sábado, 26 de marzo de 2011

—Giovanny, se me ha extraviado Marcio...


—Giovanny, se me ha extraviado Marcio...


 ¿Cuál Marcio? ¡El grande! ¡El más completo, el más prolífico, difundido y el mejor escritor dominicano de todos los tiempos!

¡Marcio Veloz Maggiolo, el poeta, el ensayista, el narrador, el investigador arqueológico, el articulista y el pintor.
Giovanny, se me ha extraviado Marcio... Entré al Banco a hacer unas diligencias y le dije que me esperara afuera. No lo encontré ahí. Lo he buscado... —me dijo angustiada su esposa Norma Santana, frente a la góndola de los vegetales de la Sirena recién inaugurada en la 27 defebrero esquina Avenida de Manoguayabo.

Seguramente debí verme muy ridículo cuando abrí los ojos a tal nivel que parecían dos lunas gigantes.

Miré, y con el gesto obligué a Norma a hacerlo también, hacia la cafetería del Supermercado con la esperanza de que hubiese caminado, cansado de esperar, hacia ese lugar. No estaba allí.

—¡Te ayudo a buscarlo, Norma!



No sé si Norma Santana escuchó todas mis palabras. Es que esa vez mis pies eran más rápidos que las palabras articuladas, casi igual que mis ya inquietos pensamientos. Crucé en milésimas de segundos la sección de los artículos para el baño, el cuerpo y el pelo. Deduje que Marcio, fanático como yo de las estilográficas, podría estar buscando una en las góndolas escolares.

—¡Aquí tampoco está!

Como comprenderán ya tenía el corazón fuera del pecho. Alcancé a ver a Norma que corría desesperada hacia el estacionamiento.

A todo esto no sabía dónde —¡Carajo!— había dejado el carrito con los artículos comprados.

En nuestro país hay escritores prescindibles los cuales deberían perderse siempre. Pero mi querido amigo Marcio no tiene derecho a desaparecerse nunca.

Supuse, prejuiciado, qué diría la ignorancia cuando fuéramos a informar que este hombre estaba extraviado: —¿Y quién es él?



Estoy seguro que fulminaría a alguien con la mirada antes de decirle que era Premio Nacional de Literatura, cuatro veces Premio Nacional de Novela, Premio Nacional Feria del Libro “Eduardo León Jiménez”, Premio José María Arguedas. Es el mismo narrador que escribió “La fértil agonía del amor”, “De cuentos, recuentos y casi cuentos”, “De cuentos para otros milenios”, su magnífica novela referencial “Ritos de cabaret” y su última novela, la inmensa "Memoria Tremens"; entre un montón de obras impresionantes.


Como ensayista Marcio ha agotado casi todos los temas del saber. Memorables son sus ensayos: “Memorias para un Himno Nacional bailable”, “Memorias para una humanidad fermentada”, “Memorias del más allá”, “Villa Francisca y los hijos del Padre Andrickosn”, “Sobre béisbol y postalita, “La meteorología como salsa política”, “Lucho Gatica, la Feria y la Invasión de junio”, “Daniel Santos: machismo y bolerismo en el caribe”, “Ellos vinieron volando sobre el mar”, “De la sorpresiva dieta aborigen”, “Ahora nos quieren quitar la magia”; entre otros miles.

No sé por que recordé cada palabra que Marcio escribiera en aquel extraordinario artículo llamado “La Memoralidad del Perfume”. Sentí mucha pena por cualquier mortal que no ha leído aquel ensayo del laureado escritor. Si Patrick Süskind lo hubiese hecho seguramente habría logrado la profundidad deseada en su celebrada novela “El Perfume”. Le dimos una nariz para que oliera el universo y prefirió quedarse en el best-seller.


En ese momento, ya más perdido que el propio Marcio, no sabía dónde más buscar. Se me ocurrió que podría estar chequeando productos dietéticos. Salté hacia esa góndola. En el trayecto recordé su breve y brillante poema “Canto”.

Canta lo que te venga en ganas,
el grano de maíz y la locomotora,
el satélite ruso y la lombriz de tierra arrepentida
el pequeño escupitajo en la cara del señor Embajador,
el pájaro leñador o carpintero,
la mierda y la guitarra,
el sonámbulo y la luz eterna de América encrespada.

   Canta a Puerto Rico
y a Madagascar y a Zambia,
el saca clavos y la siembra,
tienes que cantar los atardeceres aburridos y el temblor de
           la tierra,
el brinca la tablita y el pan,
el sereno y la yuca y el boniato,
el saltamontes típico de Europa y salta fiestas típico
           de América,
la carga fugitiva del cigarro
y la llama votiva del sexo alucinado,
la sopa bien casera
y el menú del restaurante Mario’s,
las sandalias de Iván y la voz de Francisco,
el fusil anegado
y el cañón colonial, colonialista.
Canta.
No dejes de cantar.
En el gerundio hay bosques de ceniza,
por encima del verbo y de la verba hay millones de genes,
por detrás de los genes razas, pueblos muriéndose de hambre;
cantar.
Sí.
Y.

Tampoco estaba buscando productos dietéticos.

—¡Qué maldita vaina!

Decidí ir al espacio de las computadoras y ese tipo de cosas. Marcio es un viejo-joven que desde hace mucho tiempo se abrió a la “técnica” de esta época. En el camino repetía enloquecido versos de su poema “Memoria de Amín”: 

La insólita pistola inenarrable,
grande, como un Sahara,
brillante como un sol sobre el costado.
La enorme mano tensa,
el gran dedo y el inmenso gatillo, cual trompa de elefante:
El sonido brutal
que abre zanjas y destroza edifico en el planeta entero,
y el pequeño,
el diminuto cuerpo destrozado
del hombre que pensó en los demás hombres.

No había un alma en el espacio donde vendían computadoras y demás yerbas.

—Bueno... ¿y ahora qué? ¿Cómo llamar a Tony Raful, José Rafael Lantigua, Andrés L. Mateo, Carlos Esteban Deive para decirles...Marcio se ha perdido? ¡Coño, esa vaina es demasiado grande para mi!

Indefectiblemente me tocaría hacerlo. Norma no podría encargarse de eso y nosotros éramos los únicos testigos de excepción.
Decidí empezar por Raful, con quien acostumbro a despachar asuntos culturales y del alma casi todas las tardes desde el Boga-Boga. Conozco bien a Tony y se de su gran cariño y admiración por Marcio. Cuando recibiera la noticia iba a volar en su vehículo hacia la Sirena.
Recordé que tenía dos proyectos pendientes con Marcio: dirigir una obra de teatro que escribiera para mi y co-escribir otra en este mismo año. Proyectos con los cuales Marcio Veloz Maggiolo me honraba sobremanera. Igual como lo hizo aquella vez que pretendieron prohibir la presentación de mi obra “El Sucesor” en el Teatro Nacional. La defensa escrita por Marcio (igual que la de Tony Raful, Andrés L. Mateo, Dagoberto Tejada y el padre Avelino Fernández) fue radical.

—Carajo, Giovanny, no es momento para distraerte en estas cosas.— Me dije casi a punto de morir.

De repente, alegre, me di cuenta que la cultura y la literatura dominicanas existían todavía. Marcio, totalmente abstraído, arrastrando un pequeño carro del Supermercado, contemplaba herramientas en la góndola de Ferretería.



Era el lugar más insólito para buscarlo. ¡Pues allí estaba! Abrió los brazos cuando me vio como si quisiera con el gesto celebrar el encontrarse conmigo.

—Te estaba buscando. Tu mujer y yo estábamos angustiados por tu ausencia —dije con cierta severidad en el rostro.

—¿Si? Recuerda que tenemos varios asuntos literarios pendientes. Como me he mudado cerca de ti vamos a juntarnos cualquier día de estos para comenzar a despacharlos —dijo el inmutable Marcio.


Y ahí mismo nos enfrascamos en una conversación literaria olvidándonos un poco de Norma y sus seguras ansiedades. Empero, una voz en los altoparlantes volvió a asignarle su rol protagónico en la búsqueda del esposo perdido.

¡Señor Marcio Veloz Maggiolo, su esposa lo espera en Servicio al Cliente!
No te muevas de aquí. Voy a buscar a Norma —dije yo.

Lo hice. Me separé de ellos un rato después. Recogí mi carrito con productos al que agregué unas manzanas verdes.


Cuando estaba en la caja, dos ejecutivos y tres empleadas me llamaron para hablar del asunto. Todos sabían quién era el personaje. Una empleada me sorprendió en demasía. Había leído varias obras publicadas por el gran y mítico escritor dominicano y lo admiraba. Todos dijeron leer siempre los artículos de Marcio.


—Don Giovanny —dijo la empleada que había avisado por las bocinas que se esperaba a Marcio en Servicio al Cliente. —¿usted se imagina qué pasaría si ese hombre desapareciera?

Reflexioné unos segundos. No estaba seguro que la misma empleada entendiera el alcance de sus propias palabras. Finalmente dije: Si eso pasara tendríamos que reinventarlo. Él es... sencillamente imprescindible.

Ya Marcio y Norma habían pagado. Caminé con ellos hasta el estacionamiento. Conversé con ambos sobre los beneficios de la vacuna anti-envejecimiento y prometí hacerles, a propósito, un contacto con Esperanza de Peña y Osiris Madera
Cuando nos despedimos tomé prestada una expresión que los argentinos sólo les dicen a los grandes: ¡Marcio, no te mueras nunca!

Poco a poco la mano construyó la memoria:
hilos de pensamientos fueron anudándose y se tornaron fuertes
y ostentosos… Y así, de una actitud a otra, la cultura fue la memoria
de las tradiciones;
el simple y vil bostezo repetido;
el modo de matar la cucaracha,
el colocar carne junto al fuego,
y el repetir el fuego (entonces –vinieron los dioses de la lluvia—,

¡Telón!

El "Dramas" de Carlos Castro





“Dramas”, unespectáculo que hurga en la “modernidad a la dominicana”




Deldirector Carlos Castro, la obra se estrenará el viernes 1ero de abril en la 4taEspacio Teatro, Zona Colonial




Mi colega y amigo Carlos Castro presentará en la 4ta Espacio Teatral, a partir del 1 de abril del presente año, su creación escénica "Dramas". Hecho que particularmente celebro. Aquellos que creemos en un Teatro de Arte no podemos ceder espacio a la basura que algunas veces consigue, sospechosamente, espacio en salas dominicanas profesionales. Ya este año hemos visto en escena varias muestras significativas de que el buen teatro no está por doblegarse. Entonces, este es un momento propicio para que la tendencia de calidad continúe. Al mismo tiempo que aplaudimos la feliz ocurrencia de Carlos y su Teatro sin Nombre, damos cabina a una nota remitida a La Pasión Cultura por Alfonso Reyes.

El teatro eleva su calidad con la puesta enescena de “Dramas”, un montaje del Teatro Sin Nombre (T sin N), dirigido por el dramaturgo Carlos Castro, quehurga en la vida moderna a la dominicana, donde lo popular emerge desde el pisocreativo de las “malas palabras” y desde los lenguajes no verbales.

El espectáculo, que  seestrena el viernes 1ero de abril en la 4ta Espacio Teatro, Zona Colonial,profundiza la investigación sobre la dramaturgia urbana que viene desarrollandoCastro desde finales del siglo pasado.

En esta ocasión, y yendo más allá de Roberto Zucco, montaje en el que Castrose reveló como uno de los dramaturgos más sólidos del país al sorprender alpúblico con la alteración del horizonte cultural urbano de la RepúblicaDominicana del siglo 21, dejando entrever una perspectiva antropológicapostmoderna, el director del T sin N trabaja con los destacados actores DonisTaveras, Manuel Raposo y la actriz Wallis Uribe.
“Este espectáculo toca dos tópicos que hace tiempo vengo explorando enel montaje y en la dramaturgia escrita. El primero vinculado al impulso, elgesto, el mundillo de nervios y sangre que contiene la profundidad de la accióncorporal; el segundo es de carácter conceptual, vinculado al sub mundo depalabras, códigos, acciones duras y sucias que subyacen en la sociedad donde lamodernidad llegó de noche y con los ojos vendados”, expresa  Carlos Castro al explicar los motivosde su nuevo trabajo.

 “Dramas” no solo explora elmundo suburbano desde la óptica de su creador y director, sino que pretende unrecorrido deconstructivo de los discursos dominantes, a la vez que se afinca enlas “malas palabras” para conducir al espectador a esa cotidianidad que elpoder congela y cosifica.

El tema de la cotidianidad, según Castro, ha quedado atrapado en lajaula de la superficialidad de la música popular, de la vulgaridad de loscomediantes y la carencia de análisis de sus causalidades. “No olvidemos–recuerda- que para ser intelectual en República Dominicana existe un protocoloque incluye el saco y la corbata como signos del saber”.

Agrega que pocas veces la mirada de los intelectuales y de los artistascriollos se ocupa de  cosas suciascomo el olor a cuero, los códigos de los ladrones y de los delincuentes, lasdrogas, el mundo lésbico, los pordioseros y el acontecer de la calle, aspectosexplorados en “Dramas”.

“En estos dramas se hurga en una estética del gesto y de la palabra duray ácida, sin pelos en la lengua”, revela Castro al expresar que el espectáculoconstituye un arañón instintivo en un mundo de sorpresas verbales y corporalesque atraviesan la cotidianidad dominicana.

Teatro sin Nombre (Suelto)


El Teatro sin nombre (T sin N) esun proyecto teatral que no tiene estructura ni le interesa, es unteatro errante que desaparece después de cada montaje, los actores quedan sincompromiso con estructura o entidad alguna.  

 T sin N  no tiene ni le interesa direcciónelectrónica ni blog ni contacto en redes sociales.  Su director quiere hacer teatro con dignidad y alegría.

T sin N esun proyecto libre, a la medida de una sociedad donde el compromiso ético no seasume  como una responsabilidaddignificante sino como una desgracia que mata el encanto de crear un espaciolúdico para el disfrute de todos.