sábado, 27 de octubre de 2012

El cuento dominicano y la voz del otro (M. A. Fornerín)

 Anoche me acosté temprano; pero me dormí tarde. Ocurre que algo, que no lograba identificar, me obligaba a estar alegre. El personaje principal de "Los Cuentos del Otro" dice en varias páginas de libro, que "alguien" le envía mensajes en su
 estómago cuando algo trascendente le va a ocurrir. Mi alegría de anoche era un presagio. Ocurre que esta mañana el inmenso intelectual y escritor dominicano Miguel Ángel Fornerín (catedrático de Literatura en Puerto Rico) ha publicado en la revista MEDIAISLA un fascinante comentario crítico que, todavía sonrojado, agradezco sobremanera. No escondo mi alegría. Tanta que me apresuro a compartirla de inmediato con todos ustedes.

 

 El cuento dominicano y la voz del otro, a propósito de un libro de Giovanni Cruz II


MIGUEL  ÁNGEL FORNERÍN [mediaisla] Con «Los cuentos del otro», Giovanny Cruz ha recuperado la voz de una otredad perdida, también el relato tradicional, popular y folklórico. Es su texto el trabajo de un sujeto dentro de la cultura-literaria.

Sobre la existencia de los cuentos orales y folklóricos, los letrados impusieron una sintaxis en la escritura que funcionó como modernidad en el cuento. Bosch ha sido nuestro puntal en la narrativa breve hispanoamericana. En el país, luego de la muerte de Trujillo el cuento se desarrolló gracias a  las nuevas generaciones que vieron en otros autores como los del Boom latinoamericano y otros anteriores al Boom  que se dieron a conocer mundialmente a través de este acontecimiento, como Jorge Luis Borges, y que fueron modelos a seguir.

El cuento de ser criollista, exótico, modernista, romántico, pasó a ser un artefacto artístico moderno. Es bueno mencionar que todo el cuento que se escribió en Santo Domingo no tuvo la impronta de Bosch. Dos casos especiales que vuelven el cuento a la ruralía son Tomas Hernández Franco con su Cibao (1951) y Ramón Lacay Polanco con el sur (1958). En los autores que no siguieron a Bosch tenemos a Sanz Lajara con El candado (1959) y Virgilio Díaz Grullón con Un día cualquiera (1958) que posee una narrativa distinta.

Quisiera sintetizar esta exposición postulando que en Santo Domingo los letrado se apropian de una forma de , de contarnos, de representarnos y de dialogar con el Otro que es parte de la actualización de la identidad y en el que media el lenguaje. Esta es  una forma de la memoria colectiva, del hacer del hombre, del recuerdo de las acciones que podrían ser significativas,  a la cual los autores le dan un giro artístico en un momento de explosión de libro, la lectura y la cultura de prensa. En consecuencia, postulo que quedó obliterada la popular de relatos. Y comenzamos a crear otros relatos “leyendas urbanas”; relatos de periodistas, asesinatos, muertes, hamponería corrupción política, quiebra bancaria… La cotidianidad se relató de otra manera. El hombre dejó de contarse  y verse en el pasado;  las historias del presente (crónicas) conforma actualmente nuestro referente cotidiano.

Ahora que leo el libro de Giovanni Cruz (Los cuentos del otro, Alfaguara, 2012) mis cavilaciones se distraen en el contar otra manera de ver esta historia de la narrativa breve. En el libro de Cruz hay un elemento sumamente literario que es su cuentística: son los cuentos del otro. De otro doble: el otro Giovanni que cuenta las historias y el otro que no aparece con voz propia en el relato. Despejo cualquier malentendido. Quiero significar que la obra juega con la otredad de Giovanni como autor de las historias. Asunto muy literario, pues el narrador ha sufrido un conveniente desdoblamiento. Esto no es nuevo en la narrativa dominicana: pasa lo mismo en Los cuentos que Nueva York no sabe de Ángel Rafael Lamarche, que son historias de Nueva York escritas por un neoyorkino y quien  se las pasa al autor del libro para su publicación. Pienso que ambos estuvieron influido por Luigi Pirandello, pues en esta obra un personaje busca a un autor para dejarle una obra como si el personaje buscará al en la obra de . No era esta obra desconocida para ambos, Lamarche se forma en un tiempo en que se leía mucha literatura italiana en el país y Cruz es director teatral y de nuestros principales .

Ahora bien, en el caso de Giovanny Cruz no funciona tanto el trabajo de la sintaxis, de la morfología del cuento. Esto se puede ver en que las historias del otro Giovanni que recuperan el pasado identitario, la memoria colectiva mediante las acciones y los personajes de otro tiempo. Cruz inicia el libro con una narración de infancia en el que el estilo de crecimiento se encuentra con un acontecimiento traumático de la memoria dominicana: la Era de Trujillo. Por demás, es interesante. Saca a flote el vivir en su fenomenología, en su hacerse que es para cada individuo distinto, aunque el entramado sea el mismo. La otra tiene entonces un sentido de recuperar las historias de los otros. Del otro tiempo a este tiempo; del tiempo vivido al tiempo narrado y se encuentran las experiencias identitarias del autor, de los personajes y de los lectores, con los cuales halla cierta empatía.

El cronotopo de estas obras  permite recuperar la otredad que hay en cada narración como expresión de la narratividad humana. Tiempo y espacio hace que el lector busque la voz de otro narrador que cuenta la historia de otros personajes y que están muy bien identificadas. Como en el relato popular, el indio queda simbolizado por el y las historias maravillosas, mientras que el negro es presentado en su religiosidad y convive con su mágico que, como lugar mítico, se encuentra en el campo, Olimpo de los dioses identitarios. Los nuevos relatos, históricos, antropológicos, nos llevan a una identidad escindida entre la vida instrumental y la vida simbólica.

En Los cuentos del otro de Giovanni Cruz esas narraciones adquieren la fuerza que les da la virtualidad y que solamente lo literario les permite. Son cuentos para otros, de otros. Y vuelven a presentarnos el narrar sin el artificio literario que la modernidad nos trajo en 1933 el libro Camino real de Juan Bosch y los narradores más cercanos al autor de La mañosa siguen su derrotero. Sin despojarse de su capa de escritor, la belleza de la escritura de Giovanny Cruz, de la amenidad de la narración, les han dado a estos cuentos una vuelta al narrar, que tiene como finalidad contarnos el pasado y decirnos cómo somos o de qué manera quisiéramos que el otro nos vea.

Los textos que componen este volumen de cuentos están divididos en dos partes fundamentales: las leyendas y las hechiceras. En la primera parte: “La princesa ciguaya”, “La ciguapa y el último ciguayo”, “El puerco del diablo” y “El tiburón bolo”, son historias identitarias que recuperan  la voz popular de una otredad que ha quedado suspendida por la escritura de los letrados que entraron en la modernidad del relato. Es interesante que este primer grupo de historias esté presidido por “El escritor desconocido” quien será el otro Giovanni que recupere la historia contada por las gentes sencillas; también lo es en el frontis de la colección el tiempo que se recobra entre la niñez, el crecimiento, la voz del padre que alterna con la voz infantil en “Un hombre en Las Calderas”. Ahí la historia define el pasado de un personaje que se identifica con el autor, pero que es a la vez quien cuenta la historia de otros personajes, el cual cuenta la historias del otro.

Ese juego de la otredad, de lo uno y lo otro es lo que hace que el pueblo, el dueño de todas las historias populares, se exprese en la obra como si estuviera rescatando la memoria, como si fuera la articulación de una simbolización obliterada por la modernidad. El crecimiento del personaje y los referentes iniciales a la dictadura, nos presenta un pasado cercano al autor, o una crónica generacional, vista desde la perspectiva del niño. Los demás cuentos como “Anaísa, compai, Anaísa” buscan encontrar un pasado mágico que el folklore pone en la misma creación popular, pero está vez mezclado entre el origen indígena y el origen africano. En “El Tiburón bolo”, para poner un ejemplo,  la voz del otro se encuentra en la tradición en un espacio de la costa. Resulta interesante que se desplace a zonas campesinas y costeñas. Pues en el campo parece el cronotopo de la cultura blanca y la india, mientas que la costa nos presenta la cultura de los pescadores negros.
Ese espacio-tiempo ya había sido trabajado por Marcio Veloz Maggiolo en “La sombra de las tilapias” y  “El destino de Tacho”; también  por   José María Sanz Lajara, en “Caridad” y  Lacay Polanco en “La diabla del mar”. Todos estos textos dentro de la tradición de la modernidad buscaron encontrar elementos antropológicos, mágicos, y la situación social de grupos de subalternos que han convertido al mar el modo de vivir. Pero platean, por demás,  cómo en el cuento de Giovanni Cruz se da una relación mágica que pudiera ser peligrosa, entre el hombre y los animales marinos.

Los negros no han sido muy pescadores y hay ensayistas que ha planteado un viejo temor de los criollos a darse al mar, motivado por la piratería. Lo cierto es que en el Caribe la referencialidad del hombre y el mar son muy escasos. Tal vez que las narraciones nos traigan ese elemento peligroso podría ser una causa de ese desfase entre el hombre y el mar. Juan Bosch trabajó el tema magistralmente en “Hacia el puerto de origen” y Jorge Onelio Cardoso en “El caballito de coral”.  En la cuentística clásica de Puerto Rico el tema es escaso, por no decir que está ausente, aunque debemos hablar de un cuento extraordinario de René Marqués como el titulado “En la popa hay un cuerpo reclinado” que es una obra que guarda poca relación con el trabajo mítico, social, de los negros pescadores como lo tienen los cuentos citados de Sanz Lajara y de Lacay Polanco, que se centran en la costa sur del país. El cuento de Giovanni se ubica en Matanzas, cercano a  San Francisco de Macorís, Nagua y Samaná, precisamente el espacio de El montero de Pedro Francisco Bonó.

Hasta aquí he tratado de presentar el trabajo cuentístico de este libro del actor y dramaturgo Giovanny Cruz, dentro de una recuperación de la otredad, la voz que la modernidad dejó atrás en busca de una nueva manera de contar las historias propias de la revolución de los impresos y de la vida urbana. Quiero agregar que cuando los lectores lean este libro y a reconfigure las acciones y las coloquen en un contexto social y cultural, notarán, a de más de que es un libro bien escrito, que sobresale por  la expresión verbal y la corrección del código lingüístico y por la elocución literaria. Sobresale, además, por el dramatismo, la relación de los diálogos con la narración que le dan a la obra una caracterización muy particular y una alternancia entre la presentación dialógica y las secuencias narrativas. Ha de notar, el lector aguzado,  la plasticidad de la narración y la caracterización de los personajes que hace que la obra marche, no solo como artefacto verbal, sino como virtualidad vivida… Y para eso se escribe. Con Los cuentos del otro, Giovanny Cruz ha recuperado la voz de una otredad perdida, también el relato tradicional, popular y folklórico. Es su texto el trabajo de un sujeto dentro de la cultura-literaria. Como lo hizo Sócrates Nolasco en Cuentos cimarrones y como lo venían haciendo otros escritores hasta que la modernidad le dio una vuelta  e impuso una nueva manera de narrar, contar y contarnos.

| maf, caguas, pr trabajosparafornerin@gmail.com

domingo, 14 de octubre de 2012

El camino perfumado del poema

El camino perfumado del poema

Suelo dudar de cualquier persona que no guste de la Poesía. Algo turbio o siniestro esconde. Probablemente es un sociópata que ya ha cometido crímenes horrendos contra la Humanidad. Tan enfermizo personaje es un negador conocido de su madre, violador de menores y practicante consumado de la violencia marital.

Un individuo de esa calaña sería incapaz de sonrojarse frente a una rosa, mucho menos disfrutar de las evocadoras utopías que, como nos enseñó Dante, son suplidoras o acompañantes de dos o mas copas de vino.

Recurriré a Borges y a fragmentos de su “Otro poema de los dones” para comprobarme en esta entrega:

Gracias quiero dar al divino
laberinto de los efectos y de las causas
por la diversidad de las criaturas
que forman este singular universo,
por la razón, que no cesará de soñar
con un plano del laberinto,
por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,

Ahora, si es un escritor el que no encuentra placeres en el Poema no me interesa ni leer, siquiera, lo que escribe. Hasta dejo de dirigirle la palabra. Un escritor anti poesía en cualquier momento va a convertirse en un traidor; o en algo aún peor: en un lerdo.

Indefectiblemente destruirá el lenguaje en sus escritos, propondrá que supriman los acentos de la Lengua, pretenderá que desaparezca la “Ñ” del idioma español, disertará por ahí sobre lo innecesario que es el punto y coma, asegurará que si la “H” es muda no debe ser usada en nuestros libros. Con el tiempo renegará las Sintaxis y la Prosodia. Acabará asegurando que la Metáfora y la Alegoría con recursos de escritores fenecidos.

por el fulgor del fuego,
que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
por la caoba, el cedro y el sándalo,
por el pan y la sal,
por el misterio de la rosa,
que prodiga color y que no lo ve,

Sabemos que ser escritor no se estudia propiamente hablando. No obstante hay que estudiar todo para serlo. Cada palabra que los escritores sacamos a pasear, para que esta se encuentre con la Idea, es parte de un proceso doloroso, angustiante, agotador y quemador de calorías emocionales irrecuperables.

Los escritores tenemos que leer para conformar o recuperar conceptos, preceptos y vocablos. En mi caso, y recomiendo lo mismo a los jóvenes que pretenden escribir, de cada tres libros que devoro uno tiene que ser, irremisiblemente, de Poesía. Digo Poesía aunque tentado tuve de escribir Profecía ¿Acaso no es lo mismo?

por aquel sueño del Islam que abarcó
Mil noches y una noche,
por aquel otro sueño del infierno,
de la torre del fuego que purifica
y de las esferas gloriosas,
por Swedenborg,
que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
por los ríos secretos e inmemoriales
que convergen en mí,

No hay duda que el Poeta inventó la Palabra. Cuando lo hizo notó que era bueno lo que había creado... y la multiplicó en Galilea, donde un joven hipie aprendió los secretos de la palabra perdida.

Entonces, a esa compleja energía cósmica que llamamos Dios, le prestó los sonidos que acababa de inventar.

Desde luego que, sabiendo el Poeta que Dios está hecho de silencios y sustancias especiales, la primera palabra a él asignada fue una forma verbal.

por el mar, que es un desierto resplandeciente
y una cifra de cosas que no sabemos
por la música verbal de Inglaterra,
por la música verbal de Alemania,
por el oro, que relumbra en los versos,

¡Miren que cosa: Dios crearía al Poeta y el Poeta lo enseñó hablar! Y desde ese instante Dios ya no era algo hosco que, escondido en la montaña, acechaba a su Creación para castigarla con rayos de múltiples colores. Desde entonces inició diálogos permanentes con su Creación. Tanto que cuando volvió a crear, luego de un merecido descanso, lo hizo a partir del Verbo que le habían regalado.

Por supuesto que solamente el Poeta estaba autorizado a repetir en tablas, piedras y papiros, lo que el Creador hablaba. El Poeta se convirtió en el único y verdadero oficiante de los grandes Mitos y Misterios. Todo el resto era una farsa.

por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
por el olor medicinal de los eucaliptos,
por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
por el olvido, que anula o modifica el pasado,

Los escritores necesitamos constantemente nutrirnos o reciclarnos en todas las imágenes que solamente pueden encontrarse dentro de la Poesía. En sus callejuelas laberínticas está verdaderamente el Universo. Fuera de estas el mundo es prosaico.

El Hombre Primitivo, obligado por los cruentos glaciales, necesitó contar el mundo a sus pequeños clanes. Primero lo narró en la Forma procurando atrapar en ella a la bestia exterior. Después requirió reproducir el grillo que, al decir de Manuel del Cabral, fue el primer cantante del Universo. Cuando no podía escuchar el sonido del viento entre los árboles, el de sus pasos al triturar las hojas secas, el golpe de su mazo sobre los troncos ahuecados; inventó la música para eternizarse. Pero cuando se inició en la Idea... inventó la Palabra.

Desde ella, y la Magia, el Hombre fue Poesía... y Teatro. ¡Sí! El Teatro nace prácticamente con la misma vida en aquellos rituales de Muerte y Vida que en su cosmovisión realizaba el Primitivo.

por la costumbre,
que nos repite y nos confirma como un espejo,
por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
por la noche, su tinieblas y su astronomía,
por el valor y la felicidad de los otros,

Volando en el tiempo la Poesía llegó y se perfeccionó en la Grecia Clásica. Y ocurrió de repente lo inevitable: un tal Arión escribió, compuso, tituló y declamó el primer ditirambo de todo el Universo conocido. ¡Asombro, asombro, asombro! ¡Asombro y catarsis!

Pero alguien llamado Tespis vio algo mas que ditirambo en la creación de Arión. Se montó en una carreta de troncos, soñó y le puso algo de dialogo a las palabras de Arión.

Luego llegaron Sófocles, Shakespeare, Cervantes, Tirso de Molina, Lope de Vega, Goethe, Chejov y Camus.

por el sueño y la muerte,
esos dos tesoros ocultos,
por los íntimos dones que no enumero,
por la música, misteriosa forma del tiempo.

Desde luego que nunca he podido amar a una mujer que no encuentre... en el camino perfumado del poema.

¡Telón!

martes, 2 de octubre de 2012

El guion: serio problema del cine dominicano

Giovanny Cruz en "Quíntuples"

Giovanny Cruz: 

el guion 

es uno 

 de los serios problemas 

del cine 

dominicano




Entrevista realizada por Dago Sánchez en Mas-VIP  





Dago Sanchez: ¿Qué cree usted que le falta o le sobra al cine dominicano?

Giovanny Cruz: El proyecto de una película se inicia con el guión. Resulta que ese es uno de los serios problemas del cine que se hace aquí. Encuentro, con muy ligeras excepciones, historias en nuestras películas muy mal contadas. También somos demasiado localistas con esas historias y la misma manera de enfocarla. Pienso que también nuestro cine es flojo en el "plan" cinematográfico. Es doloroso decirlo, pero el cine mexicano de hace mas de cien años tenía un mejor plan de trabajo que el nuestro. Resulta, también, imperdonable la cantidad de errores técnicos en nuestras películas. Hasta vergüenza siente uno en algunos casos. Otro asunto es el actoral. Veo películas con actuaciones vergonzantes. Aquellas películas en las cuales actúan los profesionales resalta su calidad.

DS: ¿Cómo podríamos superar estas deficiencias?

En el cortometraje "El ave del paraíso".
GC: Pienso que en el asunto del guion deben traerse profesionales para entrenar a escritores dominicanos. No es sacar de un sombrero a cualquiera para que escriba guiones. ¡No! A los que deben formar como guionistas es a aquellos que tengan verdadero talento para escribir. La historia literaria nos ha enseñado que un escritor es un proyecto a largo plazo. Un guionista es un escritor. Como tal requiere de cultura y preparación. Y es un escritor que debe tener un conocimiento técnico muy especial. En otro orden creo que debe haber un mínimo de exigencia sobre a quién se le permite aparecer en una película que haya decidido acogerse a los beneficios de la Ley de Cine. Igual para los aspectos técnicos. Uno se da cuenta de que ocurrió, de repente, una explosión de películas y que, entonces, hubo carencia de técnicos. Nuestro cine se vio compelido a improvisar. Sin embargo, creo que en ese renglón se está haciendo ya algo. Por supuesto que siempre habrá bueno y malo. Empero, exigir un mínimos de calidad (y de historial) no coartará la libertad creativa de nadie.

DS: Hace días emití un articulo sobre el ego como enemigo del cine criollo,  el cual generó positivos y negativos comentarios, ¿Cree usted que el ego podría ser parte de los errores cometidos en el cine? o es un tema cultural el cual como personas no nos deja reconocer que estamos haciendo las cosas mal?

GC: Cuando entras a una casa donde hay gatos tú lo notas de una vez. El olor delata la presencia felina en esas casas. No obstante, los dueños no captan esos olores. Creo que muchos se han acostumbrado tanto a los defectos que ya no los notan. Pero también, ciertamente, el ego juega un papel en todo esto. No es sencillo para algunos aceptar sus limitaciones. Y cuando el ego tiene el poder absoluto del dinero es peor. Esto porque se torna peligrosamente altanero. Recuerda la frase de que... "la ignorancia es atrevida... y la estupidez osada."

DS: ¿como podríamos educar a un público para que apoyen el buen cine y no el que alimenta a la ignorancia?

GC. No lo podremos hacer nosotros solos. Tiene que haber un plan de Nación. Recuerda que en términos generales hemos salido muy mal parados en los parámetros educativos a nivel mundial. La ley de cine, con sus virtudes y defectos, ha sido trascendental para nuestro cine. Antes solo hacíamos películas de humor, Y de un humor local. Hoy los empresarios encuentran atractivo invertir en temas serios. Si persistimos, el público se acostumbrará al buen cine. Aunque exista el otro. Rambo, y todo el otro excremento gringo, hizo mucho dinero y tenía bastante espectadores. Pero el cine norteamericano de calidad se ha impuesto. Analizar la historia para construir el presente es buena táctica. Esa sería, entonces, la estrategia.
En el teatro y en la literatura he logrado hacer cosas importantes y nunca me he desviado hacia las comedietas de mal gusto. No lo he necesitado. Igual puedo decir de los hermanos Disla, Gayumba, Guloya, Iván García, entre tantos otros.

DS: Usted como dramaturgo, ¿Que es lo que mas le inspira a la hora de escribir una obra?

En la película "Del color de la noche."
GC: Como dramaturgo, narrador, poeta y guionista he descubierto que, efectivamente, hay algo de inspiración en un escritor; pero mas que la inspiración escribir es un oficio. Dijo García Marques que la inspiración era una puta que nunca estaba cerca cuando el escritor la estaba necesitando. Los temas se aparecen. Miguel Ángel decía que nunca esculpió realmente una piedra. Solamente trataba de descubrir la escultura que hay dentro de la piedra y que solamente quitaba aquello que sobraba. Los temas se nos acercan y lo hacen con sus fanfarrias particulares. El trabajo del escritor es quitar lo innecesario a "sus" historias. A mí me fastidia, y lo he escrito, que alguien me cuente historias para que las haga literatura. Pero es una necedad a la que siempre estamos expuestos los escritores.

DS: ¿Cual ha sido la historia mas absurda que le han pedido escribir?

GC: Hay muchas. Pero una señora muy encopetada y famosa, hace un par de años se me hizo ir a su casa para contarme una historia que resultaría una gran novela. A regañadientes, y por compromiso familiar, asistí a la casa de aquella dama. La historia que me contó era su propia vida. Aquello no llegaba ni a telenovela de Delia Fiallo o novelita de Corín Tellado. Salí de la entrevista y me tranqué en mi casa como por una semana para desintoxicarme.
Mi instrumento como escritor es la palabra. Tengo que estar constantemente sobre ellas, porque patean. Cuando alguien me cuenta estupideces corro el riesgo de contaminarme con lo prosaico que resultan ser la mayoría de las vidas cotidianas. ¡Safa!

DS: Sus obras se han presentado en ciudades de países como Rusia, Puerto Rico, Argentina, Estados Unidos y Costa Rica ¿Como hace para conectar con un público extranjero?

GC: Los griegos solo escribían sobre los griegos, pero su planteamiento y tratamiento temático era universal. Cuando llegué a Paris con mi "Amanda" estaba un poco impresionado. ¡Imagínate! ¡La ciudad de las luces! Tanto siglos de historia, arte y literatura. Y ahí estábamos nosotros con nuestra obra de una mujer atrapada en sus creencias, mitos y ritos. Todo un suceso resultó nuestra presentación allá. Lo que ocurre es que la estética verdadera es universal.

DS: Usted ha dirigido más de 50 obras y actuado en otras 60, ¿se atrevería usted a dirigir una película?

GC: Lo haré. El año que viene se filmará un película mía. Precisamente "Amanda".  No la voy a dirigir; pero eventualmente lo haré. Claro que ahí tengo un conflicto interior: Resulta que me hija Fiora se graduó en el instituto Superior de Cine de Eliseo Subiela. Seguramente ella debe estar diciendo: Papi la directora de cine... soy yo. Por cierto, ella es una tremenda actriz. La admiro y respeto. Ella ha trazado su propia personalidad intelectual. Muy pocas personas de su corta edad tienen su nivel cultural, su ética y sus gustos estéticos. Por supuesto que soy un padre, a tiempo completo, orgulloso de sus hijas e hijo.

DS: Su libro Los cuentos del Otro, ¿que podemos encontrar en el y como lo podemos adquirir?

GC: "Los cuentos del Otro", publicado por Alfaguara, son relatos de un supuesto "Otro" que se apareció una noche en el Boga-Boga con sus historia (como la señora aquella). Ese "Otro" narró parte de nuestra historia contemporánea desde la óptica de un adolescente. En el libro están nuestros asuntos. Pero temo meter la pata hablando del libro luego que Reynaldo Disla, Tony Raful, García Cartagena, José Enrique García, Miguel Ángel Fornerín; entre otros, han ponderado tan bien el libro. Está en las principales librerías del país. Me dijeron que hasta en Carrefour. Pero un día de estos pediré que te hagan llega un ejemplar. Alfaguara no es muy dada a eso; pero en este caso la justificación sobra.

En twitter sígueme @soydago y no dejen de leer nunca. Corten!

lunes, 1 de octubre de 2012

Cultura del pesimismo y cultura del optimismo

Cultura del pesimismo y cultura del optimismo


Hay los que cantan con amargura y parecen apostar a la quiebra total de los cimientos sobre los que descansa nuestra República. Para estos ya no hay esperanza. Nuestro país, para el pesimista profesional, es una nave que navega dando tumbos de borrachos en océanos oscuros. Lo que vaticina el fracaso absoluto e irremisible del proyecto de Nación. Allá ellos.

Empero, también hay los que nunca se dan por vencidos. Los que a partir de un pequeñito reflejo que penetre por un ínfimo intersticio aguzan ojos, oídos y Razón para propiciar un renovador proyecto de certidumbres. Coloquen a este artista y escritor en ese grupo. 

De esa misma pasta estaban hechos nuestros independentistas cuando, a pesar de la bruma histórica, desde lo “imposible” idearon, conformaron y conquistaron nuestras condiciones de Nación. Por supuesto que en aquel entonces también existían los que dudaban y los que no creían. Igual que los pesimistas de ahora… aquellos estaban equivocados.

Al dominicano sensible y orgulloso le preocupa en demasía, a parte de las dificultades y complejidades cotidianas, la imagen que se ha estado construyendo del país en muchos estamentos internacionales. Es, ciertamente, altamente preocupante las calificaciones que tenemos en los renglones de la educación y la corrupción.
En los partidos políticos no parece haber un real interés por estos asuntos, salvo cuando se utilizan para fines meramente electorales. Y aun en ese sentido nunca ha sido abordado el tema de la falta de ética con sensatez y sinceridad. Por eso es notorio que una vez concluida la campaña electoral, el discurso ético, estratégicamente asumido, es echado a un lado.

No podemos, visto esto, apostar al futuro si no trazamos el viaje pensando en naves educativas. Y no conquistaríamos muchos metros si no quitamos del trayecto esos obstáculos terribles que constituyen las rumbas de corruptos.

Las primeras acciones del gobierno actual parecen indicar un comportamiento sostenido en un plan determinado. El compromiso asumido en la campaña electoral sobre la educación parece que se cumplirá.

Pero también comienza a notarse —¡Por fin!— un relanzamiento ético del país. No está ocurriendo con falsas espectacularidades escénicas. Nada de eso. Se está dando con la prudencia que ameritaba, dado el hecho de que sería imposible utilizar, esta vez, el clisé político de “la culpa de todo es del otro”. Ingenuos, o demasiado ilusos, hubiésemos sido si esperábamos esto.

Estoy en el disfrute pleno de mi medianía de edad. Una gran parte de mi vida ha estado ligada a luchas sociales y quehaceres culturales. Esto me ha permitido identificar otros clisés que ya resultan antológicos en nuestro país: 1: esta gripe es la peor de todas (siempre), 2: la cosa está mas dura que nunca, 3: esta vaina ya si se fuñó y 4: a este país ni Checheré lo salva.

No obstante, el comportamiento del país es diferente. Siempre salimos vivos de nuestras influenzas. Si las “cosas” fuesen repetitivamente duras nos hubiésemos convertidos en materiales insensibles y nada dúctiles. Si, como nos vaticinan constantemente los agoreros, nos hubiésemos fuñidos, hoy seríamos parte de un protectorado y no de un país que traza su destino a pesar de nuestras limitaciones económicas y geográficas. Y, gracias a Dios, Checheré nunca termina de llegar para cobrarnos las cuentas finales, como aseguran sus diabólicos adeptos.

Mas allá de los slogan, de la quejumbre nacional, del pesimismo de unos cuantos y de la cultura apocalíptica (para algunos buen negocio) de otros; nuestro país se sostiene y avanza. Tenemos que convencernos de esto para lograr impulsar la creatividad nacional.

No es un decreto humano o divino que sacará a nuestros pobres de sus desdichas. No.Tampoco un acto de prestidigitador eliminará la ya preocupante criminalidad. No. Es la oportunidad de una educación digna y todas las posibilidades que esto conlleva lo que operará el milagro.

Como veo las cosas, la ignorancia ha sido el caldo de cultivo de los diferentes modelos de delincuencia. Si atacamos desde ahí el progreso ocurrirá. De ello estoy convencido.

Y para ser honesto, el actual aun y joven gobierno ha enseñado unos destellos alentadores. Por supuesto que uno espera ahora que encienda potentes reflectores y que haya energía eléctrica para alimentarlos. Creo haber percibido señales para motivar mis esperanzas. Voy a apostar al futuro. Tengo que hacerlo. ¡Malditos sean los que quieren destruir nuestras quimeras!

¡Corran… Telón!

Publicado en:

http://www.acento.com.do/index.php/blog/6117/78/Cultura-del-pesimismo-y-cultura-del-optimismo.html

http://almomento.net/articulo/119745/Cultura-del-pesimismo-y-cultura-del-optimismo