sábado, 19 de junio de 2010

El Santo Esclarecido.



Ayer sábado en la noche fui a ver laúltima representación, dentro del Festival Nacional de Teatro, de laobra de Carlos Esteban DeiveEl Santo Esclarecido”; obra PremioNacional de Teatro, de la cual el suscrito esperaba un poco más comotexto teatral.

La pieza, llevada a escena por elTeatro Rodante de Bellas Artes, bajo la acertada dirección de CarlotaCarretero, se presentó en todas sus funciones a casa llena y con buena acogida de los espectadores; como haocurrido prácticamente con todas las otras obras de teatro que hastaahora se han presentado en el citado Festival, aunque éste no contócon la masiva publicidad que suele hacer el actual Ministerio deCultura a sus eventos.


Carlos Esteban Deive es uno de nuestrosmás sólidos intelectuales y un gran amigo de este hombre de teatro.No obstante su texto teatral no nos cautivó del todo. Encuentro,escénicamente pensando, algunas ingenuidades dentro del suceso. Latrama se presenta en cuadros que frecuentemente se quedan encategoría de estampas. Desde luego que Deive maneja con pulcritud ellenguaje literario. Es en el puramente teatral donde encuentro esasingenuidades de las que hablo. Lo mismo ocurre con el conflictogeneral de la pieza, al que siento le faltó profundidad ydesarrollo.



Colectivamente las actuaciones de larepresentación fueron buenas, sobresaliendo los personajes querealiza el ya experimentado Diógenes Medina, aunque le recomiendocuidar un poco los niveles de su voz. 

El Tulio que realiza Billy Martin, es bien llevado por el joven actor del Teatro Rodante que lo interpreta. A él recomiendo frasear y proyectar mejor unos cuantos parlamentos. A pesar de estos inconvenientes me parece que en ese joven, dada su indiscutible presencia escénica, tenemos una sólida promesa teatral.

Los diferentes personajes realizados por Johanna González (una lástima que ciertas limitaciones del programa impreso nos impidan ofrecer algunos detalles) no tienen desperdicio, sobre todo el de la Vírgen. Johanna se nos presenta esta vez con buena voz, buenos movimientos, buena caracterización y mejor entrega.


Indiana Brito, Rafael Morla, IvánAybar y Cindy Galán, con insignificantes altibajos, cumplen con surol y logran momentos muy buenos en sus distintas interpretaciones. 

Desde luego que se trata de gente joven que irá desarrollándose amedida que trabaje sobre escenarios. No tengo ninguna duda de queestamos frente a un grupo que constituye un esperanzador relevoteatral.


Empero, el trabajo direccional de laCarretero, aunque discreto, es el mejor de la noche. Logra darle unateatralidad a las estampas folklóricas de la pieza de Deive. Por esalimitación del texto teatral Carlota Carretero la coloca cercana ala farsa, un riesgo del que sale airosa.



El concepto de teatro pobre yutilitario en el cual sitúa el estilo de la pieza es acertado. Eluso de la discreta utilería le va muy bien a la propuesta deCarlota.

De director a directora le recomiendobajar un poco la presencia de la música y los músicos sobre elescenario. Quizás sería conveniente dar un antecedente quejustifique mejor el buen efecto final. Este podía ser que laaparición de Liborio ocurra con algo más de magia.

Perdón por el pecado cometido: a los directores no se les dirige. Sólo está permitido apreciar sus trabajos. 

¿Anotaron nuestros críticos estas sacrosantas verdades?

Sinopsis:
El espíritu de LiborioMateo se le aparece a Tulio y le comunica que Dios lo envió aencomendarle la misión de redimir la humanidad. Tulio acepta yposteriormente crea un ministerio llamado el Nuevo Amanecer donderecibe a las personas que necesitan curación, con tan buenosresultados que estas empiezan a llamarlo El Santo Esclarecido. Elmovimiento no es bien visto por las autoridades militares, ni porsectores religiosos y de poder económico que defienden sus interesesparticulares.





"El Santo Esclarecido", "El Método Gronholm", "La Celestina",  "El 28", "La Noche del los Asesinos," "Un Café Frío en la Calle El Conde" y otras puestas en escenas que se presentarán en el Festival; me obligan a gritar que...

¡El teatro dominicano no es segundo de nadie!