El Teatro, canto a la vida
Al final de Master Class... los aplausos
El teatro tiene el encanto de ser la vida misma .
El teatro es la vida y más que la vidad.
Su pasión embarga y extasía la vida de sus ejecutantes y la percepción vital de quienes lo disfrutamos.
Y
cuando el teatro se hace desde dentro, con los recursos adecuados y con
ese marcado deseo de vivir dejando huellas y perfumes, entonces ya no
hay nada que negociar.
El teatro permite conocer tiempos y vidas
que, de otro modo, se nos pasarían ignorados por la parte más
desconocida de la parte baja de la mesa o por la zona terminal de cada
escenario.
Las reflexiones vienen a cuento tras ver, nueva vez, Master Class.
Pocas
veces un montaje teatral había impactado tanto desde su primera función
como lo ha hecho Master Class, original de Terrance McNally, con la
dirección de Carlos Espinal y la participación de una serie de valores
histriónicos y del “bel canto”.
Cualquiera se imagina que el
plato de miel es la capacidad como cantante de Cecilia García, quien lo
que menos hace es cantar. No. Ella saca a borbotones los oscuros
episodios de sus traumas, de los prejuicios de que fue vìctimas y
muestra las deidades malditas de las cartas marcadas que le tocó jugar
en un poker sin sentido ni justicia alguno.
El montaje es sobrio,
exhuberante en su impronta artística que envuelve al público en el
complejo “y complejos” del obtuvo ego de la gran diva
greco-norteamericana.
Cecilia García, con la dirección de Carlos
Espinal, recrea la vida y los fantasmas verborreícos que atormentaron a
la María Callas en toda su vida. Se siente el señorío de una soberana
actuación de fuste, de sensaciones intensas y de notable expresión de un
desdoblamiento que conduce a los pasillos interminables de los
conflictos irresueltos que toman como marco de expresión, las clases
magistrales que ofrece a sus “víctimas”.
Meterse en la piel de la
diva de divas del canto lírico mundial, la exigente, auto-ególatra y
perfectísima soprano María Callas, posiblemente haya constituido para la
García una de las empresas más formidables y desafiantes de su carrera.
Desde
que García llega a escenario e inicia sus primeras líneas, todo el
público cae a los pies y el influjo de una dama autoritaria, de
expresivo acento italiano, opresiva en el plano psicológico y que se
tiene a ella misma como único centro posible de toda historia y toda
fantasía.
Carlos Espinal, director, hizo una selección de talentos
tan acertada que lo que ha logrado es un episodio teatral cuidado en los
exigentes detalles de una producción profesional tomada desde cualquier
punto de vista, pero en la cual se destacan los talentos que acompañan a
García.
En particular nos impresionaron
- Dolly García (haciendo lo más difícil para una cantante lírica: hacer comedia con el canto)
- Carolina Camacho (un rostro al que hay que poner atención en lo adelante por su facilidad actuación-cantante);
- un perfectísimo Pedro Pablo Reyes.
- (no vimos a Antonio Chabebe , Nelson Beras ni a Gabriel Antonio Paulino)
Nos
fue amigable la intervención como actor del maestro Dante Cucurullo.
Giovanni Cruz, (a quien juzgamos sin mucha justicia inicialmente), al
verlo de nuevo, haciendo exactamente lo mismo, nos hace cambiar de
criterio. Está justo en el punto de mira de una actuación secundaria que
no persigue robar vista y aporta lo indecible con su expresión facial,
sus parlamentos breves y sus traslados cruzando de un punto a otro,
dejando la sensación de furia contenida por las “vainas” de la Doña.
Carlos Espinal, venido desde Estados Unidos para hacer este proyecto, del cual sale con airoso y con orgullo. La actuación de Carolina Camacho, soprano de grandes dotes y de firme futuro a juzgar por sus datos, sorprende al público cuando al fin le permite actuar la abrumadora avalancha de palabras y venenos de la Callas sobre esta estudiante de canto.
En resumen, Master Class tiene la calidad como para ser consagrada como una de las mejores experiencias para el público en el presente año. Ojalá el criterio de nuestros cronistas, al frente de los cuales se encuentra Máximo Jiménez, (quien conoce a fondo los fundamentos del teatro) tengan visión y perspectiva frente a esta propuesta.
En resumen, Master Class tiene la calidad como para ser consagrada como una de las mejores experiencias para el público en el presente año. Ojalá el criterio de nuestros cronistas, al frente de los cuales se encuentra Máximo Jiménez, (quien conoce a fondo los fundamentos del teatro) tengan visión y perspectiva frente a esta propuesta.
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