lunes, 23 de mayo de 2016

Hombre soy; nada humano me es ajeno

"Homo sum, humani nihil a me alienum puto" es un proverbio latino que significa "Hombre soy; nada humano me es ajeno". Esta frase corresponde al personaje Cremes de la comedia de Publio Terencio "El enemigo de sí mismo". 

La frase expresa cierta aceptación humilde de lo imperfecto que solemos ser. Pero, algunas veces nos sirve para comprender la naturaleza de los demás que nos rodean. Ellos también son humanos y no podemos pedirles la perfección.

No obstante, algunas veces, a pesar de mis intentos de aceptar la condición "humana" de mi conglomerado, este no cesa de asombrarme. Uno supone que hay figuras tan impolutas que no deberíamos tocarlas con nuestras retamas interiores. Sería yo incapaz de insultar, siquiera ligeramente, figuras como las de Buda, Jesús, Ghandi; entre muchos otros. No importa si estoy de acuerdo o no con sus principios.

Algunas veces leo y escucho irreverencias inaceptables sobre figuras de este calibre. De nuestro mismo patricio Juan Pablo Duarte he escuchado groserías que logran irritarme. De Duarte hemos sido capaces hasta de falsificar fotografías e historias. Y no crean que sólo los patanes lo han hecho. Una de las primeras pinturas autorizadas del patricio corresponde a un noble holandés. ¿Necesitaba Duarte algo así? A la figura de J. P. D. uno de los que más daño le hizo fue Joaquín Balaguer. Lo distorsionó tanto que nos lo convirtió en etéreo.


Empiezo por los grandes para concluir en nosotros los pequeños, los cotidianos y simples. Las figuras públicas estamos a expensas de cualquiera inquina. Pero hasta hace unos años, digamos que todo ese descrédito se quedaba en ámbitos más o menos reducidos.

Juzgo que las Redes Sociales son buenas herramientas, cuando las usamos adecuadamente. Pero igual resultan herramientas infernales cuando estas sirven a nuestras cavernas interiores.

Por eso recomiendo que, al levantarnos con el alma retorcida, antes de repartir el veneno cultivado en habitaciones interiores, recordemos que también nos han dado la Razón para pensar y meditar. Si no estamos seguros de comprobar los hechos, no seamos tan ligeros al imputar a alguien. Detrás de todos a los que insultamos y desacreditamos hay hijos, padres, hermanos, esposas, esposos y amigos... parecidos a los tuyos.

¿Qué? ¿Saldrás ahora a insultarme porque te he dado un pequeño pellizco en las orejas?

Antes que lo hagas te impediría entrar. Simplemente tendría que tirar el... ¡Telón!