martes, 17 de mayo de 2011

¿Poetas y enamorados perdimos la batalla?

¿
Poetas
y
enamorados
perdimos 
la 
batalla
?
                                                                                                                                       
Hace aproximadamente dos meses se apareció en mi vida una de esas diosas del Olimpo casi inaccesible.

De su pelo, entrenado por arácnidos del amor en el complejo arte de seducción, emanaban fragancias orientales evocadoras de míticas nostalgias.

Dalila, mujer que fue la tumba de Sansón.
En sus ojos había embrujos irresistibles iguales que, según refieren sus leyendas, los producidos por seductoras profesionales: Dalila (con las armas secretas que escondía entre sus piernas destruyó la fortaleza de Sansón), Cleopatra (capaz de llevar a emperadores y generales hasta el delirio, cuando no pudo pagar los honorarios de su ejército se entregó a todos como dación de pago.), Salomé (no satisfecha hasta lograr envolver dentro de sus siete velos la cabeza sangrante de Jokanaan), Mesalina (que no podía apagar su furor sexual solamente con el emperador Claudio), Mata Hari (la espía que espiaba y seducía hasta llevar sus víctimas ala muerte), Ava Gardner (citada como el animal más bello del planeta, cuyo pelo del pubis se subastó en España) y María Félix (reconocida como la mujer más bella de todo el Universo, se inició en la seducción respirando el perfume de un incesto que no dejó nunca de oler).

Cleopatra, perdición de Julio César y Marco Antonio.
En sus manos y en sus labios creí percibir promesas comprometidas de caricias y licenciosa práctica de un pactado sexo oral.

Salomé con la cabeza del Bautista.
En sus glúteos parecían encontrarse los secretos prohibidos de  "Las Mil y una noches en Bagdad."

La insaciable Mesalina
Mirando sus senos, quizás como la mayoría engañosamente bisturizados, podíamos notar sin mucho esfuerzo que era miel lo que en ellos, luego que pasara el cirujano, íbamos a encontrar.

No poco se perdieron en la curvas de Mata Hari
 Su cuello, siempre expuesto, estaba construido únicamente para el placer desenfrenado y para la espera de labios e inquietas lenguas.

Ava Gardner, tan sexualmente bella que provoca el amor a solas
 Todo esto era completado con una voz excitantemente erótica y prometedora de cualquier tipo de placer... y a cualquiera.

María Félix donde siempre quisieron tenerla: en una cama.
Pero,—¡maldito sean todos los peros del Universo! —justo cuando el hechizo se inclinó, aún vestido, para volverse beso en algún zaguan hecho por un herrero romanense, esta indiscutida dadora de placer, rompiendo mil encantos dijo:

A las mujeres como yo nos gustan los hombres suplidores. 
Cleopatra
¡Los hombres suplidores! ¿De qué? ¿De caricias interminables, de orgasmos repetidos, de poesías de Ovidio y Paul Eluard? ¿Suplidores de historias que sólo sabemos contar en la bohemia? ¿Suplidores de artes? ¿Suplidores de amor?

Salomé
Por supuesto que no. No soy tonto. Ni ustedes tampoco. Ya en ese momento de la noche la excitación, que se notaba como bulto debajo de los pantalones, había perdido el brío. Un amor que anormalmente se asomaba impulsado por palabras y alas de Cupido se desvaneció rápidamente. No sé por qué hube de recordar que había que ponerle diesel a mi camioneta... y quizás al vehículo europeo en que andaba la “perfecta” que me estaba acompañando.

Mesalina
Miré su vehículo y pensé que no estaba de cambiar todavía, pero como quiera me lo iban a pedir. ¿ Y con qué fuerza se casa un guardia? Recordé a un amigo a quien  dijeron una noche...“A mi los autos que me gustan son los Toyotas nuevecitos”. Y eso era para mostrarse inicialmente considerada. Una amiga me dijo hace poco en un bar que una de las que aquí llamamos "megadiva" le comentó que alguien la había llevado a cenar, pero que no incluyó en la salida por lo menos una joya.

Mata Hari
Cuando vivía en Nagua estaba habitualmente muy enfermo. Eso hizo que, obligado a estar siempre en la casa, me viera compelido a leer y escribir. Bueno... también a escuchar.

Ava Gardner
Mi madre acostumbraba a recitarme innumerables poemas. En uno de ellos trataban un tema parecido. La“suplipretenciosa” del poema de marras dejó al amado por los motivos que todos están ya suponiendo. Ante la suspención amorosa propuesta el joven dijo: "Tú has nacido en el materialismo y yo he nacido poeta, no podemos juntarnos." Un año después se encontraron estando ella acompañada por un "nuevo amor”, seguramente perfecto suplidor. Para fastidiarlo le preguntó, sabiendo que el joven estaba en“malaria” cuál sería el regalo de boda que este le daría. El joven respondió: "Mi regalo de boda, amiga mía / tendrá joyas riquísimas y bellas / un collar de perlas del rocío / y el manto azul del cielo y sus estrellas.

Mi amada María Félix
Imagino que la muchacha hubiese preferido que le regala en lugar de rocío, unas cuantas perlas de los huidizos calamares de Sánchez, más caras que el hermoso jade imperial.

Efectivamente parece que los poetas y los tontos enamorados estamos perdiendo la batalla. Pero no crean que solamente hay féminas interesadas en cosas espurias. ¡No! Frecuentemente escucho de amigos expresiones como esta: Tengoq ue buscar una mujer que verdaderamente me represente.

Dadora de placer absoluto... con condiciones.
¡Representar un carajo! ¿Y es tan cerebral este asunto del sentimiento? Pues así es. Estamos perdiendo al sentimiento y al poema, pasionarias y pasionarios militantes, bohemios de todo el Universo conocido.

Otra dadora de placer... condicionada.
Empero,como estamos en el proceso de perder el sentimentalismo, y mientras termina de ocurrir, aporto como regalo el Poema 5 de Neruda, que todavía podría sensibilizar... sólo a unos pocos y a unas pocas. ¡Qué pena!

Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.