viernes, 6 de junio de 2014

Novecientos once asombro, vergüenza y dudas

911 asombro, vergüenza y dudas
Por Giovanny Cruz



Soy de los que se molestan, casi llegando a la ira, cuando en el exterior nos dicen, piensan o nos ven como "Estado fallido". Cuando nos lo dicen, prácticamente en plena cara, al menos sabemos (supongo) qué contestar. Pero cuando lo piensan, y acompañan el pensamiento con miradas de desaprobación, que uno aunque las supone no puede certeramente asumirlas como tales, me lleno de un gran desasosiego.

Generalmente, cuando nos endilgan lo de "fallido", les tiro en la cara nuestra única y cultural lucha independentista, la dignidad de la Restauración que nos rescata de iniquidades internas y nos devuelve la soberanía, la confluencia de tres culturas en el Pensamiento dominicano, la actual estabilidad política que vivimos, el poderoso movimiento artístico dominicano (pintura, música, teatro, poesía, danza, canto, etc.), la Literatura que se produce aquí (nunca correctamente proyectada), la natural bondad dominicana, la comunicación terrestre del país, lo informado que viven nuestros ciudadanos... etcétera.

Empero, cuando a pesar de todo esto, en mi mente entran las imágenes de las miradas esas que ya he aludido, me sobrecojo y me pregunto: ¿tendrán algo de razón esas miradas?

Uno quisiera creer que no. No obstante, cuando nos enteramos del saqueo sistemático, casi con impunidad, que ha habido en nuestro país (¿que en la Lotería Nacional qué?) desde las misma esferas gubernamentales, la criminalidad creciente y la indolencia colectiva; no nos queda de otra que entender las censurantes miradas foráneas.

En Sociología insisten en decirnos que la familia es la real unidad social de una nación. Así las cosas, si estamos fallando es porque el individuo, aunque se escude para hacerlo en el conglomerado, lo está haciendo dentro de su misma familia.

Cuando participamos (como víctimas, agentes o cómplices) del transito... tenemos que aceptar las malditas miradas esas.

Cuando escuchamos a la mayoría de nuestra gente mal hablar y peor pensar... debemos preocuparnos por las malditas miradas que aludo.

Cuando nos enteramos de tanta violencia (actual e histórica) contras nuestras mujeres... no podemos sustraernos de las lastimeras miradas aquellas.

Cuando pensamos en la indolencia y abusos de nuestros comerciantes y empresarios (el rosario de pruebas es abrumador)... obligados estamos a aceptar las miradas en cuestión.

Y así podría citar una sarta muy larga de justificaciones a las miradas, como puñales expectantes, que algunas veces nos lanzan desde fuera.

Pero lo que en estos días me ha asombrado y avergonzado, es la actitud de muchos de nuestros ciudadanos al magnífico recurso e iniciativa del 911. ¿Cómo es posible que nos burlemos, mediante llamadas falsas, de algo que luce vital en estos momentos para nuestra salud social. No creo que necesite enumerar los méritos de ese servicio. Todos lo sabemos.

La cantidad exorbitante de llamadas latosas al servicio señalado es preocupante y, más aún, alarmante. Este escritor quisiera explicar a las nuevas miradas que ya nos estarán lanzando, que probablemente sean asaltantes y asesinos quienes están intentando desacreditar al 911...

¡Sí! ¡Es eso!

Sin embargo, en mi interior estoy convencido de que no es así. De que es mi vecino, un sobrino, cualquier amigo, algún colega, una jovencita, cierta abuela y hasta mis pocos enemigos quienes lo hacen.

¡Siento vergüenza!

A los que descubran en esto deben tratarlos como criminales de la peor calaña. En lo particular, todos nosotros debemos, en cualquier lugar que estemos, hablar de este asunto. Explicar a nuestro alrededor la importancia del servicio. ¡Crear conciencia!

Dado que padezco en estos instantes de angustiosas dudas sobre nosotros mismos, trataré de comportarme, hoy más que nunca, como el isleño que soy y acortar el alcance de mis ojos y de mi imaginación para no percibir las seguras miradas que ya nos están lanzado por el triste resultado de este asunto. Lo complicado es que Lorca nos demostró, en "La casa de Bernarda Alba", que no es suficiente con darle la espalda al mar para dejar de escucharlo.

Mientras resolvemos esto... pido que pongamos, a toda la isla, para que ni nos miren en estos días, un inmenso...

¡Telón!