domingo, 20 de octubre de 2019

Séptima premisa: los recursos "mágicos" del personaje

Por Giovanny Cruz Durán.

Debo admitir que el llamado “Método” (Stanislavski) ha sido el mayor aporte técnico a la actuación universal. Pero… ¿es lo único? De ninguna manera. Incluso pienso que aspectos de dicho sistema, hoy han sido profundizados y hasta superados. Es que el discurrir del hombre en el tiempo jamás se detiene.

No obstante, hay elementos del “Método” que siguen constituyendo recursos valiosos. En ese tenor, te muestro mi versión particular de: 

Monólogo Interior:

Es uno de los mejores recursos que tiene el actor para concentrar la atención y no salirse del personaje.

En escena no somos sordos y ciegos a asuntos que ocurren en la platea. No somos indiferentes a movimientos y expresiones del público. 

El recurso es, entonces, "distraerte" en el escenario con asuntos del personaje. Además, con el Monólogo Interior lograrás dimensionar las intenciones. ¿En qué consiste? 

Mientras hablas o te hablan debes decirte conscientemente lo que no se escucha en escenario. Es “hablar” para ti mismo, es seguir en palabras internas las situaciones de la escena. Es opinar interiormente sobre todo lo que ocurre. 

Cuando estamos en una reunión, internamente asumimos posiciones: “No me gusta el color del sillón, este tipo tiene los dientes feos, los zapatos están sucios, esta señora es tan hermosa que me gustaría besarla…”. etcétera. Algo similar debe hacer el personaje en escena. 

Enriqueces tu actuación si dejas aflorar alguna que otra vez, a través de acciones internas, tu Monólogo Interior.

Memoria Emocional:
Vivian Leigh y Laurence Olivier en "Macbeth", de William Shakespeare.
Trata de recordar sucesos de tu vida que tengan cierta equivalencia con situaciones de la obra.

Ejemplo: tu personaje ha sido violado; sin embargo, tú nunca has pasado por esa experiencia. ¿Qué hacer para llevarla a escena? Pensar lo más cercano que has estado a esa acción, recordar reacciones y emociones de lo sucedido y elevar sus intensidades hasta el nivel de la acción en el escenario. ¿No has matado nunca alguien? No importa. Un día mataste un lagarto, una cucaracha, un ave o quisiste que alguien muriera. Analiza tu comportamiento de entonces y elévalo a la categoría indicada. 

Este efectivo recurso, lo acepto, es un tanto peligroso y requiere entrenamiento y guía para ser utilizado.

Círculo Mágico:
"Círculo de tiza caucasiano"; de Bertolt Brecht.
Te preguntas, supongo, hasta qué nivel subir emociones y voz. Traza un círculo imaginario comprendido entre las puntas de los dedos de ambas manos luego de extender los brazos. Sólo necesitarás, entonces, proyectarte hasta las dimensiones de tu Círculo Mágico

Cuando adquieras conciencia de él, te acompañará por todos tus desplazamientos en las escenas. No requerirás algo más. Eso sí, mantenlo copado siempre. Es tu escenario particular.

Un detalle: ¿Te parece complicado actuar? No creas que es tanto. Recuerda que todos estos recursos técnicos, con el hacer, se volverán mecanismos interiores y automáticos. Sólo tendrás que dejarlo fluir.

El Mágico Sí:

La rebeldía en el Ser es intrínseca. Pero ésta adquiere mayor fuerza ante la imposición. 

Tres fuerzas motrices principales cohabitan dentro del actor: Mente, Voluntad y Sentimiento. Ellas oscilan entre el Consciente y el Inconsciente.

A partir de esos postulados puedo explicarte lo efectivo que es el uso del “Sí” Mágico: palanca emocional (todavía no profundamente estudiada) que te elevará desde los planos del Consciente hasta los linderos Subconsciente

—¡No pongas esa cara! Sé que me he puesto demasiado teórico y complicado. Simplificaré mediante la explicación.

Si dices a ti mismo (en realidad sería al Inconsciente) que debes dejar de ser tú y convertir en la Julieta de Shakespeare, el Calígula de Albert Camus, la Bernarda de Lorca, el Edipo de Sófocles o en la Niña-médium de mi obra “Amanda”; estarás vanamente intentando desplazarte del acto teatral. Pero, ocurre, que es el tú-actuante quien lleva a escena los personajes. 

No te comprometas jamás a odiar, amar, despreciar, matar o abofetear en escena. ¡No! Tu compromiso es ejecutar una acción... “Como Si” estuviera en realidad haciéndolo. 

No te conviertas en Lady Macbeth. Actúa “Como Sí” tú lo fueras. Y “Si” lo fueras... ¿por qué lavas tantas veces tus manos? “Si” fueras Marat... ¿qué sentirías al pasarte todo el día en una bañera con agua? “Si” fueras la Magdalena... ¿qué sentirías al saberte amada por uno y celada por otros? ”Si” fuera la vieja Nicolasa de “Duendes y locos de las dunas”... ¿qué sentirías al saber que entre todos cometieron el mismo crimen?

Mediante este procedimiento, tu “Yo” juega un rol importante en la creación. Siempre serás tú el vehículo. Es a partir de ti que llegan las Acciones al escenario.

Así, el personaje es una verdad que resulta de una pulsión entre otras verdades: la del autor, la de cualquiera que sea la historia (ficción o realidad) y la tuya.

Otro detalle: Cuando jóvenes nos sentimos actores de fuerza avasallante; pero frecuentemente nos desbocamos. Saber que esto ocurre te ayudará a administrar mejor tu fuerza teatral. Además, en todo Arte la madurez estética es imprescindible. Cuando llega, comenzará tu auto coronación.

Casi estoy autorizándote salir a escena. Pero debo señalarte antes dónde llevar las emociones del personaje. Es a un “lugar” que existe en tus profundos laberintos interiores. Se trata de un espacio entre dos supuestas antagonías: el Consciente y el Inconsciente. Se llama Umbral del Subconsciente. ¡Es ahí donde se actúa!

Ampliaré en la próxima entrega. Es que ahora, lo puedes imaginar, nos toca el… ¡Telón!


No hay comentarios: