jueves, 5 de septiembre de 2013

Crímenes clero-sexuales

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Crímenes clero-sexuales


No nos resulta suficiente a los dominicanos escuchar a los obispos católicos pedir solamente perdón por los abusos y crímenes cometidos por sacerdotes y obispos en nuestro país. No. No es suficiente.

Por supuesto que valoro positivamente la aparente actitud del cardenal López Rodríguez de informar al Vaticano sobre los abusos sexuales que cometía aquí el nuncio Joséf Wosolowski.

Pero no pocas preguntas quedan por responder:
—¿Si ya sabía López Rodríguez de las insanas prácticas de este, y otros religiosos, acaso no tenía la obligación de denunciar ante la Justicia el delito cometido?
—¿Puede López Rodríguez decidir, unilateralmente, la sanción y estrategia a tomar en casos como éstos?
—¿No cayó él, con la actitud asumida, en un encubrimiento?
—¿Fue aquí, sólo aquí, donde descubrieron las abusivas tendencias sexuales del famoso nuncio del Papa o ya sabían las autoridades de la Iglesia de sus oscuras prácticas?
—¿Cuántos casos como estos han sido apañados, protegidos y ocultados por nuestras autoridades eclesiásticas y judiciales?

Seguro que cientos de ellos. 

El daño formulado a las niñas y niños abusados es irreparable. La afrenta a la Sociedad Dominicana ha sido muy seria. El daño a la misma imagen, ya bastante deteriorada, a la Iglesia Católica resulta letal para ella.

Estoy seguro que serán miles los padres que evitarán que sus hijos participen en actividades religiosas sin ellos estar presentes. Más aún: muchos feligreses, avergonzados, se alejarán definitivamente de los templos.

Este  caso, y otros más que conocemos, han salido a luz pública por las connotaciones que tienen. Pero el historial ha sido largo. Algunos han sido tan serios, tan dramáticos, que hasta asesinatos han determinado. En la República Dominicana esos casos han sido secretos a voces.

Nuestro país ha sido vendido por ciertas compañías como el mejor destino turístico-sexual del mundo. ¡Vaya mérito no deseable!

Las informaciones que poseo cuentan que también es promocionada, entre los pederastas eclesiásticos, con estos valores (?). 

Se afirma, no muy por lo bajo, que en el caso aquel de los niños abusados en el Este, estaban involucradas muy altas autoridades de la Iglesia Católica Norteamericana. Posterior a ese escándalo, son muchas las muertes ocurridas.

Como sabemos lo fácil que ha sido obtener en el país impunidad para figuras influyentes, este “paraíso sexual” nuestro ha sido hasta ahora, también, un paraíso judicial para los curas pederastas o violadores de otras disposiciones legales.

Este nuevo escándalo le estalló, inesperadamente, en las manos a la Justicia Dominicana. Le estalló en las manos a las autoridades eclesiásticas. ¿Estarían ambas dispuestas a llevar esto hasta las últimas consecuencias? Deben hacerlo. Los dominicanos estamos hastiados de que estas cosas ocurran y no haya verdaderos castigos para quienes cometen estos delitos. Así también deben investigar, sobre estos y otros tópicos, a Iglesia en general, de arriba hasta abajo. ¡De arriba hasta abajo!

Pedir a la Sociedad sólo perdón por estos abusos, sería un cinismo mayúsculo si no se administran las sanciones ejemplarizadoras y de rigor. Una justicia mal impartida, o denegada, es cómplice de los crímenes cometidos.

Particularmente siento que nuestras autoridades, tradicionalmente, le han temido a la Iglesia Católica. Frecuentemente ésta ha actuado con descarada impunidad. ¿Se repetirá ahora la tendencia? ¿Nos están dando el circo sólo para entretenernos? 

Si esa es la intención, recomiendo tener mucho cuidado. No pocos dominicanos estamos ya hartos de los apañamientos de este tipo.

Por ahora, ruborizado, solicito el... ¡Telón!