Una leyenda viviente sobre aparición de aborígenes en el sur
Por Carlos Andújar Persinal
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Hace un tiempo que viajo con frecuencia
a la provincia de San Juan de la Maguana y me retroalimento de muchas
de sus tradiciones y referentes culturales. La zona es rica en vudu
dominicano, liborismo, música tradicional, cofradía que por demás
tiene dos: la de San Juan Bautista y la del Espíritu Santo, su
culinaria es diversa y con signos de particularidad que le impregna
sello propio como el chenchen y el buche de perico entre otras espléndidas formas gastronómica, como de gran fuerza,
espectacularidad y originalidad resulta su carnaval.
Sin embargo, el protagonismo aun de la
palabra y el papel de la oralidad destacan su imaginario y dan
esencia a su relación con el pasado que se niega a desaparecer del
escenario de la modernidad y cambios que sufre la región como
resultado de transformaciones económicas, sociales y culturales que
impactan su devenir.
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Cueva de Seboruco |
Recientemente participé junto a otro
académico de la UASD en el Centro universitario de allí, en una
clase de la profesora Milquella Mateo sobre el tema de historias
contadas, experiencias vividas por visitantes y residentes cercanos a
la cueva de Seboruco en los alrededores de la comunidad de Sabaneta,
quienes afirman haber visto en ocasiones indígenas que salen y
entran de dicha cueva a buscar agua a un lugar cercano.
Los informantes los describen con el
tipo físico como suelen ser figurados por la historia: cabellera
larga, lacia y negra, tez quemada y vestido a la usanza tradicional.
En dicho encuentro con estudiantes de la región quienes por demás
realizaban un documental sobre el tema, los había que contaban su
propia experiencia vivencial y otros que se hacían eco de la
tradición oral de campesinos y residentes de los lugares cercanos
que afirman este hecho de gran capacidad imaginativa.
No olvidemos que San Juan de la Maguana
es un lugar, tan solo se le acerca Azua otra provincia vecina, donde
la cultura taína se respira en el mismo oxigeno que se respira la
africanía que le es propia y la influencia de otras migraciones que
también han dejado huellas en su memoria y accionar cultural
cotidiano.
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Caonabo y Anacaona |
Estudiar la cultura de San Juan de la
Maguana al margen de su fisonomía cultural es un contrasentido, la
impronta de un pasado prehispánico que marcó la zona, dejó
cicatrices presentes hoy como la Plaza ceremonial de los Indios, la
valentía del cacique Canoabo, la distinguida y especial presencia de
la única cacique mujer que trascendiera a la historia: Anacaona,
yacimientos indígenas, rastros arqueológicos y de arte rupestre,
sin contar los hechos relevantes de rebeliones y sublevaciones en sus
cierras y monterías, todo lo cual sin dudas nos remontan a un pasado
esplendoroso, lo cual supone un atavío del inconsciente con ese
pasado glorioso.
Estos hechos particulares de la
historia hacen que el sanjuanero se adueñara de un pasado que lo ha
hecho suyo como signo identitario de la región, que junto a otras
manifestaciones del folklore local, se presentan como
marca-provincia, nos referimos a la herencia taína.
Es en estas circunstancias es que se
desarrollan estas leyendas populares como recurso de supervivencia de
los grupos, mecanismo de identidad con un pasado con el cual no se ha
producido ruptura, al menos en el imaginario de la gente y por
supuesto, con una fuerza creativa y narrativa capaz de vencer el
tiempo, lo imposible, la incredulidad de muchos y vivir la
contemporaneidad como leyenda viva en quienes la protagonizan como
experiencia de vida.
A pesar de la firmeza de sus
narradores, la aparición de aborígenes en la cueva de Seboruco de
Sabaneta en San Juan de la Maguana se inscribe en el marco estricto
de una leyenda que como tal cumple una función en el imaginario, la
identidad y reproducción de los grupos portadores de la misma sin
que ello signifique un hecho comprobable de la arqueología, la
antropología u otra de las ciencias afines que se involucran en este
tipo de estudio.
Sin embargo su fuerza radica en su
vigencia, la validación social de los grupos y los testimonios que
la reproduce como verdad contada, aceptada y transmitida de
generación en generación y de grupo a grupo apoyada en una
tradición oral fuerte y con eficiencia comunicativa y de proyección
social y temporal.-