sábado, 9 de julio de 2011

¡Es verdad, Giamilka, me mataron a Facundo!

¡Es verdad, 
Giamilka, 
me mataron 
a Facundo!

¡Y con él mataron acordes y muchas, muchas  poesías!

Cuando la hermosa Giamilka Román, sobreangustiada, me llamó —¡maldito el minuto en que lo hizo!— para decirme que Facundo había sido asesinado, no pude inmediatamente asimilarlo.

Demasiada poesía compartida, a su lado o a la distancia, para aceptar que de repente fue alevosamente aniquilado.

Porque tienes dos ojos para ver todo
desde el sol infinito al pequeño lodo.
porque diste dos pasos que yo no he dado
y no dudas de aquello que tanto amo.

Con él cultivé por mucho tiempo una amistad y muchos cariños. No importa donde estuviese, siempre encontraba un tiempo para llamarlo y algunas veces para encontrarnos en cualquiera de nuestras bohemias. La última vez que nos la dimos lo hicimos en el asadero argentino de nuestro común amigo Nestor. Esa noche me acompañaban, como refuerzos, los actores Juan Núñez y Hector Olivier. Comimos algunas carnes  y ensaladas. Por supuesto que el vino argentino corrió con abundancia. Luego Facundo se montó en mi sencilla camioneta gris de una sola cabina y nos dirigimos a su hotel. Confieso que no llegamos enseguida. En el trayecto sufrimos un percance. No fue una goma que se desinfló. No. No fue el combustible que se acabó. No. No fue el radiador del vehículo que se averió. No. No se trancó el motor por falta de aceite. No. No nos paramos a orinar en la carretera como hacemos correctamente los bohemios. No lo hicimos. Nos paramos por unas horas a comprar dos botellas más de vino y porque Facundo quiso esa noche dedicarme algunas canciones que cantó con su eterna compañera: la guitarra. Vestía con pantalones y abrigo de mezclilla y en una de las canciones que cantó de eso hablaba: de la ropa que cargaba. También, imagino que lo estaba improvisando, habló en una canción de la amistad con este hombre, hacedor eterno de teatro. Finalmente lo llevé al hotel, aunque al día siguiente temprano retomamos la poesía. 

Porque nunca preguntas y no divides 
Porque a pesar que sabes muy bien el verbo
me muestras el camino con el silencio.
Porque amas a cualquiera de los colores,
porque son sólo una todas las flores.
Porque ¡eres la medida del hombre a semejanza,
el espejo perfecto de la esperanza!
¡creo en Tí!
   


Cuando Facundo estuvo exiliado en México pasó por un momento de sequía intelectual. Se enfermó, y como Camus en su mismo estado, dejó de escribir por un tiempo. Luego regresó a la vida y cambió. Bueno el cambio en él, perfecto hijo de Heráclito, era una constante.

Por supuesto que una mañana despertó estando en México porque un amigo dominicano, ese era yo, lo estaba llamando. Sólo quería decirle que millones de sus amigos deseábamos que se levantara y volviera a caminar en escenarios. 

Lo hizo. No tengo que contar la historia. Él se encargó de hacerlo en todos sus versos.


Porque vive lo eterno en tu presente
y el más ancho horizonte brilla en tu frente.
¡Porque tienes dos manos que están clavadas
en el justo centro de la balanza!


Es un hecho, Gia: ¡lo mataron vilmente en Guatemala! Aseguran que ese país es quizás el más violento de toda la América. Los crímenes históricos y cotidianos allí se suceden con alarmante frecuencia

Nosotros, con el tono de voz, desde  acá los censuramos. Por este castigaré para siempre a Guatemala. Nunca le perdonaré este crimen que todos allí han cometido. Por lo tanto... allá nunca volveré. Y prohibo a cualquier pasionario que lo haga. Alguien tiene que pagar por ese crimen y dos o tres sicarios no me son suficientes para vengar al único Facundo de la tierra.

¡Porque en el mismo monte crucificaron
tu salud infinita y mis pecados!
¡Porque tienes el mismo Padre que tengo!
¡Y eres de Galilea como  mis sueños!                             
¡Creo en Tí!

No soy cristiano. Ni, siquiera, soy creyente. Tampoco soy ateo. Lo que siempre he sido... es un dudante. Por lo tanto no me pidan que perdone, como hacía aquel caminante de Nazaret de cuya existencia si que no tengo alguna duda.

Respecto a mi, Guatemala se ha buscado su destino. Como no tengo el poder de un dios atómico, lo único que puedo hacer es para siempre maldecirlo.

Me hija Fiora me ha enviado este poema de Facundo, es realmente una recopilación de versos que él mismo hiciera, que me sirve perfectamente para seguirlo llorando.



De tanto vagar por ahí no se por donde empecé, pero de cualquier manera vengo de donde viene usted, de la tierra que en silencio con el agua y con el fuego provoca toda la vida, sus alegrías, sus miedos. Entonces vengo del fruto centro mismo del incendio a contarle lo que he aprendido de la nuez, la flor, el siervo y aquello que no me acuerdo.
Le gustaba a mi caballo la tierra que abandone, lo deje con sus amores. Paisano, me fui de a pie.
Yo no camino derecho, siempre camino torcido, el que camina derecho conoce un solo camino. Tengo solo una cabeza un sombrero basta y sobra, pa' que me sirven dos camas si yo duermo en una sola.
Yo soy el gallo que canta anunciando el nuevo día.
Yo soy el viento del Sur que nunca llego a Bahía.
La ciudad no me convence y la paso de costado.
La escalera de cemento solamente hace esclavos.
La mentira no me gusta y por eso nunca miento.
Simplemente cuando canto sueño y al soñar invento.
Si yo digo lo que digo no es porque me sobre ciencia.
Yo no soy el que se mueve es el mundo que da vueltas.
He visto las maravillas que son posibles de ver, es decir todas las cosas, las imposibles también.
Vi a las diosas que soplaban pa´ que el mundo diera vueltas.
Y vi que pa´ ir al cielo son infinitas las puertas.
Desde el gusano a la hoja anduve la vieja planta y supe donde la mar olvida el sol y lo canta.
Espejo fui del espejo pa´ que comprenda la nada.
Y conocí las miserias en la bandeja de plata.
Alguna vez por adentro me camino lo de afuera, mi Dios yo fui el universo y no supe lo que era.
Fui grande y después pequeño pa´ ver que no hay diferencia y me fui lejos del pago pa´ conocer la querencia.
Hice una mesa y un pan que son la mejor canción pa´ enamorar a la Juana, la Juana Legizamón.
Si Señor.
Yo no soy lo que parezco sino lo que mi alma sueña.
Y si me caigo en los pozos es por mirar las estrellas.
Yo sueño panes enteros en un mundo de migajas.
Respiro fuerte y no muero porque no me da la gana.
Yo soy de los que caminan, yo no soy de los que marchan.
Nunca voy con los que lloran y siempre con los que cantan.
Soy el esclavo mas libre, esclavo de lo que amo.
La libertad y la belleza saben bien de quien les hablo.
No pierda tiempo paisano esperando por el tren, que pa´ andar la vida solo se necesitan los pies.
Caminante, caminante no confundas tu destino, que una cosa es la tierra y otra cosa es el camino.
Porque el tiempo le sobraba pa´ lo poco que sabia, el hombre invento la guerra por no conocer la vida.
El saber es necesario como el árbol pa´ la sombra, en manos del que no sabe la manzana es una bomba.
Del cañón hay que zafarse porque nunca dice nada, la violencia trae violencia pero nunca la esperanza.
No hay historia de segundos pero menos de terceros.
La cuenta comienza en uno y termina con el 0.
Yo no soy quien te aconseja, dale las gracias al tiempo.
Que del tiempo viene todo, todito lo que te cuento.
 


1 comentario:

Anónimo dijo...

nunca hable con facundo no tuve esa fortuna, pero igual estoy triste por que nos han quitado a un grande, aunque como el decia hay que desconfiar de los genios ... por que a veces se hacen los muertos