miércoles, 28 de diciembre de 2016

Entre Marcial Lafuente Estefanía y Miguel Decamps

Entre Marcial Lafuente Estefanía y Miguel Decamps
Por Giovanny Cruz Durán.


A pocas millas de Dodge City, tres jinetes descienden de sus caballos, a los que cubren con unas mantas secando el copioso sudor que pone un brillo metálico en la piel. extenuados, déjanse caer al suelo, recibiendo la caricia de la verde hierba protegida del sol por un grupo...”

No recuerdo exactamente cómo Miguel Decamps y yo comenzamos a hablar del escritor toledano Marcial Lafuente Estefanía y de sus 3000 novelas de kioscos publicadas.

Ambos hospedados en un pequeño Holliday Inn de New York, solíamos escaparnos  y procurar nuestra propia nostálgica bohemia. Íbamos, creo recordar, camino a la plaza Eataly cuando de repente admitimos ambos que habíamos leído una muy buena cantidad de las “novelitas de vaqueros” de M. L. Estefanía.

Yo conocí y compartí con M. L. Estefanía —dijo Miguel de pronto, sosteniendo una sonrisita maliciosa entre los labios. Por supuesto que en mí asomó el asombro y el interés de rigor.
Bueno... con uno de los tantos “M. L. Estefanía...” —corrigió Miguel.

Ocurre que Miguel Decamps trabajó es Barcelona para la editora  Seix Barral. Allí conoció un hombrecillo (flaco y con mucho menos de cinco pies de estatura, uno de esos tipos que debemos tildarlos de “enanos falsificados", de crecido pelo lacio que partía a un costado). El individuo, cuyo nombre se ha perdido en los intrincados recovecos de la memoria, trabajaba como cajista de Seix Barral. Un cajista, en los inicios de las imprentas, era un hombre culto que debía preparar (con piezas de plomo) los moldes que luego pasarían a ser impresiones.

Con este cajista catalán, Miguel no tenía mayor contacto que lo protocolar dentro de un ambiente de trabajo. Por eso a Decamps le sorprendió que una tarde aquel individuo lo invitara a tomar vino y disfrutar de las siempre generosas tapas catalanas. La misteriosa invitación quedó explicada inmediatamente comenzaron a tomar las primeras copas de vino. El individuo dijo que había logrado vender varias historias que serían incorporadas a la producción literaria de Marcial Lafuente Estefanía. Lo que garantizaba un buen dinero de ahí en adelante.

El pequeño cajista nunca había ido a los Estados Unidos de América. Y sin las ventajas entonces de Google, se las ingeniaba para estudiar geografía, historia y costumbres de los escenarios del Oeste norteamericano en los cuales transcurrían las historias.

Un poblado minero, muy pequeño, se elevaba a pocas millas de Placerville, con un salón para divertirse, pero los mineros preferían recorrer unas cuantas millas más y hacerlo con más libertad en El dorado. Los mineros, en general, vivían desconfiados y recelosos siempre de la sorpresa del enemigo que continuamente acechaba. Se sentían más seguros en Placerville que en el propio poblado minero.


¿Quién realmente era M. L. Estefanía?

Nació en Toledo en 1903 y llegó a ser General de Artillería de los Ejércitos Republicanos. Al concluir la guerra cayó varias veces presos. Pero negado a tomar el exilio y sin poder trabajar en España como ingeniero, siguiendo el consejo de Jardiel Poncela, decidió escribir novelas de entretenimiento. La primera  fue publicada en 1943, con el título de “La mascota de la pradera” (Ediciones Maisal: Biblioteca Aventuras), y firmó un contrato con la Editorial Bruguera que le llevaría a producir alrededor de 2,600 novelitas de algo más de cien páginas. 

Para componerlas a veces se inspiró en el teatro clásico español del Siglo de Oro, sustituyendo los personajes del XVII por los arquetipos representativos del Oeste gringo; al que conoció cuando trabajó en Arizona.

Sus “novelitas” se hicieron muy populares como pasatiempo en España,  Hispanoamérica e incluso en Estados Unidos; donde la universidad de Texas las grabó para que los ciegos de origen hispano pudieran escucharlas. 

Estefanía, que realmente fue un hombre culto, cuidaba mucho la verosimilitud histórica, geográfica y botánica del Oeste norteamericano; para lograrlo recurría a tres libros en particular: una obra muy completa de historia de Estados Unidos, un atlas muy antiguo de este país, donde aparecían los pueblos de la época de la conquista del Oeste, y una guía telefónica estadounidense en la que encontraba los nombres de sus personajes, algunos representado luego en el cine por Clint Eastwood y otros.

El jinete consultó el dinero que le quedaba, antes de entrar en el pueblo. No llegaba a ocho dólares. Oprimió con sus rodillas al bruto que montaba, y éste siguió su camino sin prisa. Hacía más de dos meses que no encontraba el menor rastro que la persona que buscaba y que escapó de su lado sin decirle nada, cuando se había encariñado con él.

Las novelas se escribían y publicaban una por semana, algunas veces con seudónimos como Tony Spring y Arizona; entre otros. Alcanzaron reediciones continuas de 30,000 ejemplares.

 Desde 1958, sus dos hijos Francisco y Federico, comenzaron a colaborar con su padre en la escritura de sus novelas, llegando a escribirlas indistintamente bajo el nombre genérico del padre. Ahora su nieto Federico ha continuado su legado. Tan prolífica es la pluma familiar que, hasta la fecha —y aún bajo el sello editorial de Bruguera mexicana—, su obra de género western continúa en circulación a lo largo de América Latina y los Estados Unidos.


Habiendo publicado también varias novelas rosas con seudónimos de mujer, ya bastante mayor, el veterano escritor intentó publicar sin éxito una novela seria: "El maleficio de Toledo".


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—¡Cúbranse debajo de la mesa o escóndanse detrás del mostrador de la taberna! ¡Estamos en medio de un tremendo tiroteo a lo Marcial Lafuente! ¡Tan peligroso es esto, que voy a tener que pedir tiren inmediatamente el... Telón!

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Origen e intrigas de la ensalada rusa

Ensalada Olivier (Салат Оливье): 

la legendaria ensaladilla rusa



Ahora no sabemos cuál era el real aderezo que tenía dicha ensalada. Por supuesto que no era mayonesa. Preparar la ensalada por su creador, era en su época algo más que un secreto imperial. Repasemos algunos datos que he recopilado sobre este suculento plato.
lucien olivier
Lucien Olivier
En 1860  Lucien Olivier Guillerminav, chef de desconocido origen (¿francés?¿belga?¿suizo?) que poseía el restaurante l’Hermitage en Moscú, crea la que será la madre de todas las ensaladillas rusas que vinieron después: la Ensalada Olivier. Tal es el éxito inmediato de la ensalada, que el restaurante donde trabajaba se convierte en el restaurante de moda de la época donde todas las personalidades quieren comer y dejarse ver. La ensalada llegó a tener tanta fama que el propio zar Alejandro II fue al Hermitage a probarla.
El chef Lucien, un gran y caprichoso estratega, rodea a la creación de su ensalada de un halo de misterio, no dejando que nadie entre en su cocina mientras prepara la secretísima salsa, que es la base de la ensalada.
Interior de L'hermitage
En este restaurante de Moscú celebró su boda Chaikovski y eran clientes habituales Tolstói y Dostoyevski.
Los ingredientes originales de la receta eran muy caros. La ensalada Olivier no dejaba de ser un plato extravagante concebido para atraer a la decadente clase alta rusa. La ensalada podía llevar hasta 100 ingredientes diferentes. Entre ellos había langosta, faisán, urogallo, venado, caviar o lengua de ternera. Después se le añadían alcaparras, huevo duro, pepinillos, patatas, etc. Todo ello cortado en trozos muy pequeños y aliñados con el gran secreto de la ensalada: su salsa. El aliño que muy vagamente recuerda a la mahonesa actual, con muchas hierbas aromáticas y probablemente mostaza, que unía todos los elementos de la ensalada y la hacía deliciosa.
LO QUE ACABÓ DE HACERLA LEGENDARIA: 
Como ya hemos visto, el chef Olivier elaboraba su receta en una habitación privada para que nadie le robara su secreto. Olivier se encerraba y cuando salía ya tenía preparada la ensalada. Pero un día, en medio de la preparación de una de las ensaladas, tuvo que salir de la habitación, dicen que por la alegría de la llegada de unos parientes y dejó la puerta abierta. Esto fue aprovechado por uno de sus ayudantes de cocina, Ivan Ivanov, que entró en esta habitación y pudo, rápidamente, ver la ensalada a medio hacer, así como algunos de los ingredientes de la salsa. El secreto estaba ante sus ojos. Aunque no pudo saber en qué proporciones había que usar esos ingredientes, sí pudo hacerse una idea aproximada.

Después de eso, Iván Ivanov dejó su trabajo y se fue con su receta a un restaurante de la competencia: el Moskva. Allí comenzaron a ofertar una ensalada sospechosamente similar a la de Olivier, a la que llamaron ensalada Stolichny (ensalada capital). Esta ensalada aún se consume hoy en día y también recibe el nombre de ensalada moscovita. Se trata de una imitación de la original ensalada Olivier, aunque con ingredientes más simples. En Rusia, igual que aquí, la ensalada Olivier es un plato indispensable en Año Nuevo y en muchos otros momentos. También existe una versión en forma de sopa fría muy típica en verano, llamada okroshka. Esta sopa lleva los mismos ingredientes que la ensalada Olivier, a lo que se añade una bebida típica de Rusia llamada kvas, lo que le da un sabor diferente.
Hay gente que se pone inventar y le introduce elementos que desnaturalizan lo que todavía conservamos de esta ensalada. En mi caso jamás la prostituyo. Eso sí; faisán, venado otros y ingredientes de este tipo, no le incluyo. Pero el pollo asado es de rigor... 
Me interrumpo, como una auto censura,  porque uno amigo vendrán dentro de un rato a cenar y prefiero preparar, y probar con tiempo y en secreto, la dichosa ensalada... con trocitos de pollos... y...

Estado en Leningrado, conocí una ancianita que aseguraba a sus familiares haber sido barrendera en la cocina de Olivier. También ella, aparentemente, llegó a ver al maestro haciendo su controvertida salsa. Pero, esta viejita me dijo que no recordaba ya aquel asunto. Sin embargo, su sobrino (la persona que me puso en contacto con la anciana) me juró que ella la preparaba en la casa algunas veces. Me dio una versión aproximada del complejo aderezo. No obstante, me hizo prometerle que cada vez que me inclinara a revelar los secretos, respirara profundo y pidiera que cerraran el... ¡занавес!

sábado, 17 de diciembre de 2016

Preocupaciones

Preocupaciones

Por Giovanny Cruz Durán.



 Acabo de ver un documental sobre el auge y caída de un vulgar criminal y terrible asesino mejicano apodado «El Chapo». Es un documental extraordinario, bien realizado y mejor sustentado.

Es posible que algunos celebren el ingenio de este confeso asesino para traficar drogas y escaparse, con complicidades compradas o chantajeadas, de algunas cárceles mejicanas.

Realmente nunca lo hizo. Se escapaba de unas paredes; pero jamás dejó de ser un simple prisionero de la nefasta historia que había construido. Vivir, no importa los millones de dólares que tengas, sin siquiera poder ir con tus familiares o la mujer amas a un restaurante, a un acto público, a la escuela de tus hijos, a un centro comercial o a un cine; es llevar una vida muy miserable.

¡Todos caen!

Finalmente esa es la gran lección que vale para muchos jóvenes de nuestra América hispanoparlante. Jóvenes, o inescrupulosos comerciantes, que pueden ver en estos asesinos terribles, paradigmas o esperanzas de mejor vida.

Pero, también he estado viendo, por otro lado, en la transmisiones de los partidos de nuestra pelota invernal, unos anuncios muy preocupantes; cuyos auspiciadores y creativos estarían, imagino, celebrando como una genialidad. Se trata de unos  niños que, finalmente, promueven al béisbol como su objetivo fundamental... y preocupantemente único. ¡La única salida! ¡El super objetivo!

¡Esa es una publicidad engañosa! ¡Muy engañosa! Tanto como el falso “sueño americano”. Lo que se persigue con ella es distraer a nuestros niños de objetivos verdaderos y realistas de superación.

He estado revisando estadísticas deportivas. Ustedes se asombrarían al saber cuántos aspirantes a deportistas aficionados llegan realmente a convertirse en profesionales. Pero el asombro sería mayor si se enterasen cuántos de los firmados, o protegidos como profesionales, llegan realmente al estrellado y a convertirse en ricos golpeando con un pedazo de madera a una pequeña pelota o lanzando otras más grandes a un canasto elevado del piso.

No podemos dejar que a nuestra juventud la distraigan con engañosas y muy mal intencionadas publicidades o promesas, que casi nunca se cumplen. Incentivemos el verdadero estudio. Él es la verdadera y más segura posibilidad de progresar. Claro, que así como real, él exige de un gran y efectivo esfuerzo.

Yo podría decirles qué y quiénes están detrás de estas distracciones terribles, como las que estoy citando. Yo podría decirles por qué se está haciendo esto. Les aseguro que estos son planes diabólicos, pero no ingenua o casualmente trazados. ¡Nooooo!

Hay un macabro propósito detrás de todo esto. Hay grupos de muy alta élite que están...

Hay asociaciones internacionales que no desean...

Hay gente muy poderosa creando esto porque entiende que deben desaparecer ya de la tierra personas que...

Hay grupos que propician hasta guerras para...

Hay gente que se ha colocado por encima del bien y del mal, que muchos pensantes conocemos muy bien (y a los que la mayoría teme), que hasta están decidiendo, a través de pandemias o enfermedades planificadas, cuáles grupos humanos deben poblar el planeta... y su futuro.

Hay... hay un terrible plan maestro, no ignorado por todos, de unos super “iluminátis”, en el cual, probablemente, ni tú ni yo estamos incluidos.

Empero, tendré que detallar mucho más sobre estos asuntos en otro momento, porque ahora tengo algo de sueño y debo pedir ya... el siempre oportuno...


¡Telón!

sábado, 10 de diciembre de 2016

Inventario

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Inventario
Por Giovanny Cruz Durán



Ha poco el buen amigo, gran escritor y Premio Nacional de Literatura Marcallé Abreu me escribió, en una muy breve nota, que juzgaba obvio que yo era un hombre muy feliz, que disfrutaba plenamente de la vida. Ciertamente. Desde hace algunos años decidí ser eso... intensamente feliz. Motivos sobrados tengo para serlo.

En estos días han estado exigiendo que los funcionarios públicos presenten el inventario de sus respectivos bienes. Lo han hecho, muchos entre premonitorios engaños. Aunque no soy funcionario, voluntariamente presento declaración jurada de todos mis bienes.

Tengo:

—Tres extraordinarios hijos que quienes se precien de sensibles deben envidiarme. Dos hermanos y una madre que me tratan olvidando el semidiodato conquistado. Cuatro nietos adorables. Un montón de amados primos y sobrinos.

—Una buena biblioteca, que como tal he construido paso a paso y de la cual he sacado los libros de Coelho.

—Un perro fila y dos cuyas razas aún investigo; pero que son tan fieles como el fila.

—Una casa grande, de tres niveles aunque con poco espacio, porque estos han sido ocupados por la poesía.

—Algunos hechizos en tres de mis rincones. Y espejos en los cuales procuro descubrir el verdadero rostro del Otro, furtivo como pensamientos que deambulan en mis laberintos interiores o como el amor de las putas parisinas.


 —Docenas de puertas y ventanas para que el día no tenga excusa alguna para no entrar en la casa cuando llega la mañana.

—Amigos entrañables que se turnan para pasar por mi vida, constantes como los trenes.

—Excelentes enemigos. Y, partiendo de lo que me dijo al oído Marguerite Yourcenar de que las personas más fieles a uno son los enemigos, la calidad de nuestras respectivas vidas se mide por las calidades de las de ellos. Recientemente he tenido, lo admito, una caída. Me he procurado dos nuevos enemigos cuyas mediocridades y falta de talento, los hacen carroñeros despreciables. 

—Varios libros publicados y unos cuantos aún por publicar. En ellos he dejado un poco más que testimonios, sudor y sangre.



 —Investigaciones históricas y literarias que me producen un selectivo insomnio: ¿Shakespeare escribió realmente las 36 obras que se le atribuyen? ¿El descubridor del Nuevo Mundo fue Colón o Sánchez de Huelva? ¿Lo hicieron antes los vikingos? El Descubrimiento fue realmente una empresa de los templarios? ¿Duarte merece todo nuestro reconocimiento? ¿En cuando a noticia, alguien puede disputarle a María Félix haberse robado el Siglo XX? ¿Quién era mejor en la cocina: Miguel Ángel o Leonardo? ¿Finalmente la empanada es argentina o uruguaya? ¿Son los luases y metresas una generación que ha descubierto un puente entre dos muy extrañas dimensiones? ¿Un punto de encuentro entre Shakespeare y Cervantes? ¿Como conciliar a Dios y al hombre en el universo de la Física Cuántica?


 —Cuatro excelentes matrimonios con distintas y bellísimas mujeres (sólo cuestionables en la escongencia de marido). Todos esos matrimonios acompañados por sus cuatro, también excelentes, divorcios de rigor. Si no, el ciclo y la felicidad fueran incompletos.

—Más de dos, en mis  63 años, amantes ocasionales. Mismas infidelidades. Algunos corazones desmigajados y cientos de juramentos de amor jamás honrados.

—Copas por montones para servirme infatigables tintos italianos y cavas catalanas.

—Los vehículos necesarios y el arrepentimiento por alguna vez haber comprado un Lada.

—Un bar, tres zaguanes y dos esquinas en los cuales poder contar historias.

—Los viajes realizados y los que aún tengo pendientes.

—Un ordenador Mac al que he llamado LaGata. Mi relación con ella es casi sexual en estos momentos. Pero juro que es absolutamente discreta y confiable.


 —Una vieja amistad con Camus, Tolstoi y Paul Éluard. Hago aquí un aparte para confesar una mentira: no es cierto que jamás he probado drogas prohibidas. Cada vez que leo y releo algo de estos tres escritores, me doy un tremendo pase literario cuyos efectos duran meses.

—También tengo como bienes proclamados una palabra muy precisa, una profunda mirada de escorpión militante, un obsesivo fanatismo por las Águilas Cibaeñas y adoraciones encandiladas por Edith Piaf, Mercedes Sosa, la inglesa Adele y mis viejos compañeros de aventura como fueron los muchachos de Jethro Tull.

—Poseo tres geniales espacios para cocinar. Sólo allí puedo ahora practicar mis conocimientos de Química.

—Un viejo corazón que, aunque con ciertos extraños ronquidos, se empeña (con ayuda de un médico llamado José Luis) en caminar.

—Dos amigos (Esperanza y Osiris) que todos los años me regalan células madres procurando hacerme eterno.

Padre, perdóneme por los pecados que he olvidado y no he logrado, en consecuencia, inventariar. No creo tener tiempo de esperar para que estos lleguen a mis neuronas. Es que hay alguien en el patio de mi casa que me recuerda, a gritos, que es el minuto de pedir... ¡Telón!

martes, 6 de diciembre de 2016

Hechizos e historias en la magia de diciembre

Hechizos e historias en la magia de diciembre
Por Giovanny Cruz Durán




Definitivamente hay magia dentro de los diciembres del mundo. Pienso que esto está conectado con la vida y la muerte: final de un año e inicio de otro. 

Desde los inicios de la Civilización, el ser humano ha procurado alejar los malos espíritus de sus casas.  Para esto ha formulado variados y complejos rituales. Entre los más populares ha estado el uso de elementos que proporciona la misma naturaleza:

—Eneldo sobre el cuerpo como liberador del mal y deshacedor de hechizos. Fuera de si es o no un real propiciador de magia, sabemos que se trata de una planta con cientos de propiedades medicinales.

—Quizás el campeón de la botánica mística sea el laurel. Una simple rama de él, o un árbol sembrado en la casa, sirve para alejar a los malos espíritus o para atraer la mejor de la suerte.

—La lavanda, quizás uno más enamorado de su olor que de su verdadera historia, ha sido la flor de más uso como elemento liberador dentro de una casa. Pero también está la flor de copada (que atrae el marido ideal), los pétalos de príncipes negros (que macerados proporcionan el baño más espiritual que un ser humano pueda darse) y el hinojo (popularizado por los inquisidores, que solían aplicarlo en el cuerpo de aquellos que irían a la hoguera). 

—Quemar hojas secas de canelilla y trocitos de cedro es obligatorio dos o tres veces durante al año para purificar nuestras hogares.

—El olor del ajo parece ser desagradable no sólo para algunos humanos, sino también para los espíritus malignos.

—Puñitos de ajonjolí en tres esquinas de la casa (la cuarta libre para que por allí salgan los malos espíritus) se considera de alta y buena magia.

—El baño con 21 clavos dulces, dejados en agua al intemperie durante todo la noche, atrae el amor y la fortuna. Igual como ocurre con el agua del baño con  pétalos de príncipes negros macerados, jamás podemos dejar que esa agua se vaya por la cañería. Debemos recogerla y regarla en un lugar donde se crucen dos caminos, sendas o calles.


Pero, indudablemente, el más popular y de mayor influjo ha sido el incienso de mirra. Recuerden que estaba entre los grandes tesoros llevados al recién nacido Jesús de Nazaret por magos de Oriente. Es prácticamente imposible que en nuestras casas no quememos mirra para las grandes transiciones de nuestras vidas. El final e inicio de año es una de ellas.  

Repasemos un poco el origen de la mirra:

Afrodita, de origen fenicio, era en la mitología griega la diosa del amor, la lujuria, la belleza, la sexualidad y la reproducción. Esta caprichosa diosa podía lograr que cualquier hombre se enamorase de ella sólo con mirarlo. 

Perséfone era hija de Zeus. Su tío Hades (dios del Inframundo) se enamoró de ella un día que la joven diosa recogía narcisos. Hades se la llevó a su subterráneo mundo. Zeus ordenó a Hades que devolviera a Perséfone, pero esto ya no era posible pues ella había comido un grano de granada. Y un bocado de cualquier producto del Tártaro (el lugar mas profundo del Hades) implicaba quedar encadenado a él para siempre.

Mientras, la princesa Mirra vivía aislada en el castillo de su padre Ciniras, rey de Asiria. Siendo este el único hombre que la princesa había visto en realidad. Mirra era muy bella. Tanto, que se atrevieron a decir que era mas hermosa que la misma Afrodita. La orgullosa diosa se enfureció y la castigó a sentirse atraída sexualmente por su padre.

Ayudada por su nodriza Hipólita, Mirra hizo creer a Ciniras que había una hermosa doncella enamorada de él y que lo esperaría una noche en su dormitorio. El rey fue a la habitación y sostuvo relaciones sexuales con ella durante doce noches; pero siempre en la penumbra. Sin embargo, la noche número trece... Ciniras decidió ver el rostro de su amante... y al encender un candil descubrió que se trataba de su propia hija. Dispuso que fuese ejecutada inmediatamente. Pero Mirra logró escapar. Deambuló angustiada por las tierras orientales. Luego de millones de súplicas consiguió que Zeus la perdonase; aunque fue convertida como penitencia final, en el aromático árbol que produce el incienso de mirra.

No obstante, el enojo de Ciniras no terminaba. Hasta ella llegó cuando ya la princesa había sido convertida en el afamado y aromático árbol. Al Ciniras verla disparó una flecha, con un líquido lechoso en su punta (hum), que se enterró en la corteza del dichoso árbol. Justo a los nueve meses de esto nació un niño al que llamaron Adonis, cuya belleza fue celebrada en todo el universo espiritual y terrenal griego.


Cuando el eternamente hermoso Adonis creció, fue motivo de disputa entre varios dioses. Al conocerlo Afrodita, quedó prendada de él. Lo conquistó y lo encerró en un cofre para que nadie lo pudiera disfrutar. Para su cuidado entregó el cofre a Perséfone. Esta diosa abrió el cofre y también quedó prendada de la belleza de Adonis. Lo conquistó. Pero Afrodita no estaba dispuesta a dejar escapar su antiguo amor. Lo hechizó con su mirada y lo reconquistó.


Un día, cazando en los montes del Líbano, lo vio Apolo que, celoso de su belleza y disfrazado de jabalí, lo mató con una de sus legendarias flechas. Otra vez Adonis regresó al Inframundo y a los brazos de Perséfone. Afrodita le llevó el chisme a Zeus argumentando que no era justo que Perséfone disfrutara por siempre de la belleza de Adonis. Zeus resolvió la disputa de las diosas disponiendo que joven viviera un tiempo con una y la misma cantidad con la otra. Esto originó las estaciones en la tierra. Con Afrodita: inicio de la primavera y la desnudez del verano. Con Perséfone: inicio del otoño y el invierno.

¡Ay no! No puedo con este chisme tan grande. ¡Corran... corran... corran... tiren, carajo carajete, el... telón telonete!
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