domingo, 10 de julio de 2011

Testamento ético de Facundo.

Alguien me recordó ayer una de esas grandes expresiones de Facundo Cabral. Habló alguna vez de que debíamos desconfiar de la muerte de los genios  ya que por ser tales la saben disimular muy bien. Ojalá sea el caso; pero no...
Tony Raful publicará el martes en el Listín Diario y en esta La Pasión Cultural un artículo sobre Facundo excepcional. No se lo pierdan.
Mientras, les regalos dos poemas en los cuales Facundo parecía  haber escrito una especie de testamento ético. Aquí están. Son geniales: "El día que yo me vaya" y "Cuando vengas a buscarme".



El día que yo me vaya
Por Facundo Cabral


Cuando el Universo me abandone 
y el viento desgaste mis manos, 
y abrevie bien mis pasos, 
cuando el sol esté ausente del cielo 
y no me alcance el día. 
Cuando el mundo no me proteja del vacío, 
cuando el todo se aleje y se confunda en la nada, 
cuando en la noche se refleje mi antigua duda 
y ya no vea en ella mis ojos, 
entonces, cambiaré mi torpe cuerpo 
por las alas con las que entraré 
en la mañana del despertar eterno, 
más allá de los sucesos momentáneos. 
Extasiado por las sutiles y vagas nubes 
donde se repetirá la tenue luz que es la vida, 
a quien sabré de misterio entero 
para poder escribir, por fin, el poema.

Porque eso es la vida, 
un constante tejer y destejer 
de vagas sombras, 
sin más sentido que la belleza. 

 
La vieja luna de oriente 
y las campanas de Lorca, 
la llamarada de Whitman 
y la belga de Mallorca. 
El sol, el amado sol 
que enciende toda la vida, 
esa fiesta permanente 
por la que mi alma camina. 
El espíritu extasiado 
y la gloria de los días, 
la salud de Dinamarca 
y el encanto de Turquía. 
Una idea que armoniza 
con tantas otras ideas, 
dos hermanos en Tandil 
un abuelo en Galilea. 
Una madre que me espera 
y un padre que no conozco, 
Nueva York cuando la nieve 
y México cuando Orosco. 
Una milonga sureña 
un par de botas tejanas, 
una esperanza infinita 
y una flor en la ventana. 
Una canción inconclusa 
y un jorongo mexicano, 
amores en todo el mundo 
y nada preso en la mano. 
Un amigo en el desierto 
y un maestro en la montaña, 
la libertad más hermosa 
y la idea más extraña. 
Esas cosas dejaré 
el día que yo me vaya, 
querida perdóname 
si a ti no te dejo nada. 
Una cerveza en Holanda 
un pintor en Salamanca, 
una hoguera junto al nido, 
un poema en Casablanca. 
Una pregunta en el aire 
y una respuesta en el alma, 
las noches en el mar Rojo, 
y los veranos de España. 
La voluntad y el delirio, 
una vieja gorda griega 
un turbante del Neguet, 
dos máscaras, una quena. 
Esas cosas dejaré 
el día que yo me vaya, 
querida perdóname 
si a ti no te dejo nada. 
La lluvia sobre Marruecos, 
en el bolso, pan y queso, 
y la Biblia liberando 
a mis sueños y a mis huesos. 
La locura satisfecha 
y la conciencia tranquila, 
los temores que perdí 
en París o Alejandría. 
Amo y señor de mí mismo 
sin bandera y sin espada, 
al viento devolveré 
las maravillas prestadas. 
Las alegrías de ser 
y hacer lo que uno ama, 
querida perdóname, 
si a ti no te dejo nada.




Cuando vengas a buscarme 

Cuando vengas a buscarme 
estaré como ahora mismo, 
contento bajo este sol 
sin chaleco y sin anillo, 
sencillo. 
Cuando vengas a buscarme 
habré de estar bien despierto, 
en el medio del camino 
de las lluvias y de los vientos, 
atento. 
Voy a tener las manos 
de mil colores, 
de buscarla y buscarla 
entre las flores. 
Estallarán las uvas 
el mar, la tierra, 
porque será verano 
cuando ella vuelva. 
El cielo y las estrellas 
estarán cerca, 
tan cerca como el fuego 
la luz, la puerta. 
Cuando venga la amada 
que nunca he visto, 
como para la copla 
estaré listo. 
Cuando vengas a buscarme 
habrá un silencio profundo 
y sabré, por fin sabré 
cuál es el verbo del mundo. 
Cuando vengas a buscarme 
llorarán los que no entiendan 
pero será la gran fiesta 
para aquellos que comprendan. 
Yo voy a estar descalzo 
como se debe, 
y las manos amigas 
traerán claveles. 
Se quedará inconcluso 
el ancho verso, 
el día que me vaya 
con la que espero. 
Tendrá vestido negro 
y será abuela, 
y dejará en mi pueblo 
profunda pena. 
Cuando venga la muerte 
será sin llanto, 
igual que con la vida 
me iré cantando.