sábado, 2 de junio de 2012

Un agente de la KGB... descubierto


Un agente de la KGB... descubierto
Por Giovanny Cruz


De entrada hago una advertencia: este es un artículo serio. A quien se ría de él voy a recordarle, no de grata manera, su progenitora.

Empiezo con una revelación espectacular: fui un efectivo agente del Centro.
 
Con ese apodo se nombraba al Komitet Gosudárstvennoy Bezopásnosti (Comité para la seguridad del Estado), no exactamente con cariño resumido como KGB
 
Hoy confieso mis actividades de espía porque he sido —¡que vergüenza!— descubierto por algunos intelectuales criollos. Imagino que eso ocurrió por un imperdonable descuido, al que incurrí, “oxidado” en mi largo retiro.

Cuento las circunstancias del descubrimiento de marras. Es sabida mi legendaria amistad con el reconocido poeta dominicano Tony Raful. Una noche, estado en el restaurante Boga-Boga (lugar al que asigno el nombre clave de “Oficina”) disfrutando de la bohemia, el poeta Raful me disparó, a quemarropa, que tenía información, comprobable, de mis actividades en la KGB (Комит́ет госуд́арственной безоп́асности). Un tal Lara le había asegurado que llegué a ser Jefe de Estación para la zona del Caribe. Aunque satisface mi ego que me consideren un ex agente de tanto nivel, tengo que decir, con pesar, que no fueron tal altos los rangos y honores conquistados.

Aclaro que me entrenaron en una amplia zona de los Montes Urales (Ура́льские го́ры), de la antigua y desaparecida (¡Ja!) Unión Soviética.
 
Estoy obligado a precisar que no fui un agente común. No era como el legendario Ramón Mercader (enterrado en Rusia en un panteón de honor como el coronel Ramón Ivánovich López); que entre otras tantas misiones, tuvo a cargo asesinar a Trotsky en México. Lo mío era otra cosa. No era bueno disparando, por lo que se descartó asignarme encomiendas de “cancelación” a desafectos soviéticos.

Se pensó, entonces, entrenarme en la preparación y colocación de explosivos. Empero, resulté un fracaso porque era alérgico a la pólvora (o polvo negro). Cada vez que estaba frente a una porción de ella comenzaba a estornudar como un demonio.

Visto estos asuntos, en el Primer Alto Directorio de la KGB decidieron, antes de asumirme como un fracaso, asignarme labores de inteligencia.

La ética kagebeista, y el pudor, me impide revelar las primeras misiones asignadas y por mí ejecutadas.

No podría precisar ahora si en el Centro quedaron satisfechos con los resultados de mis investigaciones e informes; pero después de tres de ellas me trasladaron a nuestro país con encargos singulares.

Me encomendaron importantes, extraordinarias y arduas investigaciones. Cito algunas de ellas:
1- Descubrir los secretos de los helados artesanales de Jarabacoa.
2- Investigar la eficacia de las peonías en las lámparas de gas.
3- El efecto de la habichuelas rojas en las botellas del agrio de naranja.
4- Las características alucinógenas del cundiamor y la flor de campana.
5- Los secretos de la elaboración de las galleticas mocanas.
6- Los secretos de elaboración del chenchén sureño.
7- Los secretos de elaboración del chivo con ají tití y mucho orégano.

Por el resultado obtenido en las anteriores investigaciones, todas debidamente foliadas, me fue asignada una de las misiones más importantes de toda la zona: determinar la realidad o el mito del llamado sancocho prieto de siete carnes.

A los soviéticos les intrigaba, y me luce que hasta molestaba, que los dominicanos que iban a estudiar en su universidad Patricio Lumumba, catalogaran a nuestro sancocho como superior al borshch (борщ) ruso. Algo que resultaba inaceptable para los altos directivos del Centro
 
Por supuesto que se pretendía boicotear, en todo el planeta, ese manjar de la gastronomía criolla.
 
Así las cosas, me impartieron instrucciones de investigar el asunto, precisar y recomendar las medidas terroristas para desacreditar al referido sancocho.

Tres días después de recibir en clave las instrucciones de rigor, puse manos a la obra. Como entenderá el lector no puedo, dada la ética antes mencionada, explayarme en los detalles de las investigaciones realizadas. Sin embargo, no traiciono mis antiguas labores formulando ahora un resumen de lo descubierto sobre la importante misión encomendada.

Informe operación ...cocho prie... de 7:
Se trata de un plato de origen canario al estilo sopa. Tiene cierta similitud con el menjunje que le dan para engordar a los jóvenes luchadores de Sumo. En Colombia hacen una vaina parecida, pero el de allá es muy insulso. Imposible elaborar una receta porque cada vez que se hace se inventa la fórmula. Hay que ponerle siempre plátano, yuca, papa, yautía blanca, yautía amarilla, ñame y algunas carnes. El llamado sancocho de siete carnes es un mito, porque nunca son siete las supuestas carnes. Hay una variedad llamada sancocho de habichuelas. Recomiendo cautela con esta variedad porque se abomba y puede explosionar en el estómago. Cuando se elabora conviene que el sancocho se ponga a hablar pendejadas (ploc, ploc, ploc). La mejor manera de desacreditar el plato es tirándole jabón cuando está hirviendo. Una alternativa más discreta sería escupiendo esa sopa.

Informe rendido por el agente Nivangio Zurc (Giovanny Cruz invertido)

Este fue un brillante informe remitido por el suscrito directamente al presidente de la KGB Víktor Mijáilovich Chébrikov (Ви́ктор Миха́йлович Че́бриков)
 
Confieso que no me dieron, imagino que por celo de agentes intermedios, el crédito esperado. Peor aún: días después de recibir el informe ...cocho prie... de 7 fui honrosamente jubilado, sin disfrute de sueldo; pero con la asignación de un largo silencio que hasta hoy he cumplido.

до следующей поставки (hasta la próxima entrega)