Una cultura urbana que se anida
La Pasión
Cultural
Carlos Andujar
Nota al margen: Ayer teníamos montado este trabajo de mi admirado y respetado amigo y brillante intelectual Carlos Andújar. Empero, cuando estábamos listos para dar la orden a uno de mis dedos que pinchara en el botón de publicar, nos llegó un artículo sobre el condotado investigador de la autoría del no menos brillante historiador cubano José Abreu Cardet. Le dimos paso, primero, a las muy justas poderaciones que hacía hacía Abreu Cardet sobre el sociólogo y antropólogo cultural Carlos Andújar. Hoy publicamos el artículo de Carlos, que es una muestra palpable de toda su cultura y su sapiencia.
Las
transformaciones sociales que vive la sociedad dominicana en todos los aspectos
de la dimensión social y cultural es notable en las modalidades y estilos de
vida que acompaña a la ciudad de Santo Domingo y la ciudad de Santiago, que
siguen siendo las de mayor impacto social y cultural del país.
No solo los
graffittes son un símbolo urbano presentes en la ciudad de Santo Domingo y
Santiago, sino también los desplazamientos en las convocatorias y encuentros
sociales que cada fin de semana y hasta los días comunes de la semana, es
posible observar en los Centros y Plazas Comerciales cada vez mas concurridas y
visitas por distintos públicos, dominantemente jóvenes.
La música y
formas de diversión expresan otras experiencias, otras visiones y otros gustos.
Lógicamente que hay en todo esto también una impronta social y de clase
evidente y que refleja precisamente estos procesos de exclusión pero igualmente
cercanos a esta nueva cultura urbana que domina la sociedad actual.
Posiblemente convocados
por el celular, estos jóvenes han ido ganando espacio social y la ciudad se va definiendo
a partir de sus intereses comunes y generacionales.
La ciudad lleva
un ritmo metamórfico que a veces asusta, en su paisaje urbanística,
arquitectónico, y de socialización. No es preocupante sin embargo, que este
avasallante e improbable detenimiento de cambios, no sugiere en nosotros
temores. Cada generación es hija de sus utopías y expectativas y le impregna a
la sociedad, sus estilos, grupos y mundo cultural, su manera de asimilación del
referente histórico, social, cultural de su contemporaneidad, a veces lo que se
divorcian, son las viejas generaciones en la forma en que estos son, no solo
interpretados sino, y sobre todo, explicados.
La visión de que
estos jóvenes no tenían sueño, se opuso en la ocasión de la demostrabilidad militante
y desde la ciudad de Santo Domingo y Santiago, se levantó un movimiento social
urbano, de reafirmación de una pertenencia alrededor de los que muchos han
llamado la ola amarilla (Coalición
Digna, 4 % a la educación, rechazo a la cementera en los Haitises, y otros
movimientos jóvenes como Toy Jarto, La Multitud, etc.), capaz de frenar la razón
de Estado.
Desde las
ciudades se experimentan alteraciones del patrón de vida y al mismo tiempo nos
indica un dominio eminentemente urbano de las ciudades, que nos obliga a
pensarla como laboratorio de los desafíos del porvenir.
Concentrando la
mitad de la población del país, Santo Domingo y Santiago, son espacios de vida
que marchan a pesar de las amenazas sociales, de los traspiés de la política,
del atraso social de una vida urbana moderna, de espacios públicos limitados y
riesgos. Ciudades cargadas de un surrealismo caribeno pero profusamente
reafirmada en su historicidad romántica y de su tradicionalidad mimética.
La ciudad de
Santo Domingo, mas que Santiago, se compromete cada día a ser vida en su propia
densidad, en su mismicidad poética desplazada por una cotidianidad e
inmediatismo tercermundistas, que oculta sus secretos y nos convoca a descubrir
sus encantos y vivirla, a contrapunto de la modernidad, en una postmodernidad
cosmopolita y atemporal.-
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