martes, 1 de marzo de 2011

La lectoría de estos tiempos

En la entrega anterior hablábamos del uso de las encuestas en diferentes actividades organizadas. Cabe suponer que en algunas de ellas se basaron los estrategas contratados por los medios de comunicación escritos para la re-ingeniería que hicieron de sus medios. 

En esa re-ingeniería los que solemos escribir artículos y los lectores perdimos más de 500 palabras. Esto así, porque supuestamente estudiaron el comportamiento de la nueva lectoría y “descubrieron” que el ocupado lector de estos tiempos no se interesaba en artículos de más de 500 ó 600 palabras. 

Como la Historia Universal del Fracaso nos ha enseñado que, más veces de los deseado, los supuestos gurus del marketing se equivocan cuando realizan proyecciones futuristas, es muy probable que los formuladores de este nuevo concepto de lectura no hayan logrado los resultados esperados. Más aún: que hayan perdido muchos de los lectores especializados, arriesgando así las esencias mismas que le otorgaron su razón de ser, su poder y muchos millones de pesos.

Un ser humano lee unas 250 palabras por minuto. A los artículos de ahora apenas dedicamos entonces dos minutos de nuestro tiempo. En ellos, por más rápido que sea nuestro procedimiento cerebral, no podemos siquiera asombrarnos, disgustarnos y reflexionar sobre lo leído. Mientras, los escritores apenas podemos desarrollar coherentemente una idea.

Aunque siempre el Pasado se resiste, nunca el tiempo que se fue pudo haber sido mejor que el Presente (Realmente el tiempo es puramente referencial: el Pasado es una destrucción del Presente, lo que termina siendo un No-ser. Y el Futuro nunca se inicia. Cuando lo hace ya es Presente, por lo tanto tampoco existe); por ello pienso que los jóvenes de ahora no pueden ser juzgados, en el plano cultural, como una unidad monolítica, en base a parámetros antiguos. La juventud actual, dada la cantidad de personas en el planeta, disímiles culturas e intereses; constituyen fragmentaciones sociales encantadoras. 

En ese sentido cabe pensar que hay de todo en las Villas del Señor. El joven de estos tiempos indudablemente parece tener, cuantitativamente,  menos informaciones literarias que sus antepasados.

Pero esas son estadísticas frías. Digo esto porque no podemos soslayar el hecho de la cantidad. Por lo tanto, siempre los interesados en leer y en la cultura serán cientos de veces mayor que quienes lo eran en los tiempos pasados.

El joven de estos tiempos está más informado, en términos generales, que los de hace cien años. Lo que encuentran en los libros modernos, en el Internet, en los medios  de comunicación masivos (aún) es, cuantitativamente hablando, mucho mayor que aquello que encontraban en bibliotecas nuestros padres y abuelos.

Partiendo de este razonamiento podemos deducir que lo que ha variado en esta generación son los intereses culturales, propósitos y estilos. Generación que aunque formada por la actitud dictatorial  y genocida de la anterior, hace resistencia a la guerra, a la corrupción, a la destrucción planetaria y hace exigencia educacional como causa de vida.

Mantengo la tesis de que hay una definida cultura para estos tiempos. Diferente, eso sí, a aquella en la que muchos de nosotros nos formamos. Nuestros abuelos también aseguraban en su tiempo que la juventud de ahora está perdiendo los valores. ¿O ya olvidamos aquellas expresiones?

¿Cuántos escritores había en nuestro país hace cincuenta años? ¿Cuántos lectores? (No crean que dejo a un lado la proporcionalidad que determina la cantidad de habitantes ahora.) ¿Cuántas personas llegaban a una universidad o un centro superior de estudios con relación a las que llegan ahora?

Les aseguro que, a pesar de la gran proliferación de escritores y libros (y los quejumbrosos cantos de sirenas), siempre hay lectores para ellos.

Janet Miller
Recientemente fui al acto formal del Premio Nacional de Literatura, este año otorgado a la escritora Janet Miller (Provocando las reacciones a favor y en contra que son normales en los círculos intelectuales nuestros). Cuando la galardonada leía su discurso, de manera pesimista planteó que publicó dos novelas porque había descubierto (Animada por el escritor y amigo José Alcántara Almánzar) que la Poesía ya no tenía la cantidad de lectores habituales de antes. Aseveración discutible.

Pero aceptemos el hecho como homenaje respetuoso a la consagrada Janet Miller. Lo imputable es que asuma haber hecho la transición por un asunto de mercadeo literario, cuando puede ser entendido como una aplaudible nueva exploración intelectual suya.
Hermosa caricatura de Borges en su biblioteca

Borges fue grande en la Poesía, en la Narrativa, en los Ensayos y en la Reflexión pura y simple. Ninguna producción suya fue desdeñable. Él tenía lectores —¡y muchos! —para todo lo que escribía.

Cito a Borges por pensar que, aunque nunca le dieron el Nobel de Literatura (Borges no se perdió al Nobel, el Nobel se perdió a Borges), es de los más profundos escritores de nuestros tiempos.

No obstante, os aseguro que grandes escritores contemporáneos como Umberto Eco, Moravia, Sábato, Isabel Allende, García Marques, Cortázar, Vargas Llosa, Jorge Edward, Juan Bosch, Jin Morris, Pablo Cohelo (que nunca será de mis preferidos); entre cientos de ellos, tienen la cantidad de lectores que hacen ricos a los editores de Literatura.

¿Y quiénes leen a esta gente? Muchos de las personas que nos encontramos en el camino.

Leer  bien las coordenadas culturales de estos tiempos es buena estrategia. Cuando me "despojaron" de cientos de palabras en los periódicos evolucioné hacia el Internet. Capté allí más que unos cuantos lectores. La Pasión Cultural es distribuida por compañías especializadas. Hoy llegamos semanalmente hasta las compuradoras de unas 5 millones de personas.  ¿Cuántos de ellos leen completamente nuestros artículos? ¿Cuantos leen solamente fragmentos? No podría, para ser honesto, precisar con absoluta certeza una cifra. Pero aseguro que son cientos de miles. Estoy comprometido un día de estos a documentar lo que aseguro.

En la próxima entrega hablaremos de la Lectura y algunas de sus técnicas. 

Un dato.: Si usted leyó este artículo completo (965 palabras) invirtió solamente 3.8 minutos en su lectura. No es mucho, ¿verdad?

No hay comentarios: