jueves, 7 de diciembre de 2017

Un anuncio trascendente para la Cultura dominicana

Un anuncio trascendente para la Cultura dominicana
Por Giovanny Cruz Durán.



La identidad de una Nación se forja y sostiene en la Cultura y su legado. Nosotros, ciertamente, somos actores sociales del presente; pero aquí hemos llegado porque antes hemos sido viajeros tenaces en el tiempo.

Me parece criminal dejar que muera, sufra o se deteriore nuestro acervo cultural y las instituciones que tienen la encomienda de preservarlo. No es para nada casual que diferentes gobiernos dominicanos, han dejado fuera a la Cultura en los grandes proyectos de desarrollo. 

Igual luce ser un buen indicio que se hagan serios intentos de preservarnos en el legado cultural.

En ese sentido, celebro saber por boca del ministro de Cultura, Pedro Vergés, que después de más de treinta años de espera, hay planes concretos de rescatar instituciones valiosas de la Plaza de la Cultura, los museos de la Zona Colonial, monumentos patrimoniales y las mismas ruinas de la Isabela.


En otro tenor, hay una importante herencia taína aquí. Debemos procurar rescatarla también. La Cultura sobrevive, siempre, hasta al exterminio de los pueblos que la han producido. Los asombrosos, dulces e ingeniosos taínos fueron diezmados, ciertamente; pero hay más de mil vocablos de su idioma que han sobrevivido al paso del tiempo: coa, conuco, huracán, chin, barbeque (BBQ); entre tantas otras. Así mismo, han sobrevivido mucha de su artesanía y costumbres. Les aseguro que su mitología es espectacular, creativa e inteligente.

                      “Un mañana, ambos, Nonún y el Güey,
                       saliendo de la caverna en que se amaban,
                       subieron a la Cauta
                       y desde allí dichosos se lanzaron
                       hacia todos los espacios de este mundo.
                       Pero al ver Nonún que el Güey,
                       en intensos esplendores,
                       apagaba el tímido rastro de los suyos, huyó
                       y fue a otra cueva a esconderse entristecida.
                       Desde entonces Nonún sólo se asoma,
                       entre nubes, nostalgias y morriñas
                       cuando el arrogante deslumbrador está dormido
                       y baja a bañarse en aguas tibias,
                       que al ser tocadas por la dulzura de su plata
                       crecen como guailí entre la bruma.
                       Ahora, unidas ya sus luces no se encuentran.
                       Lo taínos, azorados,
                       acompañan al Güey en su jornada;
                       para amarse, sin embargo,
                       procuran de Nonún y su ternura.
                       Aunque la sonrisa del Güey, cada mañana,
                       es el día por nosotros celebrado,
                       los días en que Nonún es transformada
                       son el espacio y el tiempo
                       en que ocurren nuestras idas.”
(fragmento de mi poema “Areytos: cantos sagrados entre el cielo y la tierra.)

Empero, siendo la Lengua el principal legado cultural de un pueblo, pienso que sería una labor importante, tarea de varias naciones (España, Francia, Puerto Rico, Cuba, Venezuela y nosotros), procurar rescatar lo más que se pueda de la lengua de nuestros indígenas. Les recuerdo que la zona del Orinoco desde la cual salieron los primeros pobladores del Caribe (llegaron a esta zona en rústicos troncos ahuecados) está absolutamente identificada. Hay pueblos en esa zona que todavía hablan el idioma original de nuestros taínos. En Cuba han detectado montañeses que hablan en una jerga que a algunos antropólogos de la lengua le recuerda al idioma de los taínos.

Admito que es una tarea complicada de la que estoy hablando. Quizás sea visto hasta como una quimera; pero toda inversión de tiempo, espacio y dinero que se haga en la Cultura es trascendente.

Mientras sueño un poco con esta posibilidad, me quedaré celebrando las importantes declaraciones del ministro Vergés; de las cuales no tengo por qué desconfiar y cuya importancia no puedo regatear.

Desentruñando esta vez el gesto hacia el Misterio de Cultura (por aquello de que unas van de cal y otras de arena), me voy a permitir solicitarles que me permitan, contento, correr el


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