martes, 5 de julio de 2011

Una cultura urbana que se anida


Una cultura urbana que se anida
La Pasión Cultural
Carlos Andujar

Nota al margen: Ayer teníamos montado este trabajo de mi admirado y respetado amigo y brillante intelectual Carlos Andújar. Empero, cuando estábamos listos para dar la orden a uno de mis dedos que pinchara en el botón de publicar, nos llegó un artículo sobre el condotado investigador de la autoría del no menos brillante historiador cubano José Abreu Cardet. Le dimos paso, primero, a las muy justas poderaciones que hacía hacía Abreu Cardet sobre el sociólogo y antropólogo cultural Carlos Andújar. Hoy publicamos el artículo de Carlos, que es una muestra palpable de toda su cultura y su sapiencia.
Las transformaciones sociales que vive la sociedad dominicana en todos los aspectos de la dimensión social y cultural es notable en las modalidades y estilos de vida que acompaña a la ciudad de Santo Domingo y la ciudad de Santiago, que siguen siendo las de mayor impacto social y cultural del país.

No solo los graffittes son un símbolo urbano presentes en la ciudad de Santo Domingo y Santiago, sino también los desplazamientos en las convocatorias y encuentros sociales que cada fin de semana y hasta los días comunes de la semana, es posible observar en los Centros y Plazas Comerciales cada vez mas concurridas y visitas por distintos públicos, dominantemente jóvenes.

La música y formas de diversión expresan otras experiencias, otras visiones y otros gustos. Lógicamente que hay en todo esto también una impronta social y de clase evidente y que refleja precisamente estos procesos de exclusión pero igualmente cercanos a esta nueva cultura urbana que domina la sociedad actual.

Posiblemente convocados por el celular, estos jóvenes han ido ganando espacio social y la ciudad se va definiendo a partir de sus intereses comunes y generacionales.

La ciudad lleva un ritmo metamórfico que a veces asusta, en su paisaje urbanística, arquitectónico, y de socialización. No es preocupante sin embargo, que este avasallante e improbable detenimiento de cambios, no sugiere en nosotros temores. Cada generación es hija de sus utopías y expectativas y le impregna a la sociedad, sus estilos, grupos y mundo cultural, su manera de asimilación del referente histórico, social, cultural de su contemporaneidad, a veces lo que se divorcian, son las viejas generaciones en la forma en que estos son, no solo interpretados sino, y sobre todo, explicados.

La visión de que estos jóvenes no tenían sueño, se opuso en la ocasión de la demostrabilidad militante y desde la ciudad de Santo Domingo y Santiago, se levantó un movimiento social urbano, de reafirmación de una pertenencia alrededor de los que muchos han llamado la ola amarilla (Coalición Digna, 4 % a la educación, rechazo a la cementera en los Haitises, y otros movimientos jóvenes como Toy Jarto, La Multitud, etc.), capaz de frenar la razón de Estado.

Desde las ciudades se experimentan alteraciones del patrón de vida y al mismo tiempo nos indica un dominio eminentemente urbano de las ciudades, que nos obliga a pensarla como laboratorio de los desafíos del porvenir.

Concentrando la mitad de la población del país, Santo Domingo y Santiago, son espacios de vida que marchan a pesar de las amenazas sociales, de los traspiés de la política, del atraso social de una vida urbana moderna, de espacios públicos limitados y riesgos. Ciudades cargadas de un surrealismo caribeno pero profusamente reafirmada en su historicidad romántica y de su tradicionalidad mimética.

La ciudad de Santo Domingo, mas que Santiago, se compromete cada día a ser vida en su propia densidad, en su mismicidad poética desplazada por una cotidianidad e inmediatismo tercermundistas, que oculta sus secretos y nos convoca a descubrir sus encantos y vivirla, a contrapunto de la modernidad, en una postmodernidad cosmopolita y atemporal.-