martes, 22 de septiembre de 2015

Les cuento:

Les cuento:





Ha poco, una casi amada que estuvo muy cerca de decir su nombre, se extrañó por lo tranquila y rápida que algunas veces ocurren las renuncias. Estoy convencido que en algunos casos la persistencia es una camisa roja que se pone la violencia. 

En asuntos emocionales son preferibles las cosas tranquilas. Son más duraderas. Las pasiones en el amor compartido tienen su lugar y sus momentos. La magia tiene que ocurrir en la calle, en la sala y el aposento. ¡Y cuando esta, mi estimado, no sucede...!

Procuro siempre discifrar los enigmas existenciales en versos ajenos. Esto, porque la Verdad del Universo ha sido absolutamente revelada por los poetas... (quizás debí decir... profetas). Por eso, cuando la "casi amada" inquiría, me convertí en mirada escorpionada y guardé silencio (en ese silencio camusiano que está tan lleno de presencias). ¡Si! ¡Miré y guardé silencio! Sin decir en la ocasión palabra alguna, tomé prestado unos versos de Borges y, alejándome, dentro de mis laberintos interiores dije:
"Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.
No habrá sino recuerdos.
Oh tardes merecidas por la pena,
noches esperanzadas de mirarte,
campos de mi camino, firmamento
que estoy viendo y perdiendo...
Definitiva como un mármol
entristecerá tu ausencia otras tardes."

No hay comentarios: