lunes, 31 de enero de 2011

Pasión culinaria

Pasión culinaria:
Hace unos 500,000 años el hombre primitivo descubrió el fuego; es decir: comenzó a domesticarlo. Se deduce  que al descubrirlo su primer uso fue para protegerse del frío y el segundo para elaborar sus alimentos.

Una de mis grandes pasiones, a parte del teatro y la cultura en sentido general, es la cocina. En varias entregas sucesivas hablaremos de ella. 

Publicaremos en esta Pasión Cultural, el origen histórico de muchos platos, clasificaciones de salsas, curiosidades culinarias y detalles de infusiones. También publicaremos los inventos de Leonardo Da Vinci en la cocina y otras notas pintorescas y sabrosas que seguramente encantarán a los lectores. Desde luego que en la última entrega de esta serie publicaré algunas de mis recetas preferidas.  A muchas de la cuales he hecho suculentas modificaciones.

Comenzaré la serie culinaria con el origen de manjares  cotidianos que despertarán, espero, vuestras curiosidades. Al final de esta entrega les contaré cómo nacen simpáticamente "nuestros" palitos cerveceros. 

La hamburguesa:

Los antiguos egipcios comieron hamburguesas o un plato muy parecido. A principios del siglo XX unos arqueólogos descubrieron, junto a la momia de un alto dignatario de 4,000 años de antigüedad, dos tortas de pan con un pastel de carne horneado.
Las hamburguesas también figuran en la gastronomía de los tártaros. Estas tribus guerreras picaban la carne del ganado y reservaban la de más baja calidad para elaborar los famosos filetes tártaros, también llamados en la actualidad filetes rusos.
La hamburguesa  tal y como la conocemos hoy, nació en Alemania hacia el siglo XIV. Era una comida para gente de pocos recursos que se elaboraba con carne de muy baja calidad y condimentos baratos. El nombre de esta receta provino de la ciudad de Hamburgo, donde se empezó a conocer como filete hamburgués.
La hamburguesa no se popularizó hasta que en el siglo XIX el afamado doctor J. II. Salisbury,  experto en dietética, empezó a recomendarla, porque, según él, la carne triturada facilitaba notablemente la digestión al tener que hacer trabajar menos al estómago. Es por esta razón por lo que la hamburguesa empezó a ser conocida en Inglaterra bajo el nombre de Salisbury steak.

Las empanadas:

Después del asado, las empanadas son el plato típico argentino. Sin embargo, su origen se ubicaría hacia el Siglo V antes de Cristo en Atenas, en uno de los ambientes más cultivados de la Historia Antigua. A alguien una vez se le ocurrió rellenar un molde de masa con carne o pescado, y así nació la empanada. Esta se introducía en el horno sobre un lecho de hojas de laurel y se servía caliente. Hoy podemos encontrarla en todo el planeta. 

En nuestro país su variedad en yuca es muy sabrosa aunque alta en calorías.


Los churros:

Empezaron a consumirse en Cataluña a principios del Siglo XIX, pero se desconoce quién fue su inventor. Su origen es probablemente árabe y se pierde en el tiempo. La masa de los churros se hace con agua caliente para que la levadura se queme.
Los actuales dueños del exitoso restaurante Boga-Boga, empezaron aquí vendiendo churros en el deslumbrante malecón nuestro. La fortuna le ha sonreído permanetmente desde aquella época.


La tortilla:

El vocablo tortilla proviene del latín tortilla, es decir: pequeña torta de pan, que a su vez procede del término griego toitidion, que significa panecillo. Contrariamente a la opinión popular, la tortilla no se descubrió por azar, sino que fue fruto de las investigaciones culinarias llevadas a cabo por uno de los llamados Siete Cocineros más importantes del mundo antiguo. Su invención es atribuida al Cigofilo, también conocido como el Maestro de los Huevos, según cuenta el gramático griego Ateneo en su obra El banquete de los sabios, del Siglo III. Cigofilo no sólo ideó la tortilla, sino también el huevo duro y el huevo pasado por agua.

El turrón:

Su origen no está claro. Según se señala en el libro del español Pepe Rodríguez "Mitos y ritos de la Navidad". Está documentado, por ejemplo, que en el año 662 a. de C., durante la primera Olimpíada, alrededor del templo de Zeus, se vendía una especie de turrón elaborado con almendras. 

También el pueblo judío podría ser la cuna del dulce navideño, Turquía, con su famosa “miel turca”, o bien los árabes con su alajú, compuesto por almendras, nueces, miel y pan rallado, el cual podría, al menos, ser un antecedente inmediato.


Los fideos:

Aunque la palabra fideo proviene del latín fides, vocablo que significa cuerda de lira, resulta muy improbable que en la antigua Roma conocieran este producto. La pasta es una invención de los chinos, que ya la preparaban hace 3,000 años con harina de arroz y habas.
Según la tradición, la receta para su elaboración fue introducida en Occidente por los hermanos Maleo y Nicolás Polo y su sobrino Marco a su regreso de China en el siglo XIII. Los fideos, por lo tanto, llegaron primero a Italia, donde fueron denominados suaghetti, palabra que significa cordoncillos.

Las salchichas:

Hace casi 4,000 años, los babilonios rellenaban las tripas de animales, generalmente cerdos, con carnes especiadas. Esta es la referencia más antigua que se conoce acerca del origen de las salchichas. En la Grecia clásica también era un alimento muy apreciado, aunque los helenos las elaboraban de manera algo distinta que en Babilonia.
Precisamente, un embutido similar, la morcilla, fue inventado por un griego, Atómates de Corinto.
Las salchichas también figuraban entre los platos ensalzados en la antigua Roma. En las fiestas en honor a Lupercus, dios de los pastores, que se celebraban a partir del 15 de febrero, los adolescentes eran introducidos en la vida adulta mediante un rito en el que la salchicha jugaba un papel muy importante que nada tenía que ver con el arte culinario. Precisamente fue su simbolismo erótico lo que hizo que la Iglesia desaconsejara su consumo y que el emperador Constantino prohibiera por decreto su fabricación. Pese a esta incomprensible animadversión, las salchichas siguieron siendo, aunque en la clandestinidad, un alimento básico en la dieta romana. De hecho, la palabra salchicha deriva del término latino salsus.
Pasaron los siglos y en 1852 el gremio de carniceros de la ciudad germana de Frankfurt presentó una salchicha especial ahumada y embutida en una tripa delgada y casi transparente. De este modo nació la salchicha de Frankfurt, que se exportó al mundo entero. Otro carnicero alemán tuvo la ocurrencia de servir una salchicha caliente en un pedazo de pan, combinado que bautizó con el nombre de la raza de su perro, un dachshund

El emparedado:

La primera forma de emparedado se atribuye al sabio judío antiguo Hillel el anciano, por haber puesto la carne del cordero pascual y de las hierbas amargas dentro del matzo (o del pan plano) durante el Passover. El relleno entre los matzos sirvió como recordatorio a los israelitas de su trabajo forzado que construía edificios egipcios. Por esta razón, los romanos refirieron a la comida como " cibus Hilleli" o bocado de Hillel. Durante las Edades Medias, las losas gruesas del pan grueso y generalmente añejo, llamadas "trenchers", fueron utilizados como placas. 
Después de una comida, el trencher  fue alimento de perros, mendigos menos afortunados, o comido por el comensal. Los Trenchers eran los "heraldos" de los emparedados. En el Oriente Medio, las partes mediterráneas, y otras de Europa, preferían comidas que abarcaban la carne, la fruta, el queso, y los condimentos intercalados entre el pan o los pasteles existieron mucho antes el aspecto de la palabra “emparedado”. El primer uso escrito de la palabra apareció en el diario de Gibbon Edward, refiriendo al "pedacitos del meat" frío; como “emparedado.” Fue nombrado después Juan Montagu, aristócrata inglés del Siglo XVIII, cuarto conde del emparedado, aunque él no fue ni el inventor ni el mejor degustador del alimento. Se dice que señor Sandwich estaba encariñado con esta forma de alimento porque le permitía jugar cartas sin tener que ir a una mesa comer y sin que se les engrasaran las cartas.

El chorizo:

La primerare ferencia escrita a este embutido llamado chorizo aparece aproximadamente 500 años antes de Cristo en un drama griego protagonizado por gente de la época, y servía para ahorrar alimentos que generalmente se tenían que tirar como desperdicios, ya que estaba formado por una tripa de animal que antes se había vaciado de residuos y luego se metían en ella, los restos de la carne que, después de haber curado y troceado, se introducían en estas tripas para que no se hicieran malas y pudiera utilizarse para comerlas. Una vez incorporadas estas carnes en dichas tripas, se cocían hasta que estuvieran bien hechas. Para terminar decir que los romanos adoraban los chorizos y los devoraban con gran ansia y destreza en sus reuniones fiestera.
España es, probablemente, el primer país que lo industrializa. Se supone que por el 1650 se crea el chorizo rojo que conocemos hoy. Esto ocurre cuando llega a la península Ibérica el pimentón mexicano.


Los donuts:

Nadie realmente sabe cuándo se inventaron los donuts o quien los invento. Los donuts (buñuelos en inglés Británico), fueron hechos originalmente como algo alargado y torcido, y no con la forma de anillo con la que los conocemos en la actualidad.
En Inglaterra también se hacían como una bola cerrada, sin agujero, y luego se añadía mermelada en su interior, después de ser cocinada. Un tal Hansen Gregory, por el 1847, se reivindicó como el inventor del actual donut. Dijo que no estaba satisfecho con la textura central de ese delicioso bollo, así que hizo una agujero en el centro, quedando la forma que hoy todos conocemos.

Palitos cerveceros:

En nuestro país los llamados palitos cerveceros (salchichas muy picanes) se han hecho muy populares, siendo raro el "colmadón" que no lo ofrezca a sus parroquianos. Pues resulta que dichos embutidos tienen a nuestra mitad de isla como parte de sus inicios. En el barrio 30 de Mayo existe una charcutería de un germánico que tiene su contrapartida en Alemania. En una ocasión que sus dueños iban de paseo a su patria, sus familiares le socilitaron llevarles una colección de los mejores picantes naturales criollos. Lo hicieron. El propósito de los solicitantes del picante, era elaborar una salchicha tan picante que molestara a otro germánico que tenía por costumbre ir a la charcutería alemana a pedir bocadillos gratis. Hiceron la salchicha, se la brindaron al alemán glotón para fastidiarlo  y esperaron la terrible reacción. No fue la esperada. Al alemán come-gratis le gustó la salchicha, aunque pidió una jarra de cerveza para manejar su picor. Ahí mismo nació el... ¡palito cervecero!

Bueno... ¡Telón!

sábado, 29 de enero de 2011

La mujer en leyes y normas antiguas

El poeta, locutor, médico y amigo Johnny García, ocasional colaborador de La Pasión Cultural, me ha enviado unos raros escritos supuestamente milenarios, aunque decididamente peligrosos. 
Un tal Agustí es el responsable  de  su actual reproducción "crítica".
Pensé bastante antes de publicarlos, porque podrían entusiasmar a muchos  pasionarios y preocupar a otras tantas pasionarias. Yo mismo fui tentando al terrible pecado de la añoranza que estos documentos antiguos parecen desencadenar. No obstante mis pruritos sucumbí a la terrible tentación de publicarlos. 
Tengo que confesar que hasta me sonreí con nostalgia al leer algunos de los documentos que hoy reproducimos en este espacio cultural.
Pídole a los pasionarios leerlos con comedimiento y que no salgan por ahí luego a procurar revivir  sus postulados.
Espero que a las pasionarias no se les ocurra pedir que mi cabeza sea exhibida en una pica enterrada en la montaña más alta del país por haber reproducido estas antiguas ordenanzas, normas o leyes. Comprendan  que  no sólo de asuntos serios logra vivir el hombre.


 ¡Habrá sangre de nuevo en el solar!

lunes, 24 de enero de 2011

Irineo Funes, el memorioso

Jorge Luis Borges era un ser humano difícil. Era un escritor excepcional. Era una enciclopedia humana única. Era un genio atacado y muchas veces vilipendiado. Era un confeso ateo. Era un crítico terrible y despiadado. Era un polemista formidable.

Recordamos su extraño respaldo a la dictadura militar argentina que asesinó cientos de jóvenes. Pero no siempre recordamos las veces que hizo crítica severas a esa misma dictadura. Sus detractores nos impiden recordar esas posiciones políticas del gran escritor argentino. Empero, él mismo entrenó nuestras memorias selectivas a través de uno de sus cuentos: FUNES EL MEMORIOSO. Por eso recordamos perfectamente lo que dijo luego de reunirse con las madres y abuelas de los desparecidos y asesinados de la plaza de mayo:

Cuando me enteré de todo este asunto de los desaparecidos me sentí terriblemente mal. Me dijeron que un general había comentado que si entre cien personas secuestradas, cinco eran culpables, estaba justificada la matanza de las noventa y cinco restantes. ¡Debió ofrecerse él para ser secuestrado, torturado y muerto para probar esa teoría, para dar validez a su argumento!

Una frase de él, entre tantas geniales, envidio con pasión verdadera. "Una sola cosa no hay y es el olvido" (¡Yo debía haberrla dicho antes!). Otra: "El sarcasmo es el amaneramiento de la crítica".  Pero entremos en el asunto que nos ocupa. Se trata de consideraciones referenciales que varias personalidades han hecho sobre el cuento de marras, convertido ya, igual que el propio Borges, en un Mito. Hoy publicamos esos trabajos enviado a nosotros por el colega, sociólogo, escritor y colaborador de La pasión Cultural Carlos Castro; mañana publicaremos entusiasmado, como cabía de esperarse, el cuento mismo de Borges.

 Ireneo Funes, el memorioso

 
Por Silvia Hopenhayn
Para LA NACION
Ireneo Funes nació en 1868, en Fray Bentos, Uruguay. Hijo de María Clementina Funes, una planchadora del pueblo, y un tal O'Connor, médico del saladero según algunos, aunque otros dicen que se ganaba la vida como domador o rastreador en el departamento de Salto. En todo caso, la impronta paterna es bastante imprecisa. Ni siquiera se conoce el nombre de pila.
Ireneo tenía dos rasgos que caracterizaban su aspecto insondable: no darse con nadie y estar siempre al tanto de la hora. Sin consultar el cielo ni mirar el reloj, sabía la hora con exactitud. Y cuando se la consultaban, solía responder con una voz aguda y burlona, poniendo el acento en los minutos.
El primo de Borges, Bernardo Haedo, solía desafiarlo en cualquier esquina. Junto a él Borges vio a Funes por primera vez, durante uno de los plácidos veranos en que se hospedó en la estancia San Francisco, del padre Bernardo, sobre el río Uruguay, muy cerca de Fray Bentos.
Era un atardecer de marzo o febrero de 1884. Volvían a caballo, cantando, después de un día bochornoso y con ansias de tormenta. En ese momento, apareció un muchacho corriendo por una estrecha y rota vereda. Oscureció de golpe e imprevisiblemente, el primo de Borges le gritó, poniéndolo a prueba: "¿Qué horas son, Ireneo?". Sin detenerse, Funes le respondió: "Faltan cuatro minutos para las ocho, joven Bernardo Juan Francisco".
Por eso lo llamaban el "cronométrico Funes". Nunca fallaba en su percepción del tiempo. No era una adivinación. Lo hacía por gusto, siempre con un cigarrillo, el rostro duro, vestido con bombachas y alpargatas.
Para Pedro Leandro Ipuche (1889-1976), poeta uruguayo iniciador del "nativismo", Funes era un precursor de los superhombres. Lo llegó a calificar de "Zaratustra cimarrón y vernáculo". Si bien Borges era un gran admirador de Ipuche (ver "La criollidad en Ipuche", Proa , segunda época, Buenos Aires, año 1, número 3, octubre de 1924), prefería considerar a Funes un compadrito de Fray Bentos con ciertas incurables limitaciones.
De aquel efímero cruce (cuya fugacidad más tarde Ireneo lamentaría), Borges lo recuerda de cara taciturna y aindiada, con manos afiladas de trenzador y voz pausada, "resentida y nasal del orillero antiguo".
Los dos veranos siguientes, la familia de Borges decidió veranear en Montevideo. En ese tiempo, ocurrió el accidente de Ireneo.
La volteada de Funes fue famosa en todo el pueblo. No tanto por la violencia del golpe como por las consecuencias que tuvo la caída en su acérrima memoria.
Con 19 años, fue derribado de manera imprevista por un redomón en la estancia de San Francisco y quedó, según cuentan, completamente tullido. Inmovilizado en un catre, con los ojos puestos alternativamente en la higuera del fondo o en una telaraña, viendo de cerca o de lejos cosas distintas, pero siempre desde el mismo lugar. Esto es: en la pieza del fondo, detrás de la reja de la ventana, a veces con los ojos cerrados y otras absorto en la contemplación de un oloroso gajo de santonina.
Pasaba sus días en un rancho decente, con dos patios de baldosas y una parra, junto a su dedicada madre. Pero el hecho de que estuviera postrado no le significó un aislamiento. Todo lo contrario. Los efectos del accidente lo volvieron omnipresente. El mundo y la historia desfilaban por su mente.
El propio Borges fue quien descubrió este tardío y repentino don de Funes. En febrero de 1887, cuando volvió con su familia a Fray Bentos, Borges había llevado consigo varios libros, lectura propicia para un veraneo de llanura; entre ellos, un volumen impar de la Naturalis historia , de Plinio (obra fundamental de consulta en cuestiones científicas durante la Edad Media). Al enterarse de esta posesión "anómala", Ireneo Funes le envió una carta florida y ceremoniosa, en la que le recordaba el encuentro "desdichadamente fugaz" del día 7 de febrero del año 84 y le solicitaba con gentileza el préstamo de la Naturalis historia , acompañada por un diccionario. Prometía devolverlos en buen estado, casi inmediatamente. De esa carta se puede deslindar su letra. Era perfecta y la ortografía, muy particular, como la preconizada por Andrés Bello: la "i" por "y" y la "j" por "g".
Un anuncio repentino llevó a Borges a apurar la devolución. El 14 de febrero le telegrafiaron desde Buenos Aires para avisarle que su padre estaba muy mal. Convenía que volviera inmediatamente.
En la noche previa a su viaje de regreso, pasó por el rancho de Funes, quien le reveló su más preciado y fatal secreto.
En una conversación casi en penumbras, Funes le contó que después del accidente había perdido el total conocimiento y al recobrarlo, "el presente era casi intolerable de tan rico y tan nítido". Era el presente de la memoria, de las memorias más remotas a las más triviales. Apenas le importó saber que quedaría paralizado toda su vida, incluso que su vida tampoco duraría tanto. Estaba maravillado por su percepción rememorativa. Tenía algo de infalible. Todo lo que vivía, miraba, soñaba o percibía se almacenaba en una suerte de presente perpetuo.
No eran recuerdos simples; según contó Funes, "cada imagen visual estaba ligada a sensaciones musculares". Y como no olvidaba ningún detalle del día, necesitaba de un día entero para recordarlo. Llegó a calificar su memoria de "vaciadero de basura". Allí entraba toda la historia del mundo. Pero tenía un problema de ocupación. Tantos detalles, tantos pormenores recordados, le impedían pensar. Borges le buscó una explicación: "Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos".
Funes era casi incapaz de ideas generales, platónicas. Le costaba entender, por ejemplo, los colectivos o las nominaciones genéricas. El caso más famoso que recuerda Borges es el del perro: "Le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente)". Por otra parte, no sólo recordaba lo que veía sino su propia percepción de lo observado. "No sólo recordaba cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de las veces que la había percibido o imaginado." Es decir, conservaba el momento en que esa hoja se posaba en su mirada. Y recordaba el estremecimiento de sus ojos.
Imposible dormir en estas circunstancias. Uno se duerme cuando olvida.
Ahogado en el mar de su memoria, Ireneo Funes murió en 1889. Motivo: congestión pulmonar. ¿Habrá sido su vida, como dijo Borges muchos años después, "una larga metáfora sobre el insomnio"?
 
HORMIGUEO CONSTANTE
Por Guillermo Martínez
Siempre pensé que le deberían resultar muy difíciles a Ireneo Funes las operaciones de pensar, las operaciones de síntesis, de elipsis, que tienen que ver con la generalización, la abstracción y, finalmente, con el olvido.
Ya Federico Nietszche había detectado que la identidad formal es la posibilidad de igualar cosas que son por completo diferentes entre sí. Y esa especie de igualación es lo que no puede hacer Funes: para él, cada cosa existe de una manera absolutamente diferenciada, aun la misma cosa percibida en momentos diferentes. Hay como una especie de sala atestada de objetos en la que su mente no puede moverse. Por eso es tan tremenda la condena de estar tirado en un catre viendo las cosas en cada momento diferente.
Es muy interesante su dificultad para dormir, que puede deberse al hormigueo constante de impresiones diferentes que pugnan unas por ocupar el espacio de otras. Por eso se dice que tiene un truco: hay unas casas nuevas que se construyen en la distancia, y es el único momento de descanso que tiene porque las ve como algo nuevo y homogéneo. Si ya las hubiera conocido, estaría condenado a recordarlas en sus diversas etapas de construcción y destrucción. Porque lo que le está negado es el olvido.
(Martínez es escritor, autor de Crímenes imperceptibles, entre otras novelas.)
DON O CONDENA
Por Luis Chitarroni
Yo no sé si conozco el sabor de la memoria porque creo que el único que lo conoce es Funes. Su competencia me hizo ver que yo era un idiota, un distraído, un ser humano. Y que él era un superhombre.
Funes tiene algo bergsoniano. Lleva la duración dentro de sí. A su vez es víctima de la duración. La percepción total es su mayor virtud pero también su mayor condena; está imposibilitado de abstraer y de pensar.
Lo quiero mucho a Funes, me parece muy entrañable, tiene esa cosa retobada del que se cayó y que finge, y hace alarde de que es mejor haberse caído. El accidente es como el modo épico, heroico, de ponerse a contar.
(Chitarroni es escritor, editor y crítico literario.)
LA ROSA OLVIDADA
Por Ricardo Allegri
Los traumatismos generan lo contrario de lo que le pasa a Funes, generan pérdidas de memoria, amnesias. Sin embargo, existen algunos tipos de traumatismos de lóbulos frontales que no nos permiten el proceso de generalización y nos hacen quedarnos fijados en el detalle. Probablemente a Funes la caída del caballo le generó un hematoma, una lesión frontal que potenció lo que previamente tenía y le dio esa habilidad absoluta. La memoria de Funes puede explicarse desde el punto de vista neurológico del siguiente modo: la memoria en todos nosotros tiene tres formas: una sensorial, un segundo paso que es la episódica y un tercer paso que es la conceptual o semántica.
En el caso de Funes, la sensorial y la episódica son claves y son las que él tiene sumamente desarrolladas, pero sin poder acceder a la memoria semántica, a la conceptualización. Cada información que ingresa en su cerebro ingresa como información única. Por ejemplo, el concepto de la rosa es la sumatoria de todas las rosas que vimos a lo largo de nuestra vida y de nuestras vertientes sensoriales, la rosa por el olor, la rosa por el tacto, etc. Para él, en cambio, cada rosa pasa a ser una unidad de información. Por eso cuando describe los números, no utiliza las reglas matemáticas, sino que cada uno corresponde a una unidad. No hay varias cosas 886, hay un 886 para cada cosa.
(Allegri es neurólogo. Realizó su tesis sobre la memoria basándose en el modelo de Funes)

domingo, 23 de enero de 2011

"Guía" de la buena esposa de 1953

Mi hija Fiora Cruz, estoy seguro que no precisamente riendo, me acaba de enviar la "Guía de la buena esposa", francamente añorante y simpático. Se trata de algo publicado en 1953 (el año de mi nacimiento.) por lo cual, seguramente, muchas feministas de hoy quiseran que sus creadores y responsables estén vivos todavía... ¡para estrangularlos con sus propias manos!
Vislumbrando el truño de mujeres actualizadas como la propia Fiora, Renata Cruz, Carlota Carretero, Ruth Alfonsina, Mariet Espinal, Lonnie Seijo, Aidita Selman, Laura García-Godoy, Vielka González, Nives Santana, Delta Soto, María Castillo, Henrriette Wise, Oleka Fernández, Marilú Acosta, Digna Alvarado y Lorna Nanita; entre otras pasionarias, me apresuro a publicarlo antes de hacer lo mismo con unos trabajos que me enviara el teatrero y sociólogo Carlos Castro, en el cual varios autores hacen serias reflexiones sobre el "Funes el memorioso" que escribiera el genio fenecido de Jorge Luis Borges.

Mientras concluyo la línea gráfica del trabajo que he citado, disfruten esta aleccionadora Guía. ¡Quién sabe cuantos de mis divorcios se hubiesen evitado si esta Guía tuviese alguna vigencia todavía! ¡Ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja!

 
 
 

 ¡Oigan la bulla!
















  



























































jueves, 20 de enero de 2011

Imágenes nuevas y versos de Raful para iniciar el carnaval

 
En todo lo lúdico, libido y festivo soy de los primeros en llegar. Eso lo saben muy bien los amigos cercanos. Y los que no lo son... también. En diciembre soy de los primeros en el país que pone los adornos en su casa y de los últimos en quitarlos.


Estamos casi recibiendo el carnaval dominicano y como soy adicto a la alegría, ya preparo el espíritu para el desborde de rigor.


La historia del carnaval universal se remonta a mucho mas de cinco mil años antes de Cristo. Siendo los sumerios y los egipcios sus iniciadores. Aquí el carnaval... Perdón; pero ya esa historia se la solicitamos al notable intelectual, investigador y amigo Dagoberto Tejeda. Esperemos que el trabajo llegue a nuestro ordenador personal (La Gata) para publicarlo un poco antes de inmediatamente.

Mientras eso ocurre inauguramos en el blog una nueva imagen para la portada,  alusiva al carnaval desde luego. Estará encabezando esta revista digital hasta que duren las festividades carnavalescas y sus estertores.


Para celebrar la nueva, festiva y transitoria portada disfrutaremos un poema, titulado precisamente "Carnaval", que escribiera Tony Raful, dedicado tanto al suscrito como a Dagoberto Tejeda.

C A R N A V A L
Por Tony Raful

Es alquimia salobre la pálida batalla del mito
andanzas de un alba austera que ditala la hermosura,
 fragua que prodiga el mágico poniente de un delfín,
ficción del espacio en vigilia de un diamante,
 
 demonios aledaños que centellean en las vibraciones,
la barca de un Sultán que burla su reloj de arena,
 el cuerno de un bisonte que ahumó el astío,
las bodas de fuego que danzan en la piel,
 el diestro navío de una demencia convenida,
licencias para las quejas del alma,
ebria maravilla de una velada hendida,
 eminencia de júbilo encandilado.
  Es carnaval, espuma y sortija en los tejados,
iguana que atraviesa el cielo,
 orgía de ánimas abocadas al hondo misterio,
otra máscaras para la máscara odulante,
 anticipo de desafuero bajo convite,
una onda de luciérnagas pacta con la lluvia,
un nido de hechiceros se acopla en la marea,
 los diablos cojuegos embadurnan de espejos
el infierno dormido
 y es un milagro cóncavo de locura del vientre,
la piel toda tronanda en el jardín y en las tinieblas.