jueves, 15 de septiembre de 2011

De las alas de Hermes a las páginas de Alfaguara


Entre las alas de Hermes y las páginas de Alfaguara

Casandra le pidió a Apolo que le otorgara el don de saber el porvenir y profetizar. A cambio del don recibido prometió al dios casarse con él. Cuando el don le fue concedido no cumplió su palabra. Entonces Apolo, disgustado, dispuso que solamente pudiese leer en el futuro grandes catástrofes y que nadie creyera en sus profecías.

Apolo y Casandra
Efectivamente, profetizó, sin que nadie le creyera, las consecuencias que vendrían a Troya con el viaje de su hermano Paris a Grecia. También profetizó la tragedia que se escondía en el famoso caballo de Troya. El rey Agamenón, enamorado de su gran belleza, se hizo acompañar por Casandra en su viaje de regreso. Dos veces Casandra le comunicó que una gran desgracia se cernía sobre éste. Agamenón no hizo caso de las predicciones de la joven, las últimas que haría. Cuando el rey llegó a Argólide, justo cuando pisaba la alfombra morada, fue apuñalado por Clitennestra, su esposa, y por Egisto, el amante de ésta.

En cambio Hermes era el dios mensajero, el que anunciaba las noticias, el protector de los caminos y guía del viajero. Hijo de Zeus y de Maya. Con el caparazón de una tortuga inventó la lira y se la cambió a su hermano Apolo (a quien con astucia habíale robado su ganado) por el bastón de la concordia. Protector del comercio y de lo que se pacta en tratos, pasa por ser el inventor de las pesas y medidas usadas en las transacciones comerciales. 
Hermes Trimegisto
Hermes Trismegisto (Hermes tres veces grande), es la representación de la sincrética combinación del dios Hermes y el dios egipcio Thoth. Los griegos reconocieron la congruencia de los dos dioses. Posteriormente los dos eran adorados como uno en lo que fue el templo de Thoth en Khemnu, que los griegos llamaban Hermópolis. Ambos, Thoth y Hermes, eran dioses de escritura y de magia en sus respectivas culturas. Así, el dios griego de la comunicación interpretativa, se combinó con el dios egipcio de la sabiduría como un patrón de astrología y la alquimia.
Resulta, pues, que de un tiempo para acá no hay Casandras en mi vida y yo mismo suelo creer siempre que he sido tocado por este especial Hermes-Thoth. (¿Acaso soy un tanto pretencioso?).

Mi lectura formales se inciaron en la mágica y nostágica Nagua. Por supuestos que los primeros libros devorados fueron sobre mitología griega. Y desde entonces pretendí ser uno de sus dioses... o semidioses.

Asociado hoy con el alado mensajero del Olimpo, les anuncio una gran noticia. Por lo menos para mi, familiares y amigos verdaderos.

Hace apenas unos meses asistí, bajo un torrencial aguacero, a la puesta en circulación en la Fundación Corripio de un ensayo del celebrado intelectual y buen amigo León David.

Días atrás el gran poeta y ensayista histórico Tony Raful había reunido un pequeño grupo de allegados para leer unas notas que había escrito sobre un conjunto de cuentos que recientemente había yo escrito (Los cuentos del Otro).

Al concluir el acto de puesta en circulación nos encontramos en la zona del brindis de rigor con Ruth Herrera, ejecutiva en el país del Grupo Santillana. El poeta Raful sugirió que le hablara a Ruth de mi libro de cuentos. Me negué en un principio por temor a importunar. Sé que cientos de escritores, que se creen Tostoi o Camus, suelen asaltar a los editores intentando que les publiquen sus “geniales” creaciones literarias. Así las cosas no deseaba dar la nota discordante de la noche. Pero Raful me convenció y me lancé, entre pena y vergüenza. La joven editora sonrió con indulgencia y ciertamente no puso la cara de fastidio que esperaba. Eso sí, me advirtió que leer la obra era un trabajo de un equipo y que el proceso podía tardar de tres a seis meses.

Entregué al día siguiente, vía Internet, los cuentos de marras. Recibí días después confirmación de la recepción y me dispuse a esperar los seis tortuosos meses pronosticados. Sin embargo, poco tiempo después Ruth Herrera me escribió para decirme que en Alfaguara estaban muy entusiasmados con los cuentos hasta ese momento leídos. Comentó sobre el apasionante mundo mágico que había construido en Los cuentos del Otro. Aunque  no habían concluido con el proceso de lectura, las noticias lucían muy prometedoras. Volví a la angustiante espera. ¡Ni modo! Me esfuerzo mucho en lo que hago porque temo al fracaso más que a las mordidas de los perros. Empero, la alentadora nota recbida abría un abanico de sueños.

Siempre  digo a los amigos que soy, realmente, un narrador enganchado a dramaturgo. Mi formación literaria está en la novela y el cuento. El ochenta por ciento de mis lecturas son narraciones. Mis primeras lecturas importantes eran novelas. Luego siguieron los cuentos y la poesía. De la poesía, tal y como hizo Arión (el primero en escribir, titular y declamar un ditirambo: punto inicial del teatro en Grecia.), llegué a la dramaturgia. Como me volví actor y director teatral profesional, me especialicé en la escritura teatral. Con ella he obtenido varios distinciones.

Los embajadores Calventi, Carlota y el suscrito rn Argentina
Hace casi cuatro años, prácticamente obligado por mi hija Fiora (que concluía sus estudios de Cine) fui a presentar «Quíntuples» en Argentina con la gran Carlota Carretero.

Entrando ya la noche de un jueves en Baires, decidí aventurarme solo a la bohemia. Tomé un taxi conducido por un argentino que hablaba hasta por los codos. Cuando esto me sucede finjo prestar atención a las palabras, pero me introduzco en un universo en el cual solamente caben mis pensamientos.

En eso estaba cuando un autobús  rebasó el taxi en el cual estaba. Noté que en la parte trasera del autobús habían escrito una interesante leyenda: La historia no se repite. Continúa.

Eso me hizo recordar las palabras de un amigo en Nagua (Rafael Marte). Él solía decir que los dominicanos creíamos que el tiempo era circular. Por eso, si dejábamos de hacer algo un día, podíamos retomarlo al día o al año siguiente. Un error. Como ocurre con la Historia, el tiempo perdido no regresa.
Una de las 17 ilustraciones del libro
Pedí al parlanchín taxista que se devolviera y regresé a la habitación del hotel. Allí me puse a escribir enfebrecido los cuentos años atrás proyectados.

Cuando regresé al país seguí haciéndolo con más pasión y dedicación que en Argentina. Me compañera emocional de entonces llegó a preocuparse cuando notó que algunas veces pasaba varios días escribiendo, prácticamente sin parar.

Ocho meses pasé construyendo los relatos de que hablo. Luego, seis meses más corrigiéndolos. Los dejé descansar unos dos meses y volví a corregirlos. Entonces recordé las palabras de escritor mexicano Alfonso Reyes de que no podemos pasarnos la vida entera corrigiendo lo que escribimos. Hay que salir de esas palabras amontonadas y publicarlas.

Para no alargar el asunto les diré que fui citado, hace una semana, a conversar en la sede en el país del Grupo Santillana. Un tanto ansioso llegué quince minuto antes de lo pautado. Llegar antes es tan descortés como hacerlo después. Pero la Herrera, se apiadó de mi y pasó por alto ese desliz. Me comunicó, finalmente, que Alfaguara publicaría mis relatos, en los cuales reivento a Nagua, en corto tiempo (el 14 de noviembre). Cada cuento llevará una ilustración realizada por el pintor Leo Rodríguez.

Las inmutables leyes del marketing me impiden ofrecer más detalles de los asuntos acordados. No obstante, les aseguro que estoy muy entusiasmado. Por supuesto que he evitado, como aquella ilusa joven de un legendario cuento de Juan Bosch, adelantarme y "comprar" un auto de lujo europeo, una masión en Venecia, una finca en Jarabacoa y otras cuatro esposas. Lo único con lo que sueño es con los títulos de mis futuras creaciones literarias.

Hermes y Afrodita
Definitivamente hay dioses, «misterios» o duendes soplándome en la cara. ¡Anjá!

¡Vade retro, Casandra! En cualquiera de su moderna forma.

¡Dejen pasar a Hermes, carajo! Y si se hace acompañar por Afrodia, «surgida de la espuma», sería genial.