miércoles, 25 de agosto de 2010

La murmuración: deporte nacional


Nota: Tal y como ha escrito César Mella, vivo estudiando psicología y soy un apasionado de los escritos de siquiatras reconocidos. En este mismo La Pasión Cultural he publicado varios trabajos sobre el comportamiento humano basado, precisamente, en disquisiciones siquiátricas. Destaco, y recomiendo leer nuevamente, aquellos sobre la mentira de la "víctima" y la personalidad manipuladora; entre varios publicados.

Recientemente una pareja de artistas fue víctima del mal hábito dominicano de las murmuraciones populares. Toda suerte de mentiras y verdades se pusieron a circular sobre ella. El asunto llegó a tal extremo que murmuradores (¿profesionales?) fueron con sus "noticias" hasta la misma pareja. 

Viendo y sufriendo este desagradable comportamiento social recordé haber leído varios artículos en el libro del doctor, y culto amigo, César Mella: "De siquiatrías y otras cosas", donde se aborda el tema desde una óptica social y sicológica. Publicaré en la entrega de hoy uno de esos artículos, al cual aportamos solamente los gráficos.

Recomiendo a aquellos que pululan por los predios de Bellas Artes, lugar que históricamente ha sido el centro de toda clase de murmuraciones en el ámbito cultural, que lean detenidamente este breve artículo del siquiatra Mella. Seguramente gente del medio nuestro, que inician desde la madrugada su hastiante "labor" de murmuraciones telefónicas, va leer el artículo como si estuviera parada frente a un espejo.

La murmuración: deporte nacional

La murmuración no es una pasatiempo respetable. Se produce bajo el escudo secreto entre dos amigos cercanos que conversan, pero suele convertirse en un bola de nieve que termina dañando a todos. El criterio es del experto en gestión, Robert Genna en su libro "Cuidado con lo que dice".

En todas las épocas de la humanidad ha sido pasatiempo casi morboso "darle tijeras" a la situación, cualidades o condición de una persona que está ausente en ese momento.

En inglés la palabra gossip es sinónimos de chismoso o murmurador, y complementariamente se establece que el murmurador es: "una persona que habitualmente revela hechos personales o sensacionales de naturaleza íntima".

En nuestro medio, el hábito se ha atribuido a homosexuales y a mujeres, lo cual parece ser injusto, pues el arte de la murmuración está entronizado en el clero, la alta política, la banca y en el vecindario, no importa la inserción social a que pertenezca.

La murmuración tiene cierto morbo y habitualmente está precedida por frases como la siguiente: "no quiero que esto salga de aquí"...

Es tan extendida la costumbre, que en una reunión de amigos mucha gente no quiere despedirse de primero para que en su ausencia no sea el tema de murmuración.

El que se está divorciando, el que tiene una o un amante, el que tiene preferencias sexuales especiales, el que tiene SIDA, la modelo que se está acostando con el empresario, etcétera, son temas que están en las agendas de los grupos sociales en función de perfiles culturales.

En los trabajos, contarle al "jefe", para congraciarse con él, es una variedad frecuente de este hábito.

En una reunión social en que se murmura a alguien urge un chisme: "fulano dijo tal cosa", la circulación distorsionada de la especie de origen a un rumor, que al correr de los días termina siendo algo totalmente distinto a lo que se conversó es un reconocido club de la ciudad de Santiago.

¿Por qué todos murmuramos? A pesar de que pregonamos el no meternos en lo que no nos importa. Parece que murmuramos a lo que tememos: "el jefe preñó a la secre y ella se fue a New York a sacarse la barriga". Murmuramos lo que quisiéramos hacer y no nos atrevemos: "Ese tigre se está tirando a la Reina de Belleza, que dizque... es señorita".

El que murmura como vicio maligno y como costumbre diaria... algo le falta.

Hay murmuraciones light o suaves: "Compadre, pero ese amigo nuestro con la edad se ha puesto tan hablador que él mismo se ríe de sus mentiras"...

Termino esta comunicación con la Epístola de Santiago tomada del Nuevo Testamento para demostraros lo antiguas que son las malas lenguas:

"Toda clase de fieras pueden ser domadas; en cambio ningún hombre ha podido domar la lengua; es un mal turbulento, que está lleno de un veneno mortífero!