jueves, 26 de septiembre de 2019

NACIMIENTO DEL DIRECTOR TEATRAL

por Giovanny Cruz Durán










La figura del Director Teatral era prácticamente desconocida por los griegos, que dependían para sus producciones teatrales del arkon, que normaba las producciones dramáticas en los Festivales Dionisíacos y del corego o ciudadano acaudalado que corría con los gastos de la obra. Los griegos llamaban a Esquilo el didaskalos o maestro que instruía él mismo a los ejecutantes en los intrincados movimientos de las realizaciones escénicas.

Superintendentes, Maitre y Administradores:
Todavía asombra que eran Superintendentes quienes dirigieron, apenas en el 1547, La Pasión; con características muy parecidas al cuerpo de regisseurs de Max Reinhardt (productor de cine y director de teatro quien fuera vital en la renovación del teatro moderno) en sus inicios y del equipo de administradores escénicos que Meyerhorl formó para dirigir sus producciones.

En William Shakespeare se sitúa al progenitor del director teatral de nuestros tiempos. No fue, exactamente, un director teatral de la manera como lo somos ahora. No. Pero el "consejo" que Hamlet da a los actores para la representación que ofrece a su madre y padrastro, es un testimonio de lo que aseveramos. Además, se sabe que el poeta isabelino acostumbraba a dar indicaciones a los actores y técnicos de sus obras. 

La función del director teatral ahora es la de crear el Plan Maestro unificador de las islas teatrales. Tan diferente a los llamados maitre de jeu de antaño, que hoy encuentran mayor semejanza con nuestros directores de tramoya. He escrito que el director teatral es el representante autorizado de los espectadores dentro de los ensayos previos a una representación. Es la persona dentro del teatro moderno que conducirá el intenso viaje que culminará cuando actores y actrices logran descifrar los grandes enigmas de sus personajes y realizado la invocación de las emociones.

Entre nuestros más destacados precursores de este tipo de directores, se cita a Jean Bouchet, que produjo en 1508 La Pasión, de Poitiers, con notable éxito.

Sin embargo, en un trabajo detectivesco, antropólogos e historiadores del arte de la representación, han encontrado los primeros indicios de la figura teatral que hoy nos ocupa, en Mantua.

Efectivamente, allí han rastreado a un italo-judío muy importante de mediados del siglo XVI. Se trata  del dramaturgo, actor, poeta y consejero teatral de la corte de Mantua, Leone de Sommi; cuyas reflexiones y teorías parecen haber sido precursoras del director de ahora. Revisemos a Sommi:  “es más importante obtener buenos actores que una  pieza teatral buena. Mis actores deben estar listos para seguir instrucciones”.

En él está   hablando casi un director teatral de nuestros tiempos.

Pero, sería entre 1750 y 1850 que los más importantes líderes del teatro de varios países preparaban, gradualmente, el momento teatral para que director hiciera su espectacular entrada en el universo teatral y tomara el control del quehacer en escenarios.

David Garrick, uno de los primeros autócrata teatrales, siendo administrador artístico del Druy Lane... "convirtió la plataforma de la declamación en una escena pictórica rudimentaria, dedicó más tiempo de lo acostumbrado a ensayar, demandó una escenografía, se ocupó más de los actores secundarios y profundizó en la luminotecnia". Con Garrick, el director teatral está ya tocando la puerta. 

El alemán Honrad Eknof en su Academia de Actores, en 1753, indicó que... “no se produciría ninguna obra sin haberse leído antes.” Llegamos aquí ya al ensayo de mesa y al análisis.

Friedrich Schroeder fue de los primeros administradores de dio indicaciones escénicas claras a los actores bajo su mando. 

Goethe, como supervisor del Teatro de la Corte de Weimar, perfeccionó muchas técnicas para el nuevo arte de la producción. Utilizó lecturas y ensayos rigurosos, estipulando que... “uno no puede permitirse hacer nada en el ensayo que no podría hacer en la función”. 

El piso del escenario donde trabajaba estaba dividido en cuadrados y cada posición y movimiento estaba predeterminado. Cuentan que Goethe hasta usaba una batuta en los ensayos. ¡El director de teatro está ya abriendo la puerta!

A William Macready, por poner énfasis en cuanto la necesidad de unidad en la puesta escénica, se le considera el precursor de los “regisseur”. Para él, el ensayo era... "sinónimo de terreno de prueba artística, no un mero correr de obra."

Charles Kean, llamado el Príncipe de los administradores escénicos, logró uno de los primeros trabajos que hoy podríamos llamar profesional en el criterio moderno. Se ha afirmado que su interpretación de El Rey Lear, de Shakespeare, fue memorable. Dicha interpretación y ejecución de la obra habría marcado una gran influencia en muchos que serían figura de primer orden en el teatro universal posterior a él. 

Pero la consumación de todos los esfuerzos realizados por administradores, 
meitre y regisseur, corresponde al duque de Saxe-Meiningen, un artista de la nobleza alemana y que habría visto en Londres con mucha atención, en 1850,  los trabajos de Kean.

El Director Teatral:
Saxe Meiningen y su "Julio César".
En la historia teatral, el 1 de mayo de 1874 tiene un lugar muy especial. En esa fecha Jorge II, duque de Saxe-Meiningen, llevó a Berlín su desconocida, hasta entonces, condición de director teatral. Mostró ensayos intensivos, actuación integrada, disciplinada, escenografía y decorados de gran fidelidad histórica para crear un cuadro escénico realista. Pero aún más: convirtió la figura humana en movimiento en una unidad pictórica de la escena y utilizó profusamente las llamadas acciones secundarias. La obra que llevó el duque a Berlín fue Julio César, de Shakespeare. 

Las crónicas relatan que logró llenar la sala durante las veinte noches de representaciones.

El mismo Jorge II diseñaba los decorados y la escenografía y ordenaba cuantos
pliegues debía tener cada vestuario. En los ensayos su autoridad e imagen de director  moderno quedaban claramente evidenciados. Él... "unificaba las artes teatrales hasta convertirlas en una sinfonía visual de detalles llenos de una aura especial". 

Por primera vez todos los elementos teatrales estaban a disposición de los actores con suficiente tiempo para que, de ese modo, ellos pusieran perfeccionar su uso.

Cuentan que ensayando Los Pretendientes, de Ibsen, el duqude Saxe-Meiningen 
llevó colchones para que los actores ensayaran boca abajo con la finalidad de lograr que se escucharan a sí mismos, procurando las voces gangosas que él demandaba para la interpretación de marras. 

El trabajo de este hombre sirvió de inspiración a dos de los grandes maestros de nuestros tiempos: Antoine y Stanislavsky. Ellos no elogiaron, precisamente, las las interpretaciones de los actores del duque; pero si anotaron y estudiaron el plan de trabajo, actitud y disciplina del que reconocemos hoy como el primer director teatral formal y profesional de la historia.

Mi inclino reverente ante este precursor de todos nosotros. El Padre Fundador. Y lo aplaudo mientras imagino, todavía emocionado, cómo él miraba correr su...

¡Telón!