jueves, 9 de agosto de 2012

Editorial y poema


El periodico digil Acento.com ha dedicado su editorial del día de hoy a mi entrañable amigo, hace unos días fenecido, Rafael Villalona. La Pasión Culttural reproduce dicho editorial para consumo de sus especiales y distinguidos lectores. También incluimos en esta entrega el poema-homenaje que escribiera Mónica Volonteri igualmente dedicado a Villalona. Definitivamente ese será un difunto al que nunca llevaremos hasta el olvido.


Noticias detalle



EDITORIAL

Un editorial a Rafael Villalona

El gran activista cultural que fue Rafael Villalona

Rafael Villalona fue fundador y director de instituciones relevantes, como el Movimiento Cultural Universitario, el Grupo Nuevo Teatro, el Centro Cultural de Santiago, la Dirección Nacional de Bellas Artes.



El gran activista cultural que fue Rafael Villalona
Rafael Villalona, creador y promotor culturalArchivo/Acento.com.do

Rafael Villalona fue un activista cultural y promotor del teatro dominicano. Aparte de autor y director, fue un gran promotor teatral en los pueblos y campos más apartados de la República Dominicana.
Su muerte, la pasada semana, enluta al país y en particular al ámbito de la cultura. Su familia estuvo estrechamente vinculada a sus proyectos, comenzando por su esposa Delta Soto y siguiendo con su hijo Rabel, que fue director de cine y que realizó ingentes esfuerzos en consonancia con lo aprendido junto a su padre.
Rafael Villalona fue fundador y director de instituciones relevantes, como el Movimiento Cultural Universitario, el Grupo Nuevo Teatro, el Centro Cultural de Santiago, la Dirección Nacional de Bellas Artes.
Nuestro reconocimiento a Rafael Villalona y el pésame y consuelo a todos sus deudos.







































De Mónica Volenteri:

Hasta la victoria, Villalona

Este sea quizá
el último intento épico
que me permita
porque además de mi papá y mi suegro
ya no conozco más héroes.

Este poema
es una forma de decir adiós
un adiós
a una rara avis: un ser humano
un héroe
un hombre
que solía mecerse
en el borde de la tarde
con la mirada hundida
en la sabiduría
y
las manos hundidas
en la acción.

Un hombre
Rafael Villalona
que ayer se murió
y con él
nos morimos todos
porque
cuando se muere un hombre
como él
nos morimos todos
porque
recordamos
porque 
nos dejamos llevar
por la dulce melancolía
del pasado
porque
dejamos que la vida triunfe
resistiéndonos al olvido.

Villalona
Ha muerto
y la peor parte de la muerte
le cae encima
 a Delta
a Nelly
a los hijos
a los nietos
a ellos les toca
la ausencia
el vacío
la rabia
el dolor
la espantosa resignación del silencio
donde antes reinaba la voz de Rafael.

Al resto nos toca
espantar el olvido
mantener viva la llama
que le dio sentido a su vida:
luchar por algo
que hasta suena a mala palabra
una ideología
que se materializó en acción
y ese solo intento
convierte a un hombre
en un héroe
porque lo hace humano.

Ayer se murió Villalona
y con nuestra pena
deberíamos mantener vivo
el deseo de hacer un poco
de contrapeso
en estos tiempos
donde nos hemos olvidado
que el como si
solo es posible desde la honestidad.


Como dice Próspero
que le dijo Shakespeare
estamos hechos de la materia
de nuestros sueños
y la materia de los sueños de Villalona
sigue aquí
y seguirá aunque se olvide su lucha
y la historia oficial recuerde su nombre.

Villalona
hasta la victoria del alma.

martes, 7 de agosto de 2012

El alma buena de Rafael Villalona


El alma buena de Rafael Villalona
Tony Raful 
 



Recuerdo ahora cuando juntos leímos, “El alma buena de Sezuan” de Bertolt Brecht. Quedamos encantados, tú leías otra vez el texto de esta obra impresionante, yo, por primera vez. Aquella lectura dio origen a una profunda meditación sobre el alma humana. ¡Cuántas cavilaciones sobre el lomo gris de los seres vivientes! ¿Cómo se puede ser virtuoso en medio de una sociedad corrompida? ¿Dónde se hospeda la virtud prescindiendo de todos los referentes sociales, económicos y morales del poder? La obra dramática del insigne dramaturgo y poeta alemán es inolvidable. Ahora la cito porque has muerto y estoy convencido de que viviste intensamente, en ese sumario de aciertos y errores, sin menoscabar, sin reducir, sin avergonzar la condición limpia de tu vida. Todo tu trabajo, la intensidad del ejercicio artístico, la persistencia en la necesidad de que el teatro dominicano superara sus barreras y limitaciones para trascender con técnicas y especialidades, te hizo formarte en los centros más altos del conocimiento y la cultura. Viviste procurando que el arte sirviera como instrumento de luz y transformación social. El teatro, la móvil escena de todas nuestras expresiones, el manejo consciente de todas las farsas y la crítica incisiva de toda racionalidad y despertar estético.

Contigo pisábamos tierra firme para reiniciar los proyectos. Nunca te vi desfallecido. Recuerdo cuando juntos, fuimos designados para realizar una misión importante, para tu gran anhelo de salvar una de las iniciativas más promisorias del arte y la cultura, iniciada en los años 90. Estábamos tejiendo planes en la Junta Municipal de Cultura. Tantas veces frustrados, yo me apagaba y tú insistía, yo me deprimía y tú me insuflaba una convicción que me estremecía. Conocí tus ideas, tus dudas filosóficas acuciantes, tu búsqueda interior, tu dignidad latente. Y ni hablar del dolor, de la profundidad del quejido cuando lacera el espíritu. No se puede entender, me dijiste en medio de la tragedia. Recordé aquel concepto existencial, la vida no es injusta, es absurda. No podemos entender, pero podemos sentir, podemos labrar amores en el vacío, columnas etéreas donde oficia el amor identidades, lazos de humo y ternura por donde asciende el afecto y la solidaridad.

El amor nos salva, nos redime de la pesada coyunda del mal vivir, del existir miserable, de los condicionantes físicos, químicos, síquicos, sociales, que hacen de un ser humano una complejidad insondable, dual, esquizoide, bipolar, decepcionante. El amor es la poesía cuando alza vuelo, cuando levita sobre los párpados, el rostro amado, la idea altísima de vivir en libertad, forjando cada día complicidades, proyectos nuevos. Frente a la lógica implacable de los días, los artistas suscitan maravillas, capacidades creativas, discursos de aurora, de búsqueda permanente, la victoria sobre lo banal, sobre lo obvio, sobre la malaventura rutinaria de vivir. 

Que te has muerto y prometiste no morirte ante el ultimátum decididamente dramático de Giovanny Cruz, que nos llamaste feliz, para decirnos que los últimos análisis revelaron que estabas limpio de células cancerosas, que hicimos planes, volver a las combinas, a los pasadizos ocultos donde dejamos bajo pacto de honor, los tesoros, las piedras preciosas, el lagarto atrapado en el ámbar bajo un soplo coagulado de tiempo y resina, unos versos de Paul Eluard, la barca donde nos embarcamos bajo un florilegio de lectura y gozo, la risa retenida esperándote para reírnos otra vez de todo y de todos, para hablar del teatro, su pujanza y deterioro, para enhebrar la canción bajo la miel y la ternura, para volver a desandar la ciudad pequeña y bajo bohemia, convocar la musas, los amigos, los duendes en los altos campanarios, los viejos y nuevos amores. 

“El alma buena de Suzuan” es tu alma buena, tu nobleza, tu ejemplar comportamiento, tu decencia, tu respeto por los demás, tu vocación de trabajo y tu relación con los artistas cuando te tocó ser Director General de Bellas Artes en una gestión transparente, abierta, efectiva. Tus compañeros y amigos del Teatro, te rindieron un homenaje conmovedor. Uno de tus hijos escribió un hermoso poema que Delta, tu inseparable y valiosa compañera, haciendo acopio de fuerza pero sobre todo de amor inacabable, leyó con dolor y firmeza. Ahora, que incumpliste el acuerdo con Giovanny, te pido querido amigo, entrañable amigo, que no dejes de acudir a la combina, a los sueños secretos, al epígono marino del viento y la risa, a la velada de la poesía y el teatro, que orquestaremos en tu nombre, un día de estos, hasta reunirnos contigo, en la pantomima ciega y blanda del universo y de Dios.

viernes, 3 de agosto de 2012

Una carta inconclusa a Rafael Villalona


Una carta inconclusa a Rafael Villalona
Por Giovanny Cruz Durán.

No serán suficiente unas cuantas lágrimas para despedirte, amigo, cómplice y compinche. No lo serán. No serán suficiente conversaciones de cafetines para ensalzar tu paso por este universo que siempre luce absurdo ante la muerte de los que nunca deben irse... como tú. No habrá nostalgia tan grande para apenas esbozarte. No te haremos “perfecto” en la bohemia recordando tus puestas en escena. No permitiré que el llanto te acompañe en tu último viaje y luego sea la excusa para olvidarte. ¡No lo permitiré!

En cada región de este país dejaste tus palabras, tus enseñanzas y tus principios. En cada escenario, formal o no, dejaste lo mejor de nuestro Arte. En las paredes de todos nuestros teatros, hasta en aquellos a los que nunca fuiste, vivirás como duende teatral... para siempre. 

Con tu partida uno comprende que la Vida se ensaña solamente con los vivos. Porque... ¿con quién hablaré ahora de nuestras quimeras escénicas? ¿con quién criticaré ahora las incongruencias de nuestros políticos? ¿quién me conminará ahora a sublevarme en contra de lo establecido y a fundar junto a él una nueva República cultural? ¿quién me conminará ahora a reciclar constantemente al Teatro dominicano? ¿quién será ahora el primero en leer mis piezas teatrales y comentarlas? ¿quién será la obligada referencia ahora de la maestría teatral? ¿quién será el entrañable contertulio de nuestras intensas e interminables noches de bohemia cultural? ¡Nadie llenará esos espacios! ¡La gente como tu, Rafael, es sencillamente irremplazable, única e irrepetible.

¿Paz? La burocracia de la muerte me exige usar esa fórmula. Pero no lo haré contigo. Igual que me niego a recurrir a otros recursos de los cuales ambos siempre desconfiamos. 

Sin querer, el egoísmo me ha estado impulsando a ello, he estado formulando un recuento de todo lo que nos aportaste en la forma de vida por nosotros conocida. ¡Fue tanto! Tanto que nunca alcanzará el mundo, y me incluyo en ese grupo, de justipreciar el tamaño de esos aportes.

Es justo que te deje descansar y permita que empieces a preparar los escenarios en el lugar que escogerás como morada. Recuerda que un día de estos iré a visitarte. Avisa que lo haré. Como otras tantas veces comparte tus escenarios con tus amigos y colegas... y tu sapiencia. 

Aún no he hablado con Iván García de esta noticia. Puedes imaginar cómo lo tomará. Tony Raful no ha vuelto a decir una palabra desde que supo que te fuiste. Onorio Montás, que se refería a ti como “Michy”, se ha negado creer en mis palabras. He visto una mirada asesina en Indira Mejía desde que supo del caso. Mario Lebrón soltó una lágrima y tres no usuales palabrotas. Garcia Cartagena solo atinó a construir una pregunta y ni una respuesta. 

El movimiento teatral dominicano está anonadado. Con casi todos nuestros amigos y colegas había celebrado que tus células cancerígenas, prácticamente, estaban desaparecidas. Por eso no comprenden, ahora, por qué la cura te causó letales complicaciones en tus pulmones y en los riñones.

Recuerdo que al regresar de mi último viaje a Puerto Rico conversamos y me dijiste lo bien que te sentías y que planificabas reintegrarte conmigo a nuestras tertulias y bohemia. Me pediste que te diera unos días para curarte de un gripe que te afectaba. Sin embargo, era algo más que eso. Era otro enemigo que se te alojó, como un ángel infernal, en tu cuerpo. Uno que se agazapó en tu organismo como un enemigo irresponsable y traidor. 

Bueno... te fuiste, amigo, y estás camino a trascender. Dime algo, Rafael, ¿es oscuro el camino? ¿hay destellos en la zona por la que transitas?

Acabo de concluir una nueva pieza teatral ¿dónde te la envío para que la leas? ¿Pasarías tú mismo a recogerla? Tengo otros asuntos que contarte. Se trata de cosas absolutamente sentimentales... ocurre... ocurre, amigo mío... hace unos días... ¡Maldición! ¡Te dije siempre: no te mueras nunca!