lunes, 1 de febrero de 2010

La mentira de la víctima


En 1991 llevé a escena mi obra teatral "Amanda". En ella abordaba el tema del Vudú Dominicano. En sus exitosas presentaciones ocurrieron accidentes sangrientos al elenco de actores, músicos y bailarines.

Empero, lo que más temíamos los productores era a los posibles daños psicológicos, dado el tema de la pieza. Con ese fin nos asesoramos con varios siquiatras .

Máximo Beras Goico
fue el primer médico en ser contactado. El segundo fue César Mella. Con ambos sostuvimos varios encuentros procurando aprender a “manejar” las pasiones y situaciones que emanaban de la pieza teatral en cuestión.

La producción entendió que el peligro que entrañaba el proyecto para los artistas participantes, requería algo más que conversaciones con renombrados siquiatras. Por ello decidimos contratar al también siquiatra Vicente Vargas Lemonier.

Él trabajó con nosotros prácticamente todo el tiempo de ensayos. En una ocasión Vicente Vargas nos comunicó que debía hacer un complicado test a cada uno de los actores, porque había observado en  estos actitudes preocupantes.

Estuvimos de acuerdo y dispusimos que los actores y actrices de "Amanda" se sometieran al escrutinio psicológico. Sospechábamos de algunos que podrían tener conflictos con el tema de la pieza teatral. Pero, para sorpresa nuestra, en el test realizado, actores a lo que no notamos nada inusual, fueron los diagnosticados con tendencias a tener conflictos psicológicos. Cuando Vagas Lemonier nos habló de los resultados obtenidos y de los pronósticos, lo tomamos muy en serio. Sin embargo, dudamos que ciertos actores, para nosotros muy estables, tuvieran problemas aunque las pruebas indicaban eso.

Pues resultó que el primer conflicto psicológico de envergadura ocurrió a uno de los pronosticados por el siquiatra, que fue más certero en sus predicciones psicológicas que los Oráculos de Delfos.

En esos menesteres las conversaciones con los siquiatras mencionados eran largas y frecuentes. Un día Vicente Vargas nos habló de algo novedoso que se llamaba Guión de Vida. Por su parte César Mella nos habló ampliamente de una curiosidad llamada Mentira de la Víctima.

Sobre ambos temas inicié, como solemos hacer los “siquiatras teatrales”, exhaustivas investigaciones. Los dos conceptos terminaron siendo artículos del suscrito publicados en el Periódico Hoy.

Después de dos trabajos publicados en este blog sobre Freud hemos vuelto a ser contagiados por la siquiatría. Y también hemos vuelto a repasar y ampliar apuntes sobre los temas antes citados.
Sobre ambos escribiremos para ustedes.

En esta entrega hablaré sobre la Mentira de la Víctima. Seguramente muchos de ustedes han sido, de diferentes maneras, víctimizados por algún manipulador (a) compulsivo (a). Entre actores y actrices dominicanos se han dado varios casos que permanecen aún bajo el discreto manto del silencio de quienes lo han sufrido.

En el plano internacional recuerden el conflicto de Angelina Jolie y Jennifer Aniston cuando Brad Pitt se separó de esta última. Recuerdo perfectamente la desesperación de Angelina cuando en el programa de Oprah, exaltada, vociferó, refiriéndose a Aniston: ¡Déjate ya de hacerte la víctima!
 
Frecuentemente las víctimas reales de la falsa víctima tienen una inicial sensación de impotencia, que si no es bien manejada acabará en explosiones como las de Angelina Jolie, o quizas más intensas y peligrosas.



Sabios apuntes encontrado sobre el tema que nos ocupa:

Las personas que asumen este comportamiento son realmente manipuladores compuslsivos, dicen algunos siquiatras. En Acoso Moral, Parés, citando apuntes del libro “Los Manipuladores”, de Isabelle Nazareaga, afirma lo siguiente:

Un manipulador o una manipuladora no es una persona "como las demás". No hay que confundir jamás la manipulación, que es un mero comportamiento pasajero, con la personalidad manipuladora.

El manipulador manipula porque no puede hacer otra cosa. Para él se trata de un sistema de defensa con frecuencia inconsciente. Contrariamente a lo que podamos pensar, no se afirma.

Un manipulador no puede existir sin la presencia del otro. Siempre se construye comparándose con el otro, pero introduciendo un dato de lo más nefasto para su interlocutor: la desvalorización. No respeta al otro.

Su arte consiste en hacer creer, con palabras, en la imagen que desea que se tenga de él. Únicamente desvalorizando y culpabilizando se valoriza y se desentiende de sus responsabilidades. Se crea la ilusión de que es superior a los demás y se convence de ello.

Una personalidad se vuelve manipuladora debido a un sistema de defensa creado en la infancia.

Un 80% de los manipuladores no se dan cuenta de las verdaderas consecuencias que provocan en los demás: desvalorización, falta de confianza en sí mismos, malestar, estrés e incluso destrucción psíquica.

El 20% de los manipuladores si son conscientes de su estado y disfrutan de ese poder. Éstos son bastante perversos; se complacen en adoptar comportamientos inmorales, desagradables y desestabilizadores para los demás.

Según estos expertos hay 30 características que tienen los manipuladores. Para ser calificados como tales es necesario que coincidan, por lo menos, 10 de estas. Publicaremos en otra entrega estas características para que ustedes aprendan a identificar a tan nociva lacra social.

Otro tratadista del tema afirma en un foro para expertos, que en la actitud de la falsa víctima hay un claro comportamiento psicopático. Lo cual define e identifica así:

Psicópata” es una palabra que deriva del griego, significa "enfermo de la psiquis'"o '"enfermo mental'" Sin embargo, el desarrollo del campo de las neurociencias ha obligado a acotar la significación del término. Muchos autores de perspectiva psicoanalítica suponen que la razón por la cual una persona psicópata es una persona “perversa” es porque se trata de sujetos cuya personalidad depende en gran medida de mantener el principio de realidad, pero careciendo de súper yo, teniendo en cuenta las categorías inventadas por Sigmund Freud:“Ego, Superego e Id”.
Luego categoriza el asunto afirmando:

Una personalidad psicopática no se limita al estereotipo más extendido del asesino en serie. Un psicópata puede ser una persona amable y de expresiones sensatas, pero que no dudaría en cometer un crimen cuando le parezca conveniente. La mayor parte de los psicópatas no cometen crímenes, pero no dudan en mentir, manipular, engañar y hacer daño para conseguir sus objetivos, sin sentir por ello remordimiento alguno.
"Vampiros Emocionales"
Así son definidos por el doctor Rubén Sarralde: 

No es necesario irse hasta Transilvania para toparse con un vampiro. Basta con fijarse un poco en las personas que le rodean para reconocer a algunos de ellos. No le chuparán la sangre pero, en muchas ocasiones, llegarán a hacerle la vida imposible.

 La cara oculta de algunas personas esconde a estos “chupa sangres” de carne y hueso. Modélicos y encantadores en apariencia, estos individuos pueden llegar a ser peligrosos para el equilibrio emocional de quienes les rodean.
Una relación normal y sana entre dos personas es aquella que es complementaria, donde se produce un intercambio de valores. En cambio, la principal intención de los vampiros es aprovecharse de los demás. Dichas personas no son realmente felices ya que su felicidad depende en muchos casos de la infelicidad de los que los rodean.

Son sujetos con muchos celos, son envidiosos que ven en los demás aspectos de los que ellos carecen. El que estén a gusto consigo mismos depende de que los que demás no lo estén.

¿Cómo identificarlos? 
Los vampiros se pueden mostrar tanto directa como indirectamente. El primero es fácilmente reconocible ya que no muestra ningún tipo de consideración con los demás; a través, por ejemplo, de comentarios hirientes y ofensivos.

Los segundos no son tan fáciles de identificar, son los indirectos que esconden su carácter bajo “la piel de cordero”.
El artículo concluye diciendo:

Este tipo de personas desean continuamente sentirse aceptados por todo el mundo. Una de las técnicas es la de hacerse la víctima.
Detección de la falsa víctima (mobbing):

En www.psicología-online.com encontramos datos muy interesantes sobre el tema hoy tratado y del cual en alguna ocasión muchos hemos sido víctimas.

A menudo, se trata de un acosador encubierto que no se percibe a si mismo como tal y que, consciente o inconscientemente, se presenta como víctima de acoso y ello es así dada la tendencia del acosador de hacerse pasar por víctima cuando es descubierto. En el falso mobbing el tipo de comunicación es paradójica, es decir manipulando el lenguaje; en cambio una verdadera víctima con un mobbing auténtico se comunica a través de un discurso genuino y veraz

Es sabido que el acosador atribuye o "acusa" a la víctima de sus propias intenciones como si se tratara de un espejo y le atribuye sus propios errores y sus propios miedos.

A menudo en el mobbing lo que primero llama la atención en el discurso del manipulador es esa sensación de que hay algo que no sigue una lógica. Ahondar en esa percepción en lugar de apartarla de nuestra mente será el primer paso para aprender a detectar a un experto manipulador de la comunicación como es el perverso organizacional. Es muy habitual que el acosador atribuya a la víctima actitudes de mala fe sin pruebas de ello. Una actitud abierta consiste en escuchar las intenciones que el acosador atribuye a la víctima, dado que nos darán los motivos íntimos del propio manipulador para acosar. El mobbing no busca el daño por el daño, busca que este daño genere un resultado. El acosador usa el lenguaje para manipular y esta manipulación se concreta en el uso de la incongruencia y de la contradicción, podemos afirmar que estos dos elementos están siempre presentes en todo discurso manipulador.

La explicación de su encaje en el perfil del acosador radica en que los tres tipos de personalidad (histérica, mitomaníaca y perversa) poseen dos ingredientes que le son comunes: la malignidad por un lado y la impermeabilidad afectiva por otro, con lo cual cualquier tipo de simulación es factible.

En "Salud y Psicología" encontramos lo siguiente:

Existe, en psicología, el llamado triángulo dramático, refiriéndose a un tipo de comunicación interpersonal en la que se adoptan tres roles. El que siempre hace de malo, que lo sabe todo y castiga a los demás por sus equivocaciones sería el perseguidor. El que necesita ser reconocido por su bondad sería el salvador. Y el tercer rol correspondería a la víctima, aquella persona que adopta la postura de la pena para sobrevivir.
En muchas ocasiones, todos hemos sido parte de este triángulo, en la que las víctimas nos han mostrado hasta que punto su tiranía puede mover montañas. Estos pesimistas persistentes son maestros en un arte que les proporciona beneficios en no pocas situaciones.
Marco teórico:

En la revista Carta Psicoanalítica, analizando a Freud, emiten opiniones que dotan de un buen marco teórico al tema que nos ocupa.
Lo falso no es opuesto a la verdad, lo falso es una forma de verdad, lo que se opone a la verdad es el engaño y la traición, lo que impide la transparencia, lo que enrarece, el goce; la verdad de hecho es el eje articulador de la asociación libre, más fácil de distinguir en la mentira, en el error y en los actos fallidos que en cualquier otro lado, para distinguir a las estrellas es necesaria la oscuridad. La verdad implica una coincidencia de tiempo y espacio entre objeto y deseo, lo que quiero plantear, es que existe a raíz del psicoanálisis una voluntad de la verdad, que Lacan llama deseo advertido.


Concluyendo:

Siempre hemos creído que dentro de cada Ser humano hay un dramaturgo en ciernes. Todos construimos constantemente un guión de vida, que es algo así como un Plan Infinito. En ese mundo particular las verdades son singulares y especiales. Frecuentemente distorsionamos la realidad. Algunos pueden tener controlados esos descontroles del alma. Otros, aunque lucen encantadores, desarrollan un odio social que generalmente encuentra un objeto. Este objeto puede llamarse VR, KM, o GP . O puede llamarse... como ustedes mismos.

Es necesario identificar en nuestro entorno ese tipo de personas para alejarnos rápidamente de ellas. Por lo que hemos visto en este artículo su perversión es incurable. En ellos comprometemos nuestra felicidad.

El poeta Paul Eluard escribió con rigor que el hombre es el único animal que cuando nos le acercamos se empequeñece. ¿Es acaso esta sentencia del poeta solamente una visión pesimista de nosotros mismos? Por supuesto que no. Es una certeza.

De todas formas esas bajas pasiones de que las teorizamos hoy no son tan lejanas como algunos suponen. No. Aveces las escuchamos o vemos en las ventanas, nos llaman por teléfonos, nos escriben, comen en nuestras propias mesas, duermen en nuestras camas, Pueden estar tan cerca que algunas veces se colocan dentro de los espejos.

Particularizando, y a título de chisme, informo que conozco alguien que suele...  pero como Oscar Wilde... no me atrevo a decir su nombre. Y como el miedo, igual que el amor, es libre, mejor pido que alguien, antes que me emta en un lío, tire el... ¡Telón!