martes, 28 de julio de 2009

Neuronas: disco duro cerebral

El complejo y enigmático cerebro humano está permitiendo, en los últimos treinta años, que el hombre obtenga informaciones, cada vez más precisas, aunque no en demasía, sobre su comportamiento, morfología y procesos funcionales.
Nadie desmiente ya el descubrimiento de Ramón y Cajal sobre el rol de nuestras 100 mil millones de neuronas.
Son espectaculares los avances que se han realizado para entender el complejo proceso de cómo la palabra oída llega a zonas específicas del cerebro, que la procesa en una millonésima de segundo para convertirla en palabra hablada.
El papel que hacen las neuronas, células altamente especializadas del cerebro que se aíslan en el Cortex y con cuya totalidad contamos prácticamente desde nuestros primeros segundos de vida, todavía parece ciencia ficción.
Erróneamente creíamos que para recordar algo, o a alguien, cientos de neuronas, mediante la sinapsis, reunían datas, audio e imágenes de lo que pretendíamos recordar.
Sin embargo, hoy se sabe que una sola neurona, actuando como un especializado disco duro, puede almacenar una sorprendente cantidad de informaciones.
Quizás esto explique la rara y bien ponderada capacidad de los actores para memorizar largos y disímiles textos teatrales.
Los científicos han descubierto que las células cerebrales que recopilan informaciones para ponerlas a disposición de la Memoria no son, necesariamente, millones como se creía. Sólo unas cuantas necesitamos para realizar esa función.
Desde estas premisas parto para declarar que es posible clausurar determinas secuencias neuronales y seguir funcionando otras actividades cerebrales.
Por lo tanto, podemos olvidar, selectivamente, algunos aspectos de nuestras vidas sin que esto afecte la mayoría de nuestras actividades vivenciales.
Casi podríamos plantear la posibilidad de realizar una especia de una huelga neuronal. Lo que podríamos llamar “Huelga de neuronas caídas”.
Todos conocemos individuos que han olvidado el ejercicio del pensamiento. Apenas viven “celularmente” (Que trabajo me dio escribirle el subfijo “mente" cuando tengo que hablar, precisamente, de los no mentes).
Pues esos individuos se alimentan, beben, comen mangú y mucho chicharrón de Villa Mella, o de donde sea; eso, para estos y estas, no tiene la mayor importancia; se tragan las mentiras de los presidentes y hasta creen que en verdad tienen libertad de expresión o de pensamiento.
¡Ingenuos! ¿O desmentalizados?
Esos son los que suelen preguntar: ¿El arte, la literatura y la cultura para que sirven?
Lo curioso es que aunque desprecian la cultura sus animaladas son parte de ellas.
Pero recuerde el lector que no solamente conforman este grupo los comechicharrones de aquí. ¡No!
Hay, también, políticos, comunicadores, religiosos, militares, funcionarios y hasta grandes empresarios que integran este… no precisamente formidable conglomerado.
¿Se me escapó alguien?
¡Claro! La matatana de "El Graduado", la que despidió a Iván García: Clarisa Paulino.
Pero que no cunda el pánico, que no sufra nadie, porque aunque un día una de mis neuronas borre su recuerdo no olvidaré del todo lo que hizo, porque como escribio el genial Albert Camus: “El corazón tiene su memoria.”
¡Qué vaina, eh!

G.C.