sábado, 3 de octubre de 2015

Herido de amor...

Herido de amor...


 ¿Has estado gravemente herido amor? ¿Has muerto del dolor causado por algún amor que se ha ido? ¿Has tendido ese dolor que hace daño en el pecho y se vuelve nudo y susurro ronco en la garganta? ¿Ese dolor que te hace engañosamente prometer, como el borracho, nunca más volver a enamorarte? ¿Se ha ido de tu lado un amor que te ha dejado acostado en la cama viendo durante días que hay cientos de figuras disimuladas en el techo blanco que está encima de tu cama? ¿Has perdido un amor que te ha obligado a esperar sin esperanza alguna, que reaparezca en cada sobresalto? ¿Has sentido alguna vez ese desasosiego en que el mueres miles de veces y sólo revives porque crees haberlo escuchado regresar en un taconeo lejano, en el timbre del teléfono y en una risa de alguien parado en un zaguán vecino? ¿Has sentido una mirada de escarcha convertida en puñales de alguien a quien amaste y por quien fuiste amado alguna vez? 

Probablemente así ha sido. Te diré algo: no hay antídoto contra este mal. Y es recurrente. Lo más que podemos hacer, para amainar sus efectos, es hablar de él. Por aquello de que las penas compartidas tocan a trozos pequeños. Por eso te invitaré una noche de esta a cualquier bar donde se pueda escuchar la nostalgia y tomar dos copas de un tinto. Estoy convencido de que iniciaremos el diálogo; pero nos interrumpiremos casi una vez iniciado, porque también las palabras se han ido. Sin embargo, no debemos preocuparnos por eso. 

Cuando ocurra, cuando se ahoguen en los recuerdos las palabras, recurriremos a Lorca. Él, en su poema “Herido de amor”, nos explicará a todos los sensibles, los que en más de una ocasión, efectivamente, hemos muerto de amor:

Amor, amor
que está herido.
Herido de amor huido;
herido,
muerto de amor.
Decid a todos que ha sido
el ruiseñor.
Bisturí de cuatro filos,
garganta rota y olvido.
Cógeme la mano, amor,
que vengo muy mal herido,
herido de amor huido,
¡herido!
¡muerto de amor!
 


www.youtube.com/watch?v=xecsDah3thY&feature=youtu.be

Nada más Federico García Lorca tenía una sensibilidad tan exquisita para escribir algo como esto.


¡Telón!