miércoles, 25 de septiembre de 2019

Festival Internacional de Danza Contemporánea: A la inversa.

Por Giovanny Cruz Durán

Karol Morenco en "Singularidad"; de María Emilia García. Vestuario de Renata Cruz Carretero.
Lo creo y asumo porque fui testigo de excepción de su realización el martes 24 de septiembre en Casa de Teatro: A la inversa.

El asunto era con grandes bailarinas (María Emilia García, Dayme del Toro, Mildred Rubirosa, Cindy Sosa y Patricia Ortega) montando coreografías a sus maestros de siempre (Andreína Jiménez, Lourdes Ramírez, Marianela Boan, Orestes Amador, Karol Morenco, Armando González, Lisbel Piedra, Maricarmen Rodríguez, Senia Rodríguez y Manuela Félix. ¡Lo pueden imaginar!

Cuando podemos ver la inteligencia escénica al servicio del arte, qué satisfacción tan grande se nos queda dentro.

Es muy probable, y ellos nunca pretendieron ocultarlo, que algunos de los geniales giros de antaño y un que otro salto espectacular se quedaron en algún recodo del camino; pero de cuánta maestría, sapiencias y excelentes mañas disfruté la noche del inicio del XVI Festival Internacional de Danza Contemporánea.

Las fotos de la coreografía “Singularidad”, de María Emilia García, estelarizada por la en todo instante magnífica Karol Marenco y por un Joel Rodríguez, danzando en su misma calidad, con un impresionante vestuario de Renata Cruz Carretero, que probablemente ha hecho una de las faldas más espectaculares para cualquiera bailarina del mundo; constituyen un magnífico testimonio gráfico de lo que nos regalaron en Casa de Teatro.

Karol Morenco y Joel Rodríguez en "Singularidad".
El Multiverso viene de una gran curvatura del espacio llamada Singularidad. Nació como esas pequeñas gotas que se juntan para formar un riachuelo que, luego, se unió a otros para formar mares de estrellas, agujeros negros y planetas universales.

Eso, mostrado a través de la magia de cuerpos danzantes, se ofreció ante mis ojos.  Absoluto dominio, madurez estética y arte consciente. ¡Por supuesto que saben producir arte!

Andreína Jiménez y Lourdes Ramírez apostaron por la nostalgia y memoralidad corporal. Se burlan del pasado. Danzan y hacen teatro. Nos divertimos con ellas y las aplaudimos hasta rabiar. ¡Saben producir arte!

Marianela Boan y Orestes Amador —¡Abusadores!— acuden a su cultura antillana. Su pieza inicia de la manera más sencilla. Luego la complican para recordarnos por qué son maestros de la danza. Atrevidos, sensuales, divertidos y caribeños en los linderos de lo erótico, ¡Saben producir buen arte!

Armando González y Lisbel Piedra, maestros de maestros, nos llevan a la magia e intensidad del bolero. Deciden, a pesar del tiempo, no temerle al virtuosismo. Se complementan y acoplan en la nostalgia y delicadeza del género. ¡No tengo dudas que si saben producir arte!

Maricarmen Rodríguez se nos vuelve isla. Nos salpica de esa angustiosa insularidad. Nos conduce por pasadizos de soledades y dolor y nos arrincona con su cuerpo y alma que saben producir arte.

Mis aplausos y agradecimientos a EDANCO y a todos los artistas que nos otorgaron una espléndida y pletórica noche de arte.