lunes, 21 de julio de 2025

EL RETRATO DE OSCAR WILDE Y GIAMILKA ROMÁN

 EL RETRATO DE OSCAR WILDE Y GIAMILKA ROMÁN

Por Giovanny Cruz Durán.


 


El pasado viernes fui al estreno (algo que pocas veces hago) de la realización teatral “El retrato de Dorian Gray”; adaptación realizada por Manuel Chapuseaux de la novela de Oscar Wilde que lleva el mismo título. 

Es una producción de la actriz Giamilka Román, quien también estelariza la realización escénica. En escenario se hace acompañar de Jovany PepínJosé Roberto Díaz y Cindy Galán. Los artistas Génesis Brito y Raymal García son citados en el programa como Figuras 1 y 2, bajo creación coreográfica de María Emilia García.

¿Era el irlandés Oscar Wilde un buen escritor? Lo era, pero no exactamente genial, verdad que debe ser dicha. En su época se le tildó como un “dandi del libro”, siempre bien vestido, mejor plantado y que gustaba escandalizar en aquella sociedad de finales del siglo IXX. No obstante, la visión que tenían sobre Wilde (que incluía burlas en pasquines) cambia cuando en 1890 publica la novela, partiendo de un cuento suyo, en la revista norteamericana Lippincott's Monthly Magazine.  Esa publicación constituyó un tremendo escándalo, por supuesto; pero consolidó a Wilde como buen escritor. 

La trama era ligera; empero, el tratamiento es de corte filosófico. Aunque fue su única novela resultó de una narrativa extraordinaria; que ha mantenido obsesionada a la Román durante más de veinte años. Me consta.

 

Su trama en términos generales: 

Jovanny Pepín, José Roberto Díaz y Giamilka Román.
El joven y hermoso Dorian Gray, también dandi como Wilde, pide a un reconocido artista visual (Basil) que pinte un retrato suyo. Al ver la belleza contenida en dicha obra acaricia la idea de evitar que ésta nunca desaparezca y, en cambio, sea el cuadro quien refleje deterioro en el devenir de los años. Así ocurre. Dorian, sospechosamente, logra la eterna juventud mientras su retrato acusa las cicatrices del tiempo en el rostro pintado. Por supuesto que a nadie se le permite ver dicha pintura y llega hasta al asesinato para proteger su secreto. Fascinado y guiado por un cínico aristócrata (Lord Henry) no hay placeres y excesos que Dorian no experimente. Finalmente, decide interrumpir aquel proceso y el cuadro recupera la lozanía mientras Dorian envejece abruptamente.

Oscar Wilde, que sí era un consolidado dramaturgo, mantiene el buen humor en los diálogos de su gran novela, lo que hacía entretenida y fácil su lectura.

“El retrato de Dorian Gray” se ha adaptado varias veces para teatro y cine. En el teatro las obras narrativas difícilmente conservan el ritmo interior de la obra original. En cambio, en el cine el asunto es mucho más efectivo. En el caso de la novela que provoca nuestra atención, en la pantalla cinematográfica podemos apreciar mejor que en el teatro la evolución del personaje Dorian. Provoca mi alarma interior que siendo Wilde buen dramaturgo, nunca adaptara él mismo su novela para el teatro.

En esta adaptación dominicana se mantiene el buen humor de la novela; pero, quizás buscando apego a la narración, hay demasiadas palabras y mucho menos acciones. 

Los personajes Lord Henry y Basil lucen mejor elaborados que el central, Dorian, de la obra en cuestión; que resulta en esta versión un tanto lineal. Probablemente el tema de los parlamentos de los personajes y el tratamiento psicológico de Dorian hubiesen sido mejor manejados si hubieran encargado la adaptación a un dramaturgo de oficio (Frank y Reinaldo Disla, Carlos Castro, Radhames Polanco, Haffe Serrule, Richardson Díaz, Elisabeth Ovalle; entre otros).


Empero, Giamilka Román suple todo esto con su soberbia caracterización. El trabajo corporal suyo es estupendo. Evita el clisé de muchas actrices cuando interpretan personajes masculinos: rudeza y brusquedad exagerada. Giamilka nos muestra el Dorian hombre que, por creído de su belleza, mantendrá siempre algún tipo de afeminamiento. La Román cuidó siempre la postura, la forma de sentarse, la manera de mirar, los ademanes, el ritmo y los tonos de sus parlamentos. Sólo en unos escasos minutos finales pierde un poco la voz del personaje. Su caracterización es proteica y, para este muy veterano hombre de teatro, entra a la historia teatral como icónica. Bien manejo de su línea interior.

En la escena final (bien llevada por su director), esta actriz logra un momento soberbio. Su cuerpo logra transformaciones memorables y ella se adapta con genialidad a las transiciones requeridas.

Jovany Pepín (a quien Giamilka asigna un montón de roles dentro de la producción), nos presenta un personaje creíble. Orgánico como un actor experimentado. Creo que en Pepín tenemos una gran promesa teatral. Deseo ser cauteloso con mis alabanzas. Esto, porque en teatro sabemos que alguien puede lograr unas buenas primeras actuaciones; pero mantener luego el ritmo del éxito actoral cuesta mucho. Jovany Pepín tiene una buena voz. Su cuerpo recibe órdenes del actor y responde. Se mueve con soltura en el escenario y no tiene miedo de romper clisés teatrales.

José Roberto Díaz tiene el personaje mejor elaborado por el adaptador. Lleva el buen humor de la realización. Lo que hace que se conecte bien con los espectadores. Su actuación es correcta. Su voz es correcta. Sus movimientos corresponden a los patrones convencionales establecidos. Y esos han sido los eternos problemas de este caballeroso y educado actor, que siempre ha tenido las herramientas e inteligencia para ser uno de los grandes; pero a mí me resulta demasiado formal. Le han dicho que el actor debe verse en el escenario y no hay manera que no pose frontalmente sus personajes. Las voces en teatro no pueden ser tan “locutoriles”. Los personajes en teatro y cine tienen “arrugas”. Sin embargo, él maneja bien la psicología del personaje. 

Cindy Galán es una gran actriz. Su personaje es muy breve. Pero nos demuestra el viejo dicho de que teatro no hay personajes cortos sino actores limitados. En el poco tiempo que está sobre el escenario logra una estupenda actuación. Maestría actoral.


Luces, escenografía,  vestuario y coreografía:

Las luces de Lillyanna Díaz se convierten, prácticamente, en otro personaje de la obra. Son hermosas. Llenas de poesía visual. Sus claroscuros me fascinaron. Acentúan la escenografía y aportan atmósfera para los personajes. Los resaltan. Sin tener que convertir el escenario en un estadio de deporte, nos permite ver siempre a los actores moviéndose en las escenas.  Mis aplausos.

La escenografía de Giamilka (que al parecer lo hace todo dentro de la obra) es hermosa, justa y diferente. No me hizo algo más. Los cuadros movibles constituyeron una nota ingeniosa. Sin aparatosidades logran recrear varios ambientes necesarios. En teatro esa siempre será una preocupación. En esta escenografía se procura romper con la limitación del espacio. Se logra.

El vestuario (asignado a Minerva Hernández y Lía Catedral) es otro logro de la producción. Los colores de los trajes son los correctos. Los cambios son los necesarios. El vestuario, sin ser muy creativo, contribuye a la atmósfera escénica. Fue factor importante para la caracterización física de Dorian Gray.

Los movimientos coreográficos creados por María Emilia García fueron excelentes. Mis aplausos. No estoy del todo seguro que entendí la necesidad de ponerlos, pero me resultó agradable el recurso utilizado por el director.

 

La dirección:

La dirección de Manuel Chapuseaux está, en este caso, directamente relacionada con la adaptación. Correcta, pero convencional. Se trata de una puesta en escena profesional no exactamente muy creativa. El concepto plástico, sin embargo, imprime belleza. Chapuseaux, que se ha convertido en una fábrica direccional, optó en este caso por el esteticismo. Y en términos generales funciona, aunque no me “asesina”.

“El retrato de Dorian Gray” es una producción profesional de bastante belleza. Ver a la Román en escena es encantador. El público (colmando la sala) reacciona muy bien a las diferentes escenas. Todavía responde mejor al buen final de la obra. Y eso siempre importa más que cualquier opinión de críticos y criticones. Como quedan varias funciones todavía, recomiendo ir a ver esta realización teatral antes que la concluyan con el siempre riguroso…

¡Telón!

 

miércoles, 23 de abril de 2025

¡SALVE, WILLIAM SHAKESPEARE!

Por Giovanny Cruz Durán.



Un día como hoy en 1564 nace el más trascendental dramaturgo que jamás ha existido: William Shakespeare. Escribió 37 obras de teatro. Cabe indicar que una de esas obras nunca ha sido publicada. Esta obra perdida, « The History of Cardenio », del llamado Poeta de Avon, se escribió a partir de una de las novelas intercaladas de « El Quijote »: « La historia de Cardenio ». No pocas personas aseguran hasta haberla tenido en sus manos. Se considera que dicha obra es el Santo Grial del canon literario. Esto, porque establece una conexión directa entre los dos más grandes escritores de la humanidad: Shakespeare y Cervantes. La mayor evidencia de su existencia la aporta el registro que se hizo de su presentación (por la compañía del propio Shakespeare, Kings Men) en las cortes inglesas en 1511 y luego en 1513. Esta obra habría sido escrita y representa cuando el dramaturgo tenía ya 52 años y se especula que entonces padecía del cáncer que finalmente tomó su vida. 

La vida de Shakespeare ha estada marca por el misterio. Precisamente, otro de sus grandes misterios se encuentra en la misma tumba del poeta. Se piensa que con él enterraron otras siete obras suyas. Nadie se ha atrevido a desenterrar esas obras. Esto, porque la tumba de Shakespeare, en la Iglesia de la Santísima Trinidad en Stratford-upon-Avon, tiene un epitafio que advierte contra perturbar sus restos. Dice: "Buen amigo, por amor a Jesús, abstente de cavar el polvo aquí encerrado. Bendito sea el hombre que perdone estas piedras, y maldito sea el que mueva mis huesos".

Sobre Shakespeare ha habido grandes controversias. Sus obras tienen tanta dimensión literaria que grandes tratadistas niegan que él haya, dada su real formación, escrito las obras en cuestión. Varios escritores son citados como los verdaderos autores de esas obras: Francis Bacon, Christopher Marlowe, Edward de Vere, Henry Neville; entre unos treinta y cuatro más. También señalan como posibles Shakespeare” a tres mujeres: la reina Isabel I, la gran poeta y aristócrata María Sidney y Amelia Bassano Lanier, judía de origen italiano que escribió el primer poema publicado (1611) por una mujer en Inglaterra: Salve Deus Rex judeorum”. Prácticamente hoy se acepta, no sin algunas resistencias, que Amelia es la famosa dama negra” de los sonetos de Shakespeare. 

No obstante, reniego decidido de que Shakespeare no es al autor de las 37 obras que suponemos suyas y de sus sonetos. Ninguno de los escritores señalados, en obras sí publicadas con sus nombres, ha logrado la genialidad de Shakespeare. En mi condición de dramaturgo, actor y director teatral les aseguro que quien escribió las obras shakesperianas tenía un amplio conocimiento y entrenamiento en teatro. De todo el grupo, sólo William Shakespeare era actor y director teatral.

Estoy absolutamente convencido que Shakespeare fue el primer director teatral que existió o, al menos, el precursor directo de los directores teatrales. Antes de él sólo existían los llamados administradores escénicos. Empero, en la obra Hamlet”, este organiza una presentación teatral para los nobles. En una escena podemos ver que Hamlet da instrucciones direccionales muy apropiadas a sus actores. Desde mi punto de vista, así dirigía Shakespeare a los suyos.

Una persona común utiliza unas 300 palabras distintas. Alguien con un poco de mayor formación utiliza entre 500 a 800 palabras diferentes. Un escritor común escribe entre 3 y 8 mil diferentes palabras. En sus 36 obras dramáticas que sobreviven, Shakespeare escribió 884,647 palabras en total, 31,534 distintas, para construir con ellas 31,959 diálogos en 118,406 versos. Utilizó 138,198 comas y 15,785 signos de interrogación. En 2,259 veces sus personajes hablan de amor y sólo usan el término odio en 226 ocasiones. ¿Categoría? Genio absoluto.

Las obras de William Shakespeare fueron publicadas, seis años después de su muerte, en el libro titulado First Folio. Son las siguientes:

 



• La comedia de los errores

• Como gustéis

• La fierecilla domada

• El mercader de Venecia

• Las alegres comadres de Windsor

• Mucho ruido y pocas nueces

• El sueño de una noche de verano

• Noche de Reyes

• Los dos hidalgos de Verona

• El cuento de invierno

• La tempestad

• Medida por medida

• Timón de Atenas

• Cimbelino

• Bien está lo que bien acaba

• Todo es verdad

• El rey Juan

• Trabajos de amor perdidos

• Enrique IV, parte 1

• Enrique IV, parte 2

• Enrique V

• Enrique VI, parte 1

• Enrique VI, parte 2

• Enrique VI, parte 3

• Ricardo II

• Ricardo III

• Enrique VIII

• Coriolano

• Tito Andrónico

• Romeo y Julieta

• Hamlet

• Otelo

• El rey Lear

• Macbeth

• Antonio y Cleopatra

• Julio César

• Troilo y Crésida

 

 Hoy es un día muy especial. Voy a preferir que escuchen aplausos y no mi tradicional… ¡Telón!

 

sábado, 22 de marzo de 2025

¿Y cómo le explico a los duendes que Iván García se ha ido?

¿Y cómo le explico a los duendes que Iván García se ha ido?

Por Giovanny Cruz Durán.


Si. ¿Cómo se lo explico cuando fue siempre el rey verdadero de los gnomos?  El anciano de risa escandalosa para semejarse a un niño. Si. Ese Iván que introduce la vanguardia en la dramaturgia teatral de Hispanoamérica. Si. Ese duende gigantesco que enseñó todo y nos enseñó a tantos. Esto, porque nunca fue miserable con su inmenso conocimiento, con toda su cultura. Su biblioteca estaba siempre abierta. También su corazón. Desterró de su vida sentimientos mezquinos como el odio, la envidia y la tristeza. Su nobleza y bondad eran leyendas. Y no lo digo ahora para cumplir con los insoportables rituales de la muerte. Esos rictus terribles que han iniciado para que no tengamos ya dudas que Iván García se nos acaba de perder en un recodo ignoto del camino.

Como buen renacentista, no hay una sola disciplina del arte que no cultivase, ni pretendiera que todos asumiéramos. Nunca fue bueno bailando en los salones; pero sí pudo hacerlo en muchos escenarios. 

Ahora, sus súbditos en el reino de los elementales (gnomos, ondinas y silfos) tendrán que esperar se cumpla el proceso de la transición definitiva para que Iván sea el gran protector universal. Así, porque a donde quiera que en verdad trascienda (si acaso es cierto que lo hacemos) Iván estará, sin dejar nunca de reír, soplando buenos alientos a la tierra.  Un hombre de bien. De bondades absolutas. ¿Cómo explico a los actores y actrices que ya no podremos verlo o tenerlo entre nosotros? ¿Cómo llamo a Carlota,  María, Salvador, Lucía, Elvira, Lidia, Exmin, Giamilka, Amarilis, Fausto, Indiana, Lebrón, Paula, Augusto, Nilleny, Johnnié, Bonilla, Henssy, Robinson, Henry, Juan Carlos, Arturo, Disla, Clara. Canek, Xiomara, Claudio, Karina, Juancito, Isabel, Arturo, Ernesto, Yorlla, Vidal, Jorge Santiago, Teo, Amauris, Lillyanna, Kenny, Germana, Basilio, Francis, Micky, Chapuseaux, Yanela, Carlos, Dante, Orestes, Wilson, Félix; entre muchos, para decirle que a Iván García ya no lo podremos ver con vida? 

¿Quién, quién, quién será ahora tan valiente que irá donde Franklin Domínguez para informarle que Iván se ha escapado de este mundo? ¿Quién, quién, quién? Me ofrecería si pudiera hacerlo sin llorar.

Bien, tendrán todos esos duendes y hadas que aceptar, si fuese posible, que hoy no lo tenemos. Pero… ¿y mañana? ¿y luego de mañana? De esa angustia, al parecer, ya nunca nos vamos a librar.

Iván, el de “Interioridades, “Los tiranos”, “Un héroe más para la mitología”, “Un Quijote para todo el mundo”, “Andrómaca”, “Soberbia”, “La guerra no es para nosotros”, “La fábula de los cinco caminantes”, deja un profundo abismo en la dramaturgia del planeta. 

—Iván, si puedes escucharme todavía, dime dónde buscar tu adaptación de “Romeo y Julieta”. La he perdido y es la mejor adaptación que se ha hecho en nuestro mundo de esa obra de Shakespeare.

Divago. Lo reconozco. Es que todavía no sé por dónde comenzar a reunir las palabras para convencer a los actuantes que en los escenarios no tendremos uno de sus portentos. Así es. Quizás nunca puedo yo, parlante miserable, encontrar los vocablos para explicar a los duendes escénicos que Iván García ya no es uno en este plano de la existencia.

¡Cuánta tristura! ¡Cuánto angustia! ¡Qué desasosiego tan grande por el amigo que hoy ha cerrado su particular… 

¡Telón!