Crímenes clero-sexuales
No nos resulta suficiente a
los dominicanos escuchar a los obispos católicos pedir solamente perdón por los
abusos y crímenes cometidos por sacerdotes y obispos en nuestro país. No. No es
suficiente.
Por
supuesto que valoro positivamente la aparente actitud del cardenal López
Rodríguez de informar al Vaticano sobre los abusos sexuales que cometía aquí el
nuncio Joséf
Wosolowski.
Pero
no pocas preguntas quedan por responder:
—¿Si ya sabía López Rodríguez de las insanas prácticas de este, y otros religiosos, acaso no tenía la obligación de denunciar ante la Justicia el delito cometido?—¿Puede López Rodríguez decidir, unilateralmente, la sanción y estrategia a tomar en casos como éstos?—¿No cayó él, con la actitud asumida, en un encubrimiento?—¿Fue aquí, sólo aquí, donde descubrieron las abusivas tendencias sexuales del famoso nuncio del Papa o ya sabían las autoridades de la Iglesia de sus oscuras prácticas?—¿Cuántos casos como estos han sido apañados, protegidos y ocultados por nuestras autoridades eclesiásticas y judiciales?
Seguro
que cientos de ellos.
El
daño formulado a las niñas y niños abusados es irreparable. La afrenta a la
Sociedad Dominicana ha sido muy seria. El daño a la misma imagen, ya bastante
deteriorada, a la Iglesia Católica resulta letal para ella.
Estoy
seguro que serán miles los padres que evitarán que sus hijos participen en
actividades religiosas sin ellos estar presentes. Más aún: muchos feligreses,
avergonzados, se alejarán definitivamente de los templos.
Este caso, y otros más que conocemos, han salido a
luz pública por las connotaciones que tienen. Pero el historial ha sido largo.
Algunos han sido tan serios, tan dramáticos, que hasta asesinatos han
determinado. En la República Dominicana esos casos han sido secretos a voces.
Nuestro
país ha sido vendido por ciertas compañías como el mejor destino
turístico-sexual del mundo. ¡Vaya mérito no deseable!
Las
informaciones que poseo cuentan que también es promocionada, entre los pederastas
eclesiásticos, con estos valores (?).
Se
afirma, no muy por lo bajo, que en el caso aquel de los niños abusados en el
Este, estaban involucradas muy altas autoridades de la Iglesia Católica
Norteamericana. Posterior a ese escándalo, son muchas las muertes ocurridas.
Como
sabemos lo fácil que ha sido obtener en el país impunidad para figuras
influyentes, este “paraíso sexual” nuestro ha sido hasta ahora, también, un
paraíso judicial para los curas pederastas o violadores de otras disposiciones
legales.
Este
nuevo escándalo le estalló, inesperadamente, en las manos a la Justicia
Dominicana. Le estalló en las manos a las autoridades eclesiásticas. ¿Estarían
ambas dispuestas a llevar esto hasta las últimas consecuencias? Deben hacerlo.
Los dominicanos estamos hastiados de que estas cosas ocurran y no haya
verdaderos castigos para quienes cometen estos delitos. Así también deben
investigar, sobre estos y otros tópicos, a Iglesia en general, de arriba hasta
abajo. ¡De arriba hasta abajo!
Pedir
a la Sociedad sólo perdón por estos abusos, sería un cinismo mayúsculo si no se
administran las sanciones ejemplarizadoras y de rigor. Una justicia mal
impartida, o denegada, es cómplice de los crímenes cometidos.
Particularmente
siento que nuestras autoridades, tradicionalmente, le han temido a la Iglesia
Católica. Frecuentemente ésta ha actuado con descarada impunidad. ¿Se repetirá
ahora la tendencia? ¿Nos están dando el circo sólo para entretenernos?
Si
esa es la intención, recomiendo tener mucho cuidado. No pocos dominicanos
estamos ya hartos de los apañamientos de este tipo.
Por
ahora, ruborizado, solicito el... ¡Telón!
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