sábado, 17 de noviembre de 2012

Crónica de un encuentro con Vargas Llosa



Crónica de un encuentro con Vargas Llosa

El viernes 16 en la mañana, un grupo de escritores dominicanos sostuvimos un encuentro en la Fundación Global con Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura. En estos días presentan en el Casa de Teatro su pieza “Al pié del Támesis”, que debemos asistir a verla aunque se sabe que su dramaturgia no tiene la calidad de sus narraciones y ensayos. Algo que no es extraño en un narrador. A estos se les hace muy difícil manejar las unidades dramáticas del teatro, el perfil de sus personajes, las líneas de acción de la trama, los códigos del ritmo escénico; entre otros asuntos.

Pero debo agradecer, eso sí, que Vargas Llosa resalte que el Cine, a pesar de su enorme incidencia, no ha podido destruir el teatro. Esto, porque el primero nunca ha logrado la profundidad y relación directa, como testigo, que tiene el segundo con los espectadores.
Sin embargo, el encuentro con Vargas Llosa en la Global resultó memorable. Lo primero que cautiva de este portento de la Literatura Universal, es su amabilidad, sencilleces y fino trato.

Dicho esto... entremos en materia.

Obviando mencionar a cada uno del casi medio centenar de asistentes, destaco la gran preocupación del autor del polémico libro “La civilización del espectáculo” (creación literaria comentada no pocas veces durante el encuentro por el invitado y varios de los asistentes), por el futuro del libro y de la Literatura Universal.

En particular nos llamó la atención, puesto que es una preocupación generalizada entre todos los que cultivamos la Literatura, la visión del señor Vargas Llosa sobre el porvenir del libro en estos momentos. Don Mario hizo una interesante exposición sobre el peligro al que someten el libro impreso frente al digital. Expuso el invitado de honor en la Global, que hay dos posiciones destacables sobre este fenómeno. Aunque a todos les preocupa el asunto, hay quienes piensan que el libro impreso, y con ello posiblemente la gran Literatura, sobrevivirá siempre y cuanto se alié a las “pantallas digitales”. 

Otros, en cambio, ven con pesimismo lo que resultará finalmente de este inevitable y supuestamente desigual enfrentamiento.

Ocurre que, según reconoce Vargas Llosa, el libro escrito como entretenimiento es el que parece progresar en las avenidas digitales, con la consecuente banalidad que hay en el acontecimiento. Una Literatura digital que, y lo comprobamos todos los días, cede ante la falta de profundidad de la universalidad de los usuarios, resulta indudablemente vacía.
A Vargas Llosa esto le preocupa y alarma porque el lector no encontrará, en los códigos de la Literatura que encontramos en el Ciberespacio, la reflexión intelectual que es propia de la hoy llamada Literatura tradicional. La rapidez conque se vive en estos tiempos, la especialidad profesional, la ligereza generacional y la pobreza de lenguaje utilizado en las pantallas digitales, no pronostican nada bueno para la supervivencia del libro de contenido y de una Literatura provocadora y evocadora.

El descalabro del lenguaje en Internet alarma al Nobel de Literatura que nos ocupa en esta entrega. Como frustrante experiencia citó que cuando ve la manera que sus propios nietos se comunican con sus allegados, en una jerga que Vargas Llosa ni comprende bien, nota la escandalosa tendencia a cortar las palabras, a suprimir partes de las oraciones, cambiar consonantes, sustituir conjunciones por letras que ni les corresponden y toda suerte de errores gramaticales. Don Mario reflexiona que llegará un momento, dada la pobreza del léxico de estas generaciones, perderemos la capacidad de reflexión, de comprensión y del ejercicio intelectual. Cabe suponer, justamente plantea el invitado de la mañana, que estaremos conformando en caso extremo una generación de tarados.

Aunque reconoció que las redes sociales se han convertido en ejercicio de libertad, entiende que no pocas veces se mal utilizan para banalidades, extorsiones, difamaciones y hasta plagios peligrosos.

En este tenor narró que el mismo autor de “La Casa verde” ha sido víctima de las inconsecuencias que frecuentemente ocurren en las llamadas redes sociales. Ocurre que una ocasión encontró una señora que lo felicitó por un artículo que habría publicado defendiendo a la mujer de estos tiempos. Creyó que la dama se había equivocado porque el no recordaba haber escrito y publicado algún artículo como el indicado por la señora de marras. Semanas mas tarde en un país sudamericano le comentaron también el supuesto artículo que él habría escrito sobre la mujer. Cuando, a petición suya, le remitieron el artículo en cuestión, resultó que se trataba de una entrega mal escrita y llena de cursilerías. Quiso descubrir la fuente de tal adefesio e ilegalidad. No obstante, le aconsejaron no intentarlo porque gastaría dinero sin que pudiesen garantizar los resultados propuestos.

Tiempo después lo llamaron de un periódico argentino para cuestionarlo por un artículo insultante que habría escrito en contra de los argentinos. Nunca escribió semejante asunto. Esa vez estaba dispuesto constituir abogados para descubrir la fuente de aquel escrito que tomaba frases auténticas suyas y las colocaba entre insultantes oraciones ajenas. Pero otra vez le comunicaron que era prácticamente imposible llegar a la fuente en la cual se produjo aquello.

Que sirvan estos ejemplos para escritores, diletantes y lerdos. Asuntos como los expuestos aquí nos pueden ocurrir, y nos ocurren, en cualquiera ocasión.

Sobre el llamado Boom Hispanoamericano, Vargas Llosa comentó que este cumplió un rol estelar en la difusión de la Literatura y la cultura latinoamericanas. La visión que se tenía de nuestra región en el resto del planeta era la de una amplia zona geográfica solo habitada por vagos, salvajes e iletrados, incapaces de producir la reflexión literaria que había en otros países desde luengos años. Antes del boom sobresalían escritores como Dario, Borges, Carpentier; entre muchos otros. Pero eran prácticamente desconocidos en el resto del mundo. El boom sirvió, entonces, para proyectar otra imagen cultural Hispanoamérica.

También teorizó el autor de “Conversación en la catedral” sobre la violencia dentro de la Literatura. El viejo cuestionamiento de si la Literatura incluye la violencia del medio o, de alguna manera, la induce, le fue expuesto al invitado. Juzgó que esa sería una respuesta que nunca se va a obtener porque no hay manera de comprobar tal asunto. Nunca lo ha habido. Citó el caso de las obras del marqués de Sade. En ellas la violencia humana es el tema, presentada en todas sus vertientes y depravaciones. Pero la reflexión que hace es que la violencia estaba ahí. Sade solo la expuso. Desde luego que se trataba de algo que la gente, en términos generales, no quería que le enrostraran.

Ante una pregunta analizó rápidamente el hoy popular libro-betsellers. Aclaró que se trata de una sub literatura, siendo este el motivo por el cual a los autores de tales obras, carentes de profundidades y valores culturales reales, no se le cita entre escritores verdaderos. Precisamente, son ellos los cultivadores de la dañina escritura del entretenimiento simple, que hoy amenaza destruir los cimientes en los cuales se ha sustentado la gran Literatura Universal. Desde luego, planteó Vargas Llosa, es preferible leer estos libros que no leer nada.

También analizó el cambio positivo que ha dado el latinoamericano desde la publicación de aquel ensayo titulado “Manual del perfecto idiota latinoamericano”; escrito por él, Montaner y Apuleyo. Resaltó que salvo en un par de países, no hay verdaderas dictaduras militares en América Latina. Aunque existan, mencionó el caso de Chavez en Venezuela, unos tiranillos (probablemente el vocablo es mío) que “ganan elecciones... pero las ganan”.

Es probable que se me haya escapado uno o mas temas abordados por el distinguido escritor de “La ciudad y los perros” o por aquellos que fuimos convocados para la ocasión; empero, en términos generales, esto que he expuesto fue lo tratado, con mayor profundidad que en esta crónica, en la magnífica mañana que ninguno de los allí presentes vamos a olvidar, estemos de acuerdo o no con Mario Vargas Llosa.