sábado, 7 de mayo de 2011

"Los Gallos Capitaleños"; de Johnny García

Los Gallos Capitaleños
Por Johnny Garcia R.

La nota de rigor: Mi querido amigo, médico, locutor, poeta, actor y bohemio consagrado Johnny García nos envía una colaboración genial que se presenta muy bien ella misma.
Preámbulo:
Era poco mas de la mitad de la década de los años 80s, elperiódico Hoy publicaba lo que para mi fue el mejor Suplemento Cultural editadoen el país: “Isla Abierta”  dirigido demanera magistral por uno de los mas sólidos intelectuales dominicanos de todoslos tiempos, Don Manuel Rueda.

Una de mis partes preferida del suplemento en cuestión, laescribía precisamente Don Manuel, bajo el titulo “Una Voz” que venia siempre enla contraportada, disfrutaba hasta el deleite el derroche de talento que, encada entrega, el Maestro Rueda tratando diferentes tópicos, nos regalaba.

Una de esas veces, trató un tema que me sorprendió, quizátrivial, pero manejado con tal gracia y brillantez que tomó categoría de obrade arte, se trataba de una especie de protesta del Maestro frente alcomportamiento errático de los gallos capitaleños, que según él, cantaban “a lahora que les daba la gana” por lo que se había convertido en un riesgo tratarde levantarse  “con el cantío del gallo”.

Tanto me gustó el enfoque dado al tema por Don Manuel y por susacertadas precisiones, que desde mi humildad me atreví a robustecer su tesis.

Esto es lo que escribí:

Johnny G. actuando en obra de F. Domínguez
             Era un jueves30 de noviembre, el sol de frente aún molestaba un poco, manejaba con cuidado,me  faltaba muy poco para llegar a lacapital. Entregar en la compañía me tomaría media hora, estoy en buen tiempo.

             Depronto. Ocurrió lo que había temido en todo el viaje: ¡Pum! Explotó una de misgomas, lisas  como globo de cumpleaños,suerte  que fue de atrás. —¡ni modo!— Bajédel auto y me propuse a cambiar de vejiga. El camino lucia desolado, debíahacerlo rápido. Saco la repuesta, los utensilios necesarios y por si acaso laúnica arma que portaba, un viejo machete recortado del cual nunca he sabido elcalibre.

            Sólo mefaltaban dos tuercas por apretar, y entonces empecé a verlos, en el cañaveralal borde del camino, por una trocha ancha, iban ellos en perfecto orden;callados, de todas clases colores y tamaños, era  un río de plumas y crestas, miro hacia elotro lado y más gallos y al otro y al otro —¡venían de todas partes!—. Todos sedirigían a un solo punto.  

—¡Ofrezcome y to estos gallos!
 
          Me armé devalor y decidí ver hacia donde se dirigían, me fue fácil por la cantidad y elorden de la masa gallística, seguí por todo el borde del inmenso cañaveral sinperder de vista los gallos. ¡Era imposible! Llegué al punto de reunión, elcañaveral en el centro desaparecía dando paso a una llanura inmensa mas grandeque la explanada del puente de la 17.

          Era un marde gallos, de Calidad, Manilos, Cocote Pelao (japoneses), Quiquiriquí en fintodos los gallos que yo había visto durante toda mi vida estaban allí reunidos.

Pero, ¿porqué y para qué?

Gallo Manilo
Decidí acercarme por toda la orilla hacia una especie detribuna o tarima que aprecie a lo lejos, más a la izquierda que al centro de lamasa gallística, allí  encontré, los queobviamente eran los dirigentes de la masa: un inmenso Manilo, quepresidía la tribuna, o mejor dicho el palo, (era la rama de un gigantescoárbol, de esas “ectópicas” que toman siempre un camino bizarro). A un lado del Manilo, como Vice o Secretario General, aprecié a un hermoso Canelo de calidad,tusado y como acabado de rociar porque su cresta y cocote rojos brillabanhaciendo juego con el fulgor que se desprendía de sus pequeños ojos.Conformaban el “Palo Directivo” otro Gran Manilo de plumas totalmente blancas,un Quiquiriquí que apenas se notaba y un Cenizo Cruzado que parecía el masviejo…

De repente en el silencio profundo de la tarde, sololevemente interrumpido por el roce de plumas de los gallos conglomerados, sedejo escuchar una voz grave y poderosa que dominó por completo la llanuradiciendo:

—¡Gallos Capitaleños!

Gallo Japonés
Con tanta fuerza y autoridad que hasta yo me sentí aludido.Y siguió diciendo el  Gran Manilo:

—Sabía que podía contar con ustedes, en este momento que sesienten tan agredidos como yo, por las ofensas del señor ese, que tuvo laosadía de llamarnos decadentes. (En esta pausa murmullo de alas como aplausos) 

El ManiloPresidente despliega ambas alas pidiendo silencio y continúa su alocución:

—¡Compas gallos! (noto que el manilo no cae en ganchos nicompañeros ni compatriotas)Nos hemos reunido aquí, porque la directiva de Asogaca, queme honro en presidir, ha decidido demostrar al señor ese, que nosotros los Gallos Capitaleños todavía valemos y más demostrarle que en relación a losgallos campesinos, nosotros, más civilizados, más cultos, más organizados,tenemos un mayor control de nuestro canto. 

De manera airada y elevando el tono el Manilo pregunta:

—¿De dónde saca ese señor que nosotros estamos enfermos delos nervios? ¿Cómo se atreve a decir, cito: “Estamos  ante un gallo histérico, disminuido, afectadono solo de amnesia sino de egolatría” (termina la cita)

Gallo Bolo
El Manilo respiro hondo, la cresta se le hinchó y vociferómás que dijo:

—¡Nos llamó Gallos Locos! Cómo permitir que una sentencia como esa quede sin rebatir? Debemosdarle un escarmiento como se merece al señor ese, que eche a rodar, haciendohonor a su apellido, todas las barrabasadas que en nuestra contra publicó.

En ese momento la masa gallística no soportó más, sebatieron todas las alas al mismo tiempo, con tal estruendo y fortaleza que latierra bajo mis pies la sentí moverse. Afortunadamente la autoridad y liderazgodel casi gigantesco Manilo se impusieron nuevamente, se hizo el silencio. Loque aprovechó el presidente de Asogaca para continuar:

—La directiva, que me honro en presidir, ha decidido lo siguiente:

-1ro. Aplicar la máxima condena del Picotazo Limpio, alpollito que se atreva a piar, a la gallina que diga clo- clo  ¡y mucho más! Al gallo que se atreva a cantaren la casa del señor ese. (murmullos de aprobación)

2do. Para taparle la boca al señor ese, hemos decidido daruna demostración ¡No solo de fuerza! (Subiendo el tono y golpeando con una desus espueladas patas en la rama) Si no de inteligencia, habilidad yorganización. (Estas ultimas palabras dichas en un tono mas bajo y pausado, a“lo Balaguer”).

Hermoso Gallo Giro
(Subiendo casi agresivamente el tono) ¡Porque no es verdad,Gallos Capitaleños, que seamos unos desarrapados sin oficio y sin dueños,equivocados  siempre de hora y de lugar,como el carajo ese (el  manilo estáperdiendo compostura) sin medir consecuencias, atrevidamente ha escrito. Es una lastima que aquí no prosperen las demandas por dañosy perjuicios. —Comentó el Manilo al margen y continuó:

Como decía, vamos a demostrarle de lo que somos capaces.Para esto, la directiva ha decidido, luego de consultar al Cenizo que esnuestro Director encargado de meteorología (el Cenizo levantó un ala) que elsábado próximo siendo exactamente las 5:40 de la mañana, todos nosotros queconformamos la Asociaciónde Gallos Capitaleños, empezaremos ¡a cantar de voz en cocote! Hasta las seis,porque en ese lapso, según nuestro Encargado de Meteorología, la capitalempezará a despertar su mañana con la hermosa tibieza de los rayos doradosdesde el horizonte, (¡El Manilo me salió poeta!) para demostrarle al tal Rueda, ¡que gracias a nosotros! el amanecer tiene emoción y prestigio.

¡Esa es la consigna! ¡El sábado desde las cinco cuarentaminutos de la mañana a elevar nuestro hermoso canto de voz en cocote paraanunciar, como siempre, la salida del astro rey! ¡La victoria es nuestra, compas!

Estruendo ensordecedor de choque de alas de la multitud gallística.

Gallito Quiquiriquí
Antes del desparpajo que se veía venir, me retiro conrapidez, aprieto las tuercas y parto raudo con las palabras del Manilo bailandoen mi mente…Sábado, cinco y cuarenta…

Me acosté temprano, puse el despertador ¡Esto no me lopierdo! Estaba ansioso.

¡Las cinco y cuarenta! ¡Fue un éxito!  ¡Asogaca hatriunfado! ¡Que concierto mas hermoso! Me imagino al inmenso Manilo dirigiendola sinfonía a contrapunto!!

Después de deleitarme unos minutos, salto de mi cama y abrola ventana para bañarme en la tibieza de los primeros rayos solares…

Viejo Gallo cenizo
¡Oh, qué frustración todo estaba oscuro! ¿Qué ha pasado? ¡Lanegrura de la noche predominaba, a pesar de los cantos hermosos de los miembrosde Asogaca!

Cuando el sol asomó a las siete y unos minutos, ya le habíaperdido el interés, a lo lejos escuché lo que me pareció el canto de un gallo, se oía tanronco y distorsionado que no me atrevo a afirmarlo.

No se qué habrá hecho la directiva de Asogaca con el ViejoCenizo.