En la cuenta regresiva
Por Giovanny Cruz
Durán
Luvil González, Yanela Hernández, Exmin Carvajal Giovanny Cruz y Karoline Becker |
Mañana,
efectivamente, comenzamos a mirar el reloj escénico de la obra El
Vestidor. Esto, porque a partir de mañana... ¡la Sala Ravelo es nuestra!
Suelo llegar muy temprano para ir acomodando vestuario, utilería, maquillaje y
a mi. ¿Por qué no
permitir que algún asistente lo haga?
Cuando era un
jovenzuelo escuché decir a un paracaidista, que jamás permitía a alguien preparar
su paracaídas porque en esos preparativos arriesgaba su vida.
Aprendí la lección. Cada pieza de vestuario que uso, cada
elemento de utilería y todo lo que necesito para maquillarme sobre el escenario me es imprescindible. Y la única garantía que tengo de que esos elementos “vitales”
estén disponibles y en lugar correcto, es si yo mismo me cercioro de eso. En ese
proceso, el paracaidista que habita en mis laberintos interiores, arriesga la
vida.
Exmin Carvajal, Giovanny Cruz, Mario Lebrón (director) y Yanela Hernández. |
¿Tranquilos?
¿Estamos tranquilos a estas alturas los actores? ¡Jamás!
Precisamente, en El
Vestidor interpreto a un renombrado actor inglés que en uno de sus parlamentos
habla sobre el terror (“que no cesa nunca”)
que sentimos los artistas cuando estamos ya cerca de salir a escena.
El cantante Marco Antonio Muñiz definió ese miedo, que se nos evidencia en un
terrible vacío del estómago, como nuestra manifestación de respeto por los
espectadores.
Se dice que los
actores somos los perfectos masoquistas. Es que, en todo el devenir de los
ensayos oscilamos desde el placer teatral a la angustia. ¡Si! Sentimos miedo
de no lograr captar la Sicología del Personaje, de que las acciones se parezcan más a uno que a él, no terminar de memorizar el texto, que la caracterización no sea la
adecuada, que nos
traicione la voz, de contagiarnos con una gripe y mil angustias más.
Luvil González, Yanela Hernández, Karoline Becker, Giovanny Cruz y Exmin Carvajal |
Pero mañana la
preocupación es otra. Desde temprano del lunes los actores de la obra tomamos
el complicado camino de las invocaciones. Hablo de las invocaciones de las emociones.
Ahí tenemos que funcionar con la precisión de un cirujano cardio-infantil.
Meses de trabajo podrían irse a pique si nuestro bisturí emocional se desvía siquiera
un milímetro. El “corte”, entonces, tiene que ser muy justo. No podemos fallar.
En esa operación interior no utilizo bisturí de metal. Prefiero el corte limpio
de la obsidiana. Voy a entrar no al cerebro del personaje, sino en su
alma. Tarea muy peligrosa.
Me pararé en el
llamado Umbral del Subcontinente. Caminando
por una delicada cuerda floja procuraré conciliar entre el personaje y el subconsciente;
pero evitando ser desplazado. Si pasara eso, el personaje ocuparía mi lugar y,
entonces, él sería un ser independiente y sin control. Eso es lo que realmente
se llama Sobreactuación. Cuando un
actor comienza a creerse el personaje, en el teatro decimos que hay que
despedirlo y llamar con urgencia al siquiatra.
Desde mañana nos
comprobaremos en el escenario. En el primer ensayo con escenografía (Fidel López),
luces (Lillyanna Díaz), vestuario (Renata Cruz Carretero) y sonidos (Ernesto Báez) generalmente nos sentimos perdidos. Comenzamos a desear que podamos ensayar un
mes más y fácilmente le mencionamos la madre a cualquiera. Consejo sano: no se
acerquen mucho a los actores luego de ese primer ensayo en escenario.
En los
siguientes, las cosas empiezan a funcionar si se ha trabajado correcta y disciplinadamente.
En el Ensayo Pre-General decimos al productor que tenemos malestares intestinales, que hemos perdido la
voz, que estamos al borde de un infarto, que nos duele la espalda y docenas de
otros males. Por lo tanto...
—¡La obra debe posponerse!
Sin embargo, la obra va. En el Ensayo General estamos completamente drogados…
¡Si! Les he mentido. He jurado que nunca he introducido
en mi cuerpo alguna droga peligrosa. ¡Si lo he hecho! En mi interior andan
Tolstoi, Camus, Sófocles, Shakespeare, Ovidio, Brecht, Valéry, Borges y el… ¡maldito
duende del arte!
Giovanny Cruz / El Vestidor / Teatro Nacional / Desde el 23 de agosto |
En ese momento
del Ensayo General, procuro echar mano al recurso interior más peligroso: El Toque Asesino del Actor. Es como casi
llegar al desborde, es casi caer al abismo del subconsciente, es el extra de
todos los extras. Si me descuido, yo
mismo tendré que despedirme antes que la regidora, Gina Marte, grite que deben
subir el…
¡Telón!
1 comentario:
Giovanny te deseo mucha suerte con este nuevo proyecto , el éxito es seguro
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