viernes, 28 de diciembre de 2012

El compromiso emocional... ha concluido



Nota: Perdónenme que hable hoy, en La Pasión Cultural, un poco de política. No pude, o quise, evitarlo. Deseaba aclarar lo antes posible la naturaleza de mi desencanto.

Desde hace unos días Héctor Acosta (el Torito), excelente artista popular dominicano, viene publicando en las Redes Sociales, que otorga hasta el 30 de diciembre a Miguel Vargas e Hipólito Mejía un chance para terminar las diferencias que, desde un tiempo para acá, dividen al Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y que, estoy convencido, han sido las causas fundamentales de las diferentes derrotas que ha sufrido ese partido político.

La historia social del PRD es harto conocida. Por lo que referirme a ella es innecesario.

Pero ni los méritos acumulados constituyen una justificación para el desastroso desempeño que ha tenido ese partido en la última década.

Permítanme precisar que la primera militancia política del suscrito fue en el Partido Comunista Dominicano (PCD). De allí salí al regresar desencantado de la Unión Soviética, a la cual suponía "Capital del Marxismo" y en la que encontré vicios mas graves que el en Capitalismo; pero sin las ventajas de este sistema político.

Aún estando en el PCD mantenía una gran relación amistosa con el profesor Juan Bosch y hasta llegué a ser instructor artístico en algunos organismos del PLD. Sin embargo, cuando comprendí que debía tener nuevamente participación partidaria me decidí por el PRD. Esto, porque entendía que Peña Gómez constituía, para aquellos tiempos, la mas clara oposición al ultrajante balaguerato; del cual era el propio Peña una víctima ideológica, cultural y social. Mi amistad entrañable con el escritor, intelectual y político Tony Raful, la cual todavía se mantiene inalterable, también fue factor en la decisión de entonces.

Como no acostumbro a pasar factura, no enumeraré las posibles contribuciones políticas y culturales que hice al partido blanco en todos estos años de militancia. Me limito a informar que en la última campaña electoral fui Presidente en Funciones del Comando Cultural de Campaña, con todo el compromiso y sacrificio que tales atribuciones obligan.

Varias veces oralmente, y unas tres por escrito, he cuestionado al PRD por la falta de coherencia, ideología, metedura de pata, luchas internas y desnaturalización luego de la desaparición de Peña Gómez.

Hace unos meses que Tony Raful inició una saga de elaborados artículos en los cuales, precisamente, cuestiona la falta de ideología de su partido y reseña la forma en que una oligarquía, irracional e inculta, se ha adueñado del PRD luego del fallecimiento de su líder emblemático.

Sombríos fueron el panorama y el futuro diagnosticados al PRD por Raful, si no se producía una revisión ideológica profunda. Igual, si no quitan las riendas del partido a esa oligarquía despiadada e ignorante.

Recuerdo haber comentado con Raful que no había forma de que los cambios que solicitaba en sus artículos ocurrieran. Como tampoco había manera de que esa oligarquía, que asaltó en algún momento al PRD, soltara el control del mismo. No juzgo necesario argumentar esto ante todas las evidencias que vemos a simple vista.

Como observo los asuntos, este último pleito perredeísta no es una contienda entre Miguel Vargas e Hipólito Mejía. No es siquiera la simple lucha de dos caracteres. Por supuesto que no. Es algo mas profundo y tenebroso que eso. Es una contienda que se produce por el vacío cultural del partido y por la renuncia a la verdadera razón de ser del PRD, construida desde su propia historia.

Dirigentes y simpatizantes del partido del jacho gustan decir que este es un sentimiento arraigado entre muchos dominicanos. Aunque podría no voy a cuestionar esto. Empero, en mi caso demando mucho mas del partido con el cual me involucro. Aunque como artista desarrollo internamente exquisiteces emocionales, como intelectual resulto ser demandantemente Racional. Nada, ni las religiones, puedo aceptar si no pasa por el tamiz de la Razón. 

De todos modos hasta el cacareado sentimiento perredeísta en mí caso se ha perdido.

Por todo esto, y para no alargar innecesariamente esta declaración, digo públicamente a mis amigos, allegados y lectores que... ¡No mas! ¡Tiro la toalla! ¡Me alejo radicalmente del PRD! Nada hay en ese partido que despierte mis simpatías, sentimientos e interés.

Si el PRD encontrase el rumbo, aunque lo dudo, y descubriese una fórmula unificadora y triunfadora, lo voy a celebrar. Pero todo eso lo harán sin mi participación y concurso porque yo acabo de desmontarme del buey.

Sé que algunos amigos perredeístas no estarán de acuerdo conmigo. Bueno... yo tampoco estoy de acuerdo que ellos sigan en un partido que se ha traicionado a sí mismo. Aún así, respeto su decisión de continuar allí. Aunque no me sienta cómodo al decirlo, ellos deben  respetar la mía de alejarme... para siempre.

¡Telón!