Incienso de mirra y magia de diciembre
Por Giovanny Crruz Durán
¡Si! ¡Estoy convencido que existe una magia especial en cada uno de los diciembres del universo conocido!
Ese viejo encantador y poético que es el Otoño, cuando se hace más viejo todavía, exactamente durante estos días, comienza a acondicionar la tierra para la magia que vendrá en mayor intencidad desde el primero de diciembre.
En estos momentos se adelantan algunos de mis duendes preferidos. Esta madrugada —¡Lo juro por Egle, la ninfa que creo el esplendor del universo!— vi a Abaturc (siempre dispuesto a ayudar), a Igor (portador de la abundancia) y a Prixies (que nos enseñó a danzar) saltando traviesos en la terraza-balcón que da exactamente a mi habitación privada.
Pero, indudablemente, que esa magia que discurre en el último mes del año, llega acompañada por un aroma peculiar: el incienso de mirra.
Es mandatorio para todos los que creemos en los buenos augurios, encantamientos y hechizos, quemar mirra al iniciar diciembre, hacerlo después en la noche de cada uno de sus viernes y, por supuesto, el 24 y el 31 del mes en cuestión. So pena de quedar tan ciego que no puedan apreciar jamás las maravillas de este mundo venturoso, en donde la belleza del cosmos tiene entre nosotros sus representantes:
El expetactante ojo de la noche, el nectíboro picaflor, la mariposa monarca, el trasmutante camaleón, las flores, la puesta de sol de todas las zonas orientales, los poemas de Paul Éluard, las "Aguas Primaverales" de Turguenev, la voces de esas amadas que regresan por completo o a medias, los míticos pañuelos que utilizaba Samia Gamal en sus danzas hechizantes, la escultura inconclusa de Michelangelo que conservan en el Hermitage, "El beso" de Klimt, los besos furtivos de amantes escondidos en los zaguanes, el hamsa o mano milagrosa de la Fátima de Marruecos, ese hijo del sol al que llamamos fuego y que según Borges "nadie puede mirar sin un asombro antiguo", la revelación de Lorca cuando confesó estar "Herido de amor" y cientos de maravillas prestadas que aunque he identificado... el egoismo me impide mencionar.
Para los que todavía no están del todo convencidos, aporto unos datos que pueden ayudar a comprender mejor unos de los grandes misterios de estos tiempos: la mirra antes mencionada.
Afrodita, de origen fenicio, era en la mitología griega la diosa del amor, la lujuria, la belleza, la sexualidad y la reproducción. Esta caprichosa diosa podía lograr que cualquier hombre se enamorase de ella sólo con mirarlo.
Perséfone era hija de Zeus. Su tío Hades (dios del Inframundo) se enamoró de ella un día que la joven diosa recogía narcisos. Hades se la llevó a su subterráneo mundo. Zeus ordenó a Hades que devolviera a Perséfone, pero esto ya no era posible pues ella había comido un grano de granada. Y un bocado de cualquier producto del Tártaro (el lugar mas profundo del Hades) implicaba quedar encadenado a él para siempre.
Mientras, la princesa Mirra vivía aislada en el castillo de su padre Ciniras, rey de Asiria. Siendo este el único hombre que la princesa había visto en realidad. Mirra era muy bella. Tanto, que se atrevieron a decir que era mas hermosa que la misma Afrodita. La orgullosa diosa se enfureció y la castigó a sentirse atraída sexualmente por su padre.
Ayudada por su nodriza Hipólita, Mirra hizo creer a Ciniras que había una hermosa doncella enamorada de él y que lo esperaría una noche en su dormitorio. El rey fue a la habitación y sostuvo relaciones sexuales con ella durante doce noches; pero siempre en la penumbra. Sin embargo, la noche número trece... Ciniras decidió ver el rostro de su amante... y al encender un candil descubrió que se trataba de su propia hija. Dispuso que fuese ejecutada inmediatamente. Pero Mirra logró escapar. Deambuló angustiada por las tierras orientales. Luego de millones de súplicas consiguió que Zeus la perdonase; aunque fue convertida como penitencia final, en el aromático árbol que produce el incienso de mirra.
No obstante, el enojo de Ciniras no terminaba. Hasta ella llegó cuando ya la princesa había sido convertida en el afamado y aromático árbol. Al Ciniras verla disparó una flecha, con un líquido lechoso en su punta (hum), que se enterró en la corteza del dichoso árbol. Justo a los nueve meses de esto nació un niño al que llamaron Adonis, cuya belleza fue celebrada en todo el universo espiritual y terrenal griego.
Cuando el eternamente hermoso Adonis creció, fue motivo de disputa entre varios dioses. Al conocerlo Afrodita, quedó prendada de él. Lo conquistó y lo encerró en un cofre para que nadie lo pudiera disfrutar. Para su cuidado entregó el cofre a Perséfone. Esta diosa abrió el cofre y también quedó prendada de la belleza de Adonis. Lo conquistó. Pero Afrodita no estaba dispuesta a dejar escapar su antiguo amor. Lo hechizó con su mirada y lo reconquistó.
Un día, cazando en los montes del Líbano, lo vio Apolo que, celoso de su belleza y disfrazado de jabalí, lo mató con una de sus legendarias flechas. Otra vez Adonis regresó al Inframundo y a los brazos de Perséfone. Afrodita le llevó el chisme a Zeus argumentando que no era justo que Perséfone disfrutara por siempre de la belleza de Adonis. Zeus resolvió la disputa de las diosas disponiendo que joven viviera un tiempo con una y la misma cantidad con la otra. Esto originó las estaciones en la tierra. Con Afrodita: inicio de la primavera y la desnudez del verano. Con Perséfone: inicio del otoño y el invierno.
¿Ven, entonces, todo el misterio y la magia que hay en eso que quemamos para espantar los espíritus del mal?
¡Ay dioses! ¡Cientos de duendes, todavía no invocados, ahora mismo han entrado cantando y
bailando a mi biblioteca! ¿No me creen? ¡Lo juro por esas hijas de Zeus a las que invocamos
como ninfas: Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania.
bailando a mi biblioteca! ¿No me creen? ¡Lo juro por esas hijas de Zeus a las que invocamos
como ninfas: Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania.
¡No puedo con esta suerte tan grande! ¡Corran... corran... corran... tiren, carajo carajete, el... telón telonete!
1 comentario:
Divino!
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