jueves, 12 de noviembre de 2009

Los enigmáticos escitas







Unatarde de diciembre del 2003 el gran intelectual TonyRaful, a la sazón, Presidente de Comisión de Cultura deAyuntamiento del Distrito Nacional, solicitó que Rafael Villalona yyo pasáramos por su despacho. Tenía algo importante quecomunicarnos. 

Cuando entramos Rafultenía un libro abierto en sus manos: “La Luz que agoniza”. Exactamente marcado en un apasionante capítulo sobre los escitas.
Dijoque quería leernos el capítulo. Entre nosotros no era nada extrañoaquel ejercicio cultural. Se leyó el capítulo demarras. Villalona y el suscrito quedamos francamente anonadados. 
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Elautor hablaba sobre unos escitas sepultados bajo hielo,perfectamente conservados durante siglos, mirando al sol. Hablaba dehombres, niños, mujeres, caballos y animales domésticos en talestado y posturas que parecían haber sido congelados apenas una horaantes. Elcolega Villalona y yo estábamos fascinados con la lectura y loscomentarios posteriores a ella. 



Haceunos días, buscando datos para el blog sobre la ciudad de Caral en Perú, encontré que exhibían en un museo alemán impresionantespiezas escitas, que entre sus muchas notables habilidades estaba sumaestría en trabajar el oro.


Cuandolos investigué, hace unos años, encontré datos de espanto y brincosobre ellos. Pero poco se hablaba del asunto ese del congelamientomasivo. Creo recordar a alguien que aseguraba que el dato era creíble, peroque sería sepultado por mucho tiempo igual que el pueblo que nosocupa. ¿La razón? Evitar el saqueo y la profanación arqueológica.



Ahora,por lo menos admiten haber encontrado(¿?) un jinete escita, cubiertode mercurio,  mirando al sol. También encontraron la tumbagélida de una mujer que vivió en las estepas rusas por lo menostres siglos antes de Cristo, también mirando al sol.


Recientementeencontraron la tumba de una princesa escita perfectamente adornada deprendas hechas con... ¡piedras del Nilo! Segúnlos arqueólogos, los abalorios fueron fabricados en Egipto,probablemente durante la dinastía Ptolomeica, instaurada tras laconquista del país por Alejandro Magno en el año 332 antes deCristo.


También,enigmáticamente, hablan de unos túmulos mortuorios en Siberia, enlos cuales han encontrado personalidades relevantes de los escitasenterrados en el hielo, -¡mirando al sol! acompañados de esposas,hijos, sirvientes, caballos, cientos de objetos y otros animales.


¿Pero quiénes eran los enigmáticos escitas?

Losescitas eran miembros de un pueblo nómada que hablaba una lenguairania y que emigró de Asia Central al sur de Rusia en los siglosVIII y VII antes de nuestra era.


Estosnómadas son citados por los anales asirios, pero sobre todo por elgriego Herodoto, quien, en sus "Historias", dejóconstancia de que estos nómadas procedían de las montañas delAltái, en la encrucijada de Rusia, Kazajistán y Mongolia.
Estamigración de los escitas los llevó a chocar con los cimerios(otro pueblo estepario nombrado por los griegos) y a protagonizarincursiones en Asia Menor (atacaron Ninivé) e incluso Egipto.

Fueronesos salvajes y extraordinarios guerreros a los que el gran Darío nopudo derrotar. En SatrapaI encontré unacrónica sobre este fracaso de Darío del cual reproduzco unfragmento: Dudo que exista nada en la HistoriaAntigua que se le pueda comparar pues, si hago memoria, no se meocurre otro ejemplo similar en el que una gran potencia sedentaria selance a la conquista y subyugación de un que vasto territoriohabitado por naciones nómadas, naciones que contaban además connumerosos y combativos guerreros de a caballo. Como era de prever, elintento del persa fracasó, y poco faltó para no ser él y su ejércitoexterminados por sus rivales.
Fueronlos medos, otro pueblo que gobernó en Persia, quienesfinalmente desplazaron a los escitas hacia el norte, más alládel Cáucaso, a las estepas de la actual Ucrania, desde dondealcanzaron también el Danubio.
Apartir del siglo IV antes de Cristo, los escitas fuerondesplazados por otros nómadas, los sármatas.

Losescitas a los que se refiere Herodoto son, sobre todo, estoshabitantes del Kubán, río que desemboca en el Mar Negro y cuyosafluentes meridionales riegan las faldas del Cáucaso Norte, en unaregión, hoy como entonces, foco de culturas y de conflictos.
Losescitas se destacaron por su habilidad para la lucha a caballo(con sus flechas emplumadas de terrible precisión), su crueldad enel combate, su uso del cannabis, y, sobre todo, por su maestríapara moldear el oro.






Herodotonos dice que los grifos (animales mitológicos con cuerpo deleón, cabeza y alas de águila) custodiaban el oro en las montañasde los escitas, no muy lejos quizás de la tumba de laprincesa que se adornaba con collares de piedras del Nilo.



Losarqueólogos han encontrado tumbas de estos "centauros de lasestepas" desde las costas del Mar Negro y el mar de Azov, hastael bajo Dniéper, pero donde mayores hallazgos se han producido es enla cuenca del Kubán, entre el Volga y el bajo Don.
Losorfebres escitas handejado auténticos tesoros áureos, plata y esa aleación de oro-plata conocida como electrum; con una especial obsesión a lahora de modelar animales reales como ciervos, caballos y pájaros, oimaginarios, como los fabulosos grifos.
¿Porqué regresarían?

Esapregunta se ha asentado en mi cabeza con peligrosa obsesión.
Despuésde miles de años de vida nómada, luego de ganar y perder cientos deguerras, luego de desarrollarsesorprendentemente, los enigmáticos escitas decidieronregresar al punto de partida. Muchas explicaciones he leído sobresus motivos; pero confieso que ninguna satisface mi intelecto.


¿Acasoregresaron a procurar como pueblo los túmulos funerarios que estabanarchivados en la prodigiosa memoria de sus células vitales?




¿Porqué mueren mirando al sol? 
¿Porque ese fue su real origen? ¿Acasoporque es su destino? ¿O será esperando que aparezcan aquellos quelos trajeron?



Encontréunas curiosas expresiones en el libro de Edouard Schure “LosGrandes Iniciados” que podrían ¿iluminarnos? en el tema que nosocupa:
LosEscitas y los Celtas encontraron los Dioses, los espíritusmúltiples, en el fondo de sus bosques. Allí oyeron voces, allítuvieron los primeros escalofríos de lo Invisible, las visiones delmás allá. Por esta razón el bosque encantado o terrible ha quedadocomo algo querido de la raza blanca. Atraída por la música de lashojas y la magia lunar, ella vuelve allí siempre en el curso de lasedades, como a su fuente de Juvencia, al templo de la gran madreHerta. Allí duermen sus dioses, sus amores, sus misterios perdidos.”


¿Poreso se fueron? ¿Por eso regresaron?





Intuyotantas reveladoras respuestas a muchas de mis preguntas, pero(descompongo algunas palabras de Oscar Wilde para expresarme) no meatrevo todavía a decir sus nombres...