¿Por qué un actor llega a "creerse" un personaje?
Ahí concurren dos fenómenos. Uno lo determinan los espectadores y otro el proceso psicológico de la construcción del personaje, propiamente dicho.
Fenómeno espectadores:
Si midiésemos en grados (antojadizamente) el poder comunicativo de un actor profesional, podríamos suponer que la perfección sería 10. Como esta no existe, asignemos a una actuación proteica... 8.
Los espectadores no son excelentes comunicando, porque ese no es su rol en una presentación teatral. No obstante, comunican. Entonces, de los grados de emociones recibidas desde el escenario, ellos devolverían, digamos, unos 2. Pero en la platea hay, supongamos, unas 200 personas. Entonces el grado de comunicación que el actor recibe será de 400. Si un actor no tiene suficiente “concentración de la atención” (recuerden que no se dice “actor concentrado”. Este sería, en ese caso, un paquetico de apenas ocho pulgadas. Ja), las emociones transmitidas por los espectadores lo influenciarán y determinarán un comportamiento especial.
Les recuerdo que no debemos confundir exageración actoral con sobreactuación. Son cosas diferentes.
Fenómeno construcción del personaje:
El actor de rigor lleva su personaje (lo haga conscientemente o no) hasta el “umbral del subconsciente”, porque si lo deja (como hacen las llamadas “estrellas”) en el lindero del consciente, su actuación será fría y mecánica.) Así las cosas, el personaje debe ser colocado en ese espacio delicadísimo que hay entre el consciente y el subconsciente ("umbral"). Este proceso se inicia con un planteamiento de… “no convertirnos en el personaje” sino actuar solamente “como si lo fuésemos”.
—No odio a fulano, no voy a matar a fulana, sólo voy a actuar “como si” lo estuviese haciendo.
¿Entienden?
Ahora, cuando el actor permite, por descuido o por falta de "concentración de la atención", que su personaje entre en los dominios del subconsciente, desplazando al consciente (especie de “Yo” controlador), el personaje formará (con el subconsciente) un nuevo individuo. En ese caso, el actor habrá desaparecido y el personaje se convierte en una entidad real. Es ahí cuando decimos que el actor ha comenzado a “creerse” el personaje.
Una máxima teatral indica que… “cuando un actor comienza a creerse el personaje debe ser despedido”.
Quizás no sea tan simple el asunto, porque casi a todos los actores nos ha pasado que en algún momento (al menos unos segundos) hemos sentido los personajes que interpretamos más allá del “umbral”, sin haber llegado al desborde psicológico.
El proceso de “invocar” las emociones es complejo, pero encantador.
¿Y el Cine qué?:
Bueno… en Cine (dado que por el plan de rodaje nunca se sigue un proceso "lógico y coherente con las acciones externas e internas" y que el actor no tiene contacto directo con los espectadores) es muy difícil que esto ocurra. Sin embargo, alguna que otra vez ha sucedido. Se sabe de muy famosos actores que han tenido que dejar ciertos personajes porque estos comenzaron a afectarles. ¿Qué el caso James Bond… qué?
Por todo esto, entre cientos de otras características, es que existe en todas partes del mundo tanto respeto por un verdadero actor teatral.
Luis Rafael Sánchez, proclama en la querida “Quíntuples”: el teatro es, por más que lo embelequen, una maroma audaz, un feroz riesgo.
Como por hoy he concluido, lo justo es que ya dejen caer el... ¡Telón!
Ahí concurren dos fenómenos. Uno lo determinan los espectadores y otro el proceso psicológico de la construcción del personaje, propiamente dicho.
Fenómeno espectadores:
Si midiésemos en grados (antojadizamente) el poder comunicativo de un actor profesional, podríamos suponer que la perfección sería 10. Como esta no existe, asignemos a una actuación proteica... 8.
Los espectadores no son excelentes comunicando, porque ese no es su rol en una presentación teatral. No obstante, comunican. Entonces, de los grados de emociones recibidas desde el escenario, ellos devolverían, digamos, unos 2. Pero en la platea hay, supongamos, unas 200 personas. Entonces el grado de comunicación que el actor recibe será de 400. Si un actor no tiene suficiente “concentración de la atención” (recuerden que no se dice “actor concentrado”. Este sería, en ese caso, un paquetico de apenas ocho pulgadas. Ja), las emociones transmitidas por los espectadores lo influenciarán y determinarán un comportamiento especial.
Les recuerdo que no debemos confundir exageración actoral con sobreactuación. Son cosas diferentes.
Fenómeno construcción del personaje:
El actor de rigor lleva su personaje (lo haga conscientemente o no) hasta el “umbral del subconsciente”, porque si lo deja (como hacen las llamadas “estrellas”) en el lindero del consciente, su actuación será fría y mecánica.) Así las cosas, el personaje debe ser colocado en ese espacio delicadísimo que hay entre el consciente y el subconsciente ("umbral"). Este proceso se inicia con un planteamiento de… “no convertirnos en el personaje” sino actuar solamente “como si lo fuésemos”.
—No odio a fulano, no voy a matar a fulana, sólo voy a actuar “como si” lo estuviese haciendo.
¿Entienden?
Ahora, cuando el actor permite, por descuido o por falta de "concentración de la atención", que su personaje entre en los dominios del subconsciente, desplazando al consciente (especie de “Yo” controlador), el personaje formará (con el subconsciente) un nuevo individuo. En ese caso, el actor habrá desaparecido y el personaje se convierte en una entidad real. Es ahí cuando decimos que el actor ha comenzado a “creerse” el personaje.
Una máxima teatral indica que… “cuando un actor comienza a creerse el personaje debe ser despedido”.
Quizás no sea tan simple el asunto, porque casi a todos los actores nos ha pasado que en algún momento (al menos unos segundos) hemos sentido los personajes que interpretamos más allá del “umbral”, sin haber llegado al desborde psicológico.
El proceso de “invocar” las emociones es complejo, pero encantador.
¿Y el Cine qué?:
Bueno… en Cine (dado que por el plan de rodaje nunca se sigue un proceso "lógico y coherente con las acciones externas e internas" y que el actor no tiene contacto directo con los espectadores) es muy difícil que esto ocurra. Sin embargo, alguna que otra vez ha sucedido. Se sabe de muy famosos actores que han tenido que dejar ciertos personajes porque estos comenzaron a afectarles. ¿Qué el caso James Bond… qué?
Por todo esto, entre cientos de otras características, es que existe en todas partes del mundo tanto respeto por un verdadero actor teatral.
Luis Rafael Sánchez, proclama en la querida “Quíntuples”: el teatro es, por más que lo embelequen, una maroma audaz, un feroz riesgo.
Como por hoy he concluido, lo justo es que ya dejen caer el... ¡Telón!
1 comentario:
Interesante sr. Cruz. Seria bueno ver algunos ejemplos de actores que han pasado o terminado sus días por haber sido afectados por sus personajes. ...
Publicar un comentario