevas producciones teatrales de índoles privadas, ya que estas generan celos, competencias, cuestionamientos y desatenciones de la funciones asumidas; etcétera.

Nuestra Compañía Nacional de Teatro, hoy luce desorientada y sumergida en chismes denigrantes. Requiere ser sacudida desde arriba hasta sus cimientos. Es imperativo dotarla de un prestigio y una mística que indubitablemente no posee. No posterguen más la operación al tejido tumefacto, antes que el cáncer sea incurable. La enfermedad tiene ya algunas décadas sin que se le ponga al fin el medicamente efectivo y duradero.

He soltado algunas ideas; pero es más, mucho más de mis sugerencias, lo que debe hacerse en ese grupo teatral, llamado a ser el primero del país. (actualmente es uno de los últimos.)

Tengo amigos entrañables y/o ex discípulos dentro de la esa Compañía Teatral. Algunos, me consta, comparten estas graves preocupaciones. Otros, imagino, se ofenderán con algunas de las propuestas que hace el firmante, con intenciones únicamente teatrales. Pero ni modo. Escribo estos asuntos “no porque no amo a César... sino porque amo más a Roma”.

¡Telón!

viernes, 4 de septiembre de 2009

TALASSA: Un teatro nuevo


(Pinchen las fotos para agrandar.)

La construcción de el
Teatro Talassa
con capacidad para un poco más de 200 espectadores es todo un acostecimiento cultural en Santo Domingo.
Su diseñador y propietario es el arquitecto y artista plástico Cristian Martínez.
¡Qué primicia!



El origen de Teatro Griego se encuentra en el ditirambo; pero Dionisios es una figura clave en el nacimiento del teatro en Grecia. Hijo de una mortal y de un dios, es la divinidad de la fecundidad, de la vegetación y de la vendimia; características que le permitirán ser figura principal en la sociedad agrícola y ganadera de la Grecia primitiva.

Las fiestas en honor a Dinisios.
Los griegos celebraban sus fiestas al principio y al final de la cosecha.En ellas piden a los dioses que el campo sea fecundo, y concretamente, lo piden a Dionisios.

Una procesión de danzantes dionisíacos que representan a los sátiros - compañeros de Dionisios - pasea por las avenidas de la Grecia primitiva seguida por jóvenes ansiosos de alcanzar el éxtasis dionisíaco (recordemos que Dionisos es también, como dios de la vendimia, dios del vino). En estas fiestas, un carro recorre las calles con la estatua de Dionisios sobre él, mientras los ciudadanos danzan, se disfrazan y se embriagan.

En honor al dios, se sacrifica a un carnero cuya sangre fecunda los campos y se danza. Danzan los trasgos (estos danzantes representantes de los sátiros. Trasgo significa macho cabrío en griego.) y a la vez que bailan salmodian algunos textos: estamos ante el precedente del coro. Mientras el carnero se sacrifica sobre un altar, los trasgos giran alrededor de él con sus salmodias y sus danzas. Esto es el ditirambo, que debió llevarse a cabo en las afueras de cualquier pueblo griego durante las fiestas de la cocecha en honor a Dionisios.

En cuanto al texto que salmodiaban los trasgos, lo cierto es que no lo conocemos. Probablemente tenía un estribillo y con el paso del tiempo y la evolución del ditirambo, un elemento llamado ritornello, lanzado como un grito por el coro y respondido por el guía del coro, el exarconte o corifeo, probablemente el primer actor, pues ya se trata de un diálogo coro - corifeo.

De " trasgos" derivará el término tragedia. Por su parte la comedia, derivará del término "comos" que sería otro tipo de "gritos" lanzados por los danzantes dionisíacos.

Sea como fuere, el ditirambo es un precedente del teatro helénico pues ya encontramos la principal característica, lo fundamental del teatro: gente que mira y gente que actúa.

15 teatros griegos conocemos hasta ahora: Cirene, Delfos, Dionisos, Didona Epidauros, Kourion, Laodice, Locri, Mileto, Pompeya, Prine, Segesta, Siracusa, Taormina, Thermessos.

Nosotros tenemos ahora uno: El Teatro Talassa.














Ocurre que el magnífico artista plastico e intelectual Cristian Martínez (Crismar) ha hecho un pequeño teatro griego en el ensanche Costa Verde (En la Casa de Piedra de la calla Tanmy Domínguez.). Se llama Teatro Talassa (Mar en griego.) Tiene, precismanete el mar detrás del escenario, lo que garantiza una acústica perfecta; como suponemos tenían los teatros griegos en su época.

Teatro Talassa tiene dos juegos de gradas en piedra con una capacidad para un poco más de 200 espectadores.
Aunque ya está listo para ser inaugurado, se hará formalmente en el mes de diciembre y el suscrito estará directamente involucrado. Por ahora me permito solamente mostrarle sus fotografías.

¿Qué viva el Talassa crismariano! (Por lo de Crismar, desde luego.)

G.C.