jueves, 28 de julio de 2011

En el umbral del subconsciente.


Tal y como ya he informado estoy construyendo un personaje para la excelente obra teatral «Master Class»; de Terrence McNally. Dicha obra, dirigida por Carlos Espinal, es estelarizada por Cecilia García.

Carlos Espinal en «Drácula»
En un momento del demandante ensayo de ayer, Carlos Espinal, instruía al cantante lírico, y ahora también actor, Nelson Veras, sobre la actitud que debe asumir el intérprete teatral con el personaje. Por supuesto que al suscrito no sorprende que Carlos trabaje en los ensayos con absoluto rigor teatral. A todos mis ex discípulos, y luego colegas, he entrenado sobre la base de un teatro realmente académico. (No siempre en una aula teatral se imparten clases con esa categoría).

Uno de los aspectos fundamentales para lograr construir un buen personaje, ocurre en los llamados «ensayos de mesa». El albañil, igual que el actor auténticamente profesional, pondrá empeño cuando cava las rústicas zapatas. Igual que en el proceso de construcción de un edifico, el personaje se derrumbará estrepitosamente si no se cuidan las zanjas y los primeros bloques que allí se pongan.

Con los años que me visten diariamente me he vuelto, creo, más sabio y mucho más exigente. Por esto veo defectos terribles en el producto final elaborado por muchos actores y actrices dominicanos. Aquí muchos de los auto proclamados directores teatrales no son tales. Más bien son habilidosos engañadores de espectadores. Logran, y eso tiene cierto mérito, cubrir con artificios en sus puestas en escena las notables lagunas artísticas que aparecen en obras no dirigidas con el rigor teatral del que siempre hablo.

Carlota Carretero y Giovanny Cruz en «Dos Viejos Pánicos»
Frecuentemente amigos y colegas me preguntan, por curiosidad unos y por marcado interés de aprender otros, cuál sería la meta del actor con el personaje o hasta dónde llevarlo. 

No hay grandes enigmas en esto: el personaje debe colocarse, dentro del cuerpo sicológico del actor, en el «Umbral del Subconsciente». Ahí y en ningún otro lugar.

Si un personaje se queda en el espacio absoluto del «Yo» no habrá caracterización del personaje efectiva. Todo será pantalla y simple artificio. La personalidad expuesta en las tablas será, en ese caso, la del propio actor; que estaría entonces ejecutando lo que llamamos con justificado desprecio, el «estrellato teatral». Realizaciones teatrales así se quedan en los áridos terrenos del «Yo» y nunca lograrán una ponderable calidad artística.

Pero si en cambio, el actor o la actriz, permiten que el personaje entre en el infierno que es el terreno del Subconsciente, dicho personaje desplazará al «Yo Controlador»; es decir: al «consciente del actor», ocupará entonces en la compleja mente del artista el lugar del «Yo», de personaje pasará a ser persona y formará junto al Subconsciente una entidad independiente y totalmente incontrolable e impredecible.

Delta Soto en «Duendes y locos de las dunas»
En ese caso, Carlota Carretero, Delta Soto, Karina Noble, Rafael Villalona, Cecilia García, Iván García, Manuel Herrera, Vicente Santos, Marilú Acosta, Johnnie Mercedes, Fiora Cruz, Yorlla Castillo; entre otros, no aparecerán en la realización escénica presentada a los espectadores. ¡No! A quienes estos verán será a personajes con atributos y todas las condiciones humanas. 

Es a este fenómeno, y no a otro, a lo que verdaderamente se llama «sobre actuación». Lo que el vulgo llama así normalmente es, más que otra cosa, exageración teatral.

La «sobre actuación» ocurre cuando el actor se «cree» el personaje. Aunque debemos luchar para que esto no ocurra, si sucediera la solución es fácil: ¡despedir al actor! y enviarlo en una jaula a los doctores César Mella, Vicente Vargas Lemonier, Segundo Imbert y Guerrero Heredia.

Todo gran actor y toda gran actriz, en algún momento dentro de su carrera teatral, habrá experimentado, al menos unos segundos, el fenómeno que acabo de describir. Hasta ahí es factible manejarlo. Empero, les aseguro que la sensación es angustiante para aquellos que la padecen dentro de un proceso teatral, aún sea brevemente.

Visto esto, el único lugar donde podemos permitir al personaje estar es en el «Umbral del Subconsciente». En ese espacio de nuestra mente no tendrá el personaje la despreciable frialdad de la «estrella» ni caerá al abismo incontrolable del Subconsciente, luego del desplazamiento de la personalidad ya citado.

Ahora ¿Cómo lograr esto?
Johnie Mercedes, Clara Lozano, Raeldo López y Yorlla Castillo.

Mucho lectores pensarán que alcanzar este  estadio es un asunto de gurú, que habría que resucitar a Karl Young y asignarle una silla en los ensayos. No es así.

Si intentamos ordenar a nuestras mentes que permitan nos convirtamos en Hamlet, María Callas, Julieta, Dafne Morrison o Lucrecia Taylor fracasaremos. Esto así porque la rebeldía natural que nos ocupa, como ya proclamó el genio de Dostojevski, evitará la «invasión» en nuestros laberintos interiores de un extraño llamado Prometeo, Orestes, Norko, Andrómaca, Antígonamota o Segismundo. Les aseguro que habría, si este fuera el caso, una resistencia tenaz que impediría nos «convirtamos» en el anhelado personaje.

Entonces ¿Cuál sería el sistema?

La estrategia es la de persuadir a nuestras mentes de permitir la citada «invasión» del personaje. Para lograr tal persuasión debemos comprometernos a no hacerlo, aunque suene paradójico. Esto se logra trabajando con lo que llamamos, los teatreros dotados con un efectivo método, el «Mágico Si».

En lugar de plantearnos «convertirnos» en el personaje, debemos plantearnos trabajar como «Si» lo fuéramos. En lugar de ser Calígula deberíamos tratar de actuar como «Si» nada más lo fuéramos. 

    —Yo no soy un emperador romano. Yo quiero actuar como «Si» lo fuera.
    —Yo no estoy sufriendo por la muerte de Romeo. Yo estoy como «Si» sufriera por la muerte de mi
       amado.
    —Yo no voy a matar a Homero Borges (como lo hizo en una de mis piezas Lucrecia  Borgia). Yo  
       solamente voy a actuar como «Si» lo hiciera.
    —No voy tratar de padecer la hipocondría de la Carlota Morrison de «Quíntuples». No. Voy a    
       actuar como «Si» la padeciera.
    —«Si» yo perdiera a mi hermana, «Si» esta fuera mi amante ¿Cómo yo actuaría?

Les aseguro, amables lectores, que el «Sí Mágico» aliado con el «Yo», actuará como una palanca emocional que nos llevará desde los linderos del Consciente a hasta los planos de Subconsciente, sin caer peligrosamente en sus terribles fauces. Una vez ahí, recurriendo a la «memoria emotiva», identificando las lineas externas e internas, planteando las acciones que alimentan la Linea Ininterrumpida, conociendo el objetivo y depués de planteado el súper objetivo podremos comenzar a invocar las emociones del personaje. El «poseso» se efectuará sin que el «caballo» de esos misterios haya desplazado completamente al «Ego». Por supuesto que sólo mediante estos «conjuros» lograremos actuaciones proteicas. Lo demás es pura paja. 


Dentro de muy poco tiempo los espectadores dominicanos podrán ir a comprobar lo que asevero. Cecilia García (en «Master Class»), primero, y Carlota Carretero (en «Quíntuples»), días después, se encargarán de realizar actuaciones convincentes y convencidas. Qué bueno que estaré cerca, muy cerca, para testimoniarlo y aprender un poco de ellas.

En estos momentos me siento como «Si» ¡escuchara la bulla!

jueves, 21 de julio de 2011

Cecilia García en la piel de María Callas

Durante todo el mes de septiembre de este mismo año, se estará presentando en el país «Master Class», ganadora del Tony Award en 1996 y que versa sobre un encuentro memorable de la divina María Callas con jóvenes cantantes líricos. La pieza teatral es de Terence McNally. La realización dominicana estará protagonizada por la genial artista nuestra Cecilia García, que a nuestro juicio, y por lo que desde ya se puede apreciar en los ensayos, realizará una actuación de antología, prácticamente única e irrepetible. En esto comprometo mi palabra y mi prestigio.

La responsabilidad de la dirección recayó sobre el gran Carlos Espinal. Escenografía y producción  están a cargo de Fidel López. El diseño de luces es, como tenía que ser, de Lillyanna Díaz

Dante Cucurullo interpreta al pianista acompañante de la Callas. Mientras Dolly Martínez, Nelson Veras y Laura Leclerc son los cantantes del bel canto que intervendrán en la pieza de McNally. El suscrito interpreta al malhumorado tramoyista que asiste a la Callas durante el desarrollo de la trama.
Fuera de lo muy bien formulada que está «Master Class» como unidad dramática, el planteamiento que en la obra se hace es una trascendental lección de vida . En esta obra María Callas se explica a sí misma y al mismo tiempo nos explica a todos los artistas del planeta. La manera en que McNally logra hacer esto es extraordinaria; porque, sin renunciar al compromiso de la divina Callas con su particular historia, no descarta el gran evento que es la pieza, también salpicada de un agudo, inteligente, ingenioso y ácido buen humor. 
Adelanto que los espectadores dominicanos disfrutarán de uno de los manjares escénicos más exquisito de nuestra apasionante historia teatral. Por el simple hecho de estar involucrado en dicho evento nos consideramos ya afortunados. De eso no tengan ninguna duda.
Les dejo con la biografía graficada de la divina María Callas.


María Callas, cuyo verdadero nombre era Cecilia Sophia Anna Maria Kalogeropoulou, nació en la ciudad de Nueva York el 2 de diciembre de 1923 como hija de unos emigrantes griegos. Debido a las dificultades económicas de su familia, volvió a Grecia con su madre en 1937. Se inscribió en el Conservatorio de Atenas estudiando con Elvira da Hidalgo, una renombrada soprano además de una excelente profesora.

María Callas hizo su debut en 1941 con la obra Tosca de Puccini en la Ópera de Atenas, un papel que interpretaría en numerosas ocasiones, y con el cual inició su despedida un cuarto de siglo después. Estuvo cantando en Atenas durante varios años antes de realizar su debut italiano con La Gioconda de Ponchielli en Verona en el año 1947. Esta producción de La Gioconda estuvo dirigida por Tullio Serafin, quien se convirtió en su mentor musical. 


En los primeros días de su carrera, Maria Callas representó una gran variedad del repertorio, incluyendo papeles fuertes como Isolda en la ópera wagneriana Tristan und Isolde, pero enseguida olvidó estos papeles para concentrarse en las óperas italianas, particularmente en el bel canto con obras de Rossini, Bellini, Donizetti y el primer Verdi. 


En 1949, Maria Callas conoció a Giovanni Meneghini con el que se casó. Giovanni Meneghini junto a Tullio Serafin guiaron su carrera. Estuvieron diez años casados. 


Hizo su debut en La Scala de Milán en 1950 con la representación de Aida. Su primera aparición en Nueva York fue en 1956 representando la ópera de Bellini Norma, un papel que se convirtió en su especialidad. 


Maria Callas estuvo siempre muy interesada en revitalizar aquellas óperas que habían sido olvidadas, representando obras olvidadas de Cherubini, Gluck, Haydn y Spontini. Trabajó con algunos de los más importantes directores de escena y orquesta del momento, destacando Luchino Visconti, Leonard Bernstein, Carlo Maria Giulini y Herbert von Karajan. También desarrolló una gran relación musical con gran cantidad de cantantes, principalmente con el tenor Giuseppe di Stefano y el barítono Tito Gobbi, apareciendo con mucha frecuencia en escena y en grabaciones. Maria Callas era extremadamente autocrítica y temperamental por lo que tenía frecuentes altercados con empresarios y directores de los teatros. 


En 1959, Maria Callas conoció al naviero griego Aristóteles Onassis, abandonando a su marido Giovanni Meneghini. Tuvo un breve retiro durante esta relación pero cuando volvió de nuevo a escena, su voz evidenciaba signos de decaimiento. En 1965, realizó su última representación operística con Tosca en el Covent Garden de Londres. En ese momento tenía 41 años. Tres años más tarde, Aristóteles Onassis dejó a Maria Callas por Jacqueline Kennedy.



Durante la última década de su vida, vivió prácticamente recluida en París. Realizó pequeñas apariciones con di Stefano e impartió una serie de clases maestras en el Juilliard School de Nueva York entre los años 1971 y 1972. Murió en París el 16 de Septiembre de 1977. La causa de su muerte nunca estuvo totalmente determinada.




domingo, 17 de julio de 2011

«Duendes y locos de las dunas» y fuenteovejuna


«Duendes y locos de las dunas» y fuenteovejuna
Por Carlos Esteban Deive 
Rafael Villalona y Giamilka Román en «Duendes y locos de las dunas»


Carlos Esteban Deive, antropólogo, investigador, escritor,  ensayista y Premio Nacional de Literatura, es una de las personalidades culturales completa que existe en nuestro país.  Ha obtenido innúmeros premios como narrador, ensayista y dramaturgo, ha sido corrector de estilo en varios medios impresos, catedrático de varias universidades y decano de por lo menos una de estas. Deive ha tenido la gentileza de escribir unos apuntes sobre la pieza teatral nuestra que ganó el Premio Nacional de Teatro del 2010, cuya ceremonia de exaltación ocurrirá mañana en el Teatro Nacional. Permítanme compartir estos impresionantes apuntes, quizás inmerecidos, de tan señero escritor.

Giovanny Cruz es un dramaturgo de tendencia eminentemente realista que, sin embargo, ha sabido eludir la trampa del naturalismo. Lejos de limitarse a copiar fielmente la realidad o distanciarse de la vida, deshumanizándola para convertirla en una simple caricatura, se empeña, y con notable éxito por cierto, en recrearla, en ofrecernos su propia visión de ella, en interpretarla desde el ángulo en que suele situarse como creador, introduciendo en cada obra suya ese elemento subjetivo tan necesario como indispensable a fin de librarla de caer en el mero documento.
Inconforme con las deformaciones que caracterizan al realismo a ultranza, fotográfico, ceñido a la pobre tarea de reproducir el mundo y su gente, Giovanny Cruz prefiere decantarlos recurriendo al simbolismo por síntesis, cuya expresión más acabada se encuentra en la eficacia con que maneja la escena y los personajes que intervienen en ella.
Lo que Giovanny Cruz le interesa sobre todo es un realismo que ponga de manifiesto las pasiones humanas, los conflictos y contradicciones que mueven el discurrir de los hombres, para lo cual recurre a la presentación de un clima que rebasa la esfera de lo físico o telúrico. Se trata, más bien, de un clima sicológico, de una atmósfera preñada de sentimientos, emociones, deseos y frustraciones, esa maraña de intrincadas y complejas intimidades que, a menudo, desembocan en tragedia o evocan el desesperado intento de sobrevivir en medio de un ambiente hostil en el que sólo cabe renunciar a la esperanza.
Lidia Ariza y Rafael Villalona
Desde luego, esa atmósfera que nos entrega Giovanny Cruz no es la del individuo visto per se, sino la del que padece el hecho irremediable de tener que vivir entre sus semejantes. Acosado por una sociedad impiadosa que le niega, debido a la fuerza omnímoda de un poder avasallante y casi siempre en apariencia anónima, sus más elementales derechos. Así sucede en «Duendes y locos de las dunas», este drama colectivo expuesto por su autor en función de un choque de intereses percibido como primer plano o telón de fondo de la acción que en él se desarrolla.
De primera intención, podría pensarse que estamos frente a una obra escrita sin eufemismo ni concesiones de ninguna clase, una obra en la que Giovanny Cruz ha querido ofrecernos el testimonio crudo, descarnado, violentamente amargo, de unos seres atroces, alucinantes, desenfrenados e inmersos en un primitivismo que les permite librarse de sus propios instintos. Un primitivismo concebido de esa guisa, más o menos absoluto, terminaría, entonces, por agobiar al espectador hasta extremos de hacerlo sentirse oprimido.
Sin embargo, a poco que nos vamos adentrando en el drama, advertimos aliviados que sus personajes no son sujetos pasivos o movidos en todo caso por pasiones incontrolables de sus brutales reacciones, sino pobres diablos víctimas de una sociedad que los ha condenado a llevar una existencia inane, al borde de la pura animalidad, sin asomo de redención. Estamos, pues, en presencia de un problema que afecta a  un conjunto de individuos a los que se  le ha escamoteado toda posibilidad de vivir dignamente, de afirmar su condición humana, o lo que es igual, de volver a ser lo que eran antes de producirse la hecatombe que los sumió en la desesperación, lo que explica, y hasta justifica, la respuesta que dan a quien encarna el mal que los agobia.
En este descenso a los infiernos, tal vez más tormentoso que los habitados por los mismos demonios, fácil es adivinar la habilidad mostrada por Giovanny Cruz, propia de todo dramaturgo que se precie de lúcido, para moldear el entramado de su obra e introducir al espectador en ese hervidero de amores, odios y desalientos que constituye el eje de la misma, haciéndolo partícipe de él. Hervidero que también es suyo. ¿Acaso para obligar a uno a bajar al averno no es preciso que nos lleve de la mano quien nos conduce a él?
Tengo para mi que al escribir este texto, Giovanny Cruz ha sufrido una metamorfosis que lo ha convertido en un demonio más de los que pueblan su universo teatral. Sólo así, empujado por «daimon», insatisfecho y disconforme como está, puede, a mi modesto entender, obligar a los espectadores a participar de una catarsis que, en este caso, no tiene por objeto purificar el alma, puesto que se trata de una catarsis por el dolor nacido de la impotencia por todos compartida, a despecho de nuestros deseo, con los agónicos protagonistas de «Duendes y locos de las dunas».
Aún cuando la obra admite varias lecturas o, para decirlo con más propiedad, varias interpretaciones, creo que la idea básica, fundamental, que ha motivado a Giovanny Cruz para escribirla, es para recordarnos una verdad incontrovertible: la de que toda opresión ejercida contra el hombre encuentra su final en la acción liberadora realizada por el hombre que la padece. Es, en efecto, el ofendido y humillado el único capaz de sobreponerse a tal situación, no importa que para ello tenga que violar los principios o las normas éticas impuestas por la moral burguesa, capitalista, que sólo a sus ideólogos beneficia.
En una época como la actual, signada por tan ingente cúmulo de fuertes convulsiones sociales, nada tiene de sorprendente que los dramaturgos reasuman la tradición, iniciada por Lope de Vega en su «Fuenteovejuna» y Cervantes en «Numancia», de un teatro que testimonia, con mayor o menor énfasis, los conflictos de la sociedad a la que pertenece, y Giovanny Cruz es uno de esos dramaturgos. He aquí la razón de ser de «Duendes y locos de las dunas».
Pese a que le autor se vale de unos pocos personajes, siete en total, advertimos de entrada que nos coloca en un drama del ser humano universal, mediante un conflicto total y desencadenante.
En la obra de Lope de Vega,  «Fuenteovejuna», los personajes se rebelan contra la opresión a la que son sometidos por el Comendador de la Orden de Calatrava. Se vengan contra alguien a quien acusan de haberlos sumido en la mayor de las inopias y desesperanza. «Duende y locos de las dunas» nos recuerda, pues, a «Fuenteovejuna», los seis protagonistas de la obra podrían contestar, si le pregunta quien mató el ingeniero Iván Villeta: «¡Todos a una!».
Lidia Ariza, Augusto Feria, Delta Soto, Ángel Haché, Giamilka Román y Rafael Villaona
De destacar es la pintura que Giovanny Cruz traza de sus personajes. Guillermina, la esposa de Nicodemo, es una mujer estéril, y por ende, insatisfecha. Su vida discurre en medio de una monotonía insoportable. Espera ansiosa que el agua vuelva al río a sabiendas de la inutilidad de esa espera. La vieja Nicolasa se engaña a sí misma intentando pescar algo en él río seco. Dolores es la prostituta que ya no ejerce porque la clientela ha desparecido del lugar en busca de mejores horizontes. Nicodemo, un ser anodino, actúa de comparsa de Guillermina. Yogo-Yogo, quien tiempo atrás había cometido un crimen y purgado su delito, vive retirado en el caserío para olvidarse de su pasado. Había matado al hombre que violó a su hija. Ahí, en el caserío, encuentra a Tamayo, quien le revela que el muerto era su padre. Creció odiando a Yogo-Yogo y, cuando supo que este se hallaba en dicho lugar, lo siguió con ánimo de cobrarle el asesinato.
El retorno del agua al río significa para todos ellos el renacer de sus sueños. Coautores y cómplices  de la desaparición del ingeniero Villeta, invocan a los locos y a los duendes que simbolizan el mal, para que convoquen la lluvia que habrá de llenar de nuevo el cause seco y devolverles la esperanza de una vida mejor.
Giovanny Cruz se muestra en esta obra suya como un escritor expresivamente austero que rechaza recurrir a efectos escénicos deslumbrantes y superfluos, pero muy del gusto del público. Apela, por el contrario, a una técnica más eficaz consistente en narrarnos la acción a través de cuadros breves, esquemáticos, mediante los cuales va desarrollando la trama. De esa manera, logra poner a sus personajes al servicio de su intención, de lo que quiere decirnos, o sea, la lucha del hombre contra la sociedad, llámese esta Gobierno o poderes fácticos. En esa lucha nadie es enteramente bueno o perverso, honrado o disoluto, noble o envilecido. Es, en cambio, una mezcla de todas esa virtudes y defectos. Ambivalente, rehúsa ser títere del prójimo que lo avasalla y ejerce su libertad, sino plenamente, al menos condicionada.
«Duendes y locos de las dunas», de Giovanny Cruz es una obra con la que se puede estar de acuerdo o no, pero de ningún modo nos dejará insatisfecho. Esto de por sí, es mérito más que suficiente para agradecérsela a su autor.

sábado, 16 de julio de 2011

Una luz que se apaga

                        Una luz que se apaga

In memoriam a Don Ricardo Alegría Gallardo (14 de abril 1921-7 de julio 2011)
Carlos Andújar. La Pasión Cultural.


Don Ricardo Alegría. Pintura de John Enie.
Puerto Rico es una fisonomía cultural de la obra intelectual, cultural y académica de Don Ricardo Alegría quien protagonizó los  últimos 60 años de gestión cultural fructífera y con resultados concretos: El Instituto de Cultura Puertorriqueña, los más importantes museos de la ciudad, la restauración del Viejo San Juan, el Museo de las Américas y su más ejemplarizador proyecto, el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, además de sus vínculos con la Universidad de Puerto Rico, los estudios arqueológicos-antropológicos y la gestión cultural en su más eficiente expresión.

Don Ricardo Alegría, lo defino como una de las últimas figuras vivas del antillanismo histórico que representaron personalidades como Gregorio Luperón, Antonio Maceo, Máximo Gómez, José Martí, Emeterio Betances y otros soñadores decimonónico que lucharon por construir una sola patria caribeña. Como soñador, pensó en un Caribe unido por el lenguaje cultural al margen de sus diferencias, que no negaba y de sus diferenciaciones sociopolíticas pero admitiendo un pasado común y con procesos semejantes tanto en lo antropológico como en lo histórico.

De personalidad suave, pausada, agradable, conversador, inteligente y ameno interlocutor, Don Ricardo Alegría poseía el don de escuchar, platicar y sugerir como una costumbre de Maestro que no abandonó nunca su oficio y que por el contrario, siempre vimos en él un espíritu exploratorio a través del intercambio, transmitiendo a partir de la formación, la tenacidad de sus convicciones.

El Viejo San Juan. Utopía hecha realidad de Don Ricardo Alegría
El historial cultural institucional puertorriqueño, se detiene en muchas ocasiones en un Nombre y una figura hoy icono cultural indiscutible de un pueblo que supo seguirlo en sus posturas verticales a favor del español puertorriqueño, a favor de la preservación de las fiestas tradicionales de su pueblo, como protector de la artesanía, expresión ésta de una estética popular que cada vez más se abre camino e integra a creadores, familias y comunidades enteras que reconocieron en él, su mayor protector.

Los artistas e intelectuales de Puerto Rico, el Caribe y muchas otras partes del mundo, se encontraban en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe en el Viejo San Juan, como si fuera una estancia de tránsito que servía para intercambiar enfoques, debatir teorías, compartir puntos de vistas, conocerse o simplemente encontrarse con amigos y colegas del oficio.

Sus vínculos con nuestro país fueron más allá de unas relaciones académicas o intelectuales, sus dos hijos, uno de ellos residió en el país muchos años ya fallecido, José Francisco Alegría Pons, y el mayor de su prole, José Alegría Pons, abogado, tuvieron en el primer caso y tienen como pareja a dominicanas, siendo Soraya Aracena, la compañera del fenecido José Francisco, una dedicada investigadora de temas culturales de nuestro país y de otras islas del Caribe.

Doña Mela su eterna compañera, le seguía en sus utopías sirviéndole como musa inspiradora pues lo que la conocemos sabemos de sus dotes en el arte y la pintura, sensibilidad continuada por José Francisco Alegría su hijo antropólogo que también le interesaba el arte, como parte de un discurso explicativo de la cultura, influencia que ejerció su madre en dicha formación y que por igual se hizo presente en la extensa obra de Don Ricardo Alegría quien mantuvo una armoniosa relación con el mundo de los artistas puertorriqueños.

Don Ricardo Alegría hacía sus anécdotas del país que visitaba desde sus años mozos, donde editaba libros, se hacia chacabanas con un sastre dominicano y le fascinaba el dulce de pasta de naranja considerado por él como una degustación gourmet.

Sencillo, humilde en su trato, considerado con sus amigos, profundo en sus reflexiones y acucioso en sus investigaciones, Don Ricardo Alegría Gallardo, produjo más de 50 obras y fue responsable de edición por encima de un centenar incluyendo mas de 8 libros que trabajaba en paralelo incluyendo su última obra que son legajos de documentos puertorriqueños del siglo XVI en cinco volúmenes, cuando la muerte le sorprendió el pasado 7 de julio por afección cardiaca y otras complicaciones de salud a sus 90 años, constituyendo su acervo documental de libros, objetos culturales, artesanales, fotos, pinturas, grabaciones, videos y otras fuentes,  un verdadero patrimonio cultural de Puerto Rico y el Caribe. Descanse en paz Don Ricardo Alegría.-

Panteón familiar donde descansan los restos de Don Ricardo Alegría en el Cementerio del Viejo San Juan.





lunes, 11 de julio de 2011

Lo mataron en la otra Guatemala…


Cuando leí hace unos días este artículo, acabado de crear, dos asuntos diferentes pasaron por mi cerebro. Primero: No hay nadie mejor para despedir un poeta que otro par. He leído brillantes artículos, ensayos, poemas y reflexiones de mi hermano Tony Raful. Esta entrega de hoy no tiene iguales. Admito que me tocó muy de cerca, en lo más profundo de eso que llamo complejos laberintos interiores.               Segundo: Recordé, también a propósito de Raful, una crítica suya a mi pieza teatral «Obsesión en el 507». En el párrafo final de su reflexión crítica Raful hablaba, con pesar, de lo que desencadenó la obsesión de los dos personajes principales de la pieza en cuestión: la muerte equivocada. En dicha obra las dos mujeres obsesivas asesinan por error, o mala interpretación, a Luis Homero Borges (¿Los ciegos Homero y Borges?).
Visto así, entonces, el crimen era peor aún. Pues ocurre que el de Facundo Cabral parece ser el caso. Más grande es el dolor.
Leamos el brillante artículo de Tony. Les autorizo al concluirlo ponerse de pies y aplaudirlo. Para mi con ser su amigo es un gran lujo el que me doy.


 Lo mataron en la otra Guatemala…
(A José Antonio y Giovanny, amigos de Facundo)
Tony Raful

La clara tribu del alba se llena de sonidos, de polvo luminoso molido  en los ojos de un águila, de una vasija de ágata y ámbar que se derrama en la piel de un leopardo; alondras y doncellas enmudecen cuando el cielo baja a la deriva en un desacierto homicida. Han matado al poeta. Al canta autor que  citaba en versos  sentencias de amor, que prefiguraba la vida  como un ensalmo de latido y plata, que aludía a los grandes de verdad, que esculpieron las utopías, que dijeron que había que dar hasta que doliera, que no eran de aquí ni de allá, a los que hablaban en sueños, a los que escalaban montañas para estar más cerca del misterio, a los que escribían partituras para que la belleza se repartiera entre todos, en óperas y conciertos.
Bajo el techo de Casa de Teatro en Santo Domingo una pareja de amantes aprieta sus manos enlazadas cuando José Antonio canta sin entender apenas una desventura, un oleaje gris, un amigo que se va. En Buenos Aires y en Montevideo, muchachas como lámparas de hermosura, que se pasean alegremente,  sienten los vidrios rotos y el estallido de una larga herida, es Facundo Cabral quien muere con su jerga de bosque y juglar. Borges, ya ido, ya próximo, que cantó, “Por el misterio de la rosa/ que prodiga color y no lo ve”, ahora recibe en una jaula de noche y lluvia a Facundo que lo admiraba, ahora juntos  fascinan el brillar purpúreo de un cometa. Ahora  se desgasta el tiempo cautivo y Facundo, sultán de la lengua, atiza el brasero del universo, su espejo infinito de vidas y mundos. 
Hay una Guatemala, donde la niña se murió de amor, como  dijo el gran José Martí; una Guatemala de los  presidentes Arévalo y Arbenz;  del Premio Nobel de Literatura, Miguel Ángel Asturias; una Guatemala de Otto René Castillo, el de “Vámonos Patria a caminar” por hondonadas y  abismos de miseria; la Guatemala de la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú; la de Ricardo Arjona; la que cedió generosa  sus pistas de aviación y sus fusiles para que saliera la expedición armada del 19 de junio de 1949, de Luperón,  a combatir a Trujillo; Guatemala, la del Quetzal, el ave intrépida que muere si la apresan; Guatemala, exótica y  bella, la de los volcanes,  húmeda y de vegetación exuberante.  Facundo Cabral murió asesinado en la otra Guatemala, en la de los verdugos y los sicarios, en la lóbrega estancia de los opresores, de los mafiosos, de los maras, de los desalmados.

domingo, 10 de julio de 2011

Testamento ético de Facundo.

Alguien me recordó ayer una de esas grandes expresiones de Facundo Cabral. Habló alguna vez de que debíamos desconfiar de la muerte de los genios  ya que por ser tales la saben disimular muy bien. Ojalá sea el caso; pero no...
Tony Raful publicará el martes en el Listín Diario y en esta La Pasión Cultural un artículo sobre Facundo excepcional. No se lo pierdan.
Mientras, les regalos dos poemas en los cuales Facundo parecía  haber escrito una especie de testamento ético. Aquí están. Son geniales: "El día que yo me vaya" y "Cuando vengas a buscarme".



El día que yo me vaya
Por Facundo Cabral


Cuando el Universo me abandone 
y el viento desgaste mis manos, 
y abrevie bien mis pasos, 
cuando el sol esté ausente del cielo 
y no me alcance el día. 
Cuando el mundo no me proteja del vacío, 
cuando el todo se aleje y se confunda en la nada, 
cuando en la noche se refleje mi antigua duda 
y ya no vea en ella mis ojos, 
entonces, cambiaré mi torpe cuerpo 
por las alas con las que entraré 
en la mañana del despertar eterno, 
más allá de los sucesos momentáneos. 
Extasiado por las sutiles y vagas nubes 
donde se repetirá la tenue luz que es la vida, 
a quien sabré de misterio entero 
para poder escribir, por fin, el poema.

Porque eso es la vida, 
un constante tejer y destejer 
de vagas sombras, 
sin más sentido que la belleza. 

 
La vieja luna de oriente 
y las campanas de Lorca, 
la llamarada de Whitman 
y la belga de Mallorca. 
El sol, el amado sol 
que enciende toda la vida, 
esa fiesta permanente 
por la que mi alma camina. 
El espíritu extasiado 
y la gloria de los días, 
la salud de Dinamarca 
y el encanto de Turquía. 
Una idea que armoniza 
con tantas otras ideas, 
dos hermanos en Tandil 
un abuelo en Galilea. 
Una madre que me espera 
y un padre que no conozco, 
Nueva York cuando la nieve 
y México cuando Orosco. 
Una milonga sureña 
un par de botas tejanas, 
una esperanza infinita 
y una flor en la ventana. 
Una canción inconclusa 
y un jorongo mexicano, 
amores en todo el mundo 
y nada preso en la mano. 
Un amigo en el desierto 
y un maestro en la montaña, 
la libertad más hermosa 
y la idea más extraña. 
Esas cosas dejaré 
el día que yo me vaya, 
querida perdóname 
si a ti no te dejo nada. 
Una cerveza en Holanda 
un pintor en Salamanca, 
una hoguera junto al nido, 
un poema en Casablanca. 
Una pregunta en el aire 
y una respuesta en el alma, 
las noches en el mar Rojo, 
y los veranos de España. 
La voluntad y el delirio, 
una vieja gorda griega 
un turbante del Neguet, 
dos máscaras, una quena. 
Esas cosas dejaré 
el día que yo me vaya, 
querida perdóname 
si a ti no te dejo nada. 
La lluvia sobre Marruecos, 
en el bolso, pan y queso, 
y la Biblia liberando 
a mis sueños y a mis huesos. 
La locura satisfecha 
y la conciencia tranquila, 
los temores que perdí 
en París o Alejandría. 
Amo y señor de mí mismo 
sin bandera y sin espada, 
al viento devolveré 
las maravillas prestadas. 
Las alegrías de ser 
y hacer lo que uno ama, 
querida perdóname, 
si a ti no te dejo nada.




Cuando vengas a buscarme 

Cuando vengas a buscarme 
estaré como ahora mismo, 
contento bajo este sol 
sin chaleco y sin anillo, 
sencillo. 
Cuando vengas a buscarme 
habré de estar bien despierto, 
en el medio del camino 
de las lluvias y de los vientos, 
atento. 
Voy a tener las manos 
de mil colores, 
de buscarla y buscarla 
entre las flores. 
Estallarán las uvas 
el mar, la tierra, 
porque será verano 
cuando ella vuelva. 
El cielo y las estrellas 
estarán cerca, 
tan cerca como el fuego 
la luz, la puerta. 
Cuando venga la amada 
que nunca he visto, 
como para la copla 
estaré listo. 
Cuando vengas a buscarme 
habrá un silencio profundo 
y sabré, por fin sabré 
cuál es el verbo del mundo. 
Cuando vengas a buscarme 
llorarán los que no entiendan 
pero será la gran fiesta 
para aquellos que comprendan. 
Yo voy a estar descalzo 
como se debe, 
y las manos amigas 
traerán claveles. 
Se quedará inconcluso 
el ancho verso, 
el día que me vaya 
con la que espero. 
Tendrá vestido negro 
y será abuela, 
y dejará en mi pueblo 
profunda pena. 
Cuando venga la muerte 
será sin llanto, 
igual que con la vida 
me iré cantando. 

sábado, 9 de julio de 2011

¡Es verdad, Giamilka, me mataron a Facundo!

¡Es verdad, 
Giamilka, 
me mataron 
a Facundo!

¡Y con él mataron acordes y muchas, muchas  poesías!

Cuando la hermosa Giamilka Román, sobreangustiada, me llamó —¡maldito el minuto en que lo hizo!— para decirme que Facundo había sido asesinado, no pude inmediatamente asimilarlo.

Demasiada poesía compartida, a su lado o a la distancia, para aceptar que de repente fue alevosamente aniquilado.

Porque tienes dos ojos para ver todo
desde el sol infinito al pequeño lodo.
porque diste dos pasos que yo no he dado
y no dudas de aquello que tanto amo.

Con él cultivé por mucho tiempo una amistad y muchos cariños. No importa donde estuviese, siempre encontraba un tiempo para llamarlo y algunas veces para encontrarnos en cualquiera de nuestras bohemias. La última vez que nos la dimos lo hicimos en el asadero argentino de nuestro común amigo Nestor. Esa noche me acompañaban, como refuerzos, los actores Juan Núñez y Hector Olivier. Comimos algunas carnes  y ensaladas. Por supuesto que el vino argentino corrió con abundancia. Luego Facundo se montó en mi sencilla camioneta gris de una sola cabina y nos dirigimos a su hotel. Confieso que no llegamos enseguida. En el trayecto sufrimos un percance. No fue una goma que se desinfló. No. No fue el combustible que se acabó. No. No fue el radiador del vehículo que se averió. No. No se trancó el motor por falta de aceite. No. No nos paramos a orinar en la carretera como hacemos correctamente los bohemios. No lo hicimos. Nos paramos por unas horas a comprar dos botellas más de vino y porque Facundo quiso esa noche dedicarme algunas canciones que cantó con su eterna compañera: la guitarra. Vestía con pantalones y abrigo de mezclilla y en una de las canciones que cantó de eso hablaba: de la ropa que cargaba. También, imagino que lo estaba improvisando, habló en una canción de la amistad con este hombre, hacedor eterno de teatro. Finalmente lo llevé al hotel, aunque al día siguiente temprano retomamos la poesía. 

Porque nunca preguntas y no divides 
Porque a pesar que sabes muy bien el verbo
me muestras el camino con el silencio.
Porque amas a cualquiera de los colores,
porque son sólo una todas las flores.
Porque ¡eres la medida del hombre a semejanza,
el espejo perfecto de la esperanza!
¡creo en Tí!
   


Cuando Facundo estuvo exiliado en México pasó por un momento de sequía intelectual. Se enfermó, y como Camus en su mismo estado, dejó de escribir por un tiempo. Luego regresó a la vida y cambió. Bueno el cambio en él, perfecto hijo de Heráclito, era una constante.

Por supuesto que una mañana despertó estando en México porque un amigo dominicano, ese era yo, lo estaba llamando. Sólo quería decirle que millones de sus amigos deseábamos que se levantara y volviera a caminar en escenarios. 

Lo hizo. No tengo que contar la historia. Él se encargó de hacerlo en todos sus versos.


Porque vive lo eterno en tu presente
y el más ancho horizonte brilla en tu frente.
¡Porque tienes dos manos que están clavadas
en el justo centro de la balanza!


Es un hecho, Gia: ¡lo mataron vilmente en Guatemala! Aseguran que ese país es quizás el más violento de toda la América. Los crímenes históricos y cotidianos allí se suceden con alarmante frecuencia

Nosotros, con el tono de voz, desde  acá los censuramos. Por este castigaré para siempre a Guatemala. Nunca le perdonaré este crimen que todos allí han cometido. Por lo tanto... allá nunca volveré. Y prohibo a cualquier pasionario que lo haga. Alguien tiene que pagar por ese crimen y dos o tres sicarios no me son suficientes para vengar al único Facundo de la tierra.

¡Porque en el mismo monte crucificaron
tu salud infinita y mis pecados!
¡Porque tienes el mismo Padre que tengo!
¡Y eres de Galilea como  mis sueños!                             
¡Creo en Tí!

No soy cristiano. Ni, siquiera, soy creyente. Tampoco soy ateo. Lo que siempre he sido... es un dudante. Por lo tanto no me pidan que perdone, como hacía aquel caminante de Nazaret de cuya existencia si que no tengo alguna duda.

Respecto a mi, Guatemala se ha buscado su destino. Como no tengo el poder de un dios atómico, lo único que puedo hacer es para siempre maldecirlo.

Me hija Fiora me ha enviado este poema de Facundo, es realmente una recopilación de versos que él mismo hiciera, que me sirve perfectamente para seguirlo llorando.



De tanto vagar por ahí no se por donde empecé, pero de cualquier manera vengo de donde viene usted, de la tierra que en silencio con el agua y con el fuego provoca toda la vida, sus alegrías, sus miedos. Entonces vengo del fruto centro mismo del incendio a contarle lo que he aprendido de la nuez, la flor, el siervo y aquello que no me acuerdo.
Le gustaba a mi caballo la tierra que abandone, lo deje con sus amores. Paisano, me fui de a pie.
Yo no camino derecho, siempre camino torcido, el que camina derecho conoce un solo camino. Tengo solo una cabeza un sombrero basta y sobra, pa' que me sirven dos camas si yo duermo en una sola.
Yo soy el gallo que canta anunciando el nuevo día.
Yo soy el viento del Sur que nunca llego a Bahía.
La ciudad no me convence y la paso de costado.
La escalera de cemento solamente hace esclavos.
La mentira no me gusta y por eso nunca miento.
Simplemente cuando canto sueño y al soñar invento.
Si yo digo lo que digo no es porque me sobre ciencia.
Yo no soy el que se mueve es el mundo que da vueltas.
He visto las maravillas que son posibles de ver, es decir todas las cosas, las imposibles también.
Vi a las diosas que soplaban pa´ que el mundo diera vueltas.
Y vi que pa´ ir al cielo son infinitas las puertas.
Desde el gusano a la hoja anduve la vieja planta y supe donde la mar olvida el sol y lo canta.
Espejo fui del espejo pa´ que comprenda la nada.
Y conocí las miserias en la bandeja de plata.
Alguna vez por adentro me camino lo de afuera, mi Dios yo fui el universo y no supe lo que era.
Fui grande y después pequeño pa´ ver que no hay diferencia y me fui lejos del pago pa´ conocer la querencia.
Hice una mesa y un pan que son la mejor canción pa´ enamorar a la Juana, la Juana Legizamón.
Si Señor.
Yo no soy lo que parezco sino lo que mi alma sueña.
Y si me caigo en los pozos es por mirar las estrellas.
Yo sueño panes enteros en un mundo de migajas.
Respiro fuerte y no muero porque no me da la gana.
Yo soy de los que caminan, yo no soy de los que marchan.
Nunca voy con los que lloran y siempre con los que cantan.
Soy el esclavo mas libre, esclavo de lo que amo.
La libertad y la belleza saben bien de quien les hablo.
No pierda tiempo paisano esperando por el tren, que pa´ andar la vida solo se necesitan los pies.
Caminante, caminante no confundas tu destino, que una cosa es la tierra y otra cosa es el camino.
Porque el tiempo le sobraba pa´ lo poco que sabia, el hombre invento la guerra por no conocer la vida.
El saber es necesario como el árbol pa´ la sombra, en manos del que no sabe la manzana es una bomba.
Del cañón hay que zafarse porque nunca dice nada, la violencia trae violencia pero nunca la esperanza.
No hay historia de segundos pero menos de terceros.
La cuenta comienza en uno y termina con el 0.
Yo no soy quien te aconseja, dale las gracias al tiempo.
Que del tiempo viene todo, todito lo que te cuento.
 


Asesinan a Facundo en Guatemala


Asesinan a Facundo Cabral en Guatemala

Déjenme llorarlo con algunos de sus versos:

—"Si hay que contar una historia tengo una sola que declarar y es que derroté a la tristeza una mañana junto a la mar."

—"Soy el oeste del tiempo. Libre y sediento como la mar. El que jamás pisa fuerte, hombre de siempre y ningún lugar."
—El bendito día que vengas a buscarme dejarás en mi pueblo profunda huella. Habré de estar bien despierto, tranquilo bajo este bajo este sol,  sin abrigo... sencillo. Igual que con la vida me iré cantando.—"Te quiero a la una, a las dos y a la siempre. Te quiero con todo lo que soy... incluyéndome a mi mismo."
—"Si yo golpeo tu puerta no te vas a confundir, no es para entrar que golpeo, golpeo para salir.˝—"Desde el gusano a la hoja anduve la vieja planta y supe donde la mar olvida el sol y no canta"
—"He pensado mucho en ti; pero no me digas nada. Imagínalo tan sólo como yo lo imaginara." 













El cantautor argentino  fue asesinado a tiros este sábado en la capital de Guatemala, donde había dado dos conciertos la última semana.
“No se cómo pasó y por qué razón, porque Facundo es un hombre reconocido en todo el mundo y creo que nadie tiene un interés” en matarlo, dijo su representante, David Llanos, a periodistas en el sitio del crimen.
Cabral, de 74 años, se presentó en dos ocasiones en Guatemala, el martes y jueves, y se dirigía al amanecer de este sábado desde el hotel hacia al aeropuerto internacional La Aurora de la capital para viajar a Nicaragua cuando su vehículo fue atacado a tiros por desconocidos.
El artista recibió varios impactos de bala y murió en el lugar del ataque, perpetrado el día en que Argentina conmemora su declaración de Independencia.
“Estábamos yendo al aeropuerto para Nicaragua. No sé nada más y no sé que ocurrió, pero es de lamentar y es aterrador”, dijo Llanos.
Otro vehículo, en el que viajaban sus guardaespaldas, recibió unos 25 disparos, pero nadie salió herido, dijo la policía.
El presidente de Guatemala, Álvaro Colom, “está consternado por este hecho cobarde”, dijo el secretario de Comunicación Social de la Presidencia, Ronaldo Robles.
Guatemala tiene una de las mayores tasas de homicidios de América Latina, 18 al día, y la inseguridad es el mayor problema de sus habitantes, que viven a merced de las temidas maras o pandillas y poderosos carteles de drogas.
“Es triste que este hombre que le cantaba al amor, a la paz y a la alegría haya perdido la vida por unos bastardos en Guatemala”, dijo Robles.
Cabral había nacido el 22 de mayo de 1937 en la ciudad argentina de La Plata, 60 km al sur de Buenos Aires, y además de ser cantante era reconocido por sus composiciones y sus producciones musicales.
En el recital del martes, al que asistieron 5.000 personas, Cabral se despidió del público guatemalteco diciendo: “Ya les di las gracias a ustedes (…) y que después sea lo que Dios quiera, porque él sabe lo que hace”.


En La Pasión Cultural estamos consternado. Reproducimos como un póstumo homenaje una entre vista que Facundo diera, hablando sobre la violencia, en 2009.

“La violencia es una estupidez”

Esta es una entrevista que le realizó Prensa Libre a Facundo Cabral durante el 2009. En ella el cantautor expresó que “la vida es un regalo”. Asimismo, habló sobre su amor por este país, en el que fue asesinado hoy. 

POR REDACCIÓN BUENA ESPECTÁCULOS
“La vida es un regalo”
Por Alfredo Vicente
Con motivo de despedirse de los escenarios y ofrecer un último recital en los países que lo vieron crecer como artista, el músico argentino Facundo Cabral se presentará en el país. El reconocido cantautor de 71 años, quien se reencontrará con su público de Guatemala el 24 de abril en la sala Efraín Recinos del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, conversó vía telefónica con Prensa Libre acerca de su trayectoria, el papel de la música en la paz, y su próximo paso en la vida.
¿Qué es lo que más recuerda de este país?
Tengo amistad con Guatemala desde hace muchos años. Hace alrededor de tres décadas que fui a cantar allí por primera vez. Recuerdo que visité Chichicastenango, Quetzaltenango y Antigua. Tengo mucho aprecio por ese país, del cual he aprendido mucho, como es el caso de la literatura. Guatemala siempre ha sido un lugar luminoso para mí, y estoy muy feliz de ir.
¿A qué se debe esta nueva gira?
Es una despedida porque físicamente estoy ya muy débil, por la edad, y este año voy a despedirme de unos cuantos países muy queridos. El show será un repaso, una cuenta final... Es más, será un testamento de mi experiencia que le dejo a los jóvenes que empiezan a vivir.
¿Y qué contiene ese testamento?
Que la vida es un regalo inapreciable, que nacemos para vivir, y que solamente se puede vivir en amor.
¿Qué ha aprendido después de viajar por tantos países?
Los países como Perú, Guatemala, México y Ecuador, donde ha habido culturas precolombinas, e India sobre todo, han sido una gran escuela para mí. Europa también me ha enseñado mucho, artísticamente e intelectualmente, sobre todo Francia, Italia, España y Portugal, de donde provenían mis parientes. Estoy muy agradecido con el mundo. Desde el 1 de enero de 1960 he caminado 165 países. No soy muy competitivo, pero es todo un récord.
¿Fue precisamente la música lo que lo motivó a conocer tantos lugares?
Empezó por el cristianismo. La provocación que tuve para caminar el mundo fue la gran noticia que trajo Jesús: Que solo uno es el Padre. La noticia me excitó y ahí supe que si uno solo es el padre, la humanidad es una sola familia...Somos un solo país, lo que no entiendo es cómo hay tanta gente que no lo comprende.
¿Cuál es su mensaje para el público de Guatemala, donde se vive hoy con mucha inseguridad?
La violencia se ha globalizado. La violencia... que es una estupidez. El papa Juan Pablo II decía que había que globalizar la solidaridad. Somos hermanos, vivimos mucho mejor cuando nos respetamos... La vida es maravillosa, de lo contrario tenemos un conflicto tremendo. Somos muy ignorantes y la ignorancia es suicida. El sabio no mata, convive. Ni somos ni de izquierdas ni de derechas, el universo incluye izquierda, derecha, arriba y abajo (se ríe).
¿Hay esperanza por medio de la música?
Si no tuviéramos esperanza en el fondo del corazón no nos levantaríamos cada mañana.
¿Seguirá fuera de los escenarios artísticamente?
Ya no creo que vuelva a viajar, y por primera vez me quiero quedar quieto. Sospecho que me voy a quedar en comunicación con mucha gente en el mundo porque ahora me van a ayudar a estar en contacto con los jóvenes por medio de Internet. Artísticamente lo veo difícil, porque apenas camino y veo poco. Mi esqueleto ya no quiere seguir. Estoy muy agradecido con Dios y tengo la necesidad de compartir para darle las gracias.
¿Y cómo va a compartir con la gente ahora?
Por medio de experiencias de vida, porque la experiencia personal es lo que más llega a la gente. Porque a mí no me contaron que la vida es una fiesta, lo comprobé. No me contaron que el mundo es muy rico, yo lo caminé. La Madre Teresa, quien fue una gran amiga, decía que yo no era artista, que yo era testigo porque daba testimonio de vida, y tenía razón. Y así lo veo porque hice de mi vida una obra de arte, y esa obra no está en los libros ni en la música. Mi obra de arte es vivir, y realmente pertenece a Dios, quien me llevó de la mano.