Pseudoepígrafos,
la Biblia y Einstein
Por Giovanny Cruz Durán
El
término pseudoepígrafo (del griego pseudoepigraphos, falsamente
atribuidos) se utiliza para designar a los autores falsos, especialmente
de los libros de la Biblia. Antes se aceptaba que ciertos capítulos
del Antiguo Testamento fueron pseudoepígrafos. Empero, hoy la mayoría
de los grandes estudiosos del libro sagrado de los cristianos, dice que
prácticamente se desconoce quiénes son los verdaderos autores hasta
del Nuevo Testamento. Esto, porque en realidad sus libros habrían sido
escritos, hasta más de trescientos años después de la muerte de Jesús, por
grupos organizados de personas que jamás conocieron, y quizás nunca lo
entendieron, al Nazareno.
Emblemáticos y prestigiosos estudiosos aseguran que la decisión de escribir la Biblia, inicialmente, correspondió a un específico, interesado y prejuiciado emperador.
Por otro lado, el término apócrifo (griego: απόκρυφος, oculto, secreto; latín: apócryphus) hace referencia a textos religiosos en contextos judíos o cristianos, que no han sido incluidos en el canon del Tanaj judío hebreo-arameo, de la Biblia israelita, así como tampoco de ninguna de las distintas Biblias usadas por diferentes grupos de cristianos.
Me permito recordar que reyes, dignatarios y millonarios han “fabricado” sus propias Biblias, ajustando éstas a sus intereses privados. Entre traducciones y “ajustes” particulares, no sabemos cuál es la verdad dentro de las verdades bíblicas que nos han llegado.
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Aclaro que mis textos, notas y artículos no son pseudoepígrafos o apócrifos. ¡Los míos no! ¡No, señor! Yo existo y soy el responsable de ellos. Sin embargo, no puedo dar en estos momentos pruebas irrefutables, porque llegó el momento de tirar el siempre inevitable (maldición)… ¡Telón!