domingo, 23 de febrero de 2014

Eventos a los que jamás asistiría...

Eventos a los que jamás asistiría...

En cierta ocasión una artista, que alguna vez creyó en los más elevados y consagrantes rigores del buen Arte, me solicitó no ir a ver una producción teatral en la que intervendría porque ésta no resultaría de mi agrado.

Por supuesto que la petición en cuestión era innecesaria. Procuro no asistir a eventos en los cuales los artistas que van a escena no asumen, por sobre sus intereses y egos, un serio compromiso con el Arte verdadero.

No asisto a ver realizaciones escénicas de factura estrictamente comercial y que renuncian a las esencias que nos obligan a permanecer haciendo Teatro. No asisto a ver ese teatro de factura donde sus mentores condicionan la duración de la obra a la reacción hilarante de sus posibles espectadores. No. No lo hago.

No puedo ir a ver una obra donde la vulgaridad no se utiliza, al menos, como recurso provocar, sino para engatusar con el mal gusto al público teatral. Esto de por sí es ya un grave insulto al Teatro y a los espectadores dominicanos; por aquello de que los están tildando de idiotas, lerdos y estúpidos. Tampoco voy a ver el evento escénico en donde no participan verdaderos artistas. Igual me niego a ir a ver realizaciones teatrales intrascendentes.

Todavía resuenan en mis oídos los merecidos aplausos a la hermosa realización teatral de “Master Class”. Todavía escucho las palabras radicales de María Callas cuando expresa que en un escenario no debe tener cabida lo mediocre y lo prosaico. El premio que le dio nuestro público a esa obra es un reconocimiento al Arte expuesto en ella como ritual.

La Carretero como Dafne
El primer personaje de la divina Carlota Carretero en  “Quíntuples” está lleno de coquetería. Sin embargo, ella logra transmitir al público todo el erotismo de su creación teatral mostrando sus atributos... artísticos. No tuvo que decir una palabra descompuesta, ni recurrir al astracán, ni mover sus caderas encima de algún objetos para que los espectadores la aplaudieran a rabiar y se divirtieran con unas dudosas "geniales" ocurrencias. Ninguno de los personajes de esa obra procura la risa de los espectadores mediante payasadas.

Cuando María Castillo y Ángel Haché nos regalaron su “Banco de parque” no requirieron de lo barato para lograr la masiva asistencia del público.

La Gaviota
Cuando Rafael Villalona hace su gran exhibición de buen Arte con “La guerrita de Rosendo" nos comprometió a todos a procurar lo más elevado dentro del Teatro nuestro de cada día. Cuando junto a la creme de la creme en ese momento, actué en "La Gaviota" esto fue reconfirmado.

Cuando La Carretero, Karina Noble y Kenny Grullón subieron a escena para conmover con sus respectivas caracterizaciones en “Orquídeas a la luz de luna” estaban pensando en el Arte más que en un efímero y cuestionado éxito de taquillas. Empero, fueron premiados con un mes completo a sala llena.

Milagros Martínez, con un cuerpo siempre escultural, asombró a los espectadores dominicanos con el más delicado desnudo que se recuerda aquí: "La virgen de los narcisos". No necesitó vender en arte barato su anatomía.

Cuando Germana Quintana y Lidia Ariza nos recompensaron con “Las prostitutas os precederán en el reino de los cielos”, se cuidaron muchísimo de nunca caer en la grosera trampa del mal gusto.


He visto a un Manuel Chapuseaux y una Nive Santana radicalizados en procura de una estética escénica. He presenciado obras de Claudio Rivera y Viena González donde la calidad es la que atrajo al público.

Cuando Iván García presentó su mil veces magnífica “Interioridades” se mantuvo inmaculado, impecable y profundamente estético.

Elvira Taveras da variadas lecciones de Arte y ética con su “Señorita Margarita”. ¡Bravo!

He hecho sonar atabales en mis obras, desde Santo Domingo hasta París. He logrado que Dante Cucurullo lleve a mis escenas címbalos y cencerros. He puesto en el Teatro Nacional las caretas de diablos como detonantes infernales. Le pedí a Camus que me prestara su “Calígula” y crucé con ella épocas culturales. Puse una prostituta a interrumpir "La conferencia". Logré que "El Gato Negro" se vengara. Resucité siete muertos de "El barrio 7 tumbas" para que contaran sus historias. Con ayuda de Luis Rafael Sánchez, Carlota, Monina, Karina, Pepito Guerra, Lina Hoepelman  y treinta actores más le enseñé a un público, en el desaparecido Nuevo Teatro, "La pasión según Antígona Pérez". Convoqué a "Duendes y locos de las dunas" para que contaran sus historias sobre la arena. Hablé con María Félix de olores, amor prohibido y espejos en "El perfume del incesto". Construí un circo para mostrar la verdadera identidad de "El Sucesor".

Susurrado por Iván García he hablado en los escenarios de "Los Tiranos", de "Soberbia" y de "Andrómaca". Con Albert Camus asistiéndome hice "Los Justos" y "El Malentendido". Recientemente logré que Fiora Cruz, Yorlla Castillo y Mario Lebrón explayaran sus infinitos talentos teatrales en la escena. Estaban, eso sí, "Obsesionados en el 507" con el cine y con la muerte.

He hecho todo esto sin siquiera tener una ligera tentación de prostituir mi gusto artístico.

Luego de éste breve resumen de realizaciones teatrales de colegas entrañables y mías; declaro que, por supuesto, no asisto, ni asistiré, a ver la negación del Arte que tanto amo.

Preocupado y alarmado solicito que caiga rápidamente el... ¡Telón!

jueves, 13 de febrero de 2014

La amada presentida

Una nota necesaria:

Apenas faltan horas para comenzar a celebrar el Día de los Enamorados. Seguramente preparando la cena de rigor, mañana estaré muy ocupado. Por eso les dejo este poema que bien podría estar dedicado, o ser leído, a todas las amadas del universo. Eso ilusoriamente he pretendido. Empero, obligado estoy a compartir con ustedes, sólo con ustedes, este secreto: entraña confesiones y nostalgias.
G.C.D

La amada presentida


Los traviesos duendes del amor la presagiaron.
Por eso supe cuál sería el movimiento.
Procedente —¿quién lo conocerá?–
de un venturoso mundo mágico
en el cual las promesas adquieren categoría...
                                                                    de ¡siempre!
En ese mundo tienen los rayos
—aseguró  cuando ante mí se presentó—
ocho colores.
Dijo ser creada en el último de ellos
a partir de cascabeles y cencerros,
con sabores evocadores de mieles milenarias,
dátiles y almendras orientales,
olores combinados de almizcles y lavandas,
mirra y  pétalos de copadas maceradas.

Llegó ante mi, como es de rigor en estos casos,
una noche de luna ensangrentada,
cabalgando en un corcel color canela y sudoroso
para que no hubiese duda de un eco
                          rabiosamente antillano,
                          taíno para ser preciso,
aunque extrañamente lavaba su negra cabellera
con jabones de disímiles colores,
intentando inútilmente sacarse arenas
que sólo pudo adquirir en el Neguev.

Quiso sincerarse conmigo
y mostrar su verdadera identidad.
Por eso dejó en el piso de arcilla su máscara veneciana,
siete míticos tules azules que mal cubrían su cuerpo,
por eso limpió con manos inseguras
el lápiz labial russian rouge 

que resalta sus labios entreabiertos,
que sin palabras algunas pronunciadas
prometían caricias prohibidas...
                                                    ¡y lo cumplían!

De repente se convirtió en vocablo inconcluso,
en beso inagotable,
en entrega quejumbrosa,
en serpiente intranquila,
en mirada y polvo de crisálida,
en suspiros y gritos de placeres
y, también, en siete enigmas.

Y todo eso hizo
y todo eso fue
y todo eso dio
apenas en veintiuna bullangosas noches
en las que pretendió ser Venus o Inanna:
dadoras absolutas de pasiones.

Debo admitir que la esperaba,
que desde un tiempo para acá
la estaba presintiendo.
Por eso cuando apareció
temí haberla ilusoriamente imaginado.
Pero no...
¡Ella esta ahí!
En un momento frente a mi,
en otro a mi costado
y cuando no...
debajo de mis sábanas.

¡No podría jamás con algo así equivocarme!
Los poetas sabemos siempre
reconocer las presentidas caras del Amor;
aunque después descubramos
que su vida y su existir
tienen ciertos visos de Quimeras.


Cupido es el culpable de que deba interrumpirme. Dos cosas me han estado convocando: el Amor y el... ¡Telón!

miércoles, 12 de febrero de 2014

¿El primer poema lésbico?

¿El primer poema lésbico?


Safo de Lesbos vivió y murió en una isla de la Grecia Antigua: Lesbos (650/610-580 a. C.). En la ciudad de Mitilene fundó y dirigió una escuela para mujeres de la aristocracia. 

De una de sus alumnas, se dice, estuvo perdidamente enamorada. Algo que muchos creen haber descubierto en algunos de los seiscientos cincuenta versos suyos que aún conservamos. Habría escrito más de catorce mil. 

La tradición asegura que desde un mítico saliente de un arrecife (utilizado por los enamorados para suicidarse), despechada por su amor “prohibido”, se habría lanzado al mar y que allí murió. Pero, a la luz de la verdad, esto no ha sido debidamente documentado. 

Lo que si sabemos es que Platón se refirió a ella como la “Décima Musa”. Es que Safo fue la más connotada poeta lírica de la Grecia Antigua. Creadora de la llamada Estrofa Sáfica.

Alceo, contemporáneo y coterráneo suyo, a quien comparaban en calidad e importancia con ella, escribió: “Divina Safo, dulce sonrisa coronada de violetas”. 

Fue imitada, luego, por los latinos Cátulo, Horacio y Ovidio. Admirada y traducida por los renacentistas. Fascinó a los románticos, que adoraban su genio como sublime anormalidad. Y en los últimos dos siglos, se ha vuelto un estandarte feminista por haber sido la primera escritora de relevancia en cantarle a lo que hoy, en su honor, se llama “Amor Lésbico”.

Este poema de Safo podría haber sido el primer poema de amor homosexual de una mujer, escrito y conservado:

Igual parece a los eternos dioses
quien logra verse frente a ti sentado:
¡Feliz si goza tu palabra suave,
suave tu risa!

A mí en el pecho el corazón se oprime
sólo en mirarte: ni la voz acierta
se mi garganta a prorrumpir; y rota
calla la lengua.

Fuego sutil dentro mi cuerpo todo
presto discurre: los inciertos ojos
vagan sin rumbo, los oídos hacen
ronco zumbido.

Cúbrome toda de sudor helado:
pálida quedo cual marchita hierba
y ya sin fuerzas, sin aliento,
inerte parezco muerta.



Como Safo de Lesbos merece miles de mis humildes reverencias, no concluiré esta jornada con mi acostumbrado… ¡Telón! No. No lo haré. Que su sean sus versos, en español y en griego, quienes sirvan de colofón a esta entrega:



Oh, tú en cien tronos Afrodita reina,
hija de Zeus, inmortal, dolosa:
no me acongojes con pesar y sexo
ruégote, Cipria!

Antes acude como en otros días,
Mi voz oyendo y mi encendido ruego;
Por mi dejaste la del padre Zeus
Alta morada.

El áureo carro que veloces llevan
lindos gorriones, sacudiendo el ala,
al negro suelo, desde el éter puro
raudo bajaba.

Y tú ¡Oh, dichosa! en tu inmortal semblante
te sonreías: ¿Para qué me llamas?
¿Cuál es tu anhelo? ¿Qué padeces hora?
—me preguntabas—

¿Arde de nuevo el corazón inquieto?
¿A quién pretendes enredar en suave
lazo de amores? ¿Quién tu red evita,
mísera Safo?

Que si te huye, tornará a tus brazos,
y más propicio ofreceráte dones,
y cuando esquives el ardiente beso,
querrá besarte.

Ven, pues, ¡Oh diosa! y mis anhelos cumple,
liberta el alma de su dura pena;
cual protectora, en la batalla lidia
siempre a mi lado.
Ποικιλόθρον᾽ ὰθάνατ᾽ ᾽Αφρόδιτα,
παῖ Δίος, δολόπλοκε, λίσσομαί σε
μή μ᾽ ἄσαισι μήτ᾽ ὀνίαισι δάμνα,
πότνια, θῦμον.

ἀλλά τυίδ᾽ ἔλθ᾽, αἴποτα κἀτέρωτα
τᾶς ἔμας αὔδως αἴοισα πήλγι
ἔκλυες πάτρος δὲ δόμον λίποισα
χρύσιον ἦλθες

ἄρμ᾽ ὐποζεύξαια, κάλοι δέ σ᾽ ἆγον
ὤκεες στροῦθοι περὶ γᾶς μελαίνας
πύκνα δινεῦντες πτέῤ ἀπ᾽ ὠράνω αἴθε
ρος διὰ μέσσω.

αῖψα δ᾽ ἐξίκοντο, σὺ δ᾽, ὦ μάκαιρα
μειδιάσαισ᾽ ἀθανάτῳ προσώπῳ,
ἤρἐ ὄττι δηὖτε πέπονθα κὤττι
δηὖτε κάλημι

κὤττι μοι μάλιστα θέλω γένεσθαι
μαινόλᾳ θύμῳ, τίνα δηὖτε πείθω
μαῖς ἄγην ἐς σὰν φιλότατα τίς τ, ὦ
Ψάπφ᾽, ἀδίκηει;

καὶ γάρ αἰ φεύγει, ταχέως διώξει,
αἰ δὲ δῶρα μὴ δέκετ ἀλλά δώσει,
αἰ δὲ μὴ φίλει ταχέως φιλήσει,
κωὐκ ἐθέλοισα.

ἔλθε μοι καὶ νῦν, χαλεπᾶν δὲ λῦσον
ἐκ μερίμναν ὄσσα δέ μοι τέλεσσαι
θῦμος ἰμμέρρει τέλεσον, σὐ δ᾽ αὔτα
σύμμαχος ἔσσο.

lunes, 10 de febrero de 2014

El primer poema de amor lo escribió una mujer

El primer poema de amor lo escribió una mujer
La escritura fue inventada por los sumerios, algo más de 4,000 antes de Cristo. Y la primera narración escrita que conocemos es la Epopeya de Gilgamesh o el Poema de Gilgamesh, que  es una narración de la Mesopotamia  sumeria. La narración es una epopeya rimada que narra las peripecias del legendario Gilgamesh . Se hizo sobre tablillas de arcilla y con la escritura cuneiforme. Los estudiosos juzgan que esta obra literaria es la recopilación de varias leyendas del pueblo sumerio, que se hacía llamar sah-giga (pueblo de las cabezas negras). Hoy se conservan doce de las tablillas en las  cuales esta narración poética se escribió.
Sin embargo, el primer poema de amor fue escrito por una mujer sumeria. Está dedicado a Shu-Shin, un rey que habría gobernado Sumeria desde los años 4,000 antes de Cristo. La tabla de arcilla que contiene el poema fue desenterrada a fines de la década de 1880, en Nippur (la región que hoy ocupa Irak). El poema permaneció guardado junto a varios documentos sumerios: como un fallo judicial del año 2030 a.C. de disolución de un compromiso e informes sobre un homicidio. Fue descubierto en 1952 en el museo de Estambul. Está siendo publicado por motivo del Día de los Enamorados.

Es lo que se llama un poema consagrado. Esto porque fue dedicado al rey por una de sus esposas dentro de un ritual en el cual estaría involucrada la agresiva Inanna, diosa del amor y la procreación en el país de Sumer. Era costumbre que los reyes sumerios se casaran cada año con una de las sacerdotisas de esta diosa. Esto también apunta a la tesis de la ritualidad en el amoroso poema, en cual podemos notar la libre concepción sumeria sobre el amor y el sexo.

Pero dejemos que el poema se explique a sí mismo. Créanme que lo hace perfectamente:
“Amado de mi corazón
esposo amado de mi corazón.
Grande es tu hermosura, dulce como la miel.
León, amado de mi corazón, grande es tu hermosura,
dulce como la miel.
Tú me has cautivado,
déjame que permanezca temblorosa ante ti;
esposo, yo quisiera ser conducida por ti a la cámara.
Tú me has cautivado, déjame que permanezca temblorosa ante ti.
León, yo quisiera ser conducida por ti a la cámara.
Esposo, déjame que te acaricie;
mi caricia amorosa es más suave que la miel.
En la cámara llena de miel,
deja que gocemos de tu radiante hermosura;
león, déjame que te acaricie;
mi caricia amorosa es mas suave que la miel.
Esposo, tú has tomado tu placer conmigo;
díselo a mi madre, y ella te ofrecerá golosinas;
a mi padre, y te colmará de regalos.
Tu alma, yo no sé como alegrar tu alma;
esposo, duerme en nuestra casa hasta el alba.
Tu corazón, yo sé como alegrar tu corazón;
león, durmamos en nuestra casa hasta el alba.
Tú, ya que me amas, dame, te lo ruego, tus caricias, mi señor,
mi dios, mi señor protector, mi Shu-Sin,
que alegra el corazón de Enlil,
dame, te lo ruego, tus caricias, tu sitio dulce como la miel,
te ruego que pongas tu mano encima de él,
pon tu mano encima de él como sobre una capa-gishban,
cierra en copa tu mano sobre él
como sobre una capa-gishban-sikin.”

Ahora me permito, con el permiso de la sacerdotisa-esposa que escribió este poema, del rey Shu-Shin a quien se lo escribieron y de la diosa Inanna que los consagró en ritual de amor;  solicitar que caiga el… ¡Telón de las cabezas blancas, negras y mulatas!

¿Cupido o San Valentín?

¿Cupido o San Valentín?


El 14 de febrero es el día elegido para  resaltar a los enamorados. ¡Solamente a los enamorados! La aclaración viene al caso porque los comerciantes del mundo occidental mercadean que es día, también, de la amistad. Algo que no es cierto como lo demuestran las diferentes versiones del inicio de esta tradición, auspiciada por Cupido y por San Valentín.

¿Quién era Cupido?

A Cupido  se le conoce como un niño alado y armado con arco y flechas que disparaba a dioses y humanos, provocando que estos se enamoren profundamente. En ocasiones lleva también los ojos vendados, para mostrar que el Amor es ciego.
 En la Grecia antigua Cupido era conocido como Eros, el hijo de Afrodita, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad. Para los romanos Cupido es el dios del amor, hijo de Venus y de Marte, dios de la guerra.

Cupido, como ayudante de su madre Venus, dirigía la fuerza primordial del amor y la llevaba a los mortales. Era pícaro y carismático, pero a veces cruel con sus víctimas, ya que no tenía escrúpulos.

A la espalda llevaba dos clases de flechas: unas doradas con plumas de paloma que provocaban un amor instantáneo, y otras de plomo con plumas de búho que provocaban la indiferencia.

Consciente del poder que tenia, a veces rechazaba las peticiones de su madre y los demás dioses de interferir en el curso de la vida de algunos mortales, provocando de esta manera frecuentes problemas a los dioses.
Un día Cupido se enfadó con Apolo cuando éste bromeo sobre sus pobres habilidades como arquero. 

Por eso Cupido hizo que Apolo se enamorara de la ninfa Dafne y a ella le disparó una flecha con punta de plomo.  

Dafne rezó al dios río Peneo pidiendo ayuda y fue transformada en un árbol de laurel, que se consagró a Apolo.

Al paso del tiempo Venus comenzó a preocuparse porque su hijo no crecía y en busca de una respuesta se dirigió al oráculo de Temis, quien le dijo: "El amor no puede crecer sin pasión".

Venus no comprendió la respuesta hasta que nació su hijo Anteros, dios de la pasión. Cuando estaba junto a él Cupido crecía y se transformaba en un hermoso joven, pero cuando se separaban volvía a ser un niño.

Por otro lado en la Tierra de los mortales vivía una princesa llamada Psique (Alma), que a pesar de ser tan bella no lograba encontrar marido pues los hombres que la idolatraban no se sentían dignos de ella.

Su padre intentó hallar a través del oráculo de Delfos un buen marido para Psique, pero éste predijo que ella encontraría el amor en un precipicio. El marido que le sería destinado, una serpiente alada, terrible y poderosa, llegaría hasta ella y la haría su esposa.

Venus, celosa por la gran belleza de Psique, le pidió al travieso Cupido que la hiciera enamorarse locamente del hombre más feo, vil y despreciable del mundo. Enterada de que se encontraba en el borde del abismo, envió a su hijo a dispararle sus flechas; pero este al verla se enamoró profundamente de ella y creció hasta convertirse en un apuesto joven.

Contra los deseos de su madre, Cupido llevó a Psique por arte de magia a un castillo aislado y se casó con ella, teniendo la condición de que como simple mortal, tenía prohibido mirarlo.
La princesa al sentirlo cerca y escuchar su dulce voz no sintió temor, estaba segura que no era un monstruo, sino el amante esposo que tanto tiempo había deseado. Él la visitaba todas las noches rogándole siempre que no viera su rostro.

Eran muy felices hasta que convencida por sus envidiosas hermanas, Psique rompió la prohibición impuesta por los dioses y miró a su marido. Eso le valió el castigo de ser abandonada por Cupido, quien con tristeza se despidió diciéndole: "El Amor no puede vivir sin confianza"

Expulsada del castillo, la arrepentida princesa recorrió el mundo en busca de su amado, superando una serie de desafíos cada vez más difíciles y peligrosos impuestos por Venus.

Como última instrucción le dio una pequeña caja indicándole que la llevara al inframundo. Tenía que llevar un poco de belleza a Proserpina la esposa de Plutón. Se le advirtió también que por ningún motivo debía abrir la caja.

Psique se alistó para el viaje y durante el se enfrentó a varios peligros que fueron superados gracias a los consejos dados, sin embargo la curiosidad por abrir la caja la venció así que lo hizo y al momento cayó en un profundo sueño que parecía la muerte.

Cupido al encontrarla, le retiró el sueño mortal de su cuerpo y lo puso de nuevo en la caja. Finalmente la perdonó al igual que Venus.

Fue tanto lo que ella luchó que finalmente los dioses conmovidos por el amor de Psique hacia Cupido, la convirtieron en una diosa para que pudiera reunirse con su amado.

 Felizmente Cupido y Psique (El Amor y el Alma) se unieron tras duras pruebas. De esta unión nació una hija llamada Voluptas cuyo nombre significa "Placer", de donde derivan palabras como voluptuosidad.


El día de los enamorados

Existen diversas teorías que otorgan a esta fecha el origen del Día de los Enamorados. En los países nórdicos es durante estas fechas cuando se emparejan y aparean los pájaros, de ahí que este periodo se vea como un símbolo de amor y de creación.

Algunos creen que es una fiesta cristianizada del paganismo, ya que en la antigua Roma se realizaba la adoración al dios del amor, Cupido. En esta celebración se pedían los favores del dios a través de regalos u ofrendas para conseguir así encontrar al enamorado ideal.

También, y hace muchos siglos, fue tradicional en Inglaterra la "fiesta de los valentinus", donde se elegían a hombres y a mujeres para que formaran pareja. Muchas de estas parejas se convertían en marido y mujer y conseguían la felicidad de pareja que se espera encontrar y consolidar el Día de San Valentín.


¿Quién era San Valentín?

En la Roma del siglo III, época en la que el cristianismo era perseguido, se prohibía el matrimonio entre los soldados ya que se creía que los hombres solteros rendían más en el campo de batalla que los hombres casados porque no estaban emocionalmente ligados a sus familias.

Es en estas circunstancias cuando surge la figura de San Valentín, un sacerdote cristiano que ante tal injusticia decide casar a las parejas bajo el ritual cristiano a escondidas de los ojos romanos.

Valentín adquiere, por proteger a los enamorados y auspiciar bodas secretas, gran prestigio en toda la ciudad y es llamado por el emperador Claudio II para conocerle. El sacerdote aprovecha aquella visita para hacer propaganda de la religión cristiana y convencer al emperador para que siga los pasos de Jesús. Aunque en un principio Claudio II se sintió atraído por aquella religión que los mismos romanos perseguían; pero los soldados y el propio gobernador de Roma le obligaron a desistir y organizaron una campaña en contra de Valentín. El emperador romano ordenó entonces al gobernador de Roma que procesara al sacerdote.

La misión de condenar al sacerdote la tuvo que llevar acabo el lugarteniente, Asterius. Éste, cuando estuvo delante del sacerdote, se burló de la religión cristiana y quiso poner a prueba a Valentín. Le preguntó si sería capaz de devolver la vista a una de sus hijas que era ciega de nacimiento. El sacerdote aceptó y en nombre de Dios obró el milagro. El lugarteniente y toda su familia se convirtieron al cristianismo, pero no pudieron librar a Valentín de su martirio. San Valentín fue ejecutado un 14 de febrero.

Mientras estuvo encerrado, su carcelero le pidió que diera clases a su hija Julia, a base de lecciones y horas juntos, Valentín se enamoró de la muchacha. La víspera de su ejecución, envió una nota de despedida a la chica en la que firmó con las palabras "de tu Valentín". De ahí el origen de las cartas de amor y poemas que se envían los enamorados en la actualidad y de la expresión de despedida "From Your Valentine"; conocida en todo el mundo adjunta en miles de postales de San Valentín.

La historia de San Valentín hubiera quedado ahí si no fuera porque dos siglos más tarde la Iglesia católica la recuperó. Por aquel entonces era tradición entre los adolescentes practicar una curiosa fiesta pagana derivada de los ritos en honor del dios Lupercus, dios de la fertilidad que se celebraba el día 15 de febrero. Era un sorteo mediante el cual cada chico escogía el nombre de una joven que se convertiría en su compañera de diversión durante un año. La Santa Sede quiso acabar con esta celebración pagana y canonizó a San Valentín como patrón de los enamorados.

El cuerpo de San Valentín se conserva actualmente en la Basílica de su mismo nombre que está situada en la ciudad italiana de Terni. Cada 14 de febrero se celebra en este templo un acto de compromiso por parte de diferentes parejas que quieren unirse en matrimonio al año siguiente.