miércoles, 25 de abril de 2012

Una leyenda sobre aparición de aborígenes en el sur


Una leyenda viviente sobre aparición de aborígenes en el sur


Por Carlos Andújar Persinal


Hace un tiempo que viajo con frecuencia a la provincia de San Juan de la Maguana y me retroalimento de muchas de sus tradiciones y referentes culturales. La zona es rica en vudu dominicano, liborismo, música tradicional, cofradía que por demás tiene dos: la de San Juan Bautista y la del Espíritu Santo, su culinaria es diversa y con signos de particularidad que le impregna sello propio como el chenchen y el buche de perico entre otras espléndidas formas gastronómica, como de gran fuerza, espectacularidad y originalidad resulta su carnaval.

Sin embargo, el protagonismo aun de la palabra y el papel de la oralidad destacan su imaginario y dan esencia a su relación con el pasado que se niega a desaparecer del escenario de la modernidad y cambios que sufre la región como resultado de transformaciones económicas, sociales y culturales que impactan su devenir.

Cueva de Seboruco
Recientemente participé junto a otro académico de la UASD en el Centro universitario de allí, en una clase de la profesora Milquella Mateo sobre el tema de historias contadas, experiencias vividas por visitantes y residentes cercanos a la cueva de Seboruco en los alrededores de la comunidad de Sabaneta, quienes afirman haber visto en ocasiones indígenas que salen y entran de dicha cueva a buscar agua a un lugar cercano.

Los informantes los describen con el tipo físico como suelen ser figurados por la historia: cabellera larga, lacia y negra, tez quemada y vestido a la usanza tradicional. En dicho encuentro con estudiantes de la región quienes por demás realizaban un documental sobre el tema, los había que contaban su propia experiencia vivencial y otros que se hacían eco de la tradición oral de campesinos y residentes de los lugares cercanos que afirman este hecho de gran capacidad imaginativa.

No olvidemos que San Juan de la Maguana es un lugar, tan solo se le acerca Azua otra provincia vecina, donde la cultura taína se respira en el mismo oxigeno que se respira la africanía que le es propia y la influencia de otras migraciones que también han dejado huellas en su memoria y accionar cultural cotidiano.

Caonabo y Anacaona
Estudiar la cultura de San Juan de la Maguana al margen de su fisonomía cultural es un contrasentido, la impronta de un pasado prehispánico que marcó la zona, dejó cicatrices presentes hoy como la Plaza ceremonial de los Indios, la valentía del cacique Canoabo, la distinguida y especial presencia de la única cacique mujer que trascendiera a la historia: Anacaona, yacimientos indígenas, rastros arqueológicos y de arte rupestre, sin contar los hechos relevantes de rebeliones y sublevaciones en sus cierras y monterías, todo lo cual sin dudas nos remontan a un pasado esplendoroso, lo cual supone un atavío del inconsciente con ese pasado glorioso.

Estos hechos particulares de la historia hacen que el sanjuanero se adueñara de un pasado que lo ha hecho suyo como signo identitario de la región, que junto a otras manifestaciones del folklore local, se presentan como marca-provincia, nos referimos a la herencia taína.

Es en estas circunstancias es que se desarrollan estas leyendas populares como recurso de supervivencia de los grupos, mecanismo de identidad con un pasado con el cual no se ha producido ruptura, al menos en el imaginario de la gente y por supuesto, con una fuerza creativa y narrativa capaz de vencer el tiempo, lo imposible, la incredulidad de muchos y vivir la contemporaneidad como leyenda viva en quienes la protagonizan como experiencia de vida.

A pesar de la firmeza de sus narradores, la aparición de aborígenes en la cueva de Seboruco de Sabaneta en San Juan de la Maguana se inscribe en el marco estricto de una leyenda que como tal cumple una función en el imaginario, la identidad y reproducción de los grupos portadores de la misma sin que ello signifique un hecho comprobable de la arqueología, la antropología u otra de las ciencias afines que se involucran en este tipo de estudio.

Sin embargo su fuerza radica en su vigencia, la validación social de los grupos y los testimonios que la reproduce como verdad contada, aceptada y transmitida de generación en generación y de grupo a grupo apoyada en una tradición oral fuerte y con eficiencia comunicativa y de proyección social y temporal.-