Una cosa piensa el
burro...
... Y otra el
que va montado, reza el refranero popular.
http://almomento.net/articulo/146146/Una-cosa-piensa-el-burro%E2%80%A6
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El doctor
Antonio Zaglul era un prominente siquiatra, escritor y acucioso investigador
cultural dominicano, que hizo su especialidad en España, donde luego sería
Embajador. Su vida, igual que su muerte, resultó ser un gran acontecimiento,
por tener el doctor Zaglul una perseverancia y tenacidad legendarias. En la
medianía de su existencia le diagnosticaron cáncer en el estómago. Se le
aseguró que no viviría más de unos meses. Duró más de veinte años en absoluta
creación. El doctor Zaglul también fue uno de nuestros conferencistas más
solicitados.
Precisamente, en varias de ellas escuché su tesis acerca de la
cultura necrofílica del dominicano. Ponía como ejemplo de esto la profusa
literatura, escrita u oral, que tenemos aquí sobre la muerte. Aseguraba que
hasta en nuestros merengues se podía comprobar su aseveración.
No obstante,
yendo hacia su natal San Pedro de Macorís, escuchó un merengue que no citaba en
sus letras, al parecer, la conocida figura de la parca. Se extrañó y celebró el
acontecimiento: «¿Por fin un merengue en cuyas letras la muerte no estaba
presente»,
comentó el siquiatra a la persona que le acompañaba y se dispuso escuchar con
verdadero deleite la pieza en cuestión. Su título era “La agarradera”,
compuesto por Luis Pérez y cantado por Johnny Ventura.
«Oye
este merengue que es la agarradera,
oye
este merengue que es la agarradera,
lo
bailan las niñas y también las viejas,
lo
bailan las niñas y también las viejas».
—¡Fantástico!
¡Un merengue encantadoramente alegre! —exclamó el siquiatra. ¡Pero qué va!
La dicha no duró mucho. Unos versos del merengue amargaron el resto del
trayecto al médico y escritor:
«La
agarradera no la bailo yo,
la
agarradera no la bailo yo,
lo
bailó una vieja, mamá, y se me murió.
lo
bailó una vieja y del tiro se murió».
La muerte
tiene un sitial privilegiado en nuestros principales personajes carnavalescos,
“Se
me muere rebeca”
es un ejemplo de este planteamiento. Igual ocurre en la singular religiosidad
popular dominicana: La División Guedé, dentro del vudú criollo, es la división
de los muertos. Su jefe supremo es el Barón del Cementerio, alojado en la tumba
del primer muerto de cada camposanto. Si la primera muerta fue una mujer, su
tumba será la casa de Madame Brigitte. A ambos lugares suelen hacérseles
innumerables peregrinaciones e insólitas peticiones. Apasionantes son nuestros
rituales para despedir a los muertos. Estos constituyen todo un acontecimientos
social y no es extraño que a algunos de los presentes, se les “monten”
integrantes de le División Guedé o difuntos conocidos.
En este tenor,
y hace más de un año, inicié la creación de un libro de relatos, en el
cual todos los cuentos giraran en torno a la parca. Hice profundas
investigaciones sobre el tema en diferentes campos del pensamiento; llené mi
biblioteca y cerebro de datos e ideas y, finalmente, concluí el libro al que
titulé “La parca que espera en el camino”.
Luego me reuní
con los propietarios de Ediciones Bangó (Manuel García Cartagena y Mónica Volonteri)
y comenzamos a trabajar en el proyecto de la publicación del libro de marras.
En estos
momentos (con la colaboración de la Fundación García Arévalo) están imprimiendo
el libro y ya logramos que Niní Cáffaro nos cediera la Sala de la Cultura de Teatro
Nacional, para poner a circular dicho libro de cuentos en un original evento el
7 de noviembre, en el cual la teatralidad que siempre me acompaña sería el
detonante.
Ya nos
preparábamos para comenzar a publicitar la puesta en circulación del libro, mi
hija Renata diseña un vestuario temáticamente especial, mi otra hija, Fiora, pauta la ambientación escenográfica y la atmósfera escénica, los
editores perfilan las mejores palabras para la presentación de estilo y yo
comencé a memorizar parlamentos.
Sin embargo,
ayer recibí una noticia sorprendente: en Cataluña quieren que el libro se
presente, primero, allá entre el 12 y el 21 de octubre de este mismo año.
Por supuesto
que acepté la invitación que me formulara Fior Metz y allá estaré con una
elegante y antigua capa mortuoria en pana negra, mi cara maquillada con tonos grises y
labios negros, con ambientaciones especiales de la parca, con la proyección en
pantalla de los gráficos que diseñara Karolina Becker para cada uno de los
cuentos y con todos los irónicos relatos que, aunque un tanto macabros, tienen
un profundo sentido de humor... negro, desde luego.
Deseando que
todos mis lectores asistan a cualquiera de las dos puestas en circulación programadas, comenzaré desde ya a afinar la voz para gritar a todo pulmón....
¡Telón!
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