Crónica teatral curiosa y supersticiosa
En entregas pasadas he escrito sobre las supersticiones en el Teatro. Son muchas. Entre estas destaco:
—Nunca usar el amarillo.
—Nadie debe sentarse en la escotilla del apuntador.
— No se puede silbar en un teatro.
—Nada de tener claveles.
—No tejer en un camarín .
—Ni pensar en mencionar la palabra "víbora". Digan ofidios o reptil.
—Jamás vestuario con lunares
—Nunca tener dos vestuarios iguales: se debe empezar y terminar la temporada con el mismo.
—Nunca mencionar la palabra suerte. Etcétera.
Los métodos de exorcismo son variados:
—Poner azúcar en un rincón del camarín
— Las hojas de ruda son también un buen aliado.
—entrar con el pié derecho, especialmente en el primer ensayo.
— Desearle al actor "mucha merde".
—Tirar en el tetro tres puñitos de ajonjolí.
—Que nunca falte en un estreno Agua de Florida.
—Si no pagaste por ver una obra teatral, deja un monedita tirada en los camerinos.
Obras y autores:
También hay obras y autores que adquirieron el poco redituable privilegio de ser considerados nefastos: "El Señor de Pigmalión", "Robin Hood" y muy especialmente "Macbeth" (de esta el nombre nuca se debe pronunciar. A ella nos referimos como "La escocesa". También está maldita la zarzuela "La tempetad"; entre otras.
También los espectadores tienen supersticiones. Les cuento:
En estos momentos trabajo en un nuevo libro de cuentos ("Los viajeros"). Investigando para uno de ellos, encontré un dato muy curioso y supersticioso relacionado con un terrible accidente en un teatro en Brooklyn.
Ocurre que el 5 de diciembre de 1876 el Theater de Brooklyn fue devorado por el incendio que ocurrió en plena presentación de la obra “Los dos huérfanos”. Allí murieron, aún no eficientemente contados más de doscientos ochenta espectadores. Varios artistas resultaron seriamente lesionados y dicho incendio, prácticamente, le costó la carrera teatral a la actriz Kate Claxton. Ella fue encontrada, luego del siniestro, según un reportero del New York City, vagando desorientada con serias quemaduras y otras lesiones. Estaba tan turbada y afectada que no lograba recordar cómo tomar el ferry de Brooklyn a Manhattan. Empero, sus penurias no terminaron con su recuperación física. Meses después de incendio, Kate Claxton viajó junto a su hermano a Saint Louis para aparecer en otra escenificación. Tan pronto como llegó se registró en el hotel Austral. Horas después de hacerlo ese hotel ardió en llamas, pero Kate hizo un escape milagroso segundos antes de que el hotel se derrumbara. Ante el temor de que era una especie de ave de mal agüero, otros actores se negaron a aparecer con ella en el escenario y los amantes del teatro, por temor a otro fuego, boicotearon sus actuaciones. Nunca logró, después de este último incendio, subir a un escenario. Si lo hubiese hecho, probablemente publico y artistas la hubieran linchado.
Para evitar un posibe mal augurio invocaré ahora el... ¡Telón!
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