Los
dominicanos nos desconocemos a nosotros mismos
Por:
Miguel
Collado
E-mail:
cedibil_milenio@yahoo.com
►Existe,
sembrada muy adentro del dominicano, una pasión por lo extranjero
tan acendrada que pocos conciben la idea de que un gran hombre, de
fama universal ―como Winston Churchill, por ejemplo―, pueda citar
a
un dominicano.
A más de un nacido en esta golpeada patria de Juan Pablo Duarte y
Salomé Ureña
de Henríquez
he visto reaccionar sorprendido cuando digo que nuestro país perdió
tres oportunidades de presentar ante la Academia de la Lengua Sueca
un candidato al Premio Nobel de Literatura: con la muerte de PHU
(1946), de Franklin Mieses Burgos (1976) y de Juan Bosch (2001). En
el caso de los dos primeros, me lo confesó el humanista olvidado
Antonio Fernández Spencer.
►Es
una actitud que no tiene explicación con el simple hecho de decir
“es el complejo de Guacanagarix”. Este cacique está muy lejos en
el tiempo. Tan lejos que no califica como chivo expiatorio. Debe
haber otra explicación, otra razón de ser, del por qué comenzamos
a aplaudir a Juan Luis Guerra y su 4-40 cuando comenzamos a escuchar
los estruendosos aplausos que su innovadora y mágica música
arrancaba a los oyentes en escenarios muy distantes del de su suelo
patrio.
►Todo
lo anterior viene al caso porque en la noche de ayer lunes 14 –en
conversación sostenida amistosamente* con Jimmy Hungría, Carlos
Castro y Ramón Tejada Holguín,
en el Teatro Nacional, en el exitoso acto de puesta en circulación
del libro de cuentos de nuestro amigo Giovanny Cruz: Los
cuentos del otro―,
Tejada Holguín reaccionó correctivo cuando dije que, en la ciudad
de New York, en 2004, un reconocidísimo educador dominicano me había
dicho que en alguna ocasión Sir
Winston Leonard Spencer-Churchill
había citado los versos del poema “Aire durando”, uno de los
textos poéticos más emblemáticos ―a
pesar de su brevedad―
de nuestro inmenso Manuel del Cabral (1907-1999). Afirmó Ramón –en
términos categóricos―
que eso no era posible, puesto que Churchill había fallecido antes
de que don Manuel publicara su poema citado, que ese poema había
sido publicado por Del Cabral en los años 60s. Nuestro amigo y
antiguo contertulio cometió dos errores históricos garrafales que,
por ética de bibliógrafo, no podemos pasar por alto. Veamos.

►Queda,
entonces, una duda por despejar: ¿en qué circunstancia Churchill
citó a Del Cabral? He de consultar nuevamente al escritor y educador
dominicano, de vasta cultura, José Segura, quien, antes de jubilarse
en la ciudad de New York, había sido reconocido por el Alcalde de
esa ciudad, como el Mejor Educador del Año.
►Es
lo que siempre he dicho: somos desconocedores de nosotros mismos. Si
Churchill hubiera citado a Borges, hubiera sido grandioso, pero si
acaso citó a un dominicano, fácilmente lo olvidamos o lo
consideramos imposible, como inaceptable consideran muchos el que el
humanista dominicano corrigiera al célebre argentino. ¿Complejo de
Guacanagarix? No lo creo. Debe existir otra explicación, amigo
Jimmy.
►Invito
al amigo Ramón Tejada Holguín a leer el oportuno volumen de la obra
poética completa de Manuel del Cabral que, bajo el título de
Permanencia
inmaterial,
acaba de editar el Ministerio de Cultura, acción editorial –de
valioso rescate bibliográfico- que merece nuestro aplauso. Es don
Manuel del Cabral –para muchos el mejor poeta dominicano de todos
los tiempos―
uno de nuestros literatos de mayor proyección universal, no tan solo
en la América hispánica, sino también en el mundo anglo y en la
Europa de los años 40s y 50s. Y esto, tristemente, pocos dominicanos
lo saben, apreciado Ramón.
►Como
homenaje a la memoria de ese inmortal de la lírica dominicana,
citemos el poema en cuestión:
AIRE
DURANDO
¿Quién ha matado este hombre
que su voz no está enterrada?
Hay muertos que van subiendo
cuanto su ataúd más baja...
Este sudor... ¿por quién muere?
¿Por qué cosa muere un pobre?
¿Quién ha matado estas manos?
¡No cabe en la muerte un hombre!
Hay muertos que van subiendo
cuanto su ataúd más baja...
¿Quién acostó su estatura
que su voz está parada?
Hay muertos como raíces
que hundidas... dan fruto al ala.
¿Quién ha matado estas manos,
este sudor, esta cara?
Hay muertos que van subiendo
cuanto más su ataúd baja..
¿Quién ha matado este hombre
que su voz no está enterrada?
Hay muertos que van subiendo
cuanto su ataúd más baja...
Este sudor... ¿por quién muere?
¿Por qué cosa muere un pobre?
¿Quién ha matado estas manos?
¡No cabe en la muerte un hombre!
Hay muertos que van subiendo
cuanto su ataúd más baja...
¿Quién acostó su estatura
que su voz está parada?
Hay muertos como raíces
que hundidas... dan fruto al ala.
¿Quién ha matado estas manos,
este sudor, esta cara?
Hay muertos que van subiendo
cuanto más su ataúd baja..
*Antes de que al
diálogo-tertulia se integrara el siempre transparente y locuaz amigo
Tony Raful, poeta y amigo al que admiramos por su hondura espiritual.
Santo
Domingo, R. D.
Madrugada
del 15 de noviembre de 2011